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miércoles, 31 de agosto de 2022

JAPÓN: Desenvainando la espada

Un reciente informe sugiere que el gobierno de Japón está considerando colocar más de 1.000 misiles balísticos dirigidos hacia China , una medida que marcaría una importante escalada de las tensiones entre Tokio y Beijing. No está claro si esto se materializará alguna vez, dada la amenaza a la estabilidad regional que conllevaría, así como los límites impuestos por la propia constitución japonesa, pero a estas alturas es innegable que la competencia geoestratégica entre Japón y China es una nueva realidad. Es posible que los dos países estén muy integrados económicamente, pero en el fondo siguen siendo viejos enemigos y sus ambiciones geopolíticas chocan cada vez más en todos los ámbitos. Es innegable por ello que el auge imparable de China amenaza la posición dominante de Japón en Asia, sobre todo en términos de territorios en disputa, que si Beijing logra recuperar, estratégicamente daría jaque mate a Tokio. Si bien el Mar de China Oriental y las disputadas islas Diaoyu/Senkaku son una cosa, el punto crítico más grande y urgente es, de hecho, un tema de actualidad: Taiwán. Tokio ahora hace saber públicamente que la continuación de la autonomía de Taipei es fundamental para su propia supervivencia . ¿Por qué? Porque una reunificación de la isla con China continental daría como resultado que Beijing obtuviera el dominio marítimo en toda la periferia suroeste de Japón. Como resultado, Japón está aumentando sus propias apuestas con respecto a Taiwán. Tanto antes como durante la racha actual de visitas de legisladores a la isla, las delegaciones parlamentarias de Japón han realizado viajes similares. El recientemente ajusticiado ex primer ministro Abe Shinzo, arquitecto de la actual política exterior revisionista de Japón y ultranacionalista a ultranza, era gran partidario de Taiwán y estaba dispuesto a visitar la isla él mismo. De manera similar, Taiwán, una vez bajo el dominio colonial de Japón, que lo anexó de China, también ha aumentado significativamente su sentimiento pro-Japón. El alcance del luto público que generó tras la ejecución de Abe fue muy revelador. Luego está la creciente especulación sobre si Japón realmente defendería militarmente a Taiwán si China lo invadiera, dadas las limitaciones impuestas por la constitución japonesa. Impuesta por los invasores estadounidenses en 1945, tras la II Guerra Mundial. Si aún no era obvio, Japón no puede darse el lujo de ‘perder’ Taiwán de su área de influencia, a pesar de que la Política de Una sola China fue una condición clave para la reanudación de las relaciones diplomáticas entre los dos países en 1976. Esto ha puesto a Tokio en una carrera contra el tiempo para tratar de encontrar lagunas en su actual constitución orientada a la paz para aumentar su gasto en defensa e intentar equilibrar el creciente poderío militar de China. Al hacerlo, encuentra el apoyo de los otros miembros del grupo 'Quad', especialmente EE.UU. y Australia, quienes están coordinando entre ellos para tratar de contener a China. En este juego de poder, India también es un socio fundamental. Si bien Nueva Delhi se ha distanciado del problema de Taiwán en un intento por evitar el agravamiento de las tensiones con China sobre la frontera en disputa, ve a Japón como un socio estratégico a largo plazo con miras a Beijing. Pero Japón también busca atraer a Corea del Sur, un movimiento que está siendo alentado por EE.UU. Si bien el nuevo presidente conservador Yoon Suk Yeol está más dispuesto a cooperar con Japón en el tema de Corea del Norte, las expectativas de que sea un ultrahalcón en China se han desvanecido y ha continuado con el enfoque cauteloso de sus predecesores. . Cuando Nancy Pelosi llegó a Seúl luego de su propagandístico viaje a Taiwán, el presidente surcoreano evitó reunirse con ella, a diferencia de Japón, que acogió por completo su visita. Ello no debió sorprender a nadie, ya que Japón es, sin duda, el aliado más fuerte de los EE.UU. en Asia. Sin embargo, a pesar de todo esto, hay límites en cuanto a qué tan lejos puede mover el barco con Beijing, que sigue siendo un