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miércoles, 5 de abril de 2023

EE.UU.: El espectáculo de lo absurdo

Justo cuando uno podría creer que la política estadounidense no podía caer tan bajo, el controvertido fiscal de la ciudad de Nueva York, Alvin Bragg, y el expresidente Donald Trump demostraron que la nación aún no ha tocado fondo. El sistema político de EE. UU. se parece ahora a uno de esos vulgares reality show de la televisión, y con la ridícula acusación a Trump el jueves por parte de un gran jurado de Manhattan y colocado bajo arresto este martes, los espectadores deberían avergonzarse de lo detestable que se ha vuelto el programa. De hecho, si se tratara de una telenovela con guión, sería demasiado increíble y vulgar para las audiencias televisivas diurnas. Considere la historia, que comienza con un pago de $ 130,000 en dinero secreto a una estrella porno, de nombre artístico Stormy Daniels, “para comprar su silencio sobre las acusaciones de una aventura con el principal candidato presidencial del Partido Republicano”. Luego está el bullicioso acusado, una ex estrella de telerrealidad que se ha divorciado dos veces y actualmente está casado con una ex modelo 24 años menor que él. Y no se olvide de Bragg, el fiscal de distrito de Manhattan, que cuenta con el respaldo financiero del multimillonario del Partido Demócrata, la rata judía de George Soros, y es tan izquierdista que es casi alérgico a enjuiciar presuntos delitos, a menos que involucren a un republicano. Uno de los principios de un buen drama es que hace que el espectador se identifique con uno o más de los personajes, pero en este caso, es difícil apoyar a cualquiera. Para empezar, es bastante desagradable tener un presidente que podría tener motivos para pagarle dinero a una actriz de cine para adultos. Aparentemente, es el primer presidente estadounidense que lo ha hecho, así como también es el primero que: interpretó un papel en una parodia de 'Wrestlemania'; se convirtió en multimillonario mientras dirigía seis de sus negocios a través de la protección por bancarrota del pago de los acreedores; lo atraparon en una cinta alardeando de agarrar mujeres “por sus partes intimas” y trató de obligar a una anciana a salir de su casa para dejar espacio para un estacionamiento al lado de su casino. La lista de primicias indecorosas podría continuar. Baste decir que si el programa de televisión sensacionalista de Jerry Springer presentara a políticos, Trump sería el primero en recibir una invitación. Con la acusación del pasado jueves, Trump, dos veces acusado, también es ahora el primer presidente actual o anterior de los EE.UU. en enfrentar cargos penales de lo más triviales, cuando existen Criminales de Guerra como George W, Bush y Barack Hussein Obama a quienes nadie enjuicia. Pero en esta ocasión se trata de Trump, un enemigo del establishment y ahí está la diferencia. De esta manera, el Team Soros ha sentado un nuevo y peligroso precedente al utilizar el sistema de justicia penal para acabar con un rival político que va contra sus intereses. Aquellos que hipócritamente tanto hablan “de proteger la libertad y la democracia” están tratando de sacar a Trump del menú de opciones electorales de 2024 para los votantes estadounidenses, esencialmente decidiendo por ellos a quién pueden “elegir”, sea el discapacitado físico y mental de Joe Biden o cualquiera que se enfrente a Trump, que es el gran favorito de las encuestas. Es el comportamiento de una república bananera como la estadounidense, y realmente no hay vuelta atrás. También es irónico que, a pesar de todas sus fallas, Trump esté siendo procesado por las razones equivocadas. Como es típico en un sistema de justicia retorcido, el “villano” no es castigado por sus aparentes delitos graves; más bien, el caso se trata de algo falso o insignificante. En efecto, no es ilegal pagar dinero por el silencio, ni siquiera a una estrella porno. Como ha señalado el jurista Jonathan Turley , Bragg está tratando de resucitar acusaciones de hace siete años que tanto el Departamento de Justicia de EE. UU. como la Comisión Federal de Elecciones consideraron que no valía la pena seguir. El cargo penal que podría haber sido relevante, no declarar una donación política, requeriría probar que el pago se realizó con el único propósito de ayudar a la campaña presidencial de Trump. No es difícil imaginar otras motivaciones potenciales para que una celebridad casada y un hombre de negocios eviten que acusaciones