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miércoles, 15 de abril de 2020

LIBIA: Una larga e innecesaria agonía

Ubicado en el norte del África y desgarrada por una lucha fraticida desde el 2011, la paz es cada vez mas lejana en aquel atribulado país, mientras no cese la intervención extranjera - especialmente de los Emiratos Árabes Unidos y Turquía - sumando a ello la presencia de grupos terroristas que tratan de imponer su ‘ley’ a sangre y fuego, luchando entre si por controlar el multimillonario negocio de armas. Libia, otrora una de las naciones mas ricas prósperas y envidiadas del África que poseía el mas alto nivel de vida del continente, es hoy una de las mas miserables, encontrándose además sumida en una catástrofe política y humanitaria, bajo los efectos de una guerra donde se enfrentan además las fuerzas de dos ‘gobiernos’ paralelos, apoyados por países que tienen sus propios intereses en la zona, sufriendo asimismo la muerte de decenas de miles de personas, la destrucción de sus ciudades y el desplazamiento de su población, a lo cual se adiciona la presencia de grupos extremistas que obedecen a las políticas implementadas por Arabia Saudita, apoyada financiera y militarmente por los Emiratos Árabes Unidos. En efecto, luego de 9 años de conflicto, tras el derrocamiento y bárbaro asesinato de Muammar Gaddafi en octubre del 2011, Libia es considerado un Estado Fallido, con una multiplicidad de intereses en juego, que le ha impedido cualquier tipo de estabilización y que desde abril del año 2019 a la fecha, ha visto un incremento de los combates de los grupos en disputa por el control del país, el cual tiene dos bandos en pugna, cada uno con su ‘gobierno’ y que se disputan ferozmente el poder: Uno es el llamado Gobierno del Acuerdo Nacional (GAN), creado el 2015 como órgano de transición, cuya sede de gobierno está en Trípoli y la presidencia del consejo presidencial se encuentra en manos del mercenario Fayez al Sarraj, que además ostenta el cargo de ‘primer ministro’. Grupo faccioso que está apoyado y reconocido por la Organización de las Naciones Unidas, sobresaliendo algunas naciones europeas como Italia, Alemania y Gran Bretaña junto a Qatar y Turquía. Desde la trinchera opuesta, se encuentra el otro ‘gobierno’ establecido en Tobruk (en el este de Libia) asentado políticamente en la Cámara de Representantes, presidida por Aguilah Issay cuyo sostén es el Ejército Nacional Libio dirigido por el Mariscal Jalifa Haftar. No cuenta con reconocimiento de la ONU pero sí de Rusia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, que le otorgan ayuda financiera, militar y logística e incluso Francia, que sale de ese apoyo mayoritario que da la UE al ‘gobierno’ de Tripoli, en el entendido que el país galo tiene aspiraciones de controlar los pozos petrolíferos autorizados por el ‘gobierno’ dominado por Haftar y explotados por su transnacional Total Fine. Las fuerzas de Haftar controlan, actualmente, la mayor parte del país, llegando incluso a los suburbios de Trípoli, pero por más esfuerzos que ha hecho hasta la fecha, no ha podido capturar la capital libia y expulsar de ella a sus adversarios. Ante la gravedad de la situación, ambas partes se reunieron en enero de este año en Berlín donde se pactó un plan de carácter integral destinado a concretar una tregua conducente a una paz definitiva. En la capital alemana, países como Rusia, Alemania, EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Italia y Turquía, así como los representantes de la Unión Europea, intentaron buscar un acuerdo para detener el conflicto, pero todo fue inútil. En el caso de Washington, su infame estrategia en la guerra libia representa la oportunidad de participar de ellas en función exclusivamente de sus intereses. Por ello, no resulta en absoluto extraño que Washington apoye tanto al ‘gobierno’ de Fayad al Sarraj, definido como profundamente pro-occidental, como también a las fuerzas