No cabe duda que la situación va para peor en Ucrania, donde se siguen cerrando medios de comunicación independientes, mientras políticos de oposición son detenidos arbitrariamente sin proceso alguno. En tanto, una guerra semi-congelada continúa hirviendo en el este. Y, sin embargo, en Occidente aplauden este accionar autoritario y represivo que se vive en Ucrania, considerándolo como “un gran logro”. Al respecto, en un artículo reciente - tan engañoso como falso por el título que lleva - 'El peligroso éxito de Ucrania', el propagandista al servicio de la CIA Edward Lucas escribió que "el progreso casi inimaginable de Ucrania desde 1991 es una pesadilla para Rusia" (?). Un disparatado argumento que no resiste el menor análisis dada la trágica situación que vive el país dividido y en proceso de franca disolución. Cabe destacar que este libelo es casi idéntico al de un artículo escrito dos meses antes por Arseniy Yatsenyuk, ex primer ministro de Ucrania, quien sostuvo fantasiosamente que “el expansionismo de la OTAN no está alejando a Rusia de Occidente, pero que si no se expande el bloque y admita inmediatamente a Ucrania en su seno, será una victoria para el presidente Vladimir Putin."Para no perder Rusia para siempre, Occidente debe hacer todo lo posible para integrar cuanto antes a Ucrania y otros países de nuestra región en una Europa unida y, por lo tanto, integrados en la OTAN y la UE" , escribió el colaboracionista. Por cierto, Lucas es un ‘periodista’ que trabaja como investigador principal en CEPA, un lobby judío que promueve los intereses estadounidenses en Europa del Este. Ha recibido financiación del Departamento de Estado y de varios contratistas de defensa, como Raytheon y Lockheed Martin. En tanto Yatsenyuk fue reclutado por Washington para liderar Ucrania varias semanas antes del golpe de estado del 2014 respaldado por los EE.UU., tal como se reveló en una llamada telefónica filtrada entre la subsecretaria de Estado Victoria Nuland y el embajador estadounidense en Ucrania, Geoffrey Pyatt. Eso nos da una clara idea de quienes ‘financian’ sus interesadas opiniones que no pueden ocultar que la grave crisis que se vive a todo nivel en Ucrania se deriva de la denominada arquitectura de seguridad de suma cero en Europa, que obligó a Kiev a alinearse con Occidente y enfrentarse a Rusia, lo cual ha causado una profunda división en su sociedad, a la que sus líderes ahora están respondiendo con una ofensiva contra todos aquellos medios y políticos que se muestran contrarios a esa campaña orquestada desde Washington y exigen un mejoramiento de las relaciones con Moscú, lo que para el régimen golpista de Kiev equivale una “traición”. Para nadie es un secreto que los términos impuestos a Ucrania por EE.UU. implican un camino hacia la expansión de la OTAN hacia el Este, que Rusia lo considera una amenaza existencial, por lo que Moscú ha respondido estableciendo una clara línea roja, advirtiendo a la agresiva alianza atlántica que no se atreva a cruzarla “o Ucrania pagara las consecuencias”. Reconociendo el fracaso del enfoque de suma cero respecto a Ucrania, varias potencias occidentales han comenzado a distanciarse del país y han retrocedido a la idea de que Kiev sea admitida tanto en la UE como en la OTAN. Hacerlo, tal como lo exigen los colaboracionistas ucranianos supondría un enfrentamiento militar con Moscú. Ni Washington ni Kiev quieren el regreso de la región rusófona del Donbass a Ucrania en las condiciones descritas en el Acuerdo de Minsk - donde se ha establecido que se respete plenamente su autonomía - pero en cambio, han pasado los últimos años sancionando a Rusia y armando a Ucrania con la esperanza de renegociar el acuerdo de paz. La estrategia terminó en un fracaso espectacular ya que la movilización de tropas ucranianas en el este de Ucrania a principios de este año estivo a punto de originar un enfrentamiento militar con Rusia, por lo que Occidente se apresuro en dejar en claro que no