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miércoles, 11 de junio de 2025

EE.UU.: Mercaderes de la muerte

La patética imagen de Lindsey Graham, senador estadounidense por Carolina del Sur, y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, sonriendo a una cámara en Bruselas el 2 de junio, vale más que mil palabras. Graham es uno de los belicistas más radicales de Washington D. C., y la competencia es bastante dura. Desde que se convirtió en miembro del Congreso de los Estados Unidos hace más de 30 años (una vez dentro, los políticos estadounidenses rara vez son destituidos), ha dedicado su carrera a defender vehementemente la guerra. Sus comentarios a menudo no solo son beligerantes, sino también sádicos, como cuando publicó recientemente que esperaba que “Greta Thunberg supiera nadar”, lo que significa que esperaba que el barco que partió de Sicilia el pasado domingo rumbo a Gaza con la misión de romper el bloqueo marítimo y entregar a sus residentes ayuda humanitaria, fuera torpedeado por los criminales sionistas quienes masacran diariamente a la población civil con la complicidad de los gobiernos europeos a quienes no les importa el terrible sufrimiento al que se encuentran sometidos. Bromear sobre un ataque a un barco de ayuda civil que transportaba a una joven activista civil (que al final fue interceptado por los sionistas y sus tripulantes expulsados) es repugnante, y típico de Graham. Al igual que su viejo amigo, el difunto senador John McCain, Lindsey Graham está obsesionado con la idea de una guerra con Rusia. Lleva impulsando esta idea desde al menos el 2014. En el 2016, les dijo a los soldados ucranianos: “Su lucha es nuestra lucha”. La presencia de Graham en Bruselas es, por lo tanto, significativa. De otro lado, desde el nombramiento de von der Leyen en el 2019, se ha consolidado como la principal imagen pública de las instituciones bruselenses. Hace seis años, declaró su deseo de convertir la Comisión Europea en un organismo geopolítico, aunque no tenga ninguna función en política exterior ni militar. Desde entonces, no ha hecho más que pavonearse en la escena internacional. Es una de las figuras europeas más agresivas y antirrusas, afirmando absurdamente , al igual que el ministro de Asuntos Exteriores francés, Bruno Lemaire, “que las sanciones de la UE han hundido la economía rusa” lo cual para su desaliento, no es cierto. La alianza Graham-von der Leyen es, por lo tanto, natural: contra Donald Trump. Los políticos europeos suelen ser bastante explícitos al considerar que “Trump es ahora el enemigo”. Lo mismo ocurre con Lindsey Graham. La semana pasada, en Kiev, Graham cuestionó explícitamente la autoridad de Trump para decidir la política exterior estadounidense. Atacó duramente la idea misma de negociar con Rusia - tal como Zelenski hizo con Vance en el Despacho Oval en febrero - y afirmó que el presidente de Estados Unidos no manda. "En Estados Unidos, hay más de una persona en la mesa de juego. Tenemos tres ramas del gobierno", lo que significa que el Senado “pronto impondría sus propias sanciones a Rusia, independientemente de lo que haga el ejecutivo”. El proyecto de ley presupuestaria de Graham, presentado en febrero, pretende gastar aún más dinero en el ejército estadounidense -como si eso fuera posible -, lo que significa que está movilizando al Estado Profundo estadounidense para contraatacar tras el impacto inicial de la reelección de Trump. Mientras tanto, la determinación de los europeos de continuar la guerra es existencial. Su rusofobia, que se remonta al menos a las elecciones presidenciales rusas del 2012, cuando Vladimir Putin regresó al Kremlin, es extrema porque su "Europa" se define por su hostilidad hacia Rusia. Rusia es "la otra Europa" que la UE no quiere ser y contra la que se define. Es más, Von der Leyen y otros belicistas quieren usar la guerra contra Rusia para federalizar Europa y crear un solo estado. Mientras tanto -afirman - “la política de Trump hacia Rusia se basa en marginar a Europa”. Cuando e presidente estadounidense anunció por primera vez las conversaciones con los rusos, los líderes de la UE exigieron un lugar en la mesa, pero fracasaron y no fueron