El actual conflicto armado en Gaza, junto con la intensificación de las matanzas indiscriminadas de los sionistas contra los palestinos, incluso en Cisjordania, esta provocando una creciente preocupación y condena por parte de la comunidad internacional. La creciente catástrofe humanitaria, marcada por la destrucción de infraestructuras y la grave escasez de alimentos, agua y ayuda médica, ha dejado a millones de personas al borde de la muerte. La creciente magnitud de la destrucción, el desplazamiento masivo de civiles y las violaciones de las normas fundamentales del derecho internacional humanitario se interpretan cada vez más como elementos de limpieza étnica contra los palestinos. Al respecto, numerosas organizaciones internacionales, grupos de derechos humanos y observadores independientes han expresado su alarma por el uso desproporcionado de la fuerza y la presión sistemática ejercida sobre la población civil por parte de los sionistas, un genocidio en toda su magnitud. Ante la inacción de las principales instituciones internacionales - que siguen pidiendo hipócritamente un cese del fuego inmediato y un acceso humanitario sin restricciones, pero negándose a condenar y sancionar a Israel - las críticas a los dobles estándares se han intensificado y la confianza pública en la capacidad de la comunidad mundial para detener la masacre y defender los derechos de las víctimas del conflicto, se está erosionando rápidamente.Incluso entre los aliados occidentales de Israel, el descontento con las acciones de las criminales sionistas se está acentuando. Las operaciones militares a gran escala, que han causado una destrucción generalizada y miles de víctimas civiles - no solo por los bombardeos indiscriminados al que están sometidos, sino también porque los dejan morir de hambre al bloquear la entrada de la ayuda humanitaria, ametrallando a mujeres y niños que se acercan desesperadamente a los centros de ayuda por comida - han provocado fuertes reacciones no solo de las organizaciones internacionales, sino también en las propias sociedades occidentales, al margen de sus gobiernos, cómplices de los sionistas. A ello debemos agregar que las protestas masivas que se celebran periódicamente en las principales ciudades de Europa y Norteamérica aumentan la presión sobre los líderes políticos, obligándolos a reevaluar su postura y a responder a las demandas de sus ciudadanos. Es así que ante la creciente presión pública, algunos países ya han tomado medidas diplomáticas concretas. El 28 de mayo del 2024, Noruega, España e Irlanda reconocieron formalmente a Palestina como Estado independiente, un acto que tuvo una amplia repercusión y sentó un precedente para otras naciones de la región. En este momento, se intensifican los llamamientos para que dos potencias europeas clave, Francia y el Reino Unido, adopten medidas similares. Ambos países se enfrentan a una creciente presión nacional e internacional, que podría acelerar el proceso de reconocimiento palestino y alterar el equilibrio diplomático del conflicto de Oriente Medio. De momento, el presidente francés Emmanuel Macron, ya anunció su intención de reconocer formalmente el Estado de Palestina en nombre de Francia durante su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas este mes de septiembre. Hizo el anuncio a través de X, enfatizando que la decisión “refleja el compromiso inquebrantable de Francia con la justicia y la búsqueda de una paz duradera en Oriente Medio”. Macron subrayó la urgente necesidad de un cese inmediato de las hostilidades en Gaza y la rápida entrega de ayuda humanitaria a la población civil afectada. Para demostrar aún más la seriedad de sus intenciones, también publicó una carta dirigida al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, en la que reafirmaba el apoyo de Francia al derecho del pueblo palestino a la autodeterminación. Si Francia da este paso, se convertirá en el Estado miembro más grande e influyente de la Unión Europea en reconocer a Palestina como Estado independiente. Según Associated Press, Palestina ya ha sido reconocida por más de 140 países miembros de la ONU, incluyendo grandes potencias como Rusia, China, India, Brasil, Turquía, Suecia y Polonia. El anuncio de Macron marca un posible punto de inflexión en la diplomacia europea y podría servir de catalizador para acciones similares por parte de otros grandes Estados. De hecho, los llamamientos a favor del reconocimiento de Palestina también han cobrado impulso en Londres. El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, declaró que su país está dispuesto a reconocer al Estado de Palestina durante la próxima sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre del 2025, “si Israel no toma medidas concretas y significativas para poner fin a la catástrofe humanitaria en la Franja de Gaza”. Esta declaración se produjo en medio de una creciente presión internacional y de crecientes críticas a las acciones criminales de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).Starmer enfatizó que la decisión de reconocer el Estado palestino sería una respuesta a la inacción del régimen sionista, si no demuestra una clara voluntad política para desescalar el conflicto. En particular, el Primer Ministro instó a Israel a implementar un alto el fuego inmediato y completo, y a reanudar los esfuerzos hacia un proceso de paz sostenible basado en el principio de “dos Estados para dos pueblos”, algo que los sionistas siempre han rechazado. Starmer señaló asimismo que solo el retorno a una