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miércoles, 1 de noviembre de 2023

IRÁN: En la mira del asesino

Mientras la bestia sionista continúa masacrando a miles de palestinos atrapados en la martirizada Franja de Gaza, contando para ello con la complicidad de los gobiernos de Occidente que se niegan a condenar sus abominables crímenes, su principal socio del delito, EE.UU., ha dirigido su mirada asesina a Irán - con la cual cree tener cuentas pendientes desde su humillante expulsión del país en 1979 con motivo de la Revolución Islámica que derroco ese año al corrupto Sha Reza Phalevi - tratando de involucrarla en el actual conflicto, para intervenir militarmente y atacarla. Ganas no le falta y solo busca una excusa para hacerlo. Como sabéis, el terrible sufrimiento del pueblo palestino a manos de los sionistas ha impulsado a los partidarios de Hamás, incluidos Hezbollah e Irán, a amenazar con una intervención militar contra Israel, lo que ha hecho surgir la posibilidad de un conflicto regional con un espectro más amplio. Esto, a su vez, ha llevado a responsables políticos estadounidenses, como el senador republicano por Carolina del Sur, Lindsey Graham, a analizar la cuestión. "Este es mi mensaje. Si Hezbollah, que es un representante de Irán, lanza un ataque masivo contra Israel, lo consideraré una amenaza para el Estado de Israel, de naturaleza existencial y presentaré una resolución en el Senado de Estados Unidos para permitir una acción militar de EEUU junto con Israel para sacar a Irán del negocio del petróleo. Irán, si intensificas esta guerra, iremos por ti", afirmó el desvariado político. La retórica de Lindsey Graham es incendiaria por naturaleza, pero vista en el contexto de la realidad actual, es vacía. Uno de los objetivos estratégicos de EE.UU. es el cambio de gobierno en Irán, mediante una de esas “revoluciones de colores” organizadas por la CIA. Durante la Administración Trump, el Ejército estadounidense y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) se encargaron de desarrollar planes de acción encubiertos diseñados para sembrar la disidencia dentro del Gobierno iraní y, en el proceso, deslegitimarlo a los ojos del público del país persa. Aunque estos planes nunca llegaron a buen término bajo Trump, fueron totalmente ejecutados por la Administración Biden. La trágica muerte de Mahsa Amini, de 22 años, en septiembre del 2022, fue utilizada por la CIA como un catalizador en torno al cual desencadenar un programa masivo, previamente planificado, de agitación política interna diseñado para debilitar y, en última instancia, derrocar al Gobierno iraní. Durante décadas, la CIA había fomentado las relaciones con diversos grupos de la oposición iraní, incluidas las minorías étnicas kurda, azerí, baluchi y árabe, la Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán (PMOI), también conocida como Mojahedin-e Jalq (MEK), y varias organizaciones monárquicas, para crear un polvorín de disidencia política capaz de encenderse a demanda, pero todas fracasaron. La muerte de Mahsa Amini (que, contrariamente a la propaganda impulsada por la CIA, se produjo por causas naturales) fue aprovechada por la agencia como detonante para desatar esta oposición armada. En las semanas y meses que siguieron, Irán se vio sometido a una inestabilidad política interna masiva y a la violencia que EE.UU. trató de aprovechar en un potencial cambio de régimen similar a lo que se hizo en el Maidan en Kiev, Ucrania, en febrero del 2014. Este esfuerzo fracasó, e Irán emergió de la violencia más fuerte y más unificado que nunca detrás del mismo Gobierno que EE.UU. intentó derrocar. Así, con el cambio de régimen encubierto fuera de la mesa, la única opción disponible para la Administración Biden, en el trato con Irán en la línea amenazada por el senador Graham, es la guerra. EE.UU. ha evitado asiduamente un conflicto militar directo a gran escala con Irán, por el simple hecho de que para prevalecer en un enfrentamiento de este tipo, tendría que dedicar poder militar suficiente a la tarea, en un momento en que los recursos finitos del Ejército estadounidense se estaban asignando