de Jalifa Haftar, aprovechando en ello el hecho que este militar, nacido en Libia, general bajo el gobierno de Gaddafi (donde fue jefe de su estado mayor) con entrenamiento militar en Rusia, exiliado en los EE.UU. donde vivió 20 años, trabajando desde entonces para la CIA y adquiriendo la nacionalidad estadounidense, le es también de mucha utilidad. El compromiso de la Conferencia era avanzar para poner fin de la injerencia extranjera en el país norafricano, junto a un alto del fuego permanente y un embargo a la venta de armas que fuese verificable. Pero no había pasado un mes cuando la representante de la ONU en Libia, Stephanie Willians dio a conocer su desazón ya que la situación política, militar y humanitaria en Libia había empeorado, sobre todo porque Haftar y sus aliados incrementaron sus acciones para ocupar Trípoli, utilizando para ello la estrategia de impedir la producción de petróleo, que prive a sus rivales de fondos. Ahora mismo se está gestando otro enfrentamiento y los eventos sugieren que la lucha será más devastadora que cualquier otra. Ansiosos por compensar las debilidades de Haftar en el terreno, los EAU llevaron a cabo más de 900 ataques aéreos en el área metropolitana de Trípoli utilizando drones y aviones de combate fabricados en Francia. La intervención militar emiratí ayudó a contener las fuerzas de Trípoli pero no impulsó los objetivos de Haftar. En cambio, tuvo un efecto adverso al provocar otras potencias regionales como Turquía, que respondió a los Emiratos Árabes Unidos desplegando drones Bayraktar TB2 y varias docenas de oficiales turcos para llevar a cabo aproximadamente 250 ataques en un esfuerzo por ayudar al ‘gobierno’ de al Sarraj a resistir el ataque de Haftar. El estancamiento también inspiró a Rusia a aumentar su propia participación en Libia .En septiembre del 2019, cientos de mercenarios rusos se unieron al esfuerzo de primera línea cerca de Trípoli en apoyo de las fuerzas de Haftar. Su dureza letal, equipo sofisticado y coordinación le permitieron al Mariscal ganar terreno y reforzar su presencia en las afueras de la asediada capital. Aprovechándose de la situación, el dictador turco Recep Tayyip Erdogan ordeno poner fin a su asistencia militar a Tripoli, obligándole a firmar un acuerdo desventajoso en todo sentido, que le otorga ‘derechos de perforación’ de gas en el Mediterráneo oriental a cambio de lanzar una intervención militar en toda regla contra las fuerzas de Haftar. Pero los Emiratos Árabes Unidos han decidido pasar a la ofensiva para aplastar a los turcos de manera definitiva. Según los datos de código abierto analizados por el especialista en rastreo de aeronaves Gerjon , los emiratíes, desde mediados de enero, han volado más de 100 aviones de carga a Libia (o al oeste de Egipto, cerca de la frontera con Libia). Es probable que estos aviones llevaran consigo miles de toneladas de equipamiento militar. Otras pistas sugieren que el número de personal emiratí en suelo libio también ha aumentado. Todo esto indica que la coalición de Haftar y sus aliados intentarán, una vez más, lograr la victoria total por la fuerza. A pesar de las fisuras que seguramente se ampliarán dentro de la coalición que apoya al ‘gobierno’ de Trípoli esta anunciada ofensiva de los aliados de Haftar, el gran tamaño de la misión turca en Libia dificultara su tarea. Ello debido a las ambiciones de Erdogan de hacerse con los hidrocarburos subacuáticos en el Mediterráneo, por lo no tiene ninguna intención de renunciar a sus intereses en Libia así como a sus demenciales aspiraciones geopolíticas en el norte del África que en su insania busca “reintegrar” al nuevo Imperio Otomano con el obviamente como “Sultán”. Por lo tanto, independientemente de que si este sueño demencial ponga en peligro una gran cantidad de vidas civiles, la guerra en Libia continuara intensificándose hasta que no quede nada de ella :(
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