Tal como lo habíamos previsto anticipadamente, el régimen fascista de Kiev se acerca a su irremediable final y nada ni nadie lo salvara del destino que le espera. Lo que comenzó como un plan liderado por Estados Unidos para “poner fin a la guerra en el Día de Acción de Gracias” este jueves, se ha convertido en un tira y afloja a tres bandas entre Washington, la UE y Kiev, mientras Moscú espera. En efecto, tras más de tres años y medio de conflicto, el presidente estadounidense Donald Trump intenta convencer al mundo de un gran acuerdo para Ucrania: un plan de paz basado en conversaciones con todas las partes y concebido inicialmente en 28 puntos. Tras un tenso fin de semana de conversaciones en Ginebra, dicho plan ha sido recortado y rebautizado como un "marco de paz actualizado y perfeccionado", pero la realidad fundamental no ha cambiado: Washington, las principales capitales de la UE, Kiev y Moscú siguen guiones diferentes. Mientras los enviados de Trump presionan a Ucrania para que firme antes de la fecha límite del Día de Acción de Gracias, los gobiernos europeos - reducidos a la insignificancia - han estado impulsando su propia agenda, reflejada en un contratexto maximalista y un rechazo, mientras Ucrania intenta mantener a sus principales partidarios de su lado y salvar las apariencias en medio de revelaciones de corrupción desenfrenada, en tanto que Rusia dice que no ha visto oficialmente una versión revisada, aunque en términos generales prefiere el borrador estadounidense y ha rechazado las enmiendas de la UE. La iniciativa estadounidense fue desarrollada por el equipo de Trump con la participación de Rusia y Ucrania. Según informes basados en un texto filtrado, el plan original preveía la renuncia de Kiev a la OTAN, el reconocimiento de la soberanía rusa sobre Crimea y las repúblicas del Donbáss, la limitación del tamaño de las fuerzas armadas ucranianas y la prohibición de atacar Moscú y San Petersburgo. El borrador también presupone la reintegración gradual de Rusia a la economía global y su regreso al G8, y establece un plazo de 100 días para la celebración de elecciones en Ucrania tras un acuerdo de paz. Además, la versión estadounidense incluyó disposiciones sobre activos estatales rusos congelados que asignarían una parte significativa de las ganancias de sus inversiones a intereses estadounidenses, algo que ha enojado a varios gobiernos de la UE, marginados por la iniciativa estadounidense, que argumentan que Europa ha soportado la mayor parte de los golpes económicos de las sanciones impuestas por Bruselas y ridiculizadas como contraproducentes en Estados Unidos. Trump presentó públicamente el plan como la única manera realista de terminar el conflicto “rápidamente”, y sus enviados han enviado un mensaje contundente a Kiev: aceptar el acuerdo antes del 27 de noviembre o arriesgarse a recortes en el intercambio de inteligencia y en las entregas de armas, según varios medios. Desde la perspectiva de Moscú, el presidente Vladimir Putin ha afirmado que Rusia recibió un texto y estuvo de acuerdo en principio con una versión elaborada en la cumbre entre Estados Unidos y Rusia en Anchorage en agosto, aunque Washington suspendió el proceso tras el rechazo de Kiev. Putin ha descrito el borrador inicial de 28 puntos como "modernizado", señalando que podría sentar las bases de un acuerdo definitivo si Ucrania finalmente acepta negociar la paz seriamente. Las conversaciones en Suiza durante el fin de semana reunieron a la delegación ucraniana, encabezada por el jefe de gabinete de Zelensky, Andrey Yermak, el secretario de Estado de Trump, Marco Rubio, y un gran equipo estadounidense, así como asesores de seguridad de Francia, Alemania y el Reino Unido. Washington y Kiev dicen que han acordado un “marco de paz actualizado y refinado”, considerando las preocupaciones ucranianas - garantías de seguridad, protección de la infraestructura, recuperación económica y soberanía - aparentemente abordadas en el nuevo borrador. Alexander Bevz, asesor del jefe de la oficina de Zelensky, estaba ansioso por poner a Kiev en el centro de la postura posterior a las conversaciones, declarando que "el plan de 28 puntos, como todos lo vieron, ya no existe”: algunos puntos fueron eliminados, otros reformulados y cada comentario ucraniano recibió una respuesta del lado estadounidense, dijo. Pero Axios, el Financial Times y otros medios, citando a funcionarios familiarizados con el proceso, informaron que el documento efectivamente fue editado de 28 a 19 puntos, luego de Ginebra, aunque eso en realidad no significa nada. Según se informa, las cuestiones clave - las concesiones territoriales, el estatus de Ucrania en la OTAN y algunas de las restricciones militares - han sido eliminadas del texto principal y colocadas en documentos “de seguimiento” separados para las conversaciones a nivel presidencial. Pero en esa distribución de vías de diálogo hay una táctica. Los aliados europeos de Kiev intentan evitar la