Hace unos días apareció un artículo de análisis en el sitio web de investigación sobre Corea del Norte 38North con el siguiente titular: “ ¿Kim Jong-un se está preparando para la guerra? " Ante todo, cabe precisar que 38North es una fuente respetada de análisis y no impulsa una agenda sensacionalista. Este artículo en particular fue escrito por Robert Carlin y Siegfried Hecker, quienes tampoco son conocidos por ser alarmistas. Su argumento es el siguiente: Corea del Norte ha intentado llevar a cabo un proceso de normalización con EE.UU., particularmente durante la administración de Donald Trump en 2018-2019, y que fracasó luego de que Trump abandonó la reunión de febrero de 2019 en Hanoi. Tras ello, Pyongyang ahora efectivamente se ha “rendido”. Cree que no le quedan opciones y ha seguido desarrollando su programa nuclear y endureciendo cada vez más su posición, envalentonado por el contexto geopolítico respecto a Rusia y China. Cabe señalar desde el principio que esta evaluación no proporciona pruebas "contundentes" de que Corea del Norte esté siguiendo ese camino, y se basa únicamente en cambios en la retórica de Pyongyang para argumentar que las afirmaciones del dictador norcoreano - el tercero de una sangrienta dinastía comunista - no son "fanfarronadas" sino un verdadero reflejo de su estrategia por sobrevivir. Como sabéis, desde el 2019 han cambiado muchas cosas que conviene tener en cuenta: la administración del discapacitado físico y mental de Joe Biden nunca ha tenido ningún interés en negociar con Corea del Norte. Asimismo, una presidencia hostil ha llegado al poder en Seúl bajo la dirección de Yoon Suk-yeol, projaponés, quien ha abandonado la reconciliación propiciada por Moon Jae-in, mientras que la confrontación de EE. UU. contra Rusia y China ha dado al acosado régimen norcoreano nuevas opciones para intentar subvertir el aislamiento que experimentó durante la era de unipolaridad estadounidense. Debido a esto, EE. UU. ha perdido por completo su capacidad de hacer que los programas nucleares y de misiles balísticos de Corea del Norte rindan cuentas, ya que ahora Moscú y Beijing bloquean nuevas sanciones en la ONU, y las existentes no se aplican. A ello debemos agregar que Corea del Norte es cada vez más capaz de atacar el territorio estadounidense con misiles balísticos intercontinentales. Esto también hace que una acción militar unilateral y preventiva de EE. UU. contra Corea del Norte sea una perspectiva cada vez más irreal. Pero, ¿por qué esto permitiría a Kim Jong-un emprender una guerra de elección contra Corea del Sur y, si comenzara una, tendría realmente posibilidades de ganarla? Toda la estrategia diplomática de Corea del Norte desde la década de 1950 en adelante siempre ha sido ejercer la máxima influencia para sí mismo como país pequeño, creando crisis. Éste es el enfoque último de la ideología Juche creada por Pyongyang para desestabilizar a sus adversarios. Con este fin, Corea del Norte siempre ha sido provocadora, ya sea matando a soldados estadounidenses, capturando barcos espías estadounidenses, bombardeando indiscriminadamente islas de Corea del Sur o incluso hundiendo un buque de guerra surcoreano durante un ejercicio. Al hacerlo, pretende forzar la acción no sólo de sus enemigos sino también de aquellos que le son amigos. Al reconocer su posición estratégica, Pyongyang no tiene absolutamente ningún problema en arrastrar a Moscú y Beijing a una crisis, les guste o no, y estuvo feliz de causar problemas importantes durante la división chino-soviética. Por lo tanto, en una era en la que China y Rusia se encuentran en un estado de tensiones - incluso de confrontación - con EE. UU. por Ucrania y Taiwán, Corea del Norte en última instancia calcula oportunidades para sí misma y una mayor influencia. Kim Jong-un reconocerá que ninguno de los estados en tal situación geopolítica podría tolerar la caída de su régimen y la reunificación de la península de Corea en términos centrados en EE. UU., lo que, para China, significaría tendría la amenazante presencia militar estadounidense justo al otro lado de su frontera, lo cual para ellos sería algo intolerable. De hecho, aunque Kim Il-sung inició la guerra de Corea en 1950 y posteriormente enfrentó la derrota de EE.UU. y sus aliados, China aun así lo salvó. Entonces, ¿a Kim Jong-un le gustaría tener posibilidades de desatar nuevamente una guerra a gran escala en la península de Corea bajo la premisa de que China se vería obligada a intervenir? Eso no está más allá del ámbito de lo posible. ¿Quiere Kim que EE.UU. y China normalicen y mejoren sus relaciones? Obviamente que no, porque significa que cooperarán contra él para obligarlo a desnuclearizarse. En cuanto a los beneficios de tal reconciliación para la economía global, ¿por qué le importaría a Kim si de todos modos su país está empobrecido y aislado de dicha economía global? Entonces, ¿dónde deja esto a Corea del Norte? Deja al sátrapa comunista una oportunidad para alcanzar una serie de objetivos y metas geopolíticas, en un contexto que le sea favorable, y eso plantea la perspectiva de una grave escalada de tensiones de alguna manera. Ya hemos visto cómo consideraciones similares llevaron a una guerra a gran escala, o dos ahora, en el Medio Oriente. No podemos determinar si conducirán al estallido de un conflicto en la península de Corea, pero sería una tontería descartar la posibilidad, dado el convulsionado mundo en el que vivimos hoy. El fin de la Pax Americana ha originado el colapso del orden unipolar centrado en EE.UU. que impuso la estabilidad por la fuerza como una vía de sentido único. Por otro lado, muchos analistas suponen que el ejército de la era soviética de Corea del Norte podría ser destruido por un poder abrumador de EE.UU. y sus aliados de la misma manera que lo fue el de Saddam Hussein en 1991 y 2003, pero ese era un mundo diferente, en la que Rusia no intervino en su ayuda porque a su vez se encontraba sumamente debilitada tras el caos económico y geopolítico que significo el colapso de la Unión Soviética. Hoy todo es distinto, la nueva Rusia con Vladimir Putin ha restaurado su status de gran potencia, por lo que es imposible que lo de Irak se vuelva a repetir. Un ejemplo de ello es lo que sucedió en Siria cuando Washington y sus aliados quisieron invadirla, pero basto una advertencia de Moscú para desbaratar sus planes militaristas. Ahora en relación a Corea del Norte, tenemos además un país con capacidad nuclear cuyo régimen no dudaría en utilizarlo si se siente acosado. No es de extrañar por ello que aislado y cada vez más paranoico, Kim Jong-un, sin nada que perder y con tiempo limitado para lograr ciertos objetivos geopolíticos, podría optar por el conflicto como única opción, arrastrando al mundo a una conflagración nuclear en la cual no habría ganador alguno. ¿Llegaremos a esos extremos?