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miércoles, 28 de mayo de 2025

ISRAEL: La instrumentalización de la barbarie

El Criminal de Guerra israelí Benjamín Netanyahu, se ha visto envuelto en una situación que le obligara a abandonar el poder o a arrastrar consigo a todo el Estado. En efecto, en más de 18 meses, la entidad sionista no ha logrado derrotar a ninguno de sus enemigos - Irán, Hezbollah, Hamás, Yemen - ensañándose con los indefensos civiles de Gaza a quienes asesina sin piedad - y la escalada en Gaza podría ser la decisión más peligrosa que haya tomado hasta la fecha. Aunque Netanyahu insiste en continuar su guerra de exterminio en Gaza, cumpliendo su promesa de "aplastar y destruir" a Hamás, no lo ha logrado y, según las estimaciones de inteligencia de su propio país, la victoria de la que habla no se vislumbra. Ahora, Netanyahu ha declarado una nueva operación militar en la Franja, denominándola "Carros de Gedeón ", con el aparente objetivo de reocupar la totalidad del territorio costero asediado. Justo antes de esto, Estados Unidos negoció un acuerdo directo histórico con Hamás para liberar a Idan Alexander, un soldado con doble nacionalidad israelí-estadounidense que había sido tomado como prisionero de guerra el 7 de octubre del 2023. A cambio, Hamás dice que se le informó que Estados Unidos iba a presionar a Israel para que permitiera la entrada de ayuda humanitaria a Gaza luego de un bloqueo total de ocho semanas. Pero en lugar de permitir la entrada de ayuda humanitaria, los sionistas decidieron intensificar su campaña de bombardeos, desplazando a más de 300.000 palestinos y matando a unos 300 en tan solo 48 horas. Posteriormente Netanyahu, declaró públicamente que, incluso si todos los cautivos retenidos en Gaza fueran devueltos, no pondría fin a la guerra. Sin embargo, antes del viaje del presidente estadounidense Donald Trump a la Península Arábiga la semana pasada, se publicaron una serie de historias en la prensa israelí e internacional que afirmaban que se estaba gestando una importante disputa entre Netanyahu y el líder estadounidense. Según la versión, fuentes anónimas afirmaron que Trump había cortado la comunicación directa con su homólogo israelí, que estaba desairando a Netanyahu al no visitar Israel durante su viaje a la región e incluso que iba a reconocer un Estado palestino. Pero Trump no sólo negó un cisma entre él y Netanyahu en una reciente entrevista con Fox News, sino que incluso afirmó que el 7 de octubre del 2023 fue “uno de los días más violentos de la historia”, lo que es, como mínimo, una afirmación ridícula desde cualquier punto de vista. Luego vino la entrevista del Secretario de Estado Marco Rubio con CBS News el último sábado, donde declaró que Estados Unidos apoya la destrucción de Hamás , a la vez que busca un acuerdo para permitir la liberación de más cautivos israelíes. De su lenguaje se desprende claramente que Rubio ha adoptado la misma postura que Israel y que la guerra no se detendrá hasta que Hamás sea derrotado; en otras palabras, los soldados israelíes cautivos en Gaza no son la razón de la guerra, sino el pretexto para continuar su campaña de genocidio en la asediada Franja de Gaza, considerada la cárcel a cielo abierto más grande del mundo. Sin embargo, las afirmaciones anónimas de que el presidente estadounidense se enfrenta a Israel no son nuevas. En diciembre del 2023, el discapacitado físico y mental de Joe Biden aparentemente le gritó a Netanyahu y colgó el teléfono, según fuentes anónimas. Mes tras mes, surgieron informes sobre las amenazas que Biden lanzaba al gobierno israelí. En octubre del 2024, incluso aparecieron en los titulares las afirmaciones de Bob Woodward, en su libro "War", donde escribió que Biden había llamado a Netanyahu " maldito tipo " y " mentiroso”. En abril, un informe de investigación del Canal 13 israelí reveló que la administración Biden, que según medios estadounidenses estaba “trabajando incansablemente” por un alto el fuego en Gaza, nunca presionó a Israel para que lo hiciera. Lo cierto es que, si Estados Unidos le dijera a Israel que detuviera su guerra contra Gaza, esta terminaría mañana. No lo hará. Todos los altos funcionarios de la administración Trump son fervientes partidarios de Israel y han recibido dinero de grupos proisraelíes, mientras que la campaña del presidente republicano