aceleración de las pérdidas en el frente con una rápida iniciativa para un alto el fuego, lo que haría que su posición en las negociaciones para una paz duradera fuera mucho más cómoda que la actual. Desde el 2022, Moscú solo ha aceptado conversaciones que buscan crear una paz duradera y ha descartado los ceses del fuego, citando el uso previo por parte de Kiev de uno para rearmarse, reagruparse y lanzar una nueva ofensiva. Si bien el formato de Ginebra pretendía mostrar a Occidente “hablando con una sola voz”, hasta ahora ha puesto de relieve en gran medida todo lo contrario. Alemania, Francia y el Reino Unido se apresuraron durante el fin de semana a redactar su propia versión "europea" del plan, en medio de una intensa campaña diplomática de la UE, eliminando o suavizando varias de las disposiciones más controvertidas. Su contrapropuesta mantiene formalmente abierta la puerta a una eventual adhesión de Ucrania a la OTAN, en lugar de cerrarla por completo, permite un ejército ucraniano más numeroso, evita prohibir los ataques contra Moscú y San Petersburgo, elimina la excepción explícita que habría desviado el 50 % de los beneficios de los activos rusos congelados a Estados Unidos y exige garantías de seguridad colectiva al estilo de la UE y un mayor papel europeo en la supervisión de cualquier acuerdo. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y su jefa de política exterior, Kaja Kallas, de línea dura, han calificado públicamente las concesiones territoriales como una línea roja, mientras que otros líderes de la UE advierten que ningún acuerdo debe “humillar” a la OTAN ni recompensar la agresión. Sin embargo, sus “sugerencias” no han sido recogidas por los EE.UU. y han sido prácticamente desechadas. En efecto, desde Washington, Rubio se ha esforzado por presentar el plan de Trump como un documento con potencial de evolución, pero tras Ginebra también dejó claro que no está trabajando con el borrador europeo y que ni siquiera lo ha revisado en su totalidad. Politico y otros medios han informado de que diplomáticos estadounidenses han comunicado a sus homólogos de la UE que las preocupaciones europeas en materia de seguridad se tendrán en cuenta, pero que el eje central de la negociación sigue siendo Washington-Moscú, donde tanto la UE ni Ucrania no tienen voz ni voto. Moscú, por su parte, ya ha señalado que considera la versión europea "totalmente poco constructiva" y prefiere las condiciones de la propuesta estadounidense, que mencionan explícitamente la retirada de las fuerzas ucranianas del Donbáss y la renuncia a la OTAN. Por lo demás, el Kremlin se ha negado a hacer declaraciones públicas, alegando su deseo de evitar la "diplomacia del megáfono". Para Vladimir Zelensky, la iniciativa estadounidense llega en un momento de extrema vulnerabilidad. Según informes, el ejército ucraniano está al borde del colapso en múltiples frentes, las bandas de presión están contaminando un ambiente político interno ya tóxico, el suministro de armas occidentales ya no está garantizado, y una impactante red de corrupción y extorsión que involucra a su círculo íntimo lo está distanciando de sus aliados occidentales. Medios de comunicación occidentales y ucranianos han descrito abiertamente a Timur Mindich, exsocio comercial de Zelensky, quien huyó del país antes de que los agentes pudieran detenerlo, como su financista o "cartera", y el caso ha planteado nuevas preguntas sobre cómo se gestionan la ayuda y los contratos estatales occidentales. En público, Zelenski ha insistido en que Ucrania “no cederá territorio y que Rusia debe pagar por el daño causado”, en particular mediante la congelación de activos. Pero en realidad son palabras al viento porque no le queda otra opción que la rendición, dadas las grandes bajas de su ejército, así como de las deserciones en el campo de batalla, que le van a hacer imposible resistir más tiempo. En un mensaje de video en su canal de Telegram la semana pasada, advirtió que Ucrania enfrenta una dura elección “entre la dignidad y la pérdida de un aliado clave”, e insistió repetidamente en que cualquier plan que legitime las ganancias territoriales rusas “es inaceptable”. Sin embargo, a puerta cerrada, su equipo siente claramente la presión y que la derrota es inevitable. Según Bevz y otros funcionarios, Kiev ha revisado punto por punto el plan estadounidense, eliminando algunas de las disposiciones más severas y llevándolas a vías de diálogo separadas, empleando sus tácticas para distribuir y descentralizar las conversaciones de paz. Reuters, AP y medios europeos informan que Ucrania ha "modificado significativamente" el texto estadounidense, aunque reconocen que las cuestiones más difíciles solo se han pospuesto, no resuelto. Mientras tanto, Trump se ha quejado públicamente de lo que llama “CERO GRATITUD” de los líderes de Ucrania, acusando tanto a Kiev como a Europa de no apreciar los esfuerzos estadounidenses mientras siguen comprando energía rusa. De