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miércoles, 19 de junio de 2019

EE. UU.: La hora de la ignominia

Un operativo de falsa bandera, convertido en un incidente naval y la excusa perfecta para iniciar una guerra, es un clásico de la política estadounidense que ya pasó largamente el siglo. Que Donald Trump y sus secuaces acusen sin prueba alguna a Irán de haber atacado a dos petroleros extranjeros que pasaban por aguas que la República Islámica patrulla de cerca no tiene nada de original, excepto en las banderas de los buques afectados. En efecto, desde la voladura del Maine en La Habana hasta el enfrentamiento a cañonazos con los norvietnamitas en el incidente del Golfo de Tonkín, los problemas fabricados en alta mar le sirvieron a Washington como una ‘excusa’ para iniciar guerras que se deseaba empezar. Como sabéis, en la mañana del jueves 13 de junio, dos petroleros supuestamente fueron atacados en el Golfo de Omán , frente a las costas iraníes. Como era de esperar, rápidamente y de un modo sincronizado, tanto los EE.UU. como sus aliados más cercanos en la región, Arabia Saudita e Israel (quienes a su vez asesinan con total impunidad a yemenitas y palestinos con el beneplácito de la Casa Blanca que avala esos genocidios) culparon inmediatamente a Irán por el incidente, sin proporcionar ninguna evidencia que lo demuestre. Los barcos estaban en camino a Japón exactamente al mismo tiempo que el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se encontraba en Teherán. Era el primer líder japonés que visitaba Irán desde la Revolución de 1979, y se encontraba celebrando una reunión histórica con el Ayatollah Ali Khamenei cuando ocurrió el incidente. Vaya ‘coincidencia’ que ocurra justo en ese preciso momento. No hay que ser adivino para saber quienes lo organizaron, la misma banda de dementes paranoicos que rodean a Trump, instándole a declarar la guerra al mundo. Para nadie es un secreto que tanto Mike Pompeo como John Bolton, hayan perfeccionado sus habilidades para engañar y mentir descaradamente durante años, dedicados a promover escenarios para ‘justificar’ guerras e intervenciones militares de los EE. UU. independientemente de la verdad y la subsiguiente pérdida de vidas que esos conflictos ocasionan. Bolton fue un defensor acérrimo de la guerra de EE.UU. en Vietnam, pero que cobardemente lo apoyó desde los confines seguros de la Universidad de Yale y no en el campo de batalla. “Que otros mueran por mis ideas pero no yo” es el lema favorito de este impresentable sujeto, prófugo de algún hospital psiquiátrico. No debe sorprendernos que también estaba ‘convencido’ de que Irak tenía que ser invadido para destruir “sus armas de destrucción masiva” que solo caben en su retorcida imaginación, sin importarle en lo absoluto el costo en vidas o la cantidad de sangre derramada que ello ocasiono, así como la destrucción total de un país, para quedarse con su petróleo. Fieles a su estilo, Pompeo y Bolton mienten incesantemente sobre Venezuela, Irán y el Tratado de No Proliferación Nuclear, Corea del Norte y ahora acerca de los incidentes de petroleros en el Golfo de Omán. Para ellos la verdad es lo de menos, buscan la guerra a como de lugar. El hecho de que los medios de comunicación les den continuamente espacio a este par de locos para expresar sus fantasías de horror los convierte en individuos sumamente peligrosos. Sin embargo, hay que reconocer que solo están siguiendo el camino creado por los EE.UU. para inventar incidentes y así ‘justificar’ sus guerras. Ya en 1898, el gobierno estadounidense entendió cual era la fórmula requerida para preparar el terreno para sus agresiones expansionistas. Cuba había librado varias guerras de independencia contra el dominio colonial español, cuando EE.UU. envió el USS Maine a La Habana el 24 de enero de 1898, con el pretexto de ‘proteger’ al cónsul estadounidense. A las pocas semanas, el 15 de febrero, el Maine fue hundido por una gran explosión matando a 266 integrantes de su tripulación. La indignación contra los españoles a quienes se les acuso del hecho, siguió a