tomados en cuenta para nada. Las conversaciones entre Estados Unidos y Rusia se celebraron fuera de Europa, en Riad, mientras que las conversaciones entre Rusia y Ucrania, a las que la UE se opone vehementemente, se están celebrando fuera de la UE, en Constantinopla. No olvidemos la furia con la que los líderes de la UE se opusieron a dialogar con Rusia. Cuando Viktor Orbán viajó a Kiev y Moscú el pasado julio, Ursula von der Leyen denunció su "apaciguamiento" . El entonces jefe diplomático de la UE declaró en un comunicado oficial que la UE "excluye los contactos oficiales entre la UE y el presidente Putin". En esa misma línea, el ministro de Asuntos Exteriores francés declaró en febrero que si el canciller ruso Serguéi Lavrov lo llamaba por teléfono, no respondería. ¡Ahora, estas mismas personas afirman que quieren "obligar" a los rusos a venir a dialogar! La política de la UE hacia Rusia está ahora en ruinas. Por eso, al igual que Graham, están decididos a detener a Trump. Sus intentos han sido cada vez más desesperados y ridículos. El 12 de mayo, Kaja Kallas y otros líderes de la UE afirmaron que Rusia "debe aceptar" un alto el fuego antes de iniciar cualquier negociación. A los tres días, estas comenzaron de todos modos. Gran Bretaña también intentó frustrarlas afirmando que era " inaceptable" que Rusia exigiera el reconocimiento de las regiones "anexadas”, lo cual resulta extraño considerando que Gran Bretaña no participa. Por lo tanto, la credibilidad europea está es nula. En marzo, el primer ministro británico declaró que los planes de enviar tropas británicas y francesas a Ucrania habían entrado en "fase operativa". Estaban listas, afirmó, “para proteger la seguridad de Ucrania” entrando directamente en la zona de guerra. Para abril, como era de esperar, estos planes se habían abandonado. El 10 de mayo, los líderes europeos amenazaron a Rusia con "sanciones masivas" si no aceptaba un alto el fuego de inmediato. Rusia no aceptó el alto el fuego y, sin embargo, no se han impuesto esas "sanciones masivas". El 14 de mayo se anunció un decimoséptimo paquete de sanciones, pero fue tan débil que Hungría y Eslovaquia, que se oponen a la política general de la UE, lo dejaron pasar. En cualquier caso, el decimoséptimo paquete claramente no tenía nada que ver con el ultimátum, ya que este tipo de sanciones requiere mucho tiempo de preparación. De hecho, eso era lo que Lindsey Graham estaba tratando en Bruselas. De esta manera, tanto la UE como el Reino Unido se han marginado con su fanfarronería sin sentido. Saben perfectamente que no pueden operar sin los estadounidenses. ¿Pero qué estadounidenses? La afirmación de que la Casa Blanca desconocía el reciente ataque con drones ucranianos a aeródromos rusos bien podría ser cierta: el Estado Profundo estadounidense, encarnado por sujetos como Graham - al servicio del complejo militar-industrial que fomentan las guerras en el mundo para multiplicar sus ganancias con la venta de armas - claramente intenta socavar al ejecutivo. Tanto Lindsey Graham como el exdirector de la CIA, Mike Pompeo, estuvieron en Ucrania pocos días antes del ataque a los aeropuertos rusos en el Ártico que no provoco grandes daños a pesar que la prensa occidental dentro de su guerra de propaganda, quiso presentarlo así. El objetivo político del ataque con drones era, obviamente, frustrar las conversaciones programadas para el día siguiente en Constantinopla, o provocar una respuesta masiva de Rusia y arrastrar finalmente a Estados Unidos a la guerra. Incluso si el ataque no logro estos objetivos, claramente marca la pauta para la futura insurgencia ucraniana que, según esperan funcionarios estadounidenses y europeos, convertirá a ese país en un “Afganistán” para Rusia, el mismo país donde como recordareis, los Estados Unidos fueron humillados por los talibanes, quienes los hicieron huir con el rabo entre las piernas, tal como sucedió décadas atrás en Vietnam. Se sabe además que el Estado Profundo estadounidense está dispuesto a asumir un papel a largo plazo. También lo son los europeos. El 9 de mayo, Día de Europa, los líderes europeos confirmaron su intención de establecer un Tribunal Especial para el crimen de