tan vergonzosas se hagan públicas. Bragg, quien hizo campaña para su cargo de fiscal de distrito con la promesa de enjuiciar a 'Bad Orange Man', probablemente se sintió presionado para apaciguar a sus seguidores que odiaban a Trump. Se enfrentó a críticas el año pasado luego de negarse a presentar cargos contra el expresidente, lo que provocó que dos fiscales de alto rango de su equipo renunciaran disgustados. Turley calificó el caso de Bragg contra el expresidente como “mucho en política y nada en derecho”. Como si todo el episodio no fuera lo suficientemente repugnante a primera vista, tenemos medios de comunicación corporativos al servicio del establishment haciendo su habitual circo mediático y animando el último esfuerzo del Partido Demócrata para encarcelar a Trump. De otro lado, el ex presidente ha utilizado la acusación como una herramienta para recaudar fondos e instó a sus partidarios a protestar en su nombre, aunque sin tener en cuenta lo violenta que podría llegar a ser la lucha en las calles. El hecho de que incluso tengamos que hablar de la saga Trump es un reflejo de cuánto ha caído la política estadounidense en las últimos años, haciendo que cualquier sentido de dignidad o decoro sea un recuerdo lejano. Incluso hace solo dos décadas, hubiera sido difícil creer que los estándares para los altos cargos electos en los EE. UU. se deslizarían tan lejos. Por ejemplo, la carrera política del exsenador John Edwards, candidato presidencial demócrata en 2004 y 2008, terminó esencialmente por las revelaciones de una relación extramatrimonial. Solía suponerse que tales escándalos acababan con la carrera política del involucrado. Otro caso similar sucedió con el favorito demócrata en la carrera presidencial de 1988, Gary Hart, quien cayó en desgracia luego de que se conociera la noticia de su infidelidad. Antes de Trump, solo había un presidente de EE. UU. con un divorcio en su currículum, y Ronald Reagan podía cautivar a los votantes para que olvidaran una ruptura que ocurrió más de 30 años antes de ser elegido. Incluso el sucesor de Trump, Joe Biden, fue el hazmerreír político luego de que un escándalo de plagio y deshonestidad torpedeara su primera campaña presidencial en 1988. Para cuando se postuló para presidente en el 2020, era una máquina de errores confusa cuya frecuencia de mentiras solo había aumentado . También había sido acusado de agresión sexual por un ex interno, y todo el mundo podía conectarse y ver imágenes de video de Biden acercándose incómodamente a niñas en eventos públicos. Aparentemente, a los votantes no les importó, y los medios adoptaron un enfoque muy diferente al de 1988, interfiriendo a favor de Biden en lugar de examinar su carácter. De hecho, cuando un informe bomba expuso la operación de tráfico de influencias de la familia Biden solo unas semanas antes de las elecciones del 2020, la prensa ayudó a aplastar la historia y promover la mentira de que se trataba de “desinformación rusa”. Los medios de comunicación mostraron sorprendentemente poco interés en la evidencia contenida en una computadora portátil abandonada por el hijo de Biden, Hunter, quien fue expulsado de la Reserva de la Marina por una prueba de drogas fallida y tuvo un hijo fuera del matrimonio con una mujer que, según los informes, conoció mientras ella era stripper y estaba teniendo una aventura con la viuda de su hermano. Si esto es lo mejor que EE.UU. tiene para ofrecer, la nación tiene problemas más grandes que su política. Se trata de un país que se vuelve cada día más dividido, disfuncional, degradado y degenerado. ¿Podría el Imperio Romano, mientras agonizaba, haber sido realmente más depravado y corrupto que EE.UU. en el 2023? Y esto debería sonarles familiar: los romanos se veían a sí mismos como seres superiores, sin igual en ninguna parte, y se sentían destinados a gobernar el mundo. El colapso de Roma, cuando llegó, no fue agradable. Las guerras constantes, los gastos excesivos y la inestabilidad política debilitaron los cimientos. La inflación se disparó, la desigualdad de riqueza se amplió y la democracia se derrumbó en medio de una creciente violencia política y decadencia. La república degradada fue gobernada por dementes en sus últimos días, acelerando su caída. Mientras vemos cómo la política estadounidense se desarrolla como un programa de telerrealidad obsceno, se siente casi como si hubiéramos visto este programa antes.

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS: ¿Mito o historia?