pesar de que el propio comandante de la nave siniestrada instó a tener cuidado de no llegar a conclusiones precipitadas. Pero su llamado fue ignorado y los periódicos estadounidenses dieron inicio a una feroz campaña, etiquetando a los españoles de “salvajes” y exigiendo represalias contra “esos animales sedientos de sangre”. Como podéis comprobar, la deshumanización de los enemigos es una práctica prolongada de los EE.UU. que todavía se despliega con entusiasmo hoy en día. Los propietarios de los periódicos enviaron a cientos de reporteros y fotógrafos para cubrir los aparentes “ataques españoles”, pero al llegar, muchos quedaron decepcionados al no encontrar un ambiente bélico como se repetía en su país. Precisamente, Frederick Remington escribió a William Randolph Hearst, propietario de The Journal acerca de ello, recibiendo su ahora infame respuesta: "Por favor, continúen allí. Ustedes prepárense para lo que se viene, que yo proveeré la guerra". Desde ese día y durante semanas, The Journal dedicó más de ocho páginas por día a la explosión, responsabilizando a los españoles del suceso (J. Buschini, "The Spanish-American War", Small Planet Communications, 2000). A través de la repetición incesante de esas infamias, el grito de lucha por sangrientas represalias se convirtió en un rugido homicida: "En los periódicos, en las calles y en el Congreso, el eslogan era ¡Recuerda el Maine! Al infierno con España" (Buschini). De esta manera y con un desinformado público a su favor (engañados por esa vomitiva propaganda mediática como lo llamaríamos ahora) los EE. UU. no tuvieron problema alguno para embarcarse en una guerra de agresión, iniciando la era de "la diplomacia de los cañones". El 25 de abril de 1898, el Congreso de los EE.UU. declaró la guerra a España, atacando por sorpresa sus posesiones coloniales en el Caribe y el Pacifico, durante los cuales miles de soldados españoles fueron asesinados, cometiéndose múltiples atrocidades contra los prisioneros tomados. Como consecuencia de ello, los EE.UU. reemplazo a España como la potencia colonial en Filipinas, Guam y Puerto Rico, e idearon un ‘estatus’ especial para Cuba. Pero el problema fue que los españoles no hundieron el Maine. Fue un engaño fabricado para ‘justificar’ una guerra. En 1975, una investigación dirigida por el almirante estadounidense Hyman Rickover concluyó que no hubo evidencia alguna de una participación española en la explosión del Maine. La explosión que la destruyo fue interna, causada por su propia tripulación. Desde entonces, una serie de eventos e incidentes han sido inventados o fabricados deliberadamente por los EE.UU. y sus aliados para ‘justificar’ su participación en guerras o realizar invasiones militares. El 7 de mayo de 1915, un submarino alemán hundió el Lusitania, un barco de pasajeros británico, muriendo 1.195 personas, incluidos 124 estadounidenses. Pero al público no se le dijo que los pasajeros eran, en realidad, "escudos humanos" que protegían un valioso cargamento de municiones destinadas ilegalmente por los EE.UU. a Gran Bretaña, violando su propia ‘neutralidad’ en la guerra que se desarrollaba en Europa (James Perloff, "Pearl Harbor", The New American, Vol. 2, No. 30, 8 de diciembre). 8 1986). Para Alemania, el barco era una amenaza. Para Gran Bretaña, era un cebo para atraer un ataque tan deseado por Winston Churchill que se encontraba a cargo del Almirantazgo británico en ese momento, y ‘convencer’ a los EE.UU. para entrar a la guerra. Documentos históricos revelan el hecho de que este vil sujeto estaba dispuesto a sacrificar la vida de miles de civiles, incluidos, de manera crucial, 124 estadounidenses. Había calculado, casi con certeza con el gobierno de Woodrow Wilson, que las armas y municiones cargadas en el barco de pasajeros obligarían a los submarinos alemanes a atacar (Winston Churchill, cited by Ralph Raico, "Rethinking Churchill", The Costs of War: America's Pyrrhic Victories, 1997). El conocimiento detallado de la presencia de submarinos alemanes en el camino a ser utilizado por el Lusitania estaba en manos de Churchill