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miércoles, 26 de agosto de 2020

JOE BIDEN: Un lobo con piel de oveja

Ya es oficial, Joe Biden es el candidato del Establishment que enfrentara a Donald Trump en las elecciones de noviembre. Su patético discurso tras su nominación por los demócratas ha dejado una sensación de déjà vu: las mismas viejas mentiras disfrazadas de “nuevas” promesas, propias de un lobo con piel de oveja, el cual pretendió hacerlo con toda la pompa y circunstancia que permitiría la pandemia del Covid-19, dirigiéndose a una audiencia televisiva desde un podio instalado… en el escenario de un teatro vacío. Mas triste y desolador no podía ser. Ahora que oficialmente es el candidato demócrata y, en caso de que triunfe en las elecciones, se convertirá también en el líder del partido durante los próximos cuatro años, siempre y cuando su avanzada edad y deteriorada salud así lo permitan. Esa noche, muchos estadounidenses siguieron desde sus casas los pormenores de su reciclado discurso, únicamente para apostar cuantos errores verbales iba a incurrir. Y es que en el curso de su tumultuosa carrera política, Biden las ha cometido de tal manera que es especialmente conocido por ello. Lo que alguna vez se atribuyó a sus evidentes limitaciones verbales, ha sido destacado recientemente por sus oponentes políticos como una muestra del inevitable declive de un anciano de 77 años que padece de un grave deterioro mental y que bien podría estar mejor recluido en un asilo, que obligarlo a participar en una carrera electoral para luego ser manejado a su antojo - si es que logra llegar a la Casa Blanca - por parte del Deep State que volvería a gobernar desde las sombras. En cuanto a la noche de su nominación, muchos se preguntaban si volvía a quedar en evidencia su incapacidad, poniendo así fin a su candidatura presidencial incluso antes de que comenzara. De hecho y haciendo un gran esfuerzo, Biden entrego un discurso preparado para leerlo en el telepromter, con el tipo de energía y pasión que deberían hacer creer a los espectadores que realmente quería decir lo que dijo, y que era capaz de seguir sus palabras con hechos, aunque la realidad sea otra. Es mas, era tan previsible, que en cada sílaba pronunciada exudaba el mensaje subliminal: " Vota por mí”. Como podéis suponer, a su base leal, la misma que le aseguró a la Criminal de Guerra y Gran Ramera del Apocalipsis Hillary Clinton el voto demócrata en las elecciones del 2016, ciertamente le encantó dicha esperpéntica presentación, e incluso la califico como "el discurso de su vida”. Pero para su mala suerte, Joe ha vivido durante mucho tiempo, y la política estadounidense tiene una memoria de elefante para recordar su oscuro pasado, mientras considera el presente y contempla el futuro incierto que le aguardaría con el. En su discurso teledirigido y de una forma insistente, Biden desperdicio una cantidad considerable de su tiempo atacando las políticas y el carácter del hombre al que busca destruir a como de lugar, intentando enlodar vilmente la reputación de Trump. En circunstancias normales, tal táctica sería un buen augurio, dada la realidad del historial del actual inquilino de la Casa Blanca como director ejecutivo y ser humano en el transcurso de los últimos tres años o más al frente de la Nación. Desde la respuesta silenciosa de Trump a las justificadas marchas de Charlestown del Ku Klux Klan y los supremacistas blancos en respuesta a las acciones terroristas cometidas en las ciudades estadounidenses por los negros de Antifa con la ‘bendición’ de los demócratas - saqueando, incendiando y destruyendo los monumentos a sus héroes nacionales, so pretexto de la muerte de un convicto negro con violentos antecedentes a manos de la policía - hasta las acciones de su administración con respecto a la gestión de la respuesta nacional al Covid-19, quienes escriben los discursos de Biden tuvieron una gran cantidad de material para trabajar, pero deformaron groseramente la realidad para presentarla como quisieran que sea. Si Joe Biden sería nuevo en la política, podría arrojar piedras a su antojo al tejado del actual residente del 1600 Pennsylvania Avenue. Pero cuando uno vive en una casa de cristal - con múltiples cuestionamientos y graves acusaciones de abuso sexual en su contra - arrojar piedras al adversario no es la estrategia más inteligente. Por cada política que Biden afirmo que “mejorará”, hay que preguntarse por qué no la había aplicado antes, bien cuando era senador o posteriormente, vicepresidente de los EE.UU. Tenia el poder y no lo hizo. Así, por cada indagación absurda que hizo sobre Trump y el racismo, Biden necesita escapar de la sombra del Proyecto de Ley contra el Crimen de 1994 dirigida contra los negros que el mismo ayudó a redactar; Por cada comentario pronunciado aparentemente en apoyo del ejército estadounidense, Biden debe lidiar además con su voto a favor de la invasión y ocupación de Irak encabezada por los EE.UU. para apoderarse de sus inmensos recursos de gas y petróleo, falseando la realidad acerca de la “existencia de arsenales de armas químicas” en poder de Saddam Hussein y que nunca existieron. En cuanto a su discurso - aburrido y soporífero en extremo - Biden fue largo en retórica pero nulo en detalles, especialmente cuando se trataba de definir las políticas específicas que emprendería “para salvar a los EE.UU. del flagelo de la presidencia de Trump”, repitiendo hasta el cansancio las mismas viejas y desgastadas mentiras ya pronunciadas por Hillary en el 2016. Como recordareis, Biden abrió su discurso esa noche apelando a la demagogia que es lo único