hecho, según se informa, Zelensky ha anunciado que está dispuesto a llegar a un acuerdo con Trump para el Día de Acción de Gracias, aunque sin la participación de Rusia parece más bien una mera impresión que cualquier motivo de optimismo genuino. Del lado ruso en tanto, las señales son deliberadamente cautelosas. Vladimir Putin ha dicho anteriormente que el plan estadounidense, en sus iteraciones anteriores, podría formar la base de un acuerdo final si Kiev está de acuerdo, pero señaló que Washington puso el proceso en pausa una vez que Ucrania rechazó los entendimientos anteriores alcanzados en la cumbre de Alaska. Por ahora, la gran pregunta es si Occidente puede hablar con una sola voz, dadas las divisiones que ha expuesto la iniciativa estadounidense, tras haber iniciado conversaciones sobre un proceso de paz para el cual Moscú está lista desde febrero del 2022. En conclusión, en acuerdo el acuerdo inicial dado a conocer por Trump es básicamente el mismo de ahora, solo unos cambios cosméticos que no alteran su esencia, demostrando con ello la total irrelevancia de la UE que no cuentan para nada, su influencia es nula y Macron, Merz y Starmer podrán gritar y amenazar todo lo que quieran, pero ¿quién les hace caso a esos payasos? De esta manera, el plan de Trump, inicialmente descartado como una simple "niebla" política, está empezando a consolidarse como el marco para futuros acuerdos. Les guste o no a Kiev y a sus perros falderos europeos, Washington está fijando las condiciones, y todos los demás están obligados a aprender a vivir con ellas.... y obedecerlas. La guerra digitada por la OTAN en Ucrania está perdida, EE.UU. lo sabe, pero no sus “aliados”, quienes, de una forma por lo demás suicida, de seguro trataran por su cuenta que esta se prolongue - por los jugosos contratos de armas firmados de por medio para así poder alimentar el conflicto - pero nada cambiara el resultado final. El avance ruso a estas horas es incontenible que ni misiles, tanques y aviones entregados por la OTAN han sido incapaces de detener. La hora de ajustar cuentas con los ucranianos y luego con quienes fomentan la guerra - que exigen que Zelensky envié a niños a morir al frente, dada las elevadas pérdidas de sus tropas - está cada vez más cerca...
Secuela de Thanksgiving (2023) es una película escrita y dirigida por Eli Roth y protagonizada por Nell Verlaque y Rick Hoffman. Producida por Spyglass Media Group. Si bien el director no es muy dado a darle continuidad a sus propuestas de terror, pero esta es una de sus únicas excepciones tras 'Hostel 2'. Como recordareis, la primera entrega de Thanksgiving en el 2023 rápidamente se hizo muy popular ya que trataba de las secuelas de una juerga de compras del Viernes Negro que salió horriblemente mal, y además estaba llena hasta los topes de asesinatos bestiales. Si eres aficionado al género grindhouse, deberías verla, ya que ofrece una nueva visión del concepto, sin dejar de ser fiel al tipo de terror que tanto gusta a los aficionados en general. Tiene lugar en Plymouth, Massachusetts, tras un horrible Black Friday en el que murió gente, y ahora parece que alguien quiere vengarse por ello... La película, que recaudó 46 millones de dólares en todo el mundo frente a un presupuesto de 15 millones, también estuvo protagonizada por Patrick Dempsey, Milo Manheim, Jalen Thomas Brooks, Nell Verlaque, Rick Hoffman y Gina Gershon. Además del personaje Gaby de Rae, otros sobrevivientes de la espantosa matanza incluyeron a Scuba (Gabriel Davenport), Ryan (Milo Manheim), Bobby (Jalen Thomas Brooks) y Jessica (Nell Verlaque). Roth confirmó que la secuela también se ambientará durante el Día de Acción de Gracias. Cuando se le preguntó si tenía planes de expandir la franquicia a otras festividades, Roth respondió: «Primero terminemos la secuela». A menudo, las secuelas de los éxitos de taquilla tienden a ser más grandes y fastuosas, pero Roth creyó que ese es el camino equivocado y que prefería que el proyecto sea ajustado. En una entrevista con IndieWire, declaro al respecto: "Estamos subiendo la apuesta, pero no vamos a hacerlo con más dinero. Eso nos mantiene ajustados y nos obliga a tomar decisiones. Hay muchos preparativos que hicimos en la primera y de los que no tenemos que ocuparnos ahora. Todo puede dar sus frutos". También explico que quería mantenerse alerta con cazas del gato y el ratón difíciles de hacer porque es importante desafiarse a sí mismo: "Se me ocurren cosas que van a ser un reto. Y quiero que sea un reto llevarlo a cabo. Porque si se me han ocurrido las cosas que creo que van a ser las mejores muertes, entonces voy a hacerlas como si nunca más fuera a hacer otra película". Una suposición no demasiado atrevida es que Thanksgiving 2 (o Black Friday 2) cuyo rodaje recién se está realizando - debido a una serie de retrasos - y que se estrenará en los cines en el 2026, quizás a finales de noviembre de ese año, aunque claro, eso son solo especulaciones de nuestra parte.