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miércoles, 8 de abril de 2020

EL DESAFIO DE LA PASCUA: Atrévete a vivir algo diferente

¿Cuándo fue la última vez que se sintió estresado por la llegada de la Pascua? Tantas compras por hacer, tantas tarjetas por escribir, tantas reuniones que asistir. Por no hablar de la infinidad de comerciales sobre la celebración de la Pascua en la televisión, así como numerosas películas relativas al tema. Y no se olvide de las tribulaciones para armar cada año el árbol de Pascua así como el tendido del alumbrado para iluminar su casa por esas fechas. En efecto, cada año muchos se lamentan en lo que se ha convertido la Pascua ¿Cómo puede ser que un día de celebración ‘cristiana’ este más orientada al dinero? Uno se siente de esa manera todos los años ¿no es así? Por supuesto que no. Esto se debe a que la Pascua obstinadamente se ha resistido a toda clase de comercialización, la misma que desde hace mucho tiempo ha sucedido con la celebración de la Navidad, tanto en los EE.UU. como en el resto del mundo, que lo ven simplemente como una oportunidad para hacer negocios, llegando al extremo de reemplazar al niño Jesús por Santa Claus, encargado de repartir los ‘regalos’ - previamente comprados por los padres - la noche del 24 de diciembre, los cuales son dejados al pie del árbol de Navidad y no del pesebre, erradicado desde hace mucho en la mayor parte del mundo ‘cristiano’ por considerarlo pagano. Entonces, ¿cómo la Pascua - con algunas excepciones tales como los huevos de chocolate para los niños - ha podido mantener su pureza religiosa a través de los siglos? Ello principalmente se debe a su mensaje: La Resurrección de Cristo. Y es algo que los no cristianos difícilmente pueden captar. En efecto, Jesús de Nazareth, el mismo quien sanó a los enfermos, acalló a las tormentas, resucitó a Lázaro e hizo a los desposeídos el centro de su ministerio, fue crucificado por Poncio Pilatos debido a las presiones de los judíos y murió tras una larga agonía en Jerusalén. Entonces - según afirman las Escrituras - al tercer día de estar en su tumba, se levantó de entre los muertos. Si usted no cree en la resurrección, es algo que le será difícil de entender, por lo cual termina rechazando a Jesús y todo lo que representa. Pero si usted cree firmemente en ello, todo cambia. En ese caso, no puede dejar de lado ninguna de sus enseñanzas. Debido a que se trata de quien pudo levantarse de su tumba venciendo a la muerte y que se ha demostrado de manera definitiva su autoridad divina, por lo que necesita ser escuchado y su palabra ser acatada. Esto lo diferencia de la Navidad. Para que quede claro, los cristianos creen que al nacer, Dios se hizo humano. Este es el significado de lo que los teólogos llaman la "encarnación". Dios se hizo carne, un concepto tan extraño entonces como ahora. Como sabéis, la historia de la Navidad puede ser atractiva hasta para los no creyentes: Jesús nacido en un pesebre, rodeado de María y José, acompañado de los Reyes Magos venidos de Oriente que le ofrecen costosos regalos, es algo fácil de digerir. Por el contrario, la historia de la Pascua es a su vez terrible y sorprendente: la infame conspiración de los judíos para deshacerse de quien consideraban un ‘peligro’ para sus intereses, la traición de Jesús por uno de sus seguidores más cercanos por unas treinta monedas, la triple negación hecha por su mejor amigo, la cruel flagelación al que fue sometido, su espantosa crucifixión y el final brutal de su vida terrenal. Luego de su Pasión esta por supuesto, la resurrección tres días más tarde. La Pascua por ello, no es tan fácil de entender como la Navidad. Cualquier persona puede nacer, pero no levantarse de entre los muertos. Su historia por ello suele ser confusa, incluso para los creyentes. Para empezar, los relatos evangélicos sobre las apariciones de Jesús luego de su resurrección son contradictorios. En el Evangelio de Juan, por ejemplo, Jesús se aparece primero a María Magdalena, uno de los pocos discípulos que no lo abandonó en la Crucifixión. (La fidelidad de las mujeres en contraste con los hombres en las narrativas de la muerte y resurrección de Jesús, es un aspecto infravalorado y poco estudiado) María llega al sepulcro de Jesús temprano en la mañana, sin embargo, encuentra la tumba vacía pero finalmente ve a alguien. Es el Cristo resucitado. Pero cree que era el jardinero."Señor," dice ella, "si se lo llevaron, dime dónde lo has puesto". Cuando la llama por su nombre, "Mariam" (los textos griegos preservaron su nombre del original arameo), se da cuenta de quién es. ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo podía María no reconocer a la persona que ha estado siguiendo durante tanto tiempo? En otras historias similares, Jesús parece asimismo difícil de reconocer a primera vista. En el Evangelio de Lucas, cuando dos discípulos lo encuentran camino a la ciudad de Emaús, en las afueras de Jerusalén, no lo reconocen en absoluto. ¿Cómo puede ser posible? Para mayor confusión, en el Evangelio de Juan, Jesús aparece como una figura casi fantasmal, al parecer capaz de caminar por las paredes; en otras aparece decididamente corporal. En el Evangelio de Lucas, Jesús dice explícitamente al ver el temor de sus discípulos cuando se les apareció de improviso, por lo que creyeron que se trataba de un fantasma: "Un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo” afirmó. Y cuando se le aparece a Tomas quien duda de su resurrección, le dice:" Acerca aquí tu dedo y mira mis manos. Acerca tu mano, y colócalo en mi costado para comprobar que soy yo". No cabe duda de que se trata de una figura física, pero irreconocible. ¿Quien es en realidad? ¿Cómo podrían Mateo, Marcos, Lucas y Juan haber presentado detalles de una historia tan importante para la Cristiandad con tantas contradicciones? Los ateos y los agnósticos se valen de esas diferencias aparentemente irreconciliables para afirmar que la resurrección nunca habría sucedido. Para los creyentes, en cambio, los relatos reflejan los distintos puntos de vista de los testigos y luego de los evangelistas para comprender y comunicar lo que se había experimentado. Después de todo, nadie había visto en su vida lo que los teólogos llaman el "cuerpo glorificado" o sea la aparición de Jesús luego de la resurrección. Así se esforzaban para explicarlo. Era él, quien más. Era su cuerpo el que se levanto de entre los muertos. Si los evangelistas hubiesen tenido la intención de que sus historias y narrativas estén a prueba de inconsistencias, habrían escrito de acuerdo entre ellos, a fin de no dejar lugar a ninguna confusión. En lugar de esto, los autores de los Evangelios informaron simplemente lo que les habían dicho en diferentes momentos y por distintas comunidades que tenían su propia versión de los hechos. Una de las más sorprendentes contradicciones acerca de Pascua, es que quien venció a la muerte es el mismo que fue crucificado. A veces las personas se refieren sin darse cuenta, a Jesús de Nazaret quien murió el viernes y al Cristo resucitado, que apareció el domingo de Pascua, como si fuera otra persona. Y están equivocados. Al respecto, un conocido sacerdote jesuita y experto en el Nuevo Testamento ha escrito, que no reconocer que el Jesús que los discípulos habían conocido era el mismo que había vencido a la muerte, sería despojar a la resurrección de todo sentido. “Al mostrarles a sus discípulos las manos y su costado, en los cuales tenía las marcas de la crucifixión y la perforación de la lanza, no se trataba de un simple gesto teatral, sino las credenciales necesarias de la identidad del Señor resucitado, que se puso delante de ellos, con el Jesús crucificado a quien conocían” aseveró. Esto tiene grandes implicaciones para todos los cristianos. Por un lado, significa que Jesús lleva sobre sí mismo los signos visibles de su vida humana como un recuerdo de su sufrimiento. Así que cuando uno reza a Jesús, se reza a alguien que conoce, de la manera más íntima posible, lo