Convertido en uno de los misterios más grandes de la humanidad ¿Cómo podemos tener la certeza que Jesucristo realmente murió y resucitó? El Apóstol Pablo respondió enfáticamente en 1 Corintios 15:14-19 diciendo, si Cristo no se levantó físicamente de la tumba, entonces el cristianismo es falso, seguimos en nuestros pecados y no hay esperanza más allá de la tumba. Sin embargo, si Jesús murió y se levantó físicamente de los muertos, entonces el cristianismo es verdadero, nuestros pecados son perdonados y hay esperanza para el Cielo. ¿Cuál es la verdad? De acuerdo con la Biblia, tenemos pruebas convincentes de que Jesús realmente murió en la cruz y que se levantó físicamente de los muertos a los tres días. La Biblia establece claramente que fue crucificado por Poncio Pilato debido a las presiones de los judíos, quienes se condenaron a si mismos a ser un pueblo maldito por los siglos de los siglos, al afirmar diabólicamente “que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos” (Mt 27,25) exigiendo a viva voz su muerte. Otras fuentes extrabiblicas lo confirman. Es por ello que debemos considerar toda la evidencia acumulada: La naturaleza y la magnitud de las heridas de Jesús aseguraron su muerte. Fue golpeado y azotado muchas veces. Perdió una gran cantidad de sangre por las heridas en sus manos y pies al estar colgado en la cruz por más de seis horas, desde las 9 de la mañana hasta poco antes de la puesta de sol. Aquéllos que estuvieron junto a la cruz, escucharon su grito de muerte. Lucas 23:46 dice “Entonces Jesús exclamó con fuerza: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró”. Los centuriones romanos le declararon muerto. Estaban tan convencidos de ello que no le quebraron las piernas para acelerar su muerte (Juan 19:33). Asimismo, el atravesar el costado de Jesús con una lanza es otra prueba de su muerte física aún antes de la perforación (Juan 19:34). La Biblia registra que sangre y agua brotaron del costado de Jesús, lo cual médicamente comprueba la muerte de una persona. Pilato se aseguró de que Jesús estaba muerto antes de entregarle el cuerpo a José de Arimatea para ser sepultado. “Llamó al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Una vez informado por el centurión, le entregó el cuerpo a José” (Marcos 15:44-45). El cuerpo de Jesús fue envuelto en casi 35 kilos de tela y especias y colocado en una tumba sellada durante tres días (Juan 19:39-40, Mateo 27:60). Si Jesús no hubiese expirado para ese entonces, y claramente lo estaba, hubiese muerto en la tumba por la falta de comida, agua y atención médica. Asimismo, los primeros escritores cristianos confirmaron su muerte en la cruz por crucifixión. Policarpo, un discípulo del apóstol Juan, habló de “nuestro Señor Jesucristo, que por nuestros pecados sufrió hasta la muerte”. Justino Mártir resaltó en su diálogo con Trifón el judío, que los judíos de su tiempo afirmaron que “Jesús [fue] el impostor galileo a quien crucificamos”. Flavio Josefo, el historiador judío de los tiempos de Cristo también confirmó su muerte. Escribió: “Pilato, por la ‘sugerencia’ de los hombres más prominentes entre nosotros, lo condenó a la cruz”. El Talmud Judío dice “En la víspera de la Pascua, colgaron a Yeshu (de Nazaret). No encontraron nada a su favor y lo colgaron en la víspera de la Pascua” Asimismo, Tácito el historiador romano, lo confirmó: “Un hombre sabio, conocido como Jesús … fue condenado a morir por Pilato”. Pero, ¿podemos confiar en los registros que nos muestran estos hechos? La respuesta, por muchas razones, es sí. En primer lugar, los registros son bíblicos y no bíblicos, escritos por creyentes y no creyentes. De los registros bíblicos, existen 5,700 manuscritos del Nuevo Testamento, los primeros con sólo una generación entre ellos y el texto original. La mayoría de los libros del mundo antiguo sólo cuentan con 10 o 20 manuscritos, separados de los originales por un promedio de 1000 años. Además, tenemos al menos ocho escritores de los 27 libros del Nuevo Testamento. A diferencia de los demás eventos de la antigüedad que sólo cuentan con uno o dos escritores. Aún los críticos admiten que los escritores del Nuevo Testamento fueron testigos