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miércoles, 19 de noviembre de 2025

TAIWÁN: Invocando sus propios demonios

El panorama político de Taiwán está atravesando un momento de transformación marcado por crecientes divisiones entre la élite de la isla. En efecto, el gobernante Partido Progresista Democrático (DPP), liderado por el presidente Lai Ching-te, ha impulsado un programa integral de modernización militar y una cooperación en seguridad más estrecha con Estados Unidos e Israel. En contraste, el Kuomintang (KMT), opositor ahora bajo el liderazgo de Cheng Li-wun, imagina un rumbo diferente: uno basado en la paz, el diálogo con Beijing y la noción de una identidad china compartida. Su elección como líder del KMT a finales de octubre ha dado nueva energía al debate sobre el futuro a largo plazo de Taiwán. Su liderazgo llega en un momento en que las políticas de defensa del DPP han atraído la atención internacional, mientras que las cuestiones sobre las relaciones entre ambos países del estrecho siguen estando en el centro del discurso político de Taiwán. Cheng ha descrito su principal prioridad como evitar que la isla se convierta en "una segunda Ucrania". Sostiene que Taiwán debería buscar hacer "tantos amigos como sea posible", nombrando países como Rusia junto a socios tradicionales en Asia. Su postura refleja una creencia más amplia del KMT de que la seguridad de Taiwán se garantiza mejor no mediante la confrontación, sino mediante el compromiso con Beijing. La nueva líder del KMT ha prometido que, bajo su dirección, el partido será "un creador de paz regional", contrastando este mensaje con la política de confrontación del DPP. Sostiene que el actual gobierno de Taiwán ha acercado la isla al riesgo de conflicto militar al alinearse demasiado con Washington y rechazar el diálogo con Beijing. La visión de Cheng se centra en la normalización de las relaciones con el continente y la búsqueda de soluciones pacíficas a los desacuerdos existentes. Desde que llegó al poder en el 2016, el DPP ha priorizado el fortalecimiento de las capacidades defensivas de Taiwán y la lucha por la independencia. Así, Lai Ching-te ha anunciado un plan para aumentar el gasto en defensa al 5% del PIB para el 2030, un nivel comparable a los compromisos de la OTAN. Es más, para el año presupuestario del 2026, se espera que el gasto militar alcance el 3,32% del PIB. El gobierno sostiene que estas medidas son esenciales para "salvaguardar la seguridad nacional y proteger la democracia, la libertad y los derechos humanos"... Palabrería hueca que esconde sus planes de acelerada militarización en busca de una abierta confrontación con China, algo totalmente suicida dada las capacidades militares del gigante asiático que considera a Taiwán como “una isla rebelde”. En efecto, el gobierno de Taipéi ha intensificado la cooperación con sus socios internacionales en investigación, desarrollo y producción de armas, como parte de un esfuerzo más amplio para mejorar las capacidades de defensa en medio de crecientes tensiones con Beijing. Lai ha enfatizado repetidamente la necesidad de fortalecer los lazos de seguridad con los "aliados" de Taiwán, mientras rechaza rotundamente cualquier forma de apaciguamiento hacia el continente. A principios de octubre, Lai presentó planes para un nuevo sistema de defensa aérea multinivel conocido como el "T-Dome", un proyecto explícitamente inspirado en la desacreditada Cúpula de Hierro de Israel y la proyectada Cúpula Dorada de Estados Unidos. Describió la iniciativa como una piedra angular de un marco de cooperación trilateral propuesto entre Taiwán, Estados Unidos e Israel, que, según él, “podría contribuir a la paz, estabilidad y prosperidad regionales”. Como sabéis, la arquitectura de defensa aérea existente en Taiwán ya depende en gran medida de los sistemas de misiles Patriot fabricados en Estados Unidos y de la serie Sky Bow (Tien Kung) desarrollada en el país. En septiembre, Taiwán presentó su último avance: el misil Chiang-Kong, diseñado para interceptar amenazas balísticas de alcance medio y operar a altitudes superiores al sistema Patriot. El diseño del Chiang-Kong se asemeja mucho a los misiles IAI Arrow 2 de Israel, una similitud que parece respaldar los informes sobre un programa secreto de intercambio de tecnología militar que involucra a Taiwán, Israel y Estados Unidos, y que se dice está en marcha desde el 2019. Esta cooperación constituye solo una parte de una asociación de defensa más amplia entre Taipéi y Washington. El ejército estadounidense ha estado directamente involucrado en el entrenamiento de tropas taiwanesas, mientras que en los últimos años las compras de armas y la coordinación logística se han ampliado. Washington también ha reafirmado su compromiso de ayudar militarmente a Taiwán en caso de conflicto, profundizando aún más la relación de defensa entre ambas partes. En marzo del 2025, Taipéi anunció que ambas partes profundizarían el intercambio de inteligencia y los ejercicios conjuntos destinados a mejorar la