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miércoles, 8 de febrero de 2023

EE.UU.: ¿Una profecía autocumplida?

El general estadounidense de cuatro estrellas Mike Minihan, jefe del Comando de Movilidad Aérea (AMC) de la Fuerza Aérea de EE. UU., cree que los EE. UU. y China entrarán en guerra para el 2025.“Espero estar equivocado. Pero mi instinto me dice que lucharemos contra ellos en el 2025”, escribió Minihan en un memorando a sus oficiales, obtenido por los medios de comunicación. El mensaje instruye al personal de AMC a capacitarse y poner sus asuntos en orden para que estén " legalmente listos y preparados para un conflicto que es inevitable”. Esta predicción es la más directa y contundente hasta ahora de un funcionario estadounidense sobre la perspectiva de un posible conflicto entre EE. UU. y China, además de las indicaciones del discapacitado físico y mental de Joe Biden de que “EE. UU. intervendría del lado de Taiwán si China la invadiera”. Obviamente, Minihan no es un formulador de políticas y el memorando no es una declaración oficial de la política militar de EE. UU. hacia China. Pero no se debe subestimar la influencia de las fuerzas armadas de EE. UU. y, por extensión, del complejo militar-industrial, en la formulación de la política exterior estadounidense y en el estado de ánimo en Washington en general. La realidad es, especialmente como se ve en Ucrania, que el riesgo de un conflicto entre las principales potencias es posiblemente el más alto desde el final de la Segunda Guerra Mundial o el apogeo de la Guerra Fría. Eso se debe a que EE.UU. insiste en verse a sí mismo como “el gendarme del mundo que debe poseer una hegemonía global permanente” cuando lo cierto es que se encuentra en decadencia y su pretendida posición predominante en el mundo está en entredicho por el imparable ascenso de China quien junto con Rusia lideran el Nuevo Orden Mundial, donde EE.UU. no tiene cabida, algo que Washington se resiste a aceptar. Sin embargo, se ha visto obligada a admitir que la competencia se está poniendo al día, por lo que se encuentra lista para usar todos los medios necesarios y asumir riesgos masivos para evitar el posicionamiento de poderes rivales. Como tal, EE. UU. y China corren el riesgo de caer en la llamada " trampa de Tucídides", que se describe como "una aparente tendencia a la guerra cuando una potencia emergente amenaza con desplazar a otra potencia existente como el nuevo e indiscutible nuevo líder hegemónico internacional". Cabe precisar que la actual distribución del poder en el mundo se describe como “multipolaridad emergente”. Así, luego de tres décadas de unipolaridad estadounidense, cuando EE.UU. gobernaba sin oposición imponiendo su infame Pax Americana, el surgimiento de varias potencias fuera de su control - como China - están cambiando el orden internacional. La multipolaridad difiere de la “bipolaridad”, donde dos poderes compiten por la hegemonía, siendo el ejemplo más conocido el de EE. UU. y Rusia durante la Guerra Fría. Si bien la bipolaridad brinda una forma de estabilidad, ya que las capacidades militares de ambas potencias están equilibradas y los riesgos de un conflicto potencial son extremadamente altos, la historia muestra que la multipolaridad generalmente genera inestabilidad, ya que crea un entorno internacional inseguro, impredecible y competitivo. El mundo de 1914, donde un teatro de potencias europeas en competencia luchaban por el dominio internacional, finalmente estalló en la Primera Guerra Mundial. A medida que las potencias mundiales en competencia expandieron sus ambiciones imperialistas, buscaron contener a otros formando alianzas e iniciando carreras armamentistas. ¿Os suena familiar? Debería. El mundo de hoy tiene algunos paralelos inquietantes. EE.UU., una hegemonía insegura cuyo poder está disminuyendo a medida que surgen otras potencias mundiales, busca desesperadamente degradar, socavar y contener a sus rivales desencadenando carreras armamentistas y ampliando los sistemas de alianzas. El enfoque en expandir la OTAN buscando aislar a Rusia, ha provocado el conflicto en Ucrania, pero peor aún, la administración Biden está buscando activamente expandir ese modelo