Como sabéis, es casi más fácil sentir recelos de una precuela de una secuela, porque a menudo nos lleva de la mano de personajes ya controlados pero en una versión incompleta que tienen que llegar a un punto muy predeterminado. Se sienten más una explotación directa de un éxito que una oportunidad para explorar un particular mundo, cosa que si hizo la inesperadamente notable Ouija: Origin of Evil (Ouija: El origen del mal). Y digo inesperadamente porque la original ‘Ouija’ puede estar perfectamente entre las peores películas de terror de la última década, y sin embargo esta precuela de Mike Flanagan consigue ser un notable trabajo de terror sobrenatural. Un ejercicio que supera con creces lo original y las limitaciones de hacer una película en torno a un juego como la ouija que pudiste ver en streaming a través de Netflix y que ahora la puedes ver en SkyShowtime. “Una madre viuda lleva un negocio de espiritismo con mucho humo y espejo, estafando a incautos que esperan respuestas del más allá con la ayuda de sus dos hijas. Todo esto les llevaría a dejar de creer completamente en la existencia de fuerzas sobrenaturales, pero una de las chicas será abordada por el mismísimo mal por culpa de un juego de mesa…” nos dice la sinopsis. Flanagan acepta el encargo de esta continuación en forma de precuela del intento de franquicia de Blumhouse. Consigue tener bastante libertad para ello, como muestra de agradecimiento por parte de un estudio que contactó con él para reescribir la anterior ‘Ouija’ para intentar salvarla. Sus servicios prestados fueron recompensados en este intento de realizar terror de antigua usanza para cimentar su reputación de cineasta de culto. Aquí le vemos consolidar relaciones con actores que se volverán frecuentes en sus obras, especialmente en sus series para Netflix, como Elizabeth Reaser, Henry Thomas o su esposa Kate Siegel. De todos saca un interesante provecho para vender su trabajo de artesanía viejuna plagada de interesantes referencias y una estética muy cuidada. No es de las mejores películas de Flanagan, que a estas alturas ya es un horror master consumado, pero sí que es clave para pasar de interesante promesa a notable artesano en el cine de terror contemporáneo. Alguien con voz y estilo distinguibles que, además, tiene bien cogido el pulso de qué puede aterrar al público actual. Aquí lo consigue en un escalofriante despliegue mucho mejor de lo que tiene derecho a ser. Como recordareis, ‘Ouija’, fue destrozada por la crítica, pero eso no impidió que se convirtiera en un gran éxito al recaudar más de 100 millones de dólares cuando su presupuesto fue de apenas 5. Poco tardó en hablarse de una nueva entrega que finalmente acabó convirtiéndose en una precuela. A nadie le hubiera sorprendido que fuera otra pérdida de tiempo, pero Ouija: Origin of Evil es una película muy solvente que dejo aún más en ridículo a su predecesora. Por lo pronto, lo primero que llama la atención es que se cambia su enfoque, dejando de lado el tono más juvenil de la horrible primera entrega para optar por uno más universal, al dar una importancia pareja tanto a la madre como a la hija mayor y la hija menor de una familia. Hay un poco para todos los gustos y además el libreto que el propio Flanagan ha firmado junto a su colaborador habitual Jeff Howard sabe crear un equilibrio para que nunca haya altibajos de interés en función de quién es el eje dramático en cada momento. El peaje a pagar es que Ouija: Origin of Evil nunca puede ir todo lo allá posible en su finalidad de aterrorizar el público. Sí que hay pequeños apuntes siniestros aquí y allá y una atmósfera ligeramente enrarecida que va creciendo según pasan los minutos -muy efectiva también ahí la fotografía de Michael Fimognari-, pero nunca da un paso más allá de lo que se podría esperar en una película orientada al público masivo. Ese terror genérico podría haber dado pie a plantearse la película como un simple encargo alimenticio con el que ganar más presencia en Hollywood de cara a conseguir más fácilmente financiación para sus proyectos propios, pero Flanagan no cae en ese error. Cierto que no tiene el ímpetu forma de James Wan, pero sí demuestra manejar muy bien los resortes del género y tomárselo todo con suficiente seriedad como para que el ridículo jamás haga acto de presencia. En el terreno puramente argumental, Ouija: Origin of Evil no esconde sorpresa alguna, pero sí que todo está planteado de una forma serena y plausible para que desde la puesta en escena se eleve el nivel de intensidad. De hecho, hay situaciones en las que parece claro que a Flanagan le gustaría ir más allá en ciertos aspectos -y no pienso sólo en el terror, sino incluso en algunos apuntes sexuales en los que simplemente no puede hacer más de lo que hay-, pero al menos dentro de su contención ya deja bastantes claras sus intenciones y el ingenio que tiene para introducirlas. También ayuda a esa solvencia el hecho de contar con un reparto que quizá no ofrezca grandes interpretaciones, pero sí que todos ellos, en especial las tres protagonistas, asumen con efectiva sobriedad lo que se les pide. De esta forma, se consigue un vínculo emocional con ellas que ayuda a que el sufrimiento por el que pasan cause el efecto deseado en el espectador, matizando al alza ese toque malsano que, eso sí, nunca termina de alcanzar el nivel deseado. En definitiva, Ouija: Origin of Evil es lo que debería haber sido la primera entrega, una competente película de terror que no busca conquistar a los apasionados del género, sino llegar a cuanta más gente mejor. Eso limita sus posibilidades, pero se nota mucho que hay alguien detrás que sabe cómo hacer las cosas y que cuenta con unos buenos aliados para convertirla en una opción más que recomendable.