fue financiada por la multimillonaria más rica de Israel, Miriam Adelson. Como sabéis, Donald Trump habla con mucha fuerza cuando se trata de negociar acuerdos en conflictos. Así, un día adopta una postura innovadora sobre un tema, antes de volver a las misma posición que mantuvo la administración Biden tan solo al día siguiente. Por otro lado, el primer ministro israelí parece haberse disparado en el pie tras decidir violar el acuerdo de alto el fuego promovido por Estados Unidos en Gaza. Lo hizo al elegir el bloqueo de la ayuda humanitaria como su única opción. Aunque el ejército y la coalición israelíes hablan mucho de sus opciones en Gaza, la realidad es que sus fuerzas terrestres están fatigadas y mal entrenadas, han perdido hace tiempo la motivación para la lucha y no están atrayendo suficientes hombres para llevar a cabo operaciones importantes sin dejar a Israel vulnerable en otros frentes. Por lo tanto, el ejército israelí ha permanecido en la zona de amortiguación de Gaza, ya que los líderes políticos decidieron ejercer presión mediante el castigo colectivo de unos dos millones de civiles. Netanyahu se comprometió a prohibir la entrada a Gaza de todo tipo de alimentos, agua, combustible y suministros médicos, que han ocasionado miles de muertos ya sea por hambre o falta de medicinas. Han transcurrido más de 80 días desde que se tomó esa decisión.Sin embargo, este flagrante crimen de guerra ha provocado una importante reacción internacional e incluso ha obligado a Estados Unidos a declarar públicamente que está trabajando para que la ayuda llegue a Gaza. Sin embargo, hay un problema: los aliados de la coalición de derecha de Netanyahu, pertenecientes al Bloque Sionista Religioso, han comenzado a amenazar con abandonar el gobierno si permite que los alimentos lleguen a los civiles palestinos. Esto significó que se debía montar un espectáculo donde se hizo creer a figuras como el ministro de Seguridad, Itamar Ben Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que su primer ministro había perdido el favor de Donald Trump, la figura política más querida de los israelíes. En este teatro, el público israelí estaba convencido de que se había ejercido una presión considerable sobre Netanyahu para alcanzar un acuerdo de alto el fuego. ¿Qué hace entonces Netanyahu? Lanza una nueva operación militar contra Gaza, a sabiendas de que no tendrá fuerza y que solo atacará a la población civil y la infraestructura restante del territorio, con incursiones limitadas. Mientras tanto, el genocida israelí parecerá plantar cara a Estados Unidos al rechazar un alto el fuego, mientras que camiones de ayuda entran lentamente en Gaza sin provocar una reacción violenta. Pero este criminal no se quedará ahí; quiere demostrar que ha combatido a todos los enemigos de Israel en todos los frentes, por lo que Irán encabeza su lista de prioridades. Finalmente, tras 18 meses de una de las masacres civiles más atroces de la historia moderna, las naciones europeas empiezan a cambiar su tono respecto a la política de hambruna que se impone en Gaza, ahora combinada con una renovada ofensiva terrestre. Al observar la difícil situación de Gaza, es inseparable de los demás frentes. La guerra contra Hezbolá en el Líbano dista mucho de terminar, aunque por ahora solo Israel bombardea territorio libanés. Su bien funcionarios y centros de investigación occidentales quieren creer que Hezbolá ha sido derrotado y aplastado, la realidad es que está lejos de terminar. De hecho, los acontecimientos ocurridos desde septiembre pasado solo han sido utilizados por el grupo para revitalizar sus bases de una forma que no se veía desde principios de la década del 2000.En cuanto a Yemen, Estados Unidos fue derrotado por Ansarallah (los hutíes), a pesar de la disparidad entre ambos bandos. Finalmente, Washington se vio obligado a admitir que cualquier medida que no fuera una invasión terrestre no disuadiría a las Fuerzas Armadas de Yemen (FAY) de luchar contra Israel. La única manera de que esta guerra termine es con un enfrentamiento entre Irán e Israel. Pero es improbable que Estados Unidos busque una guerra abierta contra la República Islámica - a pesar de las reiteradas amenazas proferidas por Trump - consciente de que esto supondrá un coste enorme para sus tropas, bases y aliados en la región. Por lo tanto, es mucho más concebible