al este de Asia contra China, en forma de bloques como Quad y AUKUS. Si bien en teoría se supone que estos sistemas de alianza establecen la disuasión y proyectan el poder estadounidense, en la práctica la historia muestra que este comportamiento solo provoca, en lugar de prevenir, el conflicto. La Guerra Fría es la única excepción en toda la historia, y el conflicto de Ucrania no ha hecho más que afirmarlo. Porque cuando un estado busca armarse con el enfoque de apuntar deliberadamente a otro, el otro responde, creando un ciclo de escalada. Por lo tanto, cada estado corre para mejorar sus capacidades con el objetivo de responder al otro, y el ciclo se vuelve auto-reforzante. ¿Cómo estallan las carreras armamentistas durante las guerras? La respuesta es que en un clima de creciente paranoia política, sospecha y desconfianza que acompaña a estas tensiones militares, a algunos estados les gusta preguntarse “ ¿qué pasa si me atacan primero?”. o "¿están planeando un ataque?" El peligro surge cuando un estado percibe que se enfrenta a una contención militar o a un posible ataque preventivo, su “única opción” es atacar primero y asestar el primer golpe. Esto, nuevamente, tiene sus raíces en las lecciones de la historia de la Primera Guerra Mundial. Una vez que Austria-Hungría (un aliado de Alemania) declaró la guerra a Serbia, Alemania creyó que la guerra con Francia (un aliado de Rusia) era inevitable. Por lo tanto, se tomó la decisión de atacar preventivamente a Francia, a través de Bélgica. ¿Por qué es esto relevante hoy? Porque, ¿qué pasa si en algún momento China decide que no tiene más remedio que atacar primero a EE. UU. o Japón, antes de que intervengan con la fuerza de las armas para proteger a Taiwán? Tenga la seguridad de que aún no hemos llegado a ese punto, y Beijing normalmente es reacio al riesgo cuando se trata de este tipo de cosas. Los comentarios del general estadounidense son por cierto, demasiado dramáticos, al menos en este punto. Sin embargo, son peligrosos porque reflejan el sentimiento de que, tarde o temprano, la guerra es inevitable, y cuando se cree en ello, se trata como tal, y así la guerra se convierte en una realidad. En este momento, puede parecer impensable, pero también lo fueron muchas otras guerras en el pasado. A medida que Washington continúa aumentando las tensiones con Beijing, es cada vez más probable que se produzca un punto de inflexión o un error de cálculo, y ahí es donde radica el peligro.

METRO EXODUS: En la ruta de la supervivencia

En el género de los FPS lo más habitual es encontrarnos con juegos en los que los tiroteos son constantes, con combates brutales en los que las balas vuelan de aquí para allá, aunque también hay otros títulos que plantean desafíos más elevados y nos obligan a demostrar nuestra capacidad de supervivencia. Dentro de este último grupo de encuentra la saga Metro. La serie de videojuegos inspirada en las novelas del mismo nombre y escritas por el autor ruso Dmitri Glukhovsky se divide en tres entregas diferentes, pero sobre la que os vamos a hablar hoy es la última de ellas: Metro Exodus. Más que nada porque cualquiera que esté suscrito a PlayStation Plus Extra y Premium puede acceder a su correspondiente descarga en PlayStation Store. Además, es uno de esos juegos que será mejor que lo pilléis cuanto antes y os lo paséis, porque está previsto que abandone el catálogo el 21 de febrero. Por suerte, tenéis tiempo más que de sobra para pasároslo y comprobar por vuestra propia cuenta lo que le hace tan especial a este FPS. La tercera parte de la franquicia continúa con los sucesos que tuvieron lugar en Metro: Last Light. Artyom vuelve a ser el protagonista una vez más y no os preocupéis si sois de los que no habéis jugado a los Metro anteriores, porque la propia aventura os pone al día de todo lo sucedido y tampoco es que sea realmente indispensable. En cualquier caso, en esta ocasión por fin se abandonan los oscuros y tétricos túneles del metro de Moscú para salir al aire libre. Se decía que la guerra nuclear que había tenido lugar en todo el mundo había arrasado con toda la población, pero Artyom estaba convencido de que todavía había vida en el exterior. De ahí que junto