que significa vivir una vida humana. Se reza también por alguien que no sólo es Dios sino hombre. Que te entiende. Este es el misterio de dos "naturalezas" de Jesús: divina y humana. La divina sufrió dolor humano, y la humana está ahora resucitado de entre los muertos. Pero esto era cierto aún antes de la resurrección. Tan misterioso como es, los cristianos creen que Jesús era plenamente humano y plenamente divino en todo momento, plenamente humano cuando curaba a alguien de una enfermedad, totalmente divino al serrar un tablón de madera en su taller. Así que sus enseñanzas no son inspiradas divinamente, pero simplemente fluyen de su experiencia humana. Para tomar un ejemplo, durante el tiempo de la adolescencia y la edad adulta de Jesús, Nazareth era una aldea de no más de 400 personas, como la arqueología ha revelado. "¿Puede salir algo bueno de Nazareth?" dijo el apóstol Natanael cuando se enteró por primera vez de la ciudad natal del Mesías. Jesús trabajó allí como un tekton, una palabra griega que suele traducirse como carpintero, pero también como artesano, carpintero o incluso jornalero. Pero tan sólo a 4 millas de Nazareth se encontraba la bulliciosa ciudad de Séforis, reconstruida por el rey Herodes, la cual tenía una población de 30.000 habitantes y poseía un anfiteatro griego con 3.000 asientos, una fortaleza, un palacio real y así sucesivamente. La mayoría de los estudiosos contemporáneos creen que el pobre carpintero de Nazareth visitó con seguridad esta ciudad cosmopolita, llamado el "ornamento de toda Galilea" por el historiador judío Flavio Josefo. Allí Jesús habría visto sus bellos edificios y casas decoradas con estatuas, mosaicos y frescos (cuyas ruinas todavía se puede ver hoy en día). ¿Qué pensaba Jesús cuando caminaba de vuelta de la rica ciudad a su pobre aldea natal? ¿Cómo podía su corazón no conmoverse por los pobres que vivían en Nazareth? ¿Qué pensaría de María y José al verlos en sus tareas agotadoras y no haber estado afligido por las grandes diferencias existentes en aquella sociedad? Cuando Jesús fue testigo de esas injusticias y desigualdades, se inspiró en ello para predicar en su contra, no simplemente porque fuera de inspiración divina, sino porque su corazón humano, como los Evangelios dicen a menudo, "se compadecía de los que nada tienen" Cuando escuchamos a Jesús, entonces, estamos escuchando no sólo a un Dios que se preocupa por los pobres, sino un ser humano que los conocía perfectamente ya que fue pobre como ellos cuando estuvo en la Tierra ¿Qué diferencia hace la Pascua en la vida de los cristianos? El mensaje es radical y subversivo. La Pascua significa que nada es imposible para Dios. Que la vida triunfa sobre la muerte. El amor sobre el odio. La esperanza sobre la desesperanza. Y que el sufrimiento no es la última palabra. La Pascua dice, sobre todo, de que Jesucristo es el Señor. Y si usted es cristiano, deberá cumplir sus enseñanzas: Amar a su prójimo. Perdonar a quienes nos ofenden. Socorrer a de los pobres y los marginados. Vivir una vida sencilla. Poner las necesidades de otros antes que el suyo propio. A muchos nos parecerá difícil de cumplirlo y es algo que no debe sorprendernos. En este mundo materialista uno solo piensa en si mismo olvidándose del sufrimiento de los demás. Es por ello que el mensaje de Jesús todavía tiene el poder de hacernos sentir incómodos, tal como lo hizo en la Palestina del siglo primero, por lo que fue catalogado por las autoridades judías como un elemento peligroso y no descansaron por ello hasta matarlo. Pero al salir de la tumba, Jesús declaró algo innovador que cambiará la vida de quienes creen en el, lo cual no puede ser superado por la comercialización. Es un mensaje que se niega a ser domado. La resurrección no sólo dice que Cristo tiene el poder de la vida sobre la muerte, sino algo más subversivo. La resurrección nos dice que puedes cambiar y solo así serás salvo ¿A que esperas para hacerlo? :)
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