tenían la intención de sumarse a Ucrania en una guerra suicida, obligando a Kiev a retroceder en sus planes agresivos. Tras el fracaso de la estrategia, EE.UU. y sus socios europeos tienen crecientes preocupaciones de que el enfoque de suma cero hacia Ucrania amenaza con alejar permanentemente a Rusia y cimentar una alianza militar ruso-china, que es la pesadilla de Occidente. Pero además, existe el peligro que una Ucrania cada vez más autoritaria está avanzando hacia el colapso socioeconómico y ello puede arrastrar a Occidente a una gran guerra contra Rusia. Está claro que los tendenciosos artículos de Yatsenyuk y Lucas son una respuesta al distanciamiento de Occidente de Ucrania. El núcleo de la propaganda antirrusa es presentar todos los intereses de seguridad en competencia como un conflicto “entre democracia y autoritarismo”. Así, los conflictos definidos por intereses de seguridad en competencia se resuelven mediante compromisos, pero aquellos que se consideran una lucha entre el bien y el mal “deben ser resueltos por las fuerzas de la luz derrotando a las fuerzas de las tinieblas”. La propaganda es la ciencia de convencer a una audiencia pasando por alto la razón. Los estereotipos moralmente dicotómicos de un poder moralmente superior frente a uno inferior se crean para filtrar las complejidades del mundo de una manera que solo puede resultar en una conclusión. Presentar todos los eventos a través del prisma de “la democracia versus el autoritarismo” es el equivalente moderno de la división binaria colonial de civilización vs. barbarie. El lenguaje es posteriormente distorsionado por los estereotipos que surgen de este. El concepto de George Orwell implicaba el uso de un lenguaje simple y palabras dicotómicas que suscitan y contrastan actitudes favorables con actitudes negativas. Distorsionar el lenguaje significaba que "La guerra es paz, la libertad es esclavitud y la ignorancia es fuerza". De manera similar, se ha construido un lenguaje nuevo y simple en el mundo real en el que la discusión de las realidades objetivas es reemplazada por palabras distorsionadas: la subversión “es la promoción de la democracia”, el golpe “es la revolución democrática”, la guerra “es la intervención humanitaria” y la violación del derecho internacional “es una regla”. Como imagináis, se trata de un lenguaje utilizado por Washington y sus aliados de la OTAN para intentar “justificar” sus crímenes y sus guerras de agresión a países soberanos en nombre de la libertad”. En contraste, cualquier acción de Rusia va acompañada acríticamente de palabras como régimen, autoritario, agresor, imperialista, esfera de influencia y otros términos que desarrollan un reflejo pavloviano de desprecio. La estrategia de Yatsenyuk y Lucas puede parecer muy atractiva como instrumento de propaganda, ya que Washington intenta ansiosamente ganarse la lealtad de sus aliados con respecto a Rusia y China al enmarcar toda la política internacional como una lucha de “democracia contra autoritarismo”. En tanto, el público en Occidente es desinformado con una serie de fake news en ese sentido por los grandes medios que se encuentran en manos de poderosas corporaciones judías para que hagan “suyo” esa distorsionada interpretación de la verdad. El estereotipo de la lucha de la civilización occidental contra los “bárbaros” rusos tiene 500 años de continuidad, en los que los hechos objetivos se convierten en un mero ruido de fondo de una lucha maniquea entre el bien y el mal. Si la propaganda se define como persuasión sin pasar por la razón, lo contrario es un retorno a hechos objetivos y mensurables. Al fin y al cabo, las relaciones positivas de Rusia con las democracias de Asia oriental como Japón y Corea del Sur ubicadas en sus fronteras orientales es una clara indicación de que Moscú no está preocupado por los “valores democráticos” de la OTAN, sino que Moscú lo presenta como un bloque militar que subvierte, expande y interviene. ¿Cómo medimos el “progreso