En esta oportunidad nos ocupamos de quien por méritos propios se había convertido en el hazmerreír de Occidente. En otras circunstancias, nadie daría importancia a sus ridículas propuestas, pero debido a la amenaza que representa - tanto por su declarado apoyo al terrorismo, como el genocidio sistemático con que trata de someter al pueblo kurdo, quienes luchan heroicamente desde hace décadas por su libertad y que sufren una sangrienta represión a manos del ocupante turco, que incluye el asesinato en masa de la población kurda y la destrucción de sus campos y ciudades, ante el silencio cómplice tanto de los gobiernos occidentales como de la prensa internacional que ocultan estos abominables crímenes por tratarse de un “socio” de la OTAN - es necesario combatirlo y no ceder ante sus provocaciones. Nos referimos obviamente a Recep Tayyíp Erdogan (el mismo que en su locura megalomaniaca se cree la reencarnación de Solimán El Magnifico y quien sueña con restaurar el Imperio Otomano) el cual no tolera crítica alguna a su persona y que ha puesto en su punto de mira al periodismo independiente que no se somete a sus caprichos, acusándolos de ser “traidores” y “terroristas” por pedir la paz con los kurdos y el reconocimiento a su derecho a decidir su propio destino. En efecto, Dexter Filkins, periodista del New Yorker y ganador del premio Pullitzer, afirma que la situación para los periodistas en Turquía es insostenible por el clima de terror al que están sometidos. En diciembre del 2014, la policía turca arrestó al editor de Zaman, el periódico más importante del país, que no sólo era un crítico de Erdogan, sino que también había escrito extensamente acerca de la corrupción que impregna su gobierno y la familia. El editor, Ekrem Dumanlı, fue acusado falsamente “de tratar de montar un golpe de Estado”, mientras el gobierno tomaba por asalto la sede de Zaman, comenzando desde entonces a imprimir artículos a favor del régimen, ensalzando hasta el infinito - como no podía ser de otra manera - la figura del dictador. Luego de la confiscación de Zaman, el periódico Cumhuriyet quedo como uno de los últimos pilares de la prensa de oposición. En mayo del año pasado, Cumhuriyet publicó un video que mostraba los oficiales de inteligencia turcos que transportan camiones llenos de armas a grupos terroristas en Siria. No había nada nuevo el ello: Todo el mundo sabe que Turquía es uno de los patrocinadores más agresivos e indiscriminados de ISIS, aquel grupo de mercenarios que luchan contra el gobierno de Bashar al-Assad, su gran enemigo. Es sabido por otra parte que Turquía no solo se había convertido en una zona de paso para los terroristas de ISIS quienes cruzaban la frontera con Siria para luchar contra Damasco, sino que la propia familia de Erdogan comerciaba con ellos el petróleo robado tanto en Siria como en Irak, sacando buena ganancia de esta ilícita operación, revendiéndola a Ucrania e Israel. Hoy les sirve de refugio a los terroristas, que huyen en masa de Siria debido a los bombardeos rusos y el avance del reconstituido ejercito sirio. El problema para Erdogan fue que la historia de Cumhuriyet salió justo cuando estaba sucumbiendo a la presión de la administración de Obama para disimular como ellos su política respecto a ISIS. En noviembre, los agentes del gobierno detuvieron violentamente a sus dos principales editores, Puede Dündar y Erdem Gül, ambos veteranos periodistas, quienes fueron acusados de “espionaje”. Los fiscales pidieron cadena perpetua para ambos y el propio Erdogan se transformó en un demandante en el caso. La semana pasada, un juez ordenó que sea un juicio cerrado al público. La campaña de Erdogan contra Cumhuriyet ha coincidido con otra polémica más, esta vez relacionada con periodistas kurdos, al menos una docena de los cuales han sido detenidos y encarcelados por el cargo de "apoyo al terrorismo". Hay al menos veinte reporteros encarcelados en Turquía, según Nina Ognianova, del Comité de Protección de Periodistas de Nueva York. "De todos modos es muy difícil conseguir información por lo que no estamos seguros de cuantos periodistas mas han sido detenidos y si siguen con vida", dijo Ognianova. "La campaña de Erdogan es implacable" concluyo. Su odio contra la prensa no se limita a su país, sino que ahora pretende imponer “sus reglas” fuera de ella y lo peor es que existen gobiernos complacientes que han adoptado una posición sumisa al respecto. Un claro ejemplo de ello es