agresión, para procesar a Rusia por el Operativo Militar Especial en Ucrania a partir de febrero del 2022, para salvar a la minoría prorrusa de un genocidio a manos del régimen fascista de Kiev. Cabe precisar que los Estados de Europa Occidental ya son los principales financiadores de la Corte Penal Internacional - cuyo fiscal es británico - y está al servicio de sus intereses. No es de sorprender por ello, que esa CPI acusó a líderes rusos, incluido Vladimir Putin, en el 2023 y el 2024 por varios cargos muy sorprendentes. (Ursula von der Leyen siguió mintiendo sobre los "20.000 niños secuestrados" al día siguiente de que los ucranianos entregaran a los rusos una lista de 339 niños desaparecidos). Ahora, los europeos pretenden abrir un nuevo frente en su guerra “legal” - que de ello no tiene nada - contra Rusia. Un Tribunal Especial de este tipo, de llegar a existir, desgarraría cualquier acuerdo de paz, al igual que la aceptación por parte de Ucrania de la jurisdicción de la CPI en el 2014 y el 2015 cuando anuló el acuerdo de Minsk de febrero del 2015. Por un lado, Ucrania solicitó a la CPI que procesara a funcionarios rusos y a "terroristas" del Donbás; pero por otro, reconoció en Minsk que la insurgencia del Donbás era un problema interno de Ucrania y descartó cualquier procesamiento o castigo (artículo 5 del acuerdo de Minsk de febrero del 2015 ). No es posible llegar a un acuerdo de paz con un país y, al mismo tiempo, establecer un Tribunal Especial cuyo único propósito sea criminalizarlo. Por lo tanto, la creación de este Tribunal, que presumiblemente seguirá existiendo durante más de una década, al igual que los tribunales ad hoc para Yugoslavia y Ruanda, no es más que una bomba de relojería institucional euroestadounidense diseñada para hacer estallar en el futuro cualquier acuerdo que ambas partes puedan alcanzar a corto plazo. El futuro de la decadente Europa depende de ello.

EL EFECTO TIBURÓN: La errada percepción que tenemos de ellos

Como sabéis, la película de 1975 Jaws (Tiburón) tuvo un impacto significativo en la percepción pública de los tiburones, en gran parte negativa. La película presentaba a un gran tiburón blanco rebelde como un devorador de hombres feroz e insensato, imagen que ha persistido en la cultura popular hasta nuestros días y que se ha dado en llamar como Efecto Tiburón En efecto, la representación de estos escualos como temibles depredadores que atacan a los humanos sin razón aparente generó un miedo generalizado a los tiburones, y mucha gente aún cree que todos los tiburones son peligrosos para los humanos, cuando no es cierto, Sin embargo, en California, la película dio lugar a matanzas de esas criaturas ya sea por venganza, torneos de tiburones blancos y una pesquería comercial que, junto con la captura incidental en una pesquería con redes de enmalle, casi extinguió por completo la población de tiburones blancos en la costa oeste de Norteamérica. Es importante destacar que la representación negativa de los tiburones en Jaws ha tenido consecuencias reales. Los pescadores deportivos capturan y exhiben tiburones sin importarles la crueldad. Los navegantes costeros, ignorantes sobre el verdadero comportamiento de los tiburones y su riesgo relativo, les tienen un miedo excesivo, y esta percepción puede generar políticas públicas excesivamente reactivas en caso de un (raro) ataque a un humano. La actitud general hacia los tiburones ha llevado de una indiferencia general y una mala gestión de los tiburones en las pesquerías a una difamación absoluta de estos depredadores de ápice. Por ejemplo, la pesca de tiburones y el aleteo se han convertido en problemas importantes que enfrentan las poblaciones de tiburones a nivel mundial y, como resultado, muchas especies de tiburones enfrentan enormes disminuciones poblacionales con poca atención pública. Además, la percepción negativa de los tiburones ha dificultado que los esfuerzos de conservación ganen impulso en algunas áreas, ya que muchas personas se muestran reacias a apoyar medidas para protegerlos. Al principio, cuando le preguntaron si se arrepentía de haber hecho Jaws las consecuencias que tuvo, Stephen Spielberg dijo que fue una película difícil de