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miércoles, 23 de febrero de 2022

CONSTANTINOPLA: Entre Oriente y Occidente

Ubicada a las orillas del Bósforo se encuentra la antigua capital del Imperio Bizantino, cuyas gigantescas cúpulas, tanto de la Basílica cristiana de Santa Sofía como de las mezquitas musulmanas que pretenden imitarla, lo hacen inconfundible. Nos referimos a Constantinopla, cuya fundación, al igual que el de muchas otras ciudades, está envuelta en el misterio. Cuenta la leyenda que el príncipe griego Byzas, (de ahí el nombre de Bizancio como se conoció originalmente a la ciudad) consultó al oráculo de Delfos dónde tenía que fundar un asentamiento. Los adivinos del templo de Apolo le dijeron que el mejor lugar para erigir una nueva ciudad era justo enfrente del país de los ciegos. Byzas partió sin entender la respuesta del oráculo, pero al llegar al paraje donde está ubicada la zona europea de Constantinopla vieron que una población se había establecido en la ribera asiática, sin percatarse del maravilloso emplazamiento que se encontraba al otro lado del Bósforo. Pensaron entonces que esas personas debían estar ciegas porque no se habían dado cuenta de las ventajas de la otra orilla, dotada de un puerto natural como lo era el Cuerno de Oro. Decidió entonces que era ése el lugar donde debía establecerse, tal y como les había dicho el oráculo, fundándola con el nombre de Bizancio y como tal se le conoció hasta el año 330. Cuando Constantino I el Grande comenzó a erigir la nueva Roma, fue consagrada ese año bajo el nombre de Constantinopla, o ciudad de Constantino, convirtiéndola en capital del Imperio Romano de Oriente, o mejor conocida como Imperio Bizantino. Para sus habitantes fue siempre una capital romana. Fue construida sobre "siete colinas", a imagen de Roma, y dividida en catorce regiones, diez de ellas se encontraban dentro de las murallas. La primera Catedral de Santa Sofía, construida por Constantino II junto al Gran Palacio Imperial y consagrada en el año 360, sufrió graves daños por un terremoto en el 532, por lo que el emperador Justiniano levantó una imponente y majestuosa edificación, tal como la podemos admirar hoy. Debido a su posición estratégica entre Europa y Asia, Constantinopla controlaba tanto la ruta entre estos dos continentes como el paso del Mar Mediterráneo al Mar Negro, lo que motivó que, durante siglos, fuese la gran urbe europea medieval mientras que el Imperio Romano de occidente entraba en una profunda crisis política, económica, comercial y demográfica. La ciudad pasó de 30.000 habitantes en la época de Septimio Severo, hasta 400.000 durante el reinado de Justiniano. Durante los siglos VII y VIII el Imperio sufrió una pequeña crisis. En los siglos IX y X, con el Cisma de Oriente, volvió otra etapa de renacimiento. Aunque con las cruzadas comenzó la decadencia del Imperio, la ciudad conservó su importancia como centro cultural y comercial del Mediterráneo. Pero cuando la peste turca hizo su aparición nadie pudo detenerlos y luego de un largo asedio, tomaron la capital bizantina el 7 de mayo de 1453, acabando con el imperio y convirtiendo a Santa Sofía en una mezquita, agregándole cuatro enormes minaretes que se yerguen al cielo. Desde entonces, la ciudad sufrió una profunda transformación cultural pasando de ser cristiano ortodoxo a islámica. Aunque casi todas las iglesias fueron convertidas en mezquitas, fueron construidas nuevas edificaciones de gran tamaño en la ciudad imitando la grandiosidad de Santa Sofía, para conmemorar los reinados de los sultanes. Entre ellas destaca la de Suleyman (Solimán), una mezquita del siglo XVI que mandó construir el sultán Solimán el Magnífico. Otra es uno de los monumentos más visitados de la ciudad es la Mezquita del Sultán Ahmet, más conocida como Mezquita Azul, por el color del azulejo de Iznik que ornamenta su interior. Empeñado en superar a la de Suyleman, se levantó seis minaretes que rodean a esta colosal mezquita. No podíamos de dejar de mencionar en esta lista a una de las joyas de la ciudad, el palacio de Topkapi, desde el que se pueden ver unas impresionantes vistas del Bósforo. Topkapi se empezó a edificar tras la caída de Constantinopla par que sirva de sede del gobierno otomano. Hoy es un museo y es muy recomendable visitar el tesoro que, como su propio nombre indica, está llena de preciadas joyas. Así, en una de sus salas se encuentra el segundo diamante más grande del mundo, de 86 kilates. Topkapi alberga además algunas reliquias de Mahoma - el profeta desnudo del islam - como su manto, su espada, los pelos de su barba o un diente. Otra opción muy recomendable para ver la ciudad desde otra perspectiva es recorrer el Bósforo en barco. Este estrecho, de suma importancia estratégica ya que es la única salida del Mar Negro al Mediterráneo. No cabe duda que luego de visitarla, uno se da cuenta que esta ciudad sigue escribiendo su historia :)
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