que este conflicto se controle en mayor o menor medida. Al fin y a cabo, las enormes inversiones prometidas por Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos no fueron ‘gratuitas’; todos buscan seguridad a cambio. Mirando directamente a un callejón sin salida en Gaza, el régimen sionista de Benjamin Netanyahu sólo tiene una salida si intenta seguir escalando la situación: una serie de ataques contra el programa nuclear iraní. Pero las defensas aéreas iraníes no se han degradado, como afirman los centros de investigación con sede en Washington y los líderes israelíes como resultado de su último ataque contra el país. Sin embargo, esto no significa que los israelíes no tengan la capacidad de atacar instalaciones nucleares; claramente la tienen. Suponiendo que utilicen armas convencionales para ello, esto podría retrasar el programa algunos años. Si el ataque israelí es limitado y Estados Unidos solo desempeña un papel de apoyo, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) de Irán probablemente limitará sus ataques a instalaciones militares y quizás a infraestructuras como la red eléctrica o puertos. Esto paralizaría, o al menos degradaría, las capacidades de la fuerza aérea israelí, dejando una oportunidad para que Hezbolláh libere el sur de su país de la ocupación y restaure su prestigio tras las pérdidas tácticas sufridas. La gran incógnita aquí reside en la docena de grupos armados con base en la Franja de Gaza. Si Israel se ve obligado a concentrar sus fuerzas terrestres en el norte y su fuerza aérea no opera a plena capacidad, existe la posibilidad de una maniobra de Hamás que ningún otro actor regional se atrevería a realizar. Considerando el escenario antes mencionado, es concebible que exista una manera para que Israel y los EE.UU. lancen una batalla contra Irán que podría cerrar todos los frentes de la guerra, pero hay dos cuestiones importantes que incluso se interponen en el camino de esto: los cálculos personales de Netanyahu para permanecer en el poder y la difícil situación de Gaza. Israel busca implementar un plan para militarizar y privatizar la distribución de ayuda a la población civil de Gaza, una iniciativa a la que las Naciones Unidas y organizaciones de derechos humanos se han opuesto firmemente. Quizás creen que esto facilitará su impulso hacia la limpieza étnica de los palestinos del territorio costero asediado, para hacer realidad el sueño de Trump de convertir la Franja de Gaza en la ‘Riviera del Medio Oriente’ levantada sobre los cadáveres de miles de palestinos; sin embargo, Egipto y otras naciones vecinas rechazan firmemente esta opción. Luego surge la idea de que las fuerzas israelíes ocupen Gaza internamente, lo cual sería tan increíble incluso si pudieran, que discutir sus pormenores sería un esfuerzo inútil. Israel se ha negado a combatir realmente a la docena de facciones armadas palestinas, lo que le ha permitido mantener bajas el número de soldados y también explica por qué ningún grupo ha sido derrotado. Incluso grupos más pequeños como las Brigadas Salah al-Din, las Brigadas Muyahidines y las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa siguen en pie. La "victoria total”, como afirma el primer ministro israelí como su objetivo, no es posible. Si decide continuar como hasta ahora, podría provocar una escalada en uno de los frentes que desemboque repentinamente en una derrota total. Traumatizados, frustrados y con ansias de venganza, estas son las actitudes que experimentan millones de personas en toda la región. Un acontecimiento inesperado en Cisjordania, Siria, Jerusalén Este o incluso en el ámbito nacional, desde la profundamente dividida sociedad israelí, podría significar un desastre para Netanyahu. A pesar de las innumerables vulnerabilidades, que van más allá de lo mencionado aquí, Estados Unidos sigue dando a sus aliados israelíes carta blanca para cometer cualquier agresión que deseen. En esta etapa, Washington no es amigo de Israel, sino su portavoz oficial, suministrando un flujo incesante de bombas sin considerar la rapidez con la que la situación podría estallar. Esta fue exactamente la misma mentalidad que pilló a Estados Unidos e Israel con los pantalones bajados el 7 de octubre del 2023, solo que ahora hay mucho más en juego.

UNA BÚSQUEDA INCESANTE EN EL ESPACIO: ¿Podemos detectar megaestructuras alienigenas?