con un grupo de compañeros se sube en la Aurora, un tren con el que viajan por las vías de todo el país para descubrir que efectivamente no estaban solos, aunque con lo que no contaban es que a las afueras del metro las cosas no eran más sencillas en absoluto. Todo esto deja la puerta abierta a visitar unos escenarios inmensos en forma de mundos abiertos, entre los que hay una zona nevada, un desierto o un bosque, entre otros tantos. Lo mejor de todo es la libertad que ofrecen a la hora de explorarlos, algo nunca visto hasta ese momento en la saga. A su vez, cada uno de los lugares que se pueden visitar se caracteriza por contar con desafíos completamente distintos entre sí. A pesar de todo, el hecho de que la mayor parte de la acción transcurra en el exterior no quita que haya zonas radioactivas o contaminadas que requieren que siempre tengamos a mano nuestra máscara de gas para no morir al instante. Aun así, no es el mayor peligro a tener en cuenta, porque tampoco faltan los bandidos, así como los mutantes y otras criaturas abominables que nos lo hacen pasar realmente mal. La exploración es fundamental, porque en ningún momento te libras de la escasez de recursos, lo que te obliga a examinar hasta el lugar más recóndito en busca de cualquier material que pueda servir de ayuda. Sin embargo, hay zonas que recuerdan más a los primeros Metro por su oscuridad o por ser más cerradas en las que salir con vida de ellas no será coser y cantar, aunque a veces no te queda más remedio que atravesarlas. Ya no solo por llevar a cabo las misiones principales, sino también por las secundarias que van facilitando los personajes, aunque también hay que reconocer que estas no son nada del otro mundo y pueden dar la sensación de relleno para alargar más todavía la duración de la campaña, que puede ser fácilmente de unas 15-20 horas dependiendo del tiempo que dediquéis a cada escenario. Por su parte, el argumento es magnífico y va cobrando más peso mientras vas progresando, con un buen nivel que no decae a medida que se van completando los distintos capítulos. El hecho de que Metro Exodus se trate de un FPS de supervivencia implica que cada bala cuenta y hay que administrarlas a conciencia. De nada sirve ponerse a disparar como loco a cualquier cosa que se mueva porque a la larga puede acabar siendo demasiado perjudicial por no disponer de las herramientas necesarias para eliminar a los enemigos. Es por ello que también hay que apuntar perfectamente para que al menos los impactos causen estragos de verdad. Al menos Artyom puede empuñar varias armas diferentes, entre las que hay pistolas, escopetas, rifles de francotirador, etc., a las que se les puede modificar sus componentes para alterar sus estadísticas y efectos, aparte de su diseño. No obstante, las armas se pueden estropear si se usan demasiado o si se mojan, provocando que la suciedad haga que empeoren o incluso se rompan del todo. Por cierto, las mesas de trabajo son esenciales para fabricar artículos, filtros para las máscaras, para reparar el cristal de estas y por supuesto para devolver a su estado normal todas las armas, aunque en este sentido también habrá que tener muy presente los recursos de los que disponemos para no usarlos con cualquier cosa así sin más. Estas mesas se encuentran en lugares de descanso que también se pueden aprovechar para dormir y así cambiar el ciclo del día por si alguien prefiere que sea por la mañana o de noche. Esto también afecta a las amenazas con las que toca lidiar, porque por el día los bandidos son más propensos a atacar o permanecerán más alerta en sus fortalezas, mientras que por la noche es más probable cruzarse con los espeluznantes mutantes. Sea como sea, la experiencia es fácil que te mantenga en tensión por el temor a lo que te puedas encontrar y sobre todo por la incertidumbre de no saber si dispondrás de los materiales suficientes para sobrevivir. En resumidas cuentas, Metro Exodus es el capítulo más completo de toda la saga y un FPS que, pese a no ser perfecto, os mantendrá bien enganchados a los mandos si sois de los que gustan las experiencias que no se limiten a acribillar a enemigos sin parar.
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