Al firmar con Turquía un polémico acuerdo para frenar la oleada de “refugiados” – terroristas es la palabra mas adecuada – provenientes del Medio Oriente, quienes tienen carta libre para invadir el territorio europeo y cometer atentados de gran magnitud con la “bendición” de Angela Merkel (como los sucedidos en París en noviembre del 2015 o en Bruselas esta semana) los dirigentes de la Unión Europea han cometido suicidio al firmar un pacto con el diablo, encarnado por el dictador Recep Tayyip Erdogan, un despreciable asesino que encabeza un régimen autoritario, quien tiene las manos manchadas con la sangre de miles de kurdos victimas de su locura homicida y que a su vez es “protector” de ISIS (aquella banda terrorista creada por los EE.UU. para desatar el caos y la violencia en Medio Oriente, “justificando” su intervencionismo en la zona). En efecto, a partir de ahora, gran parte de los 3 000 millones de euros asignados a Ankara irán a parar al financiamiento de ISIS y, por tanto, incrementarán la cantidad de comandos suicidas que se hacen pasar como “refugiados” de Merkel para intentar llegar a Europa. Por cierto, al levantar, en los próximos meses, la exigencia de visas a los ciudadanos turcos, los europeos instituyen de hecho la libre circulación de terroristas entre los campamentos de ISIS y Bruselas. Al imponer a los pueblos de Irak y Siria la amenaza y la opresión de esta banda asesina - liderada por Abu Bakr al-Baghdadi, un conocido agente del Mossad israelí - a los que financian indirectamente, y al abandonar a su suerte al pueblo kurdo, victima de continuas masacres y asesinatos en masa por parte de Erdogan, los europeos han sentado las bases de un amplísimo enfrentamiento del que ellos mismos por su cobardía y pusilanimidad - al negarse a enfrentarse al tirano como debiera - acabarán siendo víctimas. Como sabéis, el Consejo Europeo, reunido el 17 y el 18 de marzo de 2016, adoptó un plan tendiente a resolver el problema de la masiva oleada de “refugiados” provenientes de Turquía. En ese acuerdo, los 28 jefes de Estado y de gobierno de los países de la Unión Europea se plegaron vergonzosamente a todas las exigencias de Ankara, demostrando hasta el infinito la continua ceguera de la UE, que persiste en seguir dejándose arrastrar por los deseos de un genocida como Erdogan. Este demente no es un político cualquiera. Pero los europeos, no parecen haberse dado cuenta del peligro al que se enfrentan al extenderle la mano y complacer sus caprichos. En primer lugar, el sátrapa proviene de un movimiento islámico integrista y favorable a la restauración del Califato. Según la visión retorcida de Erdogan, los turcos “son los descendientes de los hunos de Atila”, del que heredaron la brutalidad y el salvajismo a la hora de enfrentar a sus “enemigos”. Constituyen entonces una raza superior llamada a gobernar el mundo y su alma es el Islam. Por otra parte, Erdogan siempre se ha negado a reconocer los abominables crímenes cometidos por sus antecesores, especialmente por el sultán Abdulhamid II contra los no musulmanes (durante las masacres hamidianas de 1894-1895, donde al menos 80 000 cristianos fueron asesinados, mientras que 100 000 cristianas eran incorporadas a la fuerza a los serrallos como esclavas sexuales) y, posteriormente, el genocidio perpetrado por la organización de los Jóvenes Turcos contra los armenios, los asirios, los caldeos, los siriacos, los griegos pónticos y los yazidíes, desde 1915 hasta 1923, que dejaron millones de muertos y que hoy se repite con los kurdos. En segundo lugar, este criminal gobierna con mano de hierro y recurre para ello a medios coercitivos. Hoy es imposible saber con precisión lo que piensa el pueblo turco ya que la publicación de toda información que cuestione la “legitimidad” del dictador se considera una amenaza contra la seguridad del Estado y se castiga con el encarcelamiento inmediato de sus autores y la clausura y confiscación de medios de comunicación. Según los últimos estudios publicados, sólo una tercera parte de los electores respalda a su sangriento régimen. Eso significa que sólo puede ganar las elecciones mediante el fraude. Asimismo, los medios de prensa de la oposición han sido literalmente amordazados: los matones del partido de Erdogan (AKP) asaltaron los importantes diarios Hürriyet y Sabah; hubo investigaciones abiertas contra periodistas y órganos de prensa acusados de respaldar el “terrorismo” o de referirse al sátrapa en términos “difamatorios”; Cada vez que ocurren atentados – hoy con mayor frecuencia – automáticamente son bloqueadas las redes sociales para evitar que se filtre la noticia y los medios de comunicación tienen absolutamente prohibido referirse a ellos ya que son clausurados inmediatamente y sus dueños y editores terminan en la cárcel de forma indefinida. En la reciente campaña electoral, un Estado extranjero, Arabia Saudita, repartió 7 000 millones de libras (unos 2 000 millones de euros) en “donaciones” para “convencer” a los electores de que debían votar por Erdogan. Asimismo, 128 oficinas del HDP (partido de izquierda) fueron atacadas por los matones del partido oficialista, muchos candidatos y sus