Hay decenas de miles de millones de estrellas similares al Sol en la Vía Láctea, una cifra inmensa que alienta la posibilidad de que la vida extraterrestre se extienda por el universo. Encontrar evidencia de extraterrestres, incluso microscópica, confirmaría la creencia generalizada de que la vida no es un evento improbable, limitado a un pequeño número de planetas y lunas. Podría ser algo común, una infección cósmica ubicua. Esta idea no es nueva. Desde la época de los griegos clásicos, muchos estudiosos han asumido que la vida estaba en todas partes, a pesar de carecer de los medios técnicos para encontrarla. Para el siglo XIX, los novelistas europeos escribían historias sobre los sofisticados habitantes de nuestra Luna - a quienes denominaban selenitas - y luego de un siglo, tanto los científicos como el público estaban convencidos de que Marte rebosaba de seres inteligentes que habían construido enormes estructuras de irrigación visibles desde los telescopios terrestres. Aunque la idea de la vida lunar ahora se considera absurda y la creencia en los canales de Marte se ha evaporado, la esperanza de descubrir vida más allá de la Tierra se ha intensificado. Gran parte de este interés contemporáneo se debe al exitoso descubrimiento de más de casi 6000 planetas alrededor de otras estrellas, y esto es sin duda solo una pequeña muestra de lo que hay ahí fuera. Con todas esas oportunidades para la vida, la idea de buscar extraterrestres buscando su infraestructura (artefactos, en la jerga de SETI), ya sean sistemas de riego o de energía, sin duda merece otra consideración. Resulta que los exoplanetas son tan comunes como las hormigas de jardín. Sin embargo, quizá no sea necesario buscar tan lejos para encontrar compañía cósmica. En nuestro sistema solar, los astrónomos reconocen al menos siete mundos que podrían contener reservas de agua líquida, lugares donde podrían existir microbios extraterrestres. Y en un cambio de mentalidad que habría sorprendido a los científicos de la época victoriana, tan centrados en el árido Marte, ahora consideramos que algunas de las lunas del sistema solar exterior son nuestras mejores opciones para encontrar vida al alcance de un cohete. Para los astrónomos del siglo XIX, estas lunas aparecían solo como puntos luminosos. Pero ahora sabemos que estos modestos puntos de luz están envueltos en agua y hielo, y podrían ser donde encontremos por primera vez vida más allá de nuestro propio planeta. Nuestras búsquedas también son menos directas ahora que cuando los victorianos enfocaron sus telescopios hacia el Planeta Rojo. En cambio, intentamos encontrar pistas secundarias sobre la presencia de biología, como el uso de espectroscopía para buscar gases atmosféricos derivados del metabolismo. Este enfoque puede funcionar para lunas y planetas, tanto cercanos como lejanos, para ecosistemas abundantes o para una microbiología escasa. No cabe duda de que encontrar vida extraterrestre sería un logro impresionante. Pero el descubrimiento más interesante sería encontrar vida inteligente, es decir, organismos que puedan rivalizar con los humanos en capacidades cognitivas, seres como los extraterrestres de nuestras películas y series. Detectar organismos pensantes sería sin duda una de las noticias más importantes de todos los tiempos, si no la más importante. Pero en ausencia de contacto directo, estamos limitados a buscar otras pistas. Con el inicio de la Era Espacial, los sobrevuelos del Planeta Rojo no solo no encontraron tales características, sino que revelaron un mundo desolado y aparentemente estéril. Los astrónomos, impávidos, enfocaron sus instrumentos hacia objetivos más distantes. En 1960, Frank Drake hizo el primer intento moderno de captar señales de radio deliberadas de sociedades extrasolares. Apuntó secuencialmente un radiotelescopio de 85 pies de diámetro (26 metros) en Virginia Occidental hacia dos sistemas estelares cercanos en un esfuerzo conocido como SETI, la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre. Drake no detectó ninguna transmisión extraterrestre. Sin embargo, luego de seis décadas, las búsquedas de radio siguen siendo el método predilecto para intentar demostrar la presencia de alguien. Los experimentos contemporáneos son similares a los de Drake y siguen utilizando equipos de radioastronomía de alta sensibilidad para buscar el tipo de señal de banda estrecha que solo un transmisor artificial podría generar. Aún no hemos encontrado extraterrestres, a pesar de que la mayoría de la comunidad científica, así como el público en general, cree en su existencia. Cabe destacar que las ondas de radio del cosmos son comunes, lo que sustenta a un grupo considerable de radioastrónomos que estudian estas emisiones para comprender el universo. Pero si bien hemos catalogado miles de púlsares (estrellas de neutrones giratorias) y más de un millón de cuásares (que alimentan agujeros negros supermasivos), ninguna señal captada por nuestros radiotelescopios ha presentado aún las características de una transmisión intencionada. Sin embargo, la radio es solo una de las tecnologías de comunicación