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miércoles, 19 de febrero de 2020

EL ZORRO ROJO: Aquel astuto cazador del bosque

No podía dejar de comentar en esta oportunidad acerca de un escurridizo animal, cuya astucia, inteligencia y habilidad lo diferencian de los demás. Me refiero obviamente al zorro rojo, uno de los carnívoros más bellos de la naturaleza, cuya sorprendente adaptación y su alimentación omnívora lo han convertido afortunadamente en uno de los más abundantes tanto en Europa como en Norteamérica, así como en Australia, donde fue introducido para acabar con la plaga de conejos que devastaba las cosechas. Se identifican fácilmente por sus orejas, siempre en alerta, y su espesa y larga cola. Pocos predadores han experimentado una explosión demográfica tan espectacular como el zorro rojo, debido a la abundancia de presas, lo que ha facilitado su expansión. Si a esto le añadimos su extraordinaria capacidad de adaptación a cualquier clima, dieta o biotopo, no es de extrañar que sus dominios se extiendan desde la tundra ártica hasta el Mediterráneo. El bello y apreciado manto rojizo, las largas y enhiestas orejas, así como los redondeados ojos claros o el afilado hocico, hacen del zorro un animal inconfundible, ampliamente conocido por su astucia, ya que se puede afirmar que es un mamífero de superdotada inteligencia y agudeza sensorial, lo que le permite oler un rastro como lo haría el mejor perro de caza, y su aguda vista le permite distinguir los objetos incluso de noche. Dentro de su área, el zorro, bohemio y solitario excepto durante la época de apareamiento, no es un animal sociable. Generalmente vaga dentro de los límites de unos kilómetros cuadrados, siempre que encuentre alimento. Su actividad se desarrolla especialmente durante el crepúsculo y se prolonga en la noche, aunque no es raro descubrirlo durante el día en lugares tranquilos, sobre todo en invierno, cuando “invade” las ciudades (aunque no en forma tan descarada como los jabalíes). Sus presas favoritas, cazadas al acecho, son los roedores, los insectos, entre los que figuran los grillos, saltamontes y escarabajos, algunos frutos y hasta carroña. El periodo de celo del zorro comienza en diciembre. Las gélidas temperaturas no le impiden llevar a cabo la cópula, en la intimidad, tanto de día como de noche. Luego la hembra escoge una madriguera donde dar a luz, generalmente en grietas que se abren entre las rocas. Allí prepara un modesto lecho empleando incluso los pelos que se arranca del vientre. Las zorras cubiertas a finales de diciembre paren en febrero, ya que la gestación dura dos meses. Las más tardías lo hacen en abril, aunque en ocasiones se han detectado madrigueras con cachorros muy jóvenes a principios del verano europeo. El número de cachorros que alumbran depende de la cantidad de alimento que encuentran disponible, ya que la fecundidad depende de lo nutridas que estén las futuras madres. Normalmente dan a luz entre 4 y 6 zorritos -aunque pueden ser 11- que nacen con los ojos cerrados y tienen un color muy oscuro. A los ocho días abren los párpados y al mes ya salen de la madriguera. Los pequeños son muy juguetones y hasta que no se cumplen tres meses desde su nacimiento no se produce el destete. Generalmente es la hembra la que alimenta a sus retoños, aunque en ocasiones colabore el padre. Al cabo de unos meses, cuando las hojas de los árboles comienzan a caer y los primeros signos del otoño se patentizan en el bosque, los jóvenes abandonan su madriguera y emprenden un largo éxodo que los lleva muy lejos del área de residencia materna. Al llegar el invierno, con casi diez meses de edad, los cachorros son ya maduros sexualmente, a pesar de que el porcentaje de hembras primerizas que no se llega a reproducir es muy elevado. Los zorros rojos pueden vivir hasta 15 años en cautiverio. En la naturaleza algunos han podido vivir durante una década, sin embargo, el promedio de vida de estos animales es corto, de 2 a 5 años. El zorro rojo tiene una alta tasa de mortalidad, sobretodo en el momento en que los padres dejan de protegerlos para buscar su propia ubicación en la naturaleza. Lo que es muy cierto es que, mientras más grande sea el zorro rojo, tendrá menos posibilidad de convertirse en victima de los depredadores. Los zorros rojos se enfrentan a los depredadores que se encuentran en los lugares donde ellos residen. Los grandes felinos son los principales depredadores naturales de esta especie de zorros, por ejemplo, el lince y la pantera. El lobo es otro depredador que tiene problemas con este zorro, pero como en comparación las poblaciones de los lobos son pequeñas, esto no es un gran problema para ellos. Como no podía ser de otra manera, los seres humanos son los mayores depredadores de los zorros rojos. Antes, estos animales solían ser cazados por sus pieles para abrigos, pero hoy lo hacen para mantenerlos alejados de los pollos y del ganado. Los propietarios de las granjas están cansados de perder dinero debido a que los zorros matan a estos animales, sin embargo, puede llegar a ser una batalla sin fin, porque luego de que maten a uno, no pasará mucho tiempo antes de que otro zorro se mueva para ese territorio :)
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