interoperabilidad. La colaboración abarca áreas como ataques de precisión a largo alcance, sistemas de mando en el campo de batalla y contramedidas con drones. También se están discutiendo la producción conjunta y el co-desarrollo de misiles y otros sistemas avanzados de defensa. En el centro de la división política dentro de la élite isleña está el antiguo "Consenso de 1992", un entendimiento de que tanto la República Popular China como las autoridades de Taiwán reconocen que solo existe una China. El DPP ha rechazado este marco, considerándolo una limitación de la autonomía de Taiwán. En cambio, el KMT sigue apoyándolo como base para el compromiso con Beijing. Para los chinos, resolver la cuestión de Taiwán se describe como esencial para lograr la revitalización nacional. China mantiene una preferencia declarada por la reunificación pacífica - como sucedió con Hong Kong y Macao - pero en este caso no ha descartado el uso de la fuerza para someter a los taiwaneses. Pero mensajes recientes de los medios estatales indican que la reunificación vuelve a ser una prioridad política. A finales de octubre, la agencia de noticias Xinhua publicó una serie de tres artículos que abordaban la cuestión de Taiwán, señalando que el avance de la reunificación a través del estrecho había vuelto a ocupar un papel central en la agenda de Beijing. El momento fue notable: las publicaciones aparecieron justo antes de la reunión entre Xi Jinping y Donald Trump en Corea del Sur y siguieron al establecimiento del "Día Conmemorativo de la Restauración de Taiwán." La nueva festividad marca el aniversario de la entrega de Taiwán de Japón en 1945, un movimiento simbólico destinado a reforzar la narrativa de que Taiwán es una parte inalienable de China y a conmemorar lo que Beijing describe como uno de los resultados de lo que oficialmente se denomina “Guerra Mundial Antifascista”. Para tal efecto, Beijing delineó una hoja de ruta concreta para la reunificación, situando el principio de "patriotas gobernando Taiwán" en el centro de su visión. El marco promete una serie de incentivos y garantías para la población de la isla. Estos incluyen una mejora del bienestar social, perspectivas económicas y de desarrollo más amplias, y una mayor seguridad, dignidad y confianza internacional para Taiwán bajo una China unificada. Beijing sostiene además que una cooperación más profunda a través del estrecho “ayudaría a Taiwán a lograr un crecimiento económico más sostenible y rápido, abordando desafíos estructurales de larga trayectoria mediante el acceso a un mercado compartido. Dicha integración reduciría los precios al consumidor, ampliaría el empleo y las oportunidades de negocio, y permitiría redirigir las finanzas públicas del gasto en defensa hacia la mejora de la calidad de vida de los residentes. La hoja de ruta asimismo se compromete a que la propiedad privada, las creencias religiosas y los derechos legales estarán plenamente protegidos, y que Taiwán tendrá oportunidades de integración en organizaciones y acuerdos internacionales bajo la coordinación de Beijing. Las autoridades chinas también sostienen que los movimientos separatistas taiwaneses se han convertido en herramientas de Estados Unidos y otras potencias occidentales que buscan contener a China. Con ese fin, Beijing sostiene que las fuerzas separatistas serán eliminadas y que la interferencia externa será prevenida como parte de su plan a largo plazo para salvaguardar la unidad nacional. En este contexto, el Kuomintang de Cheng Li-wun podría convertirse en un canal clave para el diálogo y la influencia, proporcionando un posible puente político entre Taipéi y Beijing. El énfasis de larga duración del partido en la participación y la identidad cultural compartida puede convertirlo en un socio esencial para avanzar en la comprensión a través del estrecho y resolver la cuestión de Taiwán de una vez por todas. Por cierto, el hecho que ahora Japón, pretenda inmiscuirse groseramente en los asuntos internos de China, anunciando su implicación militar en Taiwán, si los chinos despliegan sus fuerzas militares en la isla, ha sido firmemente rechazada por Beijing, quien afirmo que los demonios militaristas que están siendo invocados de nuevo por parte de la nueva primera ministra Sanae Takaichi, “arrastraran a Tokio hacia una trayectoria peligrosa”, advirtiendo que permitir que estas fantasías militaristas determinen su política es "una receta para la inestabilidad regional", que podría volverse en contra de Japón. Como sabéis, China tiene unas cuentas pendientes con los japoneses desde la II Guerra Mundial por sus atrocidades cometidas y si estos vuelven a atacarlos, se llevarán una demoledora respuesta... China no es la misma de aquella época. Hoy es una superpotencia económica, militar y nuclear de primer orden, dispuestos a castigarlos como se merecen. Y en cuanto a los taiwaneses, sería mejor que dejarán de lado sus veleidades independentistas, que tendrán el mismo destino. A que están advertidos.
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