a Europa y al Pacífico. Incluso si Washington reasignara las fuerzas necesarias para prevalecer en una guerra general contra Irán, tardaría meses en reunirlas. Generar potencia de combate es una cosa. Desplegarla de forma sostenible desde el punto de vista logístico es otra. EE.UU. pudo desplegar unas 750.000 tropas en Oriente Medio en 1990-1991 solo porque tenía acceso a puertos y aeródromos amigos en la región, donde las tropas y el material militar podían descargarse sin problemas. Pero cualquier guerra general entre Irán y EE.UU. provocaría, inevitablemente, que Irán desafiara cualquier despliegue militar estadounidense importante, lo que significa que los aeródromos y puertos que normalmente se utilizarían para apoyar dicho despliegue, estarían bajo constante ataque iraní. En consecuencia, EE.UU. tendría que ejecutar una opción de entrada forzosa en Irán, apoderándose de una importante ciudad portuaria iraní, como Chabahar o Bandar Abbás. Esto requeriría un gran esfuerzo anfibio en el que los barcos que contuvieran la fuerza de desembarco tendrían que enfrentarse a un guantelete de misiles iraníes que paralizarían o destruirían la fuerza de desembarco antes de que estuviera a distancia de ataque de Irán. En resumen, EE.UU. no puede derrotar físicamente a Irán utilizando el poder militar convencional sin someterse a una movilización masiva de recursos que sería políticamente insostenible. Esto deja la opción de una campaña aérea. Israel aboga desde hace tiempo por un ataque militar por aire contra Irán. Uno de los principales problemas a los que se enfrenta Israel es la distancia física entre Israel e Irán, que requeriría el tipo de apoyo de reabastecimiento aéreo a gran escala que solo posee EE.UU. Ambos países han llevado a cabo un entrenamiento militar conjunto que incluye el reaprovisionamiento en vuelo de aviones de ataque israelíes por aviones de reabastecimiento estadounidenses como parte de un ejercicio de entrenamiento conocido como Juniper Oak, realizado en enero del 2023. Este entrenamiento también incluyó bombarderos y fuerzas terrestres estadounidenses. Sin embargo, el problema al que se enfrenta EE.UU. es que Irán es un país enorme que no es propicio para asestar un golpe de gracia, aunque lo asesten los recursos combinados de Israel y EE.UU. Si bien la amenaza de Lindsey Graham de "sacar a Irán del negocio del petróleo" puede sonar bien a los opositores de Irán, pero no es más que una retórica vacía. A ello debemos agregar que si EE.UU. y/o Israel atacaran la infraestructura petrolera iraní, Irán desataría una represalia que paralizaría la infraestructura de producción de petróleo de todo Oriente Medio, incluidos Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Como podéis imaginaros, una acción como esa sumiría en el caos a las economías tanto la estadounidense como mundial. Además, Irán conservaría suficiente capacidad de ataque para devastar tanto las bases militares estadounidenses en la región como las ciudades israelíes, ya que posee misiles que alcanzan perfectamente todo el territorio ocupado palestino. En resumen, no hay ninguna opción militar disponible ni para Israel ni para EE.UU., trabajando individualmente o juntos, que pueda derrotar a Irán. Por cierto, en una entrevista reciente, el periodista de CBS News, Scott Pelley, preguntó a Biden si las guerras de Israel y Ucrania eran "más de lo que EE.UU. puede asumir al mismo tiempo". "Somos los Estados Unidos de América, por el amor de Dios", respondió el demente, con su característica belicosidad, "la nación más poderosa de la historia, no del mundo, de la historia del mundo. La historia del mundo. Podemos ocuparnos de ambos y seguir manteniendo nuestra defensa internacional global. Tenemos la capacidad de hacerlo y tenemos la obligación de hacerlo. Somos la nación esencial, parafraseando al antiguo secretario de Estado. Y si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?", concluyó, haciendo todo lo posible para mantener la mirada de un hombre que está convencido que va en serio, Pero la realidad es muy distinta a sus deseos. Y es que cuando más alto se sube, más dolorosa será su caída.