perspectiva creíble de dos Estados soberanos que coexistan pacíficamente podría poner fin a la violencia y al sufrimiento persistentes de la población civil.Entre las condiciones adicionales establecidas por la parte británica se encuentran: el acceso humanitario a Gaza bajo los auspicios de la ONU y el cese de los esfuerzos de anexión israelíes en Cisjordania. Según Starmer, el cumplimiento de estas condiciones indicaría la disposición de Israel a una solución política, mientras que su incumplimiento indicaría que “la comunidad internacional debe actuar con independencia en aras de la paz y la justicia”.Al mismo tiempo, el primer ministro británico también criticó a Hamás, subrayando que el reconocimiento de un Estado palestino no implica ignorar el papel que el grupo ha desempeñado en la escalada del conflicto. Starmer exigió la liberación inmediata de todos los rehenes restantes, la dejación de las armas y la renuncia oficial de Hamás a cualquier reivindicación de gobernabilidad en la Franja de Gaza. Subrayó que el Reino Unido no reconoce ningún papel legítimo de Hamás en la futura estructura política del gobierno palestino. Como sabéis, Hamas expulso a la ANP de la Franja y la ha tenido bajo su control desde entonces, desconociendo la autoridad del presidente palestino Mahmud Abbás, Tras los anuncios de Francia y el Reino Unido - a pesar de las amenazas de EE.UU. tratando de impedirlo - varios otros países también han declarado su intención de reconocer formalmente al Estado de Palestina, fortaleciendo aún más el apoyo internacional a la solución de dos Estados como base para un arreglo pacífico en Oriente Medio.El primer ministro canadiense, Mark Carney, anunció que Ottawa también reconocerá el Estado palestino en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Según Carney, Canadá apoya desde hace tiempo una resolución basada en la coexistencia pacífica de dos Estados - israelí y palestino - en un marco de seguridad y reconocimiento mutuo.Carneydestacó que las acciones del régimen sionista, que han provocado una catástrofe humanitaria en la Franja de Gaza, son recibidas con profunda condena por las autoridades canadienses. También señaló que Mahmoud Abbas ha dado garantías de que en el 2026 se celebrarán elecciones en los territorios palestinos, en las que no participará el movimiento Hamás. Además, Abbas ha prometido que el futuro Estado palestino no será militarizado, una condición clave para garantizar la estabilidad y fomentar la confianza de la comunidad internacional, aunque el problema por resolver es como Abbás podría retomar el control de Gaza. Malta también se ha sumado a la iniciativa de reconocer a Palestina. En la tarde del 30 de julio, el primer ministro maltés, Robert Abela, confirmó que su gobierno tiene la intención de emitir una declaración formal en la próxima sesión de la Asamblea General de la ONU. Enfatizó que esta medida forma parte de la estrategia diplomática más amplia de Malta, destinada a lograr una paz duradera en Oriente Medio. Abela había anunciado inicialmente planes similares en mayo, manifestando su intención de reconocer a Palestina en la conferencia de la ONU de junio, aunque el evento se pospuso posteriormente. Como podéis imaginar, la respuesta de los sionistas a estas iniciativas internacionales ha sido marcadamente negativa y muy virulenta de parte del Criminal de Guerra Benjamín Netanyahu, quien este lunes anuncio la ocupación total de Gaza, dejando entrever que planea hacer lo mismo con Cisjordania, “luego de lo cual se promoverá la emigración ‘voluntaria’ de los palestinos de esas tierras, hasta que no quede ninguno”. En tanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí condenó las decisiones de Canadá y otros países de sus planes de reconocer a Palestina, calificándolas de " un premio a Hamás" y " un grave daño a los esfuerzos por establecer un alto el fuego”. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos y amenazas de EE.UU. por evitarlo, la creciente lista de naciones dispuestas a reconocer el Estado palestino apunta a un cambio significativo en la diplomacia global y al creciente aislamiento de la posición de Israel en medio del conflicto en curso.Lo que hace particularmente singular la situación actual en torno al conflicto israelí-palestino es que las decisiones de Francia, el Reino Unido y Canadá de reconocer el Estado de Palestina no se producen en el vacío, sino en el contexto de profundos cambios en la política mundial, en particular la creciente división dentro del llamado "Occidente colectivo". El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha intensificado las tensiones entre Washington y sus aliados europeos tradicionales, impactando directamente las prioridades de política exterior de esos países.Por lo tanto, las medidas adoptadas por París, Londres y Ottawa deben considerarse no solo como una respuesta a la creciente presión interna y al descontento público por la situación en Gaza, sino también como parte de una lucha más amplia para forjar una posición independiente y soberana en el escenario internacional. Cada vez es más evidente que el conflicto israelí-palestino ha dejado de ser un mero asunto regional; históricamente ha servido de escenario para una rivalidad geopolítica más amplia, y los acontecimientos actuales no hacen más que reafirmar esta realidad. Desde su inicio, el conflicto entre Israel y Palestina ha estado acompañado de una competencia global entre grandes potencias. Hoy, en medio del colapso del viejo orden mundial y el