vecino, así como un socio comercial y de inversión fundamental. A pesar de la enemistad histórica entre los dos, sus lazos comerciales son muy profundos. Cualquier golpe a la economía china también perjudica a la nipona. Japón tampoco puede darse el lujo de perder el mercado chino, especialmente cuando se trata de la exportación de automóviles, productos electrónicos y otros bienes de consumo. El gobierno chino puede tener además una eficacia devastadora a la hora de estimular el sentimiento antijaponés por capricho - recordando las monstruosas atrocidades cometidas por los invasores japoneses en suelo chino - lo que puede dar nuevamente lugar a boicots masivos e incluso a la destrucción de propiedades. Tales protestas ocurrieron por última vez en el 2012 en las Islas Senkaku. Esto nos recuerda que, a pesar del respaldo estadounidense con que cuenta, Japón se encuentra en cierta forma en una posición muy delicada. Asimismo, la economía de China lo ha superado desde hace mucho tiempo; Y como si ello no fuera suficiente, la continua expansión de sus capacidades militares no tiene precedentes en la historia. A ello debemos agregar que - a diferencia de Japón - China es una superpotencia nuclear. No debe sorprender por ese motivo que el comentarista chino Hu Xijin, exeditor del diario ultranacionalista Global Times, haya declarado que si Japón se atreviera a apuntar 1.000 misiles a China, China apuntaría con 5.000, todas con capacidad nuclear y atacaría a su vez las bases estadounidenses en suelo japonés. Sin embargo, a pesar de todo lo expresado, agrego que “las relaciones entre China y Japón, sobre todo, deben seguir siendo amistosas. No es elección de China, seguir el antagonismo por este camino, pero si la obligan, esta lista a responder de manera fulminante” aseveró. Esto plantea la pregunta: ¿Puede Japón mantenerse al día en el intento de proteger a Taiwán y defenderse de China en su conjunto? No es una tarea sencilla, por lo que las relaciones entre los dos países seguirán divididas entre la rivalidad de larga data y los agravios históricos, que Japón y los EE.UU. tratan de incentivar de una manera irresponsable y suicida :(

DUBLIN: El encanto de Irlanda

No cabe duda que el futuro de la capital de Irlanda va sobre dos ruedas. Ya antes del confinamiento por la plaga del Coronavirus, la bicicleta se había convertido en el mejor medio para recorrer esta ciudad de pubs y grandes escritores, pero durante aquellos duros meses muchos dublineses comenzaron a desplazarse en bici para evitar las aglomeraciones del transporte público, hacer ejercicio y escapar del encierro en casa. Las autoridades locales fomentaron estrategias sostenibles con la creación de carriles bici provisionales por toda la ciudad, muchos de los cuales han pasado a ser permanentes para regocijo de su medio millón de habitantes. Ahora se puede pedalear por casi cualquier calle y por el bonito litoral que circunda la bahía, con rutas verdes como la que conecta la playa de Sandymount con el ‘martello’ (torre fortificada) de Sandycove, donde está la torre de James Joyce, una atalaya costera donde el escritor dublinés pasó una semana en septiembre de 1904 y donde arranca su novela Ulises. Además de las iniciativas para fomentar el ciclismo, los aparcamientos se han transformado en zonas de pícnic improvisadas creando un inesperado ambiente campestre en algunas zonas urbanas. Otra área revitalizada es la de Lincoln Place, céntrica y universitaria, ahora con muchas tiendas de productos artesanales, calles peatonales y a un paso de las principales atracciones de la ciudad, como la National Gallery, el National Museum of Ireland o la National Library. Como podéis imaginaros, Dublín es una de las capitales más fascinantes de Europa, un sueño lluvioso que ha cautivado la imaginación de todo el que recorre sus calles. Es una ciudad rica en historia y herencia pero también devota de empresas más hedonísticas. Si se pasan en ella una o dos noches enseguida se verá que los dublineses se toman la diversión a muerte. El centro urbano, dividido por el río Liffey y ceñido al norte y al sur por dos canales es tan compacto y de fácil orientación como lo era 100 años