hacer, especialmente con el tiburón mecánico de 7,6 metros, "Bruce", utilizado a lo largo de la película como personaje principal. La considera una de sus películas más personales y exitosas, y reconoce que la emblemática banda sonora de John Williams jugó un papel fundamental en la creación del suspenso y la tensión de la película. Lamentablemente, frases concisas como “Nunca volverás a entrar en el agua”, junto con la siniestra banda sonora de William, jugaron con el miedo innato de muchas personas hacia estos animales salvajes, lo que generó miedos irracionales y a menudo generó un comportamiento humano peligroso para los tiburones. Cabe precisar que más de 500 especies de tiburones no representan un peligro para los humanos, y solo unas pocas se han visto involucradas en ataques graves o mortales contra personas. De hecho, muchas especies de tiburones están en peligro de extinción, con más del 70 % de todos los tiburones y rayas exterminados por la pesca. Sin embargo, desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la salud de los ecosistemas oceánicos. Por muchas razones, Jaws es una gran película con un guion excelente, un drama brillante y un elenco que nos ayudó a sentir miedo, pero la mayoría de la gente no ve el comportamiento ficticio e incluso cómicamente irreal del tiburón mecánico, y en cambio se centra en el factor miedo generado por Spielberg y el elenco. Tras la filmación de la película, Peter Benchley, el autor de la novela de la que se derivó el guion, lamentó la representación de los tiburones y la reacción negativa que generó su libro y la película posterior. Benchley pasó el resto de su carrera escribiendo novelas que representaban a los tiburones en un papel más favorable y trabajando activamente para protegerlos. Sin embargo, pasaron casi cinco décadas antes de que Spielberg finalmente admitiera que no podía evitar sentirse un poco responsable por el estereotipo negativo que inspiró Jaws. El éxito de la película generó varias secuelas y toda una industria y programación televisiva, incluidos los episodios Shark Week de Discovery Channel y el Shark Fest de National Geographic. Por cierto, desde 1970, la abundancia de tiburones y rayas oceánicos ha disminuido en más del 70% como resultado de un aumento de la presión pesquera, según un estudio de Nature realizado en el 2022. Como resultado de la pesca indiscriminada de estas especies, el riesgo de extinción global ahora afecta a tres cuartas partes de las especies de tiburones y rayas. El miedo irracional a los tiburones, nuestra desconexión general con ellos y el mito de los devoradores de hombres generado por la atención mediática cada vez que ocurre un ataque de tiburón no han ayudado a protegerlos. A 21 años de su publicación y poco antes de su muerte en el 2006, Peter Benchley, el autor de Jaws, recordó: Hoy no podría escribir Tiburón. El amplio conocimiento que tengo sobre los tiburones me impediría crear, con la conciencia tranquila, un villano de la magnitud y malignidad del original. En el 2022, Spielberg siguió el ejemplo de Benchley. "Esa es una de las cosas que todavía temo. No que me coma un tiburón, sino que los tiburones estén furiosos conmigo por el frenesí de los pescadores deportivos luego de 1975", declaró el cineasta durante una entrevista en el programa Island Discs de la BBC. "Al día de hoy, lamento la destrucción de la población de tiburones a causa del libro y la película. Lo lamento de verdad" expreso. Aunque Jaws fue una película de gran éxito y dio origen a todo un subgénero, su representación de los tiburones como peligrosos devoradores de hombres dista mucho de la realidad y ha tenido un impacto duradero en la percepción pública de estos fascinantes animales. Actualmente, se ha desarrollado una nueva tendencia en redes sociales: cineastas y fotógrafos buscan tiburones y los representan como los hermosos animales que son. A décadas de la publicación del libro y la filmación de la película, grupos apasionados por la conservación de tiburones como Shark Stewards educan al público para que no les teman, sino que teman por ellos, y trabajen para protegerlos de su extinción.
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