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miércoles, 6 de septiembre de 2017

BIRMANIA: La antesala de la muerte

En el mundo ocurren actualmente terribles tragedias a los cuales los grandes medios de comunicación - empeñados como están en dar cobertura a campañas mediáticas de desinformación dirigidas ya sea contra Rusia, China, Siria, Irán, Venezuela…. o Donald Trump - no le dan la importancia que merecen .Uno de aquellos sucede precisamente en Birmania (Myanmar) donde ante la indiferencia de Occidente, ocurre un genocidio planificado a cargo del gobierno budista presidido por la ‘Premio Nóbel de la Paz’ (?) Aung San Suu Kyi, en contra de la minoría musulmana de los rohingyas, que han dejado hasta el momento miles de muertos y centenares de miles de desplazados. Consideraba la minoría étnica más reprimida del mundo, su decisión de defenderse con una milicia de las continuas masacres organizadas en su contra, han agravado su situación, ya que al ser considerados ‘terroristas’, son victimas de sangrientas represalias.por parte del régimen birmano. Organizaciones en favor de los derechos humanos han denunciado en reiteradas ocasiones las numerosas violaciones, torturas, robos y ejecuciones sumarias perpetradas por el ejército contra la población civil, pero la comunidad internacional prefiere mirar para otro lado. Como sabéis, los rohingyas son una minoría étnica, lingüística y religiosa procedente del estado de Arakan, al oeste de Birmania y colindante con Bangladesh. A diferencia de la gran mayoría de la población birmana, que es budista (en torno al 85%), este grupo minoritario profesa el islam sunní, motivo por el que ha sufrido todo tipo de discriminaciones hasta el punto de ser considerada la minoría más perseguida del mundo por la ONU. El factor principal que demuestra el rechazo del gobierno birmano hacia esta etnia (un 4 %) es que, pese a que están asentados en el país desde la época de la colonización británica, sus miembros no son reconocidos como ciudadanos, afirmando que solo se tratan de ‘inmigrantes bengalíes’. Sin embargo, el médico británico Francis Buchanan mencionó su existencia en un estudio lingüístico publicado en 1799, donde describe a unos "mahometanos, quienes llevan establecidos en Arakan (como se conocía a Rakhine) durante un largo periodo, y se llaman a sí mismos rooinga". La ley de ciudadanía vigente, promulgada en 1982 por el dictador Ne Win, no reconoce a los rohingyas como una de las 135 etnias birmanas por lo que se les considera apátridas. De hecho, este pueblo no contaba con documentación identificativa hasta 1995, cuando tras presiones por parte de la Acnur (la agencia de la ONU para los refugiados) se otorgó a los rohingyas una tarjeta de registro provisional y distinta a la del resto de ciudadanos. En ella figura el nombre y la fecha de nacimiento del portador, pero no el lugar, por lo que no puede emplearse para solicitar la ciudadanía. Este sistema de identificación fue suspendido en el 2011 debido a la presión ejercida por grupos nacionalistas budistas de Birmania. A nivel práctico, esto supone la imposibilidad del más de millón de rohingyas que viven en Birmania de viajar por el país libremente, recurrir a la justicia o acceder a educación superior; y por descontado de participar en las elecciones. Los episodios de violencia en contra de esa minoría se remontan en la historia de los rohingyas a 1948, año en el que Birmania obtuvo la independencia de Inglaterra, su metrópoli. Tras una larga dictadura militar, en la que la situación no mejoró para esta etnia, el país celebró sus primeras elecciones libres en más de treinta años en 1990. Pero el aperturismo político que, en teoría trajo consigo la democracia no llegó a las minorías religiosas, que continuaron siendo objeto de todo tipo de violaciones a sus derechos humanos tanto por parte del ejercito como de un poderoso movimiento de monjes nacionalistas, al considerarlos una amenaza para la integridad de su país, ya que temen que se repita en Birmania lo sucedido en la India, que perdió extensos territorios a favor de los musulmanes, creándose para ellos tanto Pakistán como Blangadesh. La escalada de violencia entre Birmania y los rohingyas llego a tal punto que estos últimos decidieron organizar su defensa militar en torno al Ejército de salvación rohingya de Arakan (ARSA) que alcanzó su cima en el 2012, con dos oleadas de enfrentamientos violentos, una en junio y otra en octubre, dirigidas por grupos extremistas de la mayoría budista y toleradas por el gobierno birmano. Uno de los grupos budistas más radicales es el llamado Movimiento 969 (teóricamente ilegalizado y cuyo nombre responde a los nueve atributos de Buda, los seis de sus enseñanzas y los nueve de la orden budista), liderado por el monje Ashin Wirathu quien por su fanatismo es considerado como el Bin Laden del budismo. Su crueldad es tan legendaria que