equipos de campaña fueron golpeados, más de 300 comercios pertenecientes a los kurdos fueron saqueados, decenas de candidatos del HDP fueron arrestados y puestos bajo detención temporal durante la campaña electoral. Como si ello no fuera suficiente, miles de civiles inocentes resultaron muertos, tanto en sospechosos atentados como a causa de la sangrienta represión gubernamental contra el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). Así, en el sureste de Turquía, varias localidades fueron literalmente arrasadas por los blindados del ejército turco enterrando con los escombros a sus habitantes y quienes lograban escapar – incluyendo mujeres, niños y ancianos – fueron acribillados sin compasión por los esbirros de la dictadura, para no dejar testigos de sus bestialidades. Una carnicería en todo el sentido de la palabra pero que Occidente se niega a condenar, avalando con ello sus abominables crímenes. A partir de la elección fraudulenta de Erdogan, una cortina de hierro cayó sobre el país. Se hizo imposible obtener información veraz y objetiva sobre el estado de Turquía a través de su prensa nacional, convertidos en órganos de propaganda que ensalzan al dictador. El principal diario de la oposición, Zaman, fue puesto bajo tutela y ahora se limita a exaltar la grandeza del “sultán” mientras que asuntos de real interés como la guerra civil que ya convulsiona el este de Turquía, el genocidio que sufre el pueblo kurdo a manos del ejército, su “padrinazgo” de grupos terroristas como ISIS, los negociados con el petróleo robado de Siria e Irak en las cuales esta comprometida seriamente su familia y los atentados en Ankara e incluso en Estambul - sospechosos desde todo punto de vista ya que existen sólidas evidencias de que son organizados por el propio régimen para “justificar” su salvaje agresión hacia los kurdos - no son tratados por dichos medios, como si no existieran, prefiriendo vivir en una burbuja. ¿La división de poderes? Eso existe en Turquía. Erdogan está gobernando prácticamente solo, rodeado sólo de un grupo muy restringido de incondicionales del que forma parte el primer ministro Ahmet Davutoglu. Como si eso fuera poco, declaró públicamente que ya no estaba aplicando la Constitución y que a partir de ahora todos los poderes estarán en sus manos y que la democracia, la libertad y el estado de derecho “ya no tienen el menor valor” anunciando su intención de ampliar la definición legal de “terrorista” para incluir en ella a todos los que él considera “enemigos de los turcos”, o sea a todos aquellos que se oponen a su sangriento régimen ¿Con esta clase de desquiciados elementos puede tratar la UE? Lastimosamente si. Y es que presas del pánico ante la imparable oleada de “refugiados” que llegan a sus costas, han decidido doblegarse ante sus exigencias y aceptar sus “condiciones” para intentar detener a esos cientos de miles de indeseables. Es por ello que los 28 jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea han preparado con Ankara un procedimiento para que Turquía se encargue de “resolverles” el problema, comprometiéndose a pagar 3 000 millones de euros al año para que ese país impida que sigan llegando mas “refugiados” a sus costas, pero no establece ningún mecanismo de verificación del uso que dará Ankara a esos fondos. Asimismo, se comprometen a eliminar la exigencia de visas a los turcos para entrar en los países de la Unión Europea, medida que debe entrar en vigor en sólo meses, quizás incluso en unas pocas semanas, como si no fueran suficientes los millones de esos parásitos que ya se encuentran desde hace décadas en Alemania. En relación a acelerar las negociaciones sobre la adhesión de Turquía a la Unión Europea, esto será muy difícil de cumplir debido a la tajante oposición de la mayoría de países a ello, ya que tienen fundamentados temores de que ese intento de Ankara forma parte de sus planes de querer islamizar el continente. Como sabéis, el Imperio Otomano subyugo gran parte de Europa Central tras la caída del Imperio Bizantino, pero fueron echados por procesos emancipadores iniciados tanto en Grecia, Bulgaria, Hungría, Croacia, Serbia, Albania y Rumania y al final solo conservaron en Europa una pequeña franja donde se ubica Constantinopla. Al ser invasores, eso no les da ningún derecho para querer ser considerados “europeos” porque no lo son y nunca lo serán, así sean parte de la OTAN. Hace mal por ello la UE en ceder a sus chantajes para contener a los “refugiados” a cambio de miles de millones de euros, ya que será visto por Ankara como un signo de debilidad por parte de Bruselas y ello lo animará a exigir cada vez más, permitiendo que los comandos suicidas de ISIS continúen entrando en Europa con total impunidad. Pero hay quien cree que estos movimientos desesperados podrían señalar el principio del fin del régimen, ya que también se habla en estos días de la existencia de un fuerte descontento en el ejercito, que no esta de acuerdo del rumbo autoritario e intolerante que esta tomando Erdogan, quien se muestra cada vez mas alejado de la realidad, y es que como dice un proverbio griego: “Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco” :)