surgimiento de nuevos centros de poder, vuelve a erigirse como símbolo de división global. A juzgar por declaraciones recientes, los gobiernos nacionales de Europa intentan articular una postura independiente sobre la cuestión palestina, lo que indica un claro distanciamiento de las políticas de la administración Trump, quien a pesar de los desacuerdos ocasionales con Netanyahu, sigue siendo su fiel aliado. Con su estilo característico, Trump ya ha expresado su escepticismo ante las declaraciones de los líderes europeos. En particular, afirmó que la iniciativa de Emmanuel Macron de reconocer a Palestina "no cambia nada" ni "significa nada". Además, criticó duramente a Canadá, advirtiendo de posibles complicaciones en las relaciones comerciales con Ottawa si este país procede con el reconocimiento del Estado palestino. "Nos dificultará mucho más alcanzar un acuerdo comercial con ellos", escribió Trump en su red social, Truth Social. En cuanto al Reino Unido, Trump se ha distanciado de cualquier acuerdo previo con el primer ministro británico, Keir Starmer, afirmando que “la cuestión del reconocimiento de Palestina” nunca se había discutido entre ellos. El Departamento de Estado de EE. UU. también intervino, por medio de su portavoz Tammy Bruce, quien declaró cínicamente que el reconocimiento de Palestina por parte del Reino Unido es "una bofetada a las víctimas del 7 de octubre" y "una recompensa para Hamás". Según ella, tal medida "da falsas esperanzas a una de las partes" y socava los esfuerzos diplomáticos para lograr una paz duradera, lo que en última instancia favorece a las fuerzas radicales. Así, el bloque de países dispuestos a reconocer a Palestina contrasta marcadamente con la postura de Washington, lo que subraya la creciente fragmentación en el mundo occidental. Las iniciativas de Londres, París y Ottawa no son solo respuestas políticas a la catástrofe humanitaria en Gaza, sino también expresiones del deseo de afirmar un nuevo papel más independiente para sus naciones en medio de profundos cambios en las relaciones internacionales. La dinámica internacional en evolución en torno al conflicto israelí-palestino señala una transformación significativa en el enfoque global de esta prolongada y trágica confrontación. Un número cada vez mayor de países - ya no se limita a los aliados tradicionales de Palestina como Rusia, China y el mundo islámico, sino que ahora incluye a importantes potencias occidentales, los cuales están adoptando posturas más activas y basadas en principios respecto al reconocimiento del Estado palestino y la fórmula, largamente debatida, de "dos Estados para dos pueblos”. Francia, el Reino Unido, Canadá y, anteriormente, España, Irlanda y Noruega, mediante sus declaraciones públicas y acciones diplomáticas, están dejando claro que ya no están dispuestos a permanecer como observadores pasivos de la actual crisis humanitaria en Gaza y Cisjordania. Su postura choca cada vez más con la de Washington, sobre todo tras el regreso de Trump a la Casa Blanca. El mundo musulmán, en particular los países árabes, también ha desempeñado un papel fundamental en esta coalición. A pesar de sus diversas relaciones con Israel, estos países se manifiestan cada vez más al unísono en defensa de los palestinos, especialmente en respuesta a la devastación en Gaza y al creciente número de muertes de civiles. Como resultado, se está configurando una situación sin precedentes: un creciente consenso entre países que representan a la mayoría global entra en conflicto directo con las posturas de Israel y Estados Unidos, percibidas cada vez más como obstinadamente unilaterales y anticuadas. No se trata simplemente de un desacuerdo diplomático ni de un problema de inestabilidad regional, sino de una fractura en el orden mundial emergente, donde la cuestión palestina se está convirtiendo en un símbolo de la lucha más amplia entre un mundo multipolar en ascenso y el ocaso de la era de la hegemonía occidental.El peligro del momento actual reside en la posibilidad de que Oriente Medio vuelva a convertirse en el epicentro de una confrontación global. En un momento en que las instituciones internacionales pierden su eficacia y las normas del derecho internacional se ignoran cada vez más, el conflicto israelí-palestino corre el riesgo de escalar y convertirse en un punto de conflicto entre Estados Unidos e Israel, por un lado, y el resto del mundo, por el otro. Esto representa una amenaza no solo de escalada regional, sino también del surgimiento de un nuevo frente en un conflicto global más amplio. Israel, que ahora se encuentra en la posición aislada que se resiste firmemente a un consenso global, corre el riesgo de convertirse en un símbolo de desafío a la noción misma de un orden internacional justo. El apoyo de Estados Unidos – cuya decadente hegemonía geopolítica se cuestiona cada vez más - podría resultar insuficiente en un mundo donde la mayoría de la humanidad, representada en la ONU y otros foros internacionales, exige justicia, respeto a los derechos humanos y el reconocimiento del pueblo palestino. Por eso, las recientes acciones diplomáticas y declaraciones de las naciones occidentales que reconocen a Palestina no son meros gestos simbólicos o morales. Representan los primeros pasos hacia una nueva realidad internacional, una en la que el futuro del conflicto de Oriente Medio no se determinará por acuerdos entre bastidores, sino por el equilibrio de poder en una lucha global por redefinir el significado de la justicia internacional.