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miércoles, 23 de marzo de 2016

FABERGÉ: Una fascinante historia acerca de sus famosos Huevos de Pascua

Venga ya, si bien ya nos habíamos ocupado de ellos en una anterior ocasión ¿porque no hacerlo de nuevo? Y bien que lo merecen. Como sabéis, los famosos huevos de Fabergé son en realidad huevos de Pascua. Sucede que el domingo de resurrección es la mayor fiesta religiosa del año en los países de Europa del este, igual que para nosotros la Navidad. Como podéis imaginar, el regalo más típico de esta época del año es el huevo de Pascua porque simboliza larga vida. Y los mas famosos por su belleza y la intrigante historia que se esconde tras ellos son los huevos creados por Peter Carl Fabergé considerado uno de los orfebres más destacados del mundo, quien realizó 69 huevos de Pascua entre los años 1885 a 1917, de los cuales se conservan 61. En 1870 pasa a ser el responsable de la empresa familiar de joyería en San Petersburgo. Con una excelente reputación como diseñador, trabaja con piedras preciosas, semipreciosas y metales, y realiza diseños de diferentes estilos como ruso antiguo, griego, renacentista, barroco, Art Nouveau, naturalista y caricaturesco. En la Exposición Panrusa de 1882 expuso sus obras, lo que le valió la medalla de oro. Desde entonces se le nombró joyero oficial de la familia imperial. Para la Pascua de 1883, el zar Alejandro III le encargó al orfebre Peter Carl Fabergé la construcción de un huevo para regalarle a su mujer, la zarina María. El regalo consistió en un huevo con cáscara de platino que contenía dentro uno más pequeño de oro. Al abrirse este último, se encontraba una gallina de oro en miniatura que tenía sobre su cabeza una réplica de la corona imperial rusa. Este particular Huevo de Pascua le gustó tanto a la emperatriz que el zar ordenó a Fabergé que realizara uno nuevo para cada Pascua. Para el diseño de los huevos imperiales Fabergé se inspiró en distintos estilos artísticos europeos; como el barroco, rococó, neoclasicismo o modernismo, así como en obras de arte que contempló durante sus estancias y viajes por Europa. Había huevos creados para conmemorar acontecimientos tales como la coronación del zar Nicolás II, la terminación del ferrocarril Transiberiano, así como para celebrar aniversarios importantes. Otros huevos guardaban en su interior el yate imperial Standart, la catedral de Uspensky, el palacio de Gátchina o el palacio Alejandro, por citar unos ejemplos. De los 69 huevos que hizo en total la Casa Fabergé para los zares, la aristocracia y la élite industrial y financiera, se conservan 61. Se conocen cincuenta y dos huevos imperiales, cuarenta y cuatro de los cuales se han localizado hoy, entre ellos los dos últimos de 1917 que nunca fueron entregados ni terminados a causa de la Revolución Rusa, destacando el Huevo de la constelación del Zarevich. Los restantes 8 huevos imperiales se consideran perdidos o desaparecidos; dos se conocen solamente por haber sido fotografiados en primer plano, otros tres se han descubierto en 2007, en una foto tomada a una vitrina de la zarina Maria Fyodorevna, donde aparece el tercer huevo imperial y el huevo con querubín y carruaje, este último quedó reflejado en el cristal de la misma, en cuanto al huevo del neceser figura en una fotografía de la joyería Wartski, Londres, en la parte inferior de una vitrina. No se tiene ningún documento visual de los otros tres huevos de la llamada categoría imperial. Aparte de ellos, otros siete huevos de Pascua de categoría no imperial fueron encargados a la Casa Fabergé por Alejandro Ferdinandovich Kelch, dueño de minas de oro en Siberia, para su esposa Bárbara, así como por otros importantes personajes de la época como Alfred Nobel, los Príncipes Yussupov, los Duques de Marlborough entre otros, que suman un total de ocho huevos. Sin embargo, la colección imperial de huevos de Pascua encargada por los dos últimos zares rusos es la más famosa. Entre los materiales usados por Faberge figuran metales como el oro, platino, plata, cobre, níquel… que fueron combinados en distintas proporciones con el fin de conseguir diferentes colores para la “cáscara” del huevo. Otra técnica usada por Fabergé fue la conocida como guilloché, un tratamiento de grabado superficial sobre metal que consiste en hacer ondas, estrías o cualquier otro dibujo, de un modo repetitivo y simétrico, se podía hacer a máquina o a mano. Fabergé se mostraba orgulloso de que todas las materias primas que se empleaban en su taller provenían de distintas partes de Rusia. Muchos huevos incluían minerales como el jaspe, la malaquita, el lapislázuli, y el jade. Por ejemplo, el huevo de 1917, destinado a la zarina María Fyodorevna estaba realizado en madera de abedul de Karelia. Las piedras preciosas incluyendo los zafiros, rubíes y esmeraldas fueron utilizadas para la decoración de los huevos y/o la sorpresa que contenían, cuando se usaban era en la talla conocida como cabujón (corte redondo). En cuanto al tipo de talla empleada para los diamantes era la típica talla rosa. Por otra parte también empleó piedras semipreciosas como las piedras de luna, los granates, los olivinos, y las piedras de Mecca, usadas más a menudo en la talla cabujón. La fuente primaria de inspiración de Fabergé venía de los trabajos de siglos anteriores. El esmalte translúcido era una técnica muy valorada en el siglo XIX, que requería de varias capas de esmalte que se secaba en un horno después de aplicar cada capa. Sin embargo, durante el siglo XIX se disponía solamente de una limitada gama de colores, de modo que Fabergé experimentó y pronto aumentó su paleta de colores hasta lograr más de 140 tonalidades diferentes. El más apreciado fue el esmalte de ostra, el cual variaba de color dependiendo de la luz. Con la Revolución Rusa de 1917, tanto la Casa Fabergé como la fabricación de sus famosas joyas llegaron a un abrupto final. Peter Carl Fabergé tuvo que huir del país refugiándose en Suiza hasta su fallecimiento, mientras que algunos huevos de Pascua terminaron en colecciones extranjeras, aunque la mayoría de ellos se conservan en Rusia, como mudos testigos de su fascinante historia :)
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