que sabe hacer bien. Dado que este fue "el discurso de su vida política" (?), el mayor desafío para cualquiera que haya tenido el valor de ver en forma integra toda esa perorata, es haberlo hecho sin tener ganas de vomitar, por lo que cabe preguntarse como se puede ser tan cínico cuando promete cosas que bien pudo hacer mientras ocupaba altos cargos en el gobierno y que sabe que ahora no los va a poder cumplir de acceder a la Casa Blanca, debido a que será el Deep State y no el, quien gobierne. En suma, fue un discurso para el olvido, donde el mayor perjuicio fue precisamente para quien lo pronuncio, con una convulsa historia política que no puede simplemente ser barrida y escondida debajo de la alfombra mientras sus manejadores políticos buscaban presentarlo como un modelo "nuevo y mejorado " tratando de ocultar la podredumbre que es. Al fin y al cabo, es el mismo Joe de siempre, el violador de mujeres que se escuda  en su incapacidad mental para no responder por sus aberrantes delitos. Y a pesar de que hizo “un buen trabajo” leyendo las palabras escritas por otra persona para una audiencia de televisión, eso simplemente puede no ser lo suficientemente bueno en noviembre. Cabe destacar que hubo quienes reaccionaron con dureza al conocer su nominación, como la actriz y conocida activista Rose McGowan, quien no dudo en calificar a Biden de violador y al Partido Demócrata - que lo nomino - de monstruos. Ella fue violada por el magnate del cine e importante donante demócrata Harvey Weinstein en una habitación de un hotel durante el Festival de Cine de Sundance de 1997. En octubre del 2017, McGowan recibió un acuerdo de $ 100,000 por la agresión sexual. Desde entonces se ha convertido en una feroz crítica de la industria y de dicho partido quien trato de desprestigiarla, apoyando por el contrario en todo momento a su violador, y el hecho que los demócratas hayan nominado como su candidato a Biden, quien violo a 8 mujeres, desato su ira: “Creo firmemente que Joe Biden es un violador y que Bill Clinton es un pedófilo que abuso de niñas, pero veo con indignación que el partido los protege a pesar de todas las pruebas existentes que demuestra la culpabilidad de ambos en aquellos aberrantes delitos. Por mas que ahora quiere ser presentado como algo que no es, un lobo siempre será un lobo, un monstruo, un fraude, una mentira” escribió la actriz en su cuenta de Twitter. De otro lado, en relación al deterioro cognitivo de Biden tenemos mucho que decir, y es que los continuos incidentes que ilustran sus fallidas facultades mentales ya no pueden ignorarse y es ridículo que se le permita hacer campaña para la presidencia de los EE.UU., la cual se va acrecentar a medida que se acerque la fecha de los comicios y sobretodo, cuando le toque polemizar con Trump, quien de seguro ya se esta preparando para barrer el piso con el, porque en los debates no va a tener el telepromter para que lea lo que tenga que responder al magnate republicano quien va por la reelección. Para evitar esta vergüenza, crecen los rumores de que los demócratas estén buscando la manera de que no se realicen. Como sabéis, Biden ingresó al Senado en 1973 para representar a Delaware y luego se convirtió en vicepresidente del musulmán encubierto Barack Hussein Obama. Pero este es un hombre decrepito y acabado que, a sus 78 años que cumplirá en noviembre, está cerca del final de su camino; no es alguien que deba prepararse para cuatro años en la Casa Blanca. La razón es bastante simple: cognitivamente ya no está allí.  Esto no puede ser usado como  motivo de risa para burlarse de él: sucede que el declive mental es un proceso triste y tortuoso para alguien de su avanzada edad. Continuamente - y ello se da últimamente con mayor frecuencia - Biden no tiene ni idea de donde esta y sus errores durante su discursos y entrevistas son de antología. El elemento perturbador es que uno puede ver que lo siente, y lo peor, es que el mismo se da cuenta de su impotencia. Que esté al tanto de estos tristes episodios debe ser aterrador para quien lo padece. Lo único que lo salva de una completa humillación pública una y otra vez son las notas impresas que lleva siempre consigo, y su personal que se encuentra fuera de cámara que lo asiste cuando lo esta pasando mal. Y es que cuando se congela, pierde la mirada y, finalmente, vuelve a ponerse en marcha únicamente gracias a esa ayuda. Algunos pueden etiquetar todo esto como hipercrítico o incluso alarmante, pero es inquietantemente similar a un desgarrador mensaje pronunciado por el dictador soviético Leonid Brezhnev en los últimos meses de su reinado. Su discurso de Año Nuevo en 1979 haría que incluso su mayor enemigo le tuviera lástima. Su habla era arrastrada, su personal le trataba como a un niño, incluso se cambiaba de gafas porque no podía ver; al ver estos detalles es increíble creer que fuera el líder de una superpotencia nuclear. Se calcula que en ese momento era adicto al alcohol y las pastillas para dormir, y que además sufría las secuelas de accidentes cerebrovasculares leves. Todo esto conduce a problemas con el comportamiento cognitivo general y, en poco tiempo, otras personas estaban haciendo las cosas por él, antes de que muriera en su oficina en 1982. El presidente Ronald Reagan fue otro líder mundial que pasó la misma situación. Si bien murió de Alzheimer a los quince años de dejar la Casa Blanca en 1989, uno de sus hijos asegura de que se percato de los primeros síntomas de su enfermedad cuando aún estaba en el cargo. En su libro sobre su padre, Ron Reagan escribió : “Mi corazón se hundió mientras lo veía abrirse paso a trompicones en la