atrás. En Southside están los museos, las plazas elegantes, el famoso Trinity College con el Libro de Kells, la comercial Grafton St y la Guinness Storehouse, que elabora la celebérrima cerveza desde 1759. Y, al otro lado del Liffey, Northside, zona de pequeñas cervecerías artesanas y restaurantes innovadores, acoge algunos de los edificios más señeros de la ciudad (los Four Courts o la General Post Office) y el enorme Phoenix Park. Pero el mayor tesoro de Dublín está por todas partes: su gente. Aún pueden verse personajes que Bloom bien podría haber conocido durante su paseo veraniego, ya que la ciudad conserva ese espíritu que la convierten en una de las más sencillas y afables de Europa. Una población joven y culta, y el ambiente social que le acompaña, sumado a una saludable afluencia de extranjeros atraídos por uno de los principales centros tecnológicos de Europa explica el actual dinamismo de Dublín. Esta es la capital del primer país donde una Citizens’ Assembly analiza asuntos importantes como el cambio climático e informa a un Parlamento que está obligado a responder. Cabe precisar que desde la pandemia, en el barrio de Southside han aparecido muchas tiendas de productos artesanales, lo que ha contribuido a su renovación. Otra de las consecuencias positivas del COVID-19 es la tendencia a comprar productos locales y de segunda mano. En Camden St hay muchas tiendas de ropa y libros de lance, y al oeste Francis St es célebre por sus anticuarios. La Dublín de hoy aún conserva todo el encanto de la ciudad de la época de Joyce al que ha añadido una batería de persuasivos atractivos que la hacen más interesante, entre los cuales podemos destacar: 1.-Banco de Irlanda/Parlamento: Esta mole paladiana de 1733 fue el primer Parlamento construido a tal efecto. Su diseño inspiró la Cámara de Representantes de Washington, pero después de la Ley de Unión de 1801 los británicos se empeñaron en modificar el interior para evitar futuros brotes independentistas. La Cámara de los Lores, sin embargo, sobrevivió; 2.-Irish Museum of Modern Art: Antes hospital para soldados retirados, el edificio que hoy alberga la principal colección de arte moderno de Irlanda fue fundado en 1684 tomando como modelo Les Invalides de París. Esto explica la fachada clásica y el elegante patio, ambos incongruentes con la modernidad que ahora encierran sus paredes: 3500 obras de artistas irlandeses y extranjeros; 3.- National Gallery of Ireland: Abarrotada de pintura irlandesa, maestros holandeses, barroco italiano y obras de todas las grandes escuelas europeas, este oasis de cultura en medio del Dublín georgiano contiene 15 000 pinturas y esculturas; 4.-National Museum of Ireland: Este museo explora el acervo de Irlanda con cuatro millones de objetos repartidos en cuatro sedes. La sección etnográfica, Irish Folklife, está en Mayo, pero las otras tres se encuentran en Dublín: Arqueología (Kildare St), Artes Decorativa e Historia (Collins Barracks), con una exposición sobre el Levantamiento de 1916; e Historia Natural (Merrion St); 5.- Trinity College: Se puede pasear tranquilamente por los bonitos jardines y plazas de la universidad con más abolengo de Irlanda, fundada en 1592. El lugar rezuma erudición, y si uno se tumba en la hierba el tiempo suficiente, como hacen los estudiantes, podría incluso absorber por ósmosis algunos conocimientos. La lista de alumnos incluye a Oscar Wilde, Samuel Beckett, Jonathan Swift y… Courtney Love; 6.-Phoenix Park: Este espacio verde al oeste del centro de Dublín parece totalmente salvaje. Centenares de ciervos corren en este parque de 709 Ha, donde también se encuentra el zoo de Dublín. Al igual que los ciervos, los visitantes pueden campar a sus anchas por el resto del parque, merendar junto al lago en el Furry Glen y ver el castillo de Ashtown, del s. XV. Dublín es a veces desconcertante, donde la gran cultura y el craic más desenfadado van de la mano con la historia que aparece escrita en cada esquina. Los dublineses son generosos en grado sumo, y en los legendarios pubs corren ríos de la celebérrima cerveza negra. Visto así las cosas ¿A qué esperas para conocerla? :)
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