inimaginable” de Ucrania desde 1991 que se ha convertido en “una pesadilla” para Rusia? Como argumentó el principal líder de la oposición de Ucrania, Victor Medvedchuk, es la única ex república soviética que no ha recuperado su fuerza económica desde el derrocamiento de la dictadura comunista y la disolución de la URSS en 1991. La economía ucraniana había mostrado gran potencial cuando se posicionó como un puente entre Occidente y Rusia, pero colapsó cuando comenzó a posicionarse como un baluarte anti-ruso. Es muy posible que Ucrania pierda ahora su condición de estado de tránsito del gas ruso a Europa cuando entre en funcionamiento el Nord Stream 2 bajo el mar Báltico, por lo que su ya debilitada economía podría colapsar si deja de recibir ayuda extranjera. La presidenta de Estonia, Kersti Kaljulaid, una de las más entusiastas partidarias del golpe de Estado en Kiev el 2014, advirtió recientemente a sus ciudadanos que no inviertan en Ucrania. El país es ahora el segundo estado más pobre de Europa en términos de PIB oficial per cápita, los oligarcas tienen un control abrumador y la población se ha desplomado de 52 millones en 1991 a entre 30 y 35 millones, según numerosas estimaciones creíbles. La cifra exacta no está clara porque, increíblemente, Kiev no ha realizado un censo durante más de dos décadas. A ello debemos agregar que sus desesperados esfuerzos para vender un gobierno antirruso en Ucrania como "democrático" también entran en conflicto con realidades objetivas, como la forma en que se ofreció la membresía de la OTAN a Ucrania en el 2008 cuando solo una pequeña fracción de la población deseaba ser miembro. Asimismo, Washington respaldó el derrocamiento del presidente electo democráticamente en un golpe de Estado que no contó con el apoyo de la mayoría democrática de la población. Zelensky ganó el puesto más alto de su país con una plataforma política en el que ofreció restablecer las relaciones pacíficas con Rusia, pero su popularidad ha caído constantemente luego de que quedo al descubierto la falsedad de ese objetivo y por el contrario, intensificó la represión. En febrero, Kiev cerró varios medios de comunicación independientes acusados de ser “demasiado amigables” con Moscú. Luego, en mayo, el régimen colocó al principal líder de la oposición, Medvedchuk, bajo arresto domiciliario. En abril del 2021, Ucrania arrestó a decenas de manifestantes que no fueron acusados de participar en actos de violencia, sino que expresaron opiniones favorables hacia Rusia. A su vez, Strana - el tercer sitio web de noticias más popular del país - ha sido prohibido simplemente por adoptar una postura crítica hacia el gobierno dictatorial de Zelensky. Entretanto, se ignora la indisimulada asociación de Kiev con grupos neonazis como Right Sektor y milicias como Azov Batallion, que usan abiertamente esvásticas y otros símbolos nacionalistas, los cuales fueron enviados al Este de Ucrania junto al ejercito, para combatir a los separatistas prorrusos. Alentar a estos grupos ultranacionalistas para que intensifiquen los conflictos en el Donbass y con Rusia es vital para Zelensky, ya que no hacerlo podría ponerlos nuevamente en su contra. A pesar de ello, Lucas asegura que el auge del nacionalismo “no es un motivo de gran preocupación”. Pero al combinar las políticas anti-rusas “con la prosperidad y la democracia”, quienes gobiernan el país están empujándolo al abismo, repitiendo los mismos errores que se cometieron en Georgia hace una década, donde el régimen dictatorial de Mikhail Saakashvili, creyéndose invencible y seguro de recibir el apoyo militar estadounidense, ataco a Rusia, pero nadie acudió en su ayuda y sufrió una demoledora derrota con la consiguiente división del país. Acusado de graves casos de corrupción, huyo de Georgia, donde fue declarado traidor a la Patria. De esta manera su castillo de naipes se derrumbo. No nos sorprenda si al final, Zelensky siga ese mismo camino. Sería lo mejor para todos :)