Alemania, donde Angela Merkel – la misma que acoge con los brazos abiertos a los terroristas de ISIS que con el rotulo de “refugiados” invaden prácticamente Europa - adoptando una posición vergonzosa e indigna de un dignatario alemán, ha aprobado que se inicie un proceso penal contra el humorista que “insultó” a Erdogan, lo que ha desatado el rechazo de la opinión pública alemana ante tal atropello a la libertad de expresión y todo para complacer a un déspota oriental que a cada paso que da, viola los Derechos Humanos con total impunidad, porque sabe muy bien que Occidente “lo necesita” para acabar con el flujo de “refugiados” y puede imponer sus “condiciones” por mas disparatadas que sean. El problema comenzó cuando el humorista Jan Böhmermann emitió un video satírico en un programa de humor de la televisión pública alemana, en la cual se burlaba de Erdogan por el hecho de “tenerla pequeña” acusándolo de ser un zoofílico al ”hacerlo con cabras mientras observaba pornografía infantil” del cual se sabe que es un gran adicto. Así respondía a la ofensiva diplomática turca desencadenada por otro programa de televisión anterior en el que criticó la terrible situación de los Derechos Humanos en Turquía. La pieza humorística, comparable al que los guionistas dedican habitualmente a los políticos locales pero considerado “irrespetuoso” por el gobierno de Ankara (que incluso exige que sea retirado de Internet), el cual criticaba las políticas del sátrapa turco, con una cancioncilla cuya estrofa decía “Un periodista que escribe algo que no le conviene a Erdogan mañana ya está en la cárcel” acompañada por imágenes de violencia policial y los lujosos palacios presidenciales con mil habitaciones que mando construir recientemente para vivir como todo un Sultán.. Según fuentes cercanas a Böhmermann, el humorista quiso con su siguiente intervención demostrarle lo que es traspasar los límites de la libertad de expresión. El caso ha provocado fuertes tensiones en la gran coalición de Merkel, quien tuvo que hacer valer su voto cualificado para imponerse sobre sus ministros del Partido Socialdemócrata (SPD), que rechazaban la petición de Ankara. En declaraciones al semanario 'Der Spiegel', el director general de la ZDF, Thomas Bellut, garantizó su pleno apoyo al humorista para hacer frente al proceso."Vamos a acompañarlo a todas las instancias", afirmó Bellut, quien garantizó que no emprenderá ninguna medida disciplinaria contra el jefe de redacción responsable de la difusión en su canal del poema de Böhmermann. La decisión de permitir que se abra proceso al cómico ha desatado un alud de críticas sobre Merkel, tanto desde el conjunto de la profesión periodística como del ámbito político. “Erdogan ha perdido el contacto con la realidad”, comentó al respecto el presidente de la Federación Alemana de Periodistas (DJV), Frank Überall, para quien las protestas oficiales de Turquía son ridículas. Incluso el popular diario 'Bild', tradicionalmente afín a la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller, apunta en su portada que Merkel se ha arrodillado ante Erdogan, “dando preferencia a la búsqueda de soluciones para frenar la masiva llegada de refugiados al país” indicó. El artículo 103 del Código Penal alemán prevé hasta tres años de cárcel para quien insulte a un “Jefe de Estado extranjero”, si bien una condena de ese tipo exige una investigación de la Fiscalía y la aprobación del Gobierno federal, pero debido a la polémica surgida, se piensa derogarla mas adelante por anacrónica. Venga ya, por lo visto la locura de este sátrapa oriental no conoce límites. Considerado “el enfermo de Europa” durante los siglos pasados, el Imperio Otomano no pudo evitar finalmente su colapso y expulsión del continente y hoy convertido en una república, ha demostrado ser más inestable que su antecesor, con gobiernos autoritarios y corruptos como el de Erdogan, quien financia grupos terroristas y chantajea a la UE exigiendo miles de millones de euros a cambio para “evitar” que los “refugiados” sigan llegando a nuestras costas, mientras se le permite que instaure un régimen de terror en las puertas de Europa. Es hora de poner un alto a los abusos de este iluminado, expulsar a los millones de turcos existentes en Alemania - que actúan como sus quintacolumnistas - y denunciar sus crímenes ante el mundo. Esta absurda situación ha llegado a tal grado que en Bruselas ya se preguntan: Con “aliados” así ¿para que queremos enemigos? :(