CREATURE: El monstruo está entre nosotros

Ante todo, vale aclarar que no se trata de ese maldito engendro sionista llamado Benjamín Netanyahu, que ha desatado una guerra de exterminio en Gaza. Parece, pero no lo es. Se trata en realidad de la readaptación del célebre Frankensteín, aquel clásico del horror gótico escrito en 1818 por Mary Shelley, en una versión turca de 8 capítulos y que podemos ver desde el 20 de octubre en Netflix. Como sabéis, esta novela es uno de los libros más importantes de la literatura universal y que más ha influido en todos los sentidos, incluyendo una extensa e inagotable cantidad de adaptaciones en el cine y la televisión. Esta vez se optó por el formato de televisión, lo que asegura una extensión importante del relato y deja la puerta abierta para tomarse muchas libertades. En efecto, Creature (Criatura / Yaratilan, Turquía, 2023) está ambientada durante el período final del Imperio Otomano, donde la historia tiene como protagonista a Ziya, un joven estudiante de medicina apasionado y arriesgado, cuyo entusiasmo y rebeldía lo llevan a buscar los límites y desafiar las reglas. Su deseo de combatir las epidemias lo lleva a oponerse a las convenciones de su época. El único que está en consonancia con Ziya es el doctor Ihsan, a quien conoció en Constantinopla, alguien que tiene un conocimiento que unirá a ambos hombres en pos de un proyecto que nadie sabe cuáles serán sus resultados. Quienes hayan leído la novela de Mary Shelley, ya saben por dónde irá la historia, pero quienes no tengan idea de este clásico, se llevarán algunas sorpresas impactantes. Si el libro es un clásico, sus versiones cinematográficas no son menos importantes. La película producida por Universal en 1931, dirigida por James Whale y protagonizada por Boris Karloff, impuso una idea de la historia de Frankenstein que casi nadie puede borrar de su cabeza. Adaptación mucho más que libre, pero de una potencia tan grande que toda imagen del monstruo de la historia clásica nace a partir de este largometraje. Luego vinieron cientos de otras versiones, la mayoría copiando a la criatura construida a partir del rostro de Karloff, pero también varias otras que buscaron recuperar el texto de Mary Shelley. En esta miniserie turca hay ambas cosas. Se entiende y trabaja el existencialismo del libro del siglo XIX, pero también se toman muchas libertades, para bien y para mal. Los interesados en la novela, no pueden perderse esta producción, justamente para disfrutar de la manera en la cual un realizador encara una historia tan conocida y a la vez tan tergiversada a lo largo de un siglo. Un cierto gusto por el melodrama al estilo turco también le da una identidad a la miniserie y la hace diferente a la inmensa mayoría de lo que todos los espectadores han visto. A todo lo interesante de Creature hay que sumarle a su protagonista, Taner Ölmez, cuyo rostro es de una absoluta popularidad en Latinoamérica. Ölmez protagonizó la serie Doctor Milagro (2019-2021), donde interpretó a un personaje tan entrañable que espectadores de todo el mundo siempre tendrán una mirada positiva sobre él. Su personaje aquí, sin embargo, empieza con una alegría que luego se va oscureciendo con el correr de los capítulos. Todo esto le otorga al título el atractivo que la ha convertido en uno de los grandes éxitos en Netflix en este momento. Creature se centra en una de las cuestiones más fundamentales de la humanidad, ‘la muerte y el más allá’. El mayor deseo de Ziya, un joven estudiante de medicina aventurero, rebelde y entusiasmado, es ser un muy buen médico y curar muchas epidemias para las que la medicina no puede encontrar cura. Entre la locura y el genio, el doctor İhsan, es casi la única persona en este mundo que podría entenderlo. Estas dos almas excéntricas y heridas pagarán un alto precio por el experimento secreto y prohibido en el que se embarcaron juntos.
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