oculares y contemporáneos de los eventos narrados. Más allá de esto, el célebre experto británico en manuscritos, Sir Frederic Kenyon afirma que “El último fundamento de la duda sobre el deterioro sustancial de las Escrituras originales ha sido eliminado. Tanto la autenticidad como la integridad total de los libros del Nuevo Testamento han sido establecidas” (The Bible and Archæology). Aunque existen quienes dudan que Jesús de Nazaret una vez muerto, volviera a vivir al tercer día ¿Cuál es entonces la evidencia de la resurrección física de Cristo? Nuevamente ésta es contundente. Primero, la tumba vigilada y sellada por los romanos fue encontrada vacía a los pocos días. El mismo cuerpo que fue puesto en la tumba fue el que salió en vida ante el terror de quienes custodiaban el sepulcro (Mateo 28:6). Segundo, el mismo cuerpo que fue puesto ahí, con las cicatrices de la crucifixión y todo lo demás, apareció durante 40 días a más de 500 personas en 12 ocasiones diferentes. Durante dichas apariciones, Jesús probó haber resucitado en el mismo cuerpo físico y crucificado, al revelarse en carne y hueso, mostrando las cicatrices de su crucifixión e invitando a Tomás a tocar sus heridas. Se nos habla de cuatro ocasiones en las que ingirió alimento físico tras la resurrección. María y las otras mujeres lo tocaron. Fue observado a simple vista y escuchado por cualquier oído. Estuvo enseñando a sus discípulos durante 40 días e hizo milagros en presencia suya. “Luego de esto, los apóstoles vieron cómo Jesús era llevado al cielo, hasta que una nube lo cubrió y ya no volvieron a verlo” (Hechos 1:9-11). No hay otra forma en la que Jesús hubiese podido comprobar que resucitó con el mismo cuerpo que fue crucificado y colocado en la tumba. Mucha gente conocía el lugar de su sepulcro. Los Evangelios de Mateo, Marcos y Juan registran la ubicación exacta, donde hoy se levanta la Iglesia del Santo Sepulcro. Fuentes romanas y judías, testifican que la tumba fue encontrada vacía al tercer día de la crucifixión de Jesús. Mateo 28:12-13 específicamente declara que los principales sacerdotes inventaron la historia de que los discípulos robaron el cuerpo, algo imposible porque el mismo sepulcro estaba custodiado por soldados romanos. No hubiera sido necesario inventar tal cosa a menos que la tumba hubiese estado vacía. Y la predicación de los apóstoles no habría perdurado si la tumba no hubiera estado vacía porque, sin duda las autoridades judías hubiesen puesto fin al cristianismo al mostrar el cuerpo de Jesús. También los cristianos constatan que durante su juicio, los discípulos de Jesucristo huyeron (Mc 14,50) y consideraron perdida su causa (Lc 24,19-21). Sin embargo, a los pocos días y repentinamente, ellos regresaron a Jerusalén y empezaron a predicar que Jesús era el Mesías y que había resucitado de la muerte. Los discípulos sabían que este mensaje les acarrearía una vida de sufrimientos e incluso la muerte. Diez de los once apóstoles restantes, tras la muerte de Judas, fueron martirizados por creer que Jesús había resucitado de los muertos. ¿Por qué sufrirían todo esto si no fuera cierto? Y ¿por qué miles de personas en Jerusalén abandonaron las doctrinas y prácticas de su fe y se unieron a los discípulos como seguidores de Jesús? Ellos lo vieron y creyeron. ¿Cuáles son las implicaciones de la resurrección de Jesucristo? En las propias palabras de Jesús, “porque yo vivo, también ustedes vivirán” (Juan 14:19). Como lo dijo el apóstol Pablo, “Cristo Jesús nuestro Salvador, que destruyó el poder de la muerte y que, por el evangelio, sacó a la luz la vida inmortal” (2 Timoteo 1:10). Si el hijo de Dios, sin pecado alguno, no hubiese vencido a la muerte, entonces nosotros no tendríamos esperanza alguna. Pero lo hizo. Jesús añadió “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás” (Juan 11:25-26) El mismo dijo: “Yo voy a preparar un lugar (…) para que estén siempre conmigo” (Juan 14:2–3). Por eso, al celebrar Semana Santa, recordemos en estas fechas que Jesús murió por nuestros pecados, que su tumba está vacía ya que resucitó de entre los muertos, ascendió a los cielos y pronto volverá.
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