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miércoles, 24 de mayo de 2023

GRAN DANÉS: Su tamaño lo dice todo

Llamado también dogo alemán o alano alemán, el gran danés es una de las razas más grandes del mundo. A pesar de su imponente aspecto, son perros amables y tranquilos que buscan el afecto y los mimos de las personas, aunque al hacerlo subestiman el peso de su propio cuerpo. Un gran danés adulto puede fácilmente llegar a pesar 90 kg o incluso más. La altura a la cruz alcanza, por lo menos, los 80 cm, en el caso de los machos, y 72 cm en las hembras, por lo que no sorprende su peso. Sin embargo, no se trata de un animal torpe, al contrario, su aspecto orgulloso irradia una gran fuerza y elegancia. De hecho, debido a su imagen armoniosa, su figura bien proporcionada y la expresividad de su cara, el estándar de la Federación Cinológica Internacional lo describe como el Apolo de los canes. Muchos lo ven como una estatua majestuosa y quizá por esa razón contaba con la admiración de la nobleza de los siglos XVI y XVII. Por cierto, a pesar de que su nombre hace referencia a Dinamarca, no se le relaciona en lo absoluto con ese país sino con Alemania, uno de los principales creadores de las razas que se conocen hoy en día, aunque es bueno reconocer que su origen siempre ha estado envuelto en polémica. A finales del siglo XIX, los cinólogos creyeron haber encontrado al antepasado del gran danés. Las ilustraciones de los grandes perros de pelea de pelo corto y hocico chato que acompañaron a los asirios hace más de 4000 años recuerdan al dogo alemán que conocemos hoy en día. Es más, en Dinamarca se han hallado restos óseos de perros de pelea de tamaño similar que datan del periodo comprendido entre los años 5000 a.C y 1000 d.C; no obstante, el parentesco entre estos perros y el alano alemán es un tema muy discutido. La aparente relación existente entre el gran danés y el dogo del Tíbet, una de las razas más antiguas del Este, ya ha quedado descartada por pruebas de ADN. No se han encontrado pruebas concluyentes anteriores al siglo XVI sobre los orígenes del gran danés. Según los datos disponibles, los grandes y elegantes perros de Inglaterra y de Irlanda, procedentes del cruce de mastines con perros lobo irlandeses, llegaron a Alemania. Su apariencia todavía era muy dispar, pero compartían un rasgo: su extraordinario tamaño. Finalmente, en el siglo XVII, comenzó en Alemania la cría selectiva del llamado perro inglés. Estos canes grandes y elegantes, que en un principio se dedicaron a la caza de osos, jabalíes y otros animales salvajes, no tardaron en hacerse un espacio en la corte como excelentes perros de compañía. La raza, entonces, quedó dividida en perros de cámara, perros de compañía y perros de caza. Entre los perros de cámara se encontraban los ejemplares con mayor fuerza y belleza, a los que se concedía el honor de llevar un collar dorado y de dormir en los aposentos de la nobleza sobre pieles de oso. A aquellos a los que no se consideraba lo suficientemente elegantes para formar parte de este grupo se les otorgaba el collar plateado y eran los encargados de proteger la corte de los intrusos. Puesto que tanto los perros de cámara como los de compañía vivían entre los nobles y sus familias, en la cría se buscaban, sobre todo, rasgos como la obediencia y la docilidad. Los perros con este carácter no se destinaban a la caza. Incluso aquellos que no reunían las cualidades necesarias para ser perros de cámara o de compañía, y vivían en los establos, eran considerados tan valiosos que no se empleaban para la caza. Para ello, se utilizaban otros perros, cuya tarea consistía en seguir el rastro de los cerdos y de los osos y hacerlos salir del bosque; una vez que las presas salvajes se encontrasen a la vista, se soltaba a los perros ingleses de caza, que debían atraparlas y sujetarlas con su poderosa mandíbula hasta que el cazador las tuviera a tiro. Para que estos perros tan valiosos no resultasen heridos, se los cubría con gruesas tripas de animales. A medida que se fue extendiendo el uso de las armas de fuego, estos perros fueron perdiendo su utilidad, y muchas de las razas de aquel entonces acabaron por desaparecer. A diferencia de ellas, el gran danés se siguió considerando un perro de lujo y un símbolo de posición social. En los siguientes siglos, mientras se fue afirmando y refinando la raza son muchas las personalidades que poseyeron uno o varios daneses: el Papa Alejandro, Carlos I de España y V de Alemania, la duquesa de York y la Princesa Marinak Stirbey de Rumania (poseía un ejemplar arlequín llamado Atlas V. Rednitztal XIII). A mediados del siglo XIX, uno de los dueños más famosos de dogo alemán fue Otto von Bismark, primer canciller del Imperio alemán, que tuvo estos perros durante más de 60 años, lo cual hizo que el alano alemán se ganase el apodo de perro del Imperio. Dado que estos perros vivían principalmente en familia, la cría se centró en la búsqueda de un carácter tranquilo, equilibrado y obediente. Surgieron varios tipos de gran danés que recibieron distintos nombres: dogo de Ulmer, dogo danés, dogo inglés o gran dogo, entre otros. En el año 1876, se presentaron a una exhibición unos cuantos ejemplares diferentes de alano alemán y los miembros del jurado propusieron a los criadores un nombre común para la raza: Deutsche Dogge, que literalmente significa dogo alemán. Este nombre genera cierta polémica, ya que no todos los países consideran que la raza sea originaria de Alemania. Por ello, algunos países la han bautizado como gran danés (Great Dane en inglés). El primer club de la raza que se fundó fue el alemán, en 1888. Con sede en Berlín, hasta el día de hoy es el responsable de establecer el estándar que se ha de seguir en la cría de la raza, aunque es la Federación Cinológica Internacional la que lo supervisa y publica. Gracias a su forma de ser, agradable y serena, son muy buenos para convivir en familia, incluso en familias con niños, ya que son juguetones y cariñosos con ellos, lo único que a veces puede suponer un obstáculo es su gran peso.
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