y la inteligencia naval, pero aun así, no se emitieron advertencias al barco. No se organizaron escoltas navales, viajando a una velocidad considerablemente reducida. En una palabra, fue una trampa y el submarino alemán hizo lo que se esperaba de el. Esa trágica pérdida de vidas proporcionó la ‘justificación’ para que Woodrow Wilson ordenara la participación estadounidense en la I Guerra Mundial (Harry V.Jaffa, "The Sinking of the Lusitania: Brutality, Bungling or Betrayal?" The Churchill Center). Cálculos similares, con una indiferencia indiferente por la pérdida de vidas - al fin y al cabo no eran ellos quienes iban a morir en esa operación - estaban en juego en las maniobras para ‘justificar’ la entrada de los EE.UU. en la II Guerra Mundial. Es así que cuando el 7 de diciembre de 1941, bombarderos japoneses atacaron a la flota estadounidense en Pearl Harbor (Hawai) Franklin D. Roosevelt y sus asesores más cercanos, no solo conocían el ataque de antemano pero no lo impidieron, sino que lo provocaron. Para tal efecto, el 7 de octubre de 1940, el teniente Arthur McCollum, jefe del servicio de información de la Marina de los EE. UU., escribió un plan detallado de ocho pasos diseñado para provocar el ataque (Steve Fry, "Author: FDR knew attack was coming", The Capital-Journal, 12 June 2001). Luego de reunirse con Roosevelt el 16 de octubre de 1941, el Secretario de Guerra Henry Stimson escribió: “Nos enfrentamos a una delicada situación y debemos asegurarnos de que Japón se ponga en el lugar equivocado y realice el primer movimiento”. El 25 de noviembre, luego de otra reunión con Roosevelt, Stimson escribió: “La pregunta era: cómo debemos maniobrar [a los japoneses] para que realicen el primer disparo" (Henry Stimson, cited by Robert Stinnett, Day of Deceit: The Truth about FDR and Pearl Harbour, 2000). Sucede que los EE.UU. habían descifrado los códigos diplomáticos y militares japoneses, por lo que su ejército sabía perfectamente la hora y fecha exacta del ataque (Paul Proteus, "Part One: Pearl Harbour", America's Phoney Wars). Es mas, el 29 de noviembre de 1941 el Secretario de Estado reveló a un reportero que el momento y el lugar del ataque ya eran conocidos y esperaban que este ocurriera para tener el pretexto e intervenir en la guerra. Así lo informó The New York Times el 8 de diciembre de ese año. ¿Y los muertos que ocasionó esa incursión japonesa que bien pudo evitarse? Eran los “daños colaterales” que estaban dispuestos a pagar para lograr sus perversos fines. Pero hay mas: La Guerra de Corea en 1950 comenzó con una mentira sobre un ataque no provocado por Corea del Norte a Corea del Sur y las Naciones Unidas fueron engañadas deliberadamente por el gobierno estadounidense; De otro lado, la participación oficial de los EE.UU. en la guerra de Vietnam se ‘justificó’ a raíz de otra mentira fabricada, otro incidente ficticio. Por supuesto, ya habían estado involucrados de forma encubierta durante muchos meses suministrando armas, entrenamiento y fuerzas especiales para ayudar al régimen golpista de Vietnam del Sur contra el Norte del país, controlado por los comunistas, pero el 30 de julio de 1964, la inteligencia estadounidense informó que torpedos de Vietnam del Norte habían lanzado “un no provocado ataque” al destructor estadounidense, USS Maddox, que se encontraba en el Golfo de Tonkin. Fue una burda fabricación promovida por el Criminal de Guerra Lyndon B. Johnson. En los nueve años de guerra que siguieron (del 8 de marzo de 1965 al 29 de marzo de 1973) se perdieron hasta 4 millones de vidas, ‘sacrificados’ en aras de su ambición, que de nada le sirvió porque termino en una humillante derrota; A pesar de este fracaso, Washington volvió a utilizar la misma táctica en 1983, esta vez para invadir Granada sobre la base de un golpe de estado planificado y organizado por la CIA dentro del país. La Organización de los Estados Americanos (OEA) "lamentó profundamente" la invasión y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas votó por 11 a 1 contra ella, pero en otra muestra de su prepotencia, EE.UU. ignoró