la revista Time no dudo en colocarlo en su portada con el siguiente titulo: “The face of buddhist terror” (El rostro del terror budista). Con decenas de miles de seguidores en Facebook y Twitter, y un discurso incendiario, Wirathu se ha convertido en el rostro más reconocible de una visión extremista del budismo explotando los prejuicios hacia el Islam, asegurando que los budistas deben defenderse para evitar que los musulmanes - a los que califica de perros - tomen el control del país, incitando a las 'razzias' contra ellos ya que son un peligro para el mundo. Su posición radical hizo que en el 2003 fuera condenado a 25 años de prisión. Liberado en el 2010, su discurso no vario en lo absoluto y hoy continua haciendo llamados para exterminar a quienes representan una amenaza para la unidad de Birmania: "Si somos débiles, los musulmanes ocuparán nuestra tierra. La convivencia con ellos es imposible… hay que matarlos a todos" repite con insistencia. Desde entonces se suceden episodios violentos en contra de los rohingyas, que se saldaron con miles de muertos, 100.000 desplazados y la destrucción de sus barrios en las ciudades. El pasado mes de octubre el conflicto sufrió otro repunte cuando nueve guardias fronterizos murieron a manos de los rohingyas de ARSA, hecho que llevó a un deterioro total de las condiciones de la población civil de esta etnia. En el último estallido violento, iniciado el pasado 24 de agosto tras la reivindicación por parte de ARSA de un ataque a puestos policiales y a una base militar birmana, murieron al menos 110 rohingyas y el gobierno aumentó la presencia del ejército en el estado de Arakan. El incremento de la violencia provocó el desplazamiento de decenas de miles de civiles, en su mayoría rohingyas, que dejaron sus casas para vivir hacinados en campos de refugiados, sin acceso a educación o sanidad y sobreviviendo gracias a la ayuda internacional, que llegaba con cuentagotas hasta que fue suprimido, porque el gobierno birmano considera que las ONGs son partidistas en el conflicto. Por ello, los rohingyas para sobrevivir, llevan décadas huyendo en masa al país vecino, Bangladesh, de mayoría musulmana, donde esperan obtener la condición de refugiados. Se calcula que entre 300.000 y 500.000 rohingyas viven en Bangladesh de los que solo unos 32.000 tienen dicho estatus, y viven en campos de concentración en el distrito de Cox's Bazar, cerca de la frontera. A raíz de la última oleada de migración -en la última semana han llegado 38.000 según la ONU- las autoridades bangladeshíes están comenzando a impedir el paso de rohingyas, que cruzan la frontera a través del rio Naf. "En realidad, los rohingyas no son gente de Birmania, no son del mismo grupo étnico. Su tez es marrón oscuro y nuestro cutis es suave, somos guapos también. Ellos son feos como ogros", estas declaraciones que salieron de la boca de un alto diplomático birmano asentado en Hong Kong en febrero del 2009 dan una pista sobre la situación y el desprecio al que son sometidos. Además, se sabe de grupos que intentan escapar y llegar a Bangladesh, son interceptados en la frontera por los budistas, quienes matan a los hombres y violan a las mujeres. “Nunca había visto tanto odio contra nadie en el mundo... todos en Birmania los rechazan por su aspecto. Ellos son diferentes físicamente, son más parecidos a los indios, hablan su lengua y tienen otra situación", relata Dina Madani, del departamento de minorías musulmanas de la Organización Islámica de Cooperación (OIC). El Gobierno de Aung San Suu Kyi - quien tiene las manos manchadas de sangre al ‘legitimar’ las operaciones militares dirigidas contra esa minoría musulmana - que se niega como el resto de los birmanos, a llamar a la comunidad rohingya por su nombre, ha vedado el acceso a la prensa y a miembros de diferentes ONGs a las zonas donde se produce la masacre, por lo que se depende solo de la “información” oficial sobre los sangrientos sucesos que allí ocurren. La cuestión Rohingya, sin duda interesa a muy pocos, un millón de personas a esta altura de la historia es perfectamente descartable, mas aun tratándose de un lugar remoto del planeta, por lo que su exterminio será solo cuestión de tiempo para que suceda, si es que la comunidad internacional no se decide intervenir de una vez para evitar este holocausto ¿A que están esperando para hacerlo? (Al momento de escribir esta nota, el mundo se sobrecoge una vez mas por el ensayo nuclear realizado por el régimen comunista de Corea del Norte, en el cual se dice que se probó con “éxito” una bomba de hidrogeno “con un extraordinario poder explosivo” y que podría ser instalada en un misil intercontinental capaz de alcanzar el territorio estadounidense. No cabe duda que ha llegado la hora de liquidar a Kim Jong-un, quien en su locura es capaz de arrastrar al mundo a su desaparición) :(
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