que podrían usar los extraterrestres. Existen otras, como, por ejemplo, la emisión de señales al espacio mediante láseres. Los láseres pueden enviar muchos más bits de información por segundo que un transmisor de radio, por lo que algunos extraterrestres avanzados podrían estar utilizándolos para la comunicación interestelar. Para ello, la red Laser SETI, actualmente operada desde aproximadamente una docena de observatorios en todo el mundo, está diseñada para rastrear continuamente todo el cielo nocturno en busca de destellos de luz láser óptica provenientes de más allá de nuestro sistema solar. Pero las señales no son la única evidencia de extraterrestres que podríamos encontrar. En particular, podríamos buscar artefactos masivos, construcciones lo suficientemente grandes - o brillantes - como para ser detectadas por nuestros telescopios. Esta no es una idea nueva; se remonta al menos a medio milenio, cuando el erudito y obispo Nicolás de Cusa sugirió que todos los cuerpos celestes estaban poblados por plantas y animales. Durante la época victoriana, varios astrónomos de renombre afirmaron haber visto señales de seres inteligentes en nuestro propio sistema solar. El astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli y el astrónomo estadounidense Percival Lowell afirmaron haber visto marcas en línea recta en Marte. Lowell explicó que se trataba de canales construidos para apoyar la agricultura marciana. Estos con el tiempo se convirtieron en un cliché, si no en un hecho. En 1960, el físico Freeman Dyson sugirió otro enfoque. Señaló que extraterrestres técnicamente sofisticados podrían rodear sus estrellas con una constelación de satélites equipados con paneles solares. Esta falange de colectores de luz en órbita, ahora denominada esfera de Dyson, podría capturar una gran fracción de la radiación emitida por la estrella. Esta energía sería luego emitida de vuelta al planeta de los extraterrestres, impulsando su estilo de vida de alta tecnología con un sistema que ofrecería un suministro inagotable de energía y no tendría impacto ambiental. Fundamentalmente, los científicos comprenden que estos satélites inevitablemente se calentarían y, en consecuencia, irradiarían un débil resplandor infrarrojo que los haría visibles a nuestros telescopios. La idea de que las esferas de Dyson marcaran la ubicación de sociedades sofisticadas no solo era ingeniosa, sino que también proponía una predicción verificable experimentalmente. En este caso, la predicción era que los satélites producirían radiación infrarroja. Esto significaba que los astrónomos podrían encontrar una esfera de Dyson observando cualquier emisión infrarroja inesperada de un sistema estelar. Durante varias décadas, los investigadores han intentado hacer precisamente eso. Recientemente, astrónomos del Observatorio de Uppsala, en Suecia, estudiaron 5 millones de estrellas en busca del brillo revelador de una esfera de Dyson. Informaron haber encontrado 60 candidatos con una radiación infrarroja superior a la esperada y están realizando observaciones adicionales. ¿Qué tipo de artefactos podríamos esperar? Si bien las esferas de Dyson son sin duda una posibilidad, no podemos describir con seguridad cómo luciría una construcción extraterrestre, como tampoco los primeros humanos pudieron anticipar con precisión la apariencia de un paisaje urbano del siglo XXI. Un desafío fundamental en cualquier búsqueda de artefactos es que no podemos estar seguros de lo que buscamos. Pero no es necesariamente un problema insalvable. Aún podríamos encontrar estos artefactos simplemente porque serían novedosos y no formarían parte del bestiario cósmico conocido. Aunque no podemos decir mucho sobre la apariencia de los artefactos extraterrestres, no cabe duda de que cualquiera que encontremos estará sujeto a efectos de selección. Los más fáciles de detectar serán sin duda los más grandes y brillantes. Esto es como buscar perros escuchando sus ladridos. No encontrarás todos los perros, ni necesariamente los más interesantes. Solo los que hacen mucho ruido. De igual manera, la búsqueda de proyectos de ingeniería extraterrestre, si es que encuentra algo, solo nos mostrará las sociedades que construyen cosas fácilmente visibles a años luz de distancia. Dichas construcciones pueden no ser típicas, ni siquiera recientes. Pero por muy singulares que sean estos artefactos, su descubrimiento respondería a una pregunta de larga data: ¿Hay alguien ahí fuera? Durante casi dos siglos, hemos buscado compañía inteligente en nuestro entorno cósmico. En un principio, esa búsqueda consistía en examinar nuestro sistema solar en busca de artefactos, hasta que posteriormente cambiamos de estrategia, con la esperanza de captar señales de radio u otras transmisiones como indicios de otra civilización tecnológica. Este último enfoque lo hemos seguido durante mucho tiempo. Quizás deberíamos retomar la estrategia de buscar artefactos. El espacio es vasto, y es posible que nunca nos encontremos con los alienígenas. Pero podríamos descubrir algunas de sus estructuras.
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