las protestas y continuó su campaña militar hasta el final; En el caso de la invasión de Panamá en 1989, esta se ‘justificó’ sobre la base del supuesto asesinato “no provocado” de un soldado estadounidense en un puesto de control dentro del país. Investigaciones detalladas que incluyeron informes de testigos oculares, revelaron la verdad de los hechos, indicando que los soldados estadounidenses abrieron fuego y mataron a decenas de civiles, incluido un niño. Pero los asesinos se victimizaron (tal como hacen los sionistas en Palestina) lo que fue utilizado como un pretexto para la invasión de Panamá; Asimismo, todos estamos familiarizados con las mentiras creadas por Washington para tratar de ‘justificar’ la invasión de Irak en el 2003 y apoderarse de sus inmensas reservas de petróleo. Para ello, se fabricaron burdos informes de inteligencia sugiriendo la presencia de “armas de destrucción masiva” en el país, algo que era completamente falso. Los inspectores de armas que refutaron su existencia fueron retirados y silenciados. Los que hablaron fueron socavados y maltratados. Para preparar el camino para el vil ataque, se utilizaron a los grandes medios de comunicación, “coincidentemente” en manos de grandes corporaciones judías para intentar moldear a la opinión publica a su favor con su vomitiva propaganda, mientras se preparaba la operación. Se desató entonces el infierno sobre el pueblo iraquí con una brutal invasión liderada por los EE.UU. donde al menos un millón de iraquíes perdieron la vida. Todo basado en un engaño, una mentira, un operativo de falsa bandera, para tratar de ‘justificar’ lo injustificable; Hoy, Washington repite el mismo libreto esta vez con Irán. Unos videos borrosos en blanco y negro ofrecidos como "prueba" de la participación de Teherán en los ataques contra los petroleros han sido calificados como "no concluyentes" por muchos gobiernos y para otros no tienen sentido alguno. Aparentemente, muestran a miembros de la Guardia Revolucionaria Iraní ‘colocando minas’ en el casco de uno de los petroleros. Pero Yutaka Katada, el presidente de la compañía japonesa que opera el barco cisterna que sufrió una explosión que dañó su casco, ha refutado la versión estadounidense de los eventos en declaraciones a medios japoneses, indicando que la tripulación del barco vio un objeto volador - ¿un misil saudita? - antes de la explosión. La mentira fabricada por los EE.UU. ha quedado al descubierto. Nadie en su sano juicio debe seguir siendo engañado por esos embustes que obviamente tienen manifactura estadounidense. Irán no tenia ningún interés en participar en los ataques a los petroleros, con mayor razón que este ocurrió al mismo tiempo que se realizaba la visita del Primer Ministro japonés a Teherán - desaprobada por Washington - por lo que seria absurdo que sean precisamente los iraníes quienes estén involucrados en ello. No cabe duda alguna que este ataque fue otro operativo de falsa bandera, buscando el pretexto para atacar a su encarnizado enemigo, quien se niega a seguir sus órdenes y hacer lo que Washington exige. Para nadie es un secreto que los EE.UU. y los sionistas tienen viejas cuentas pendientes con Teherán desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, que acabo a sangre y fuego con su malsana influencia en el país, donde ellos eran quienes gobernaban a través del corrupto Shah Reza Phalevi, un títere que cumplía todas sus ordenes al pie de la letra. Desde entonces, lo tienen en la mira y no descansan en sus planes belicistas para acabar con el régimen de los Ayatollas y hoy creen que ha llegado ese momento. Es obvio que luego de Irak, Libia y Yemen, los criminales han elegido a su presa, pero están completamente equivocados si creen que van a salirse con la suya. Tanto China como Rusia han condenado con firmeza los planes estadounidenses y han dado todo su apoyo a Irán, lo que se traduce en una alianza militar. Si estalla la guerra en una zona que parece un polvorín bien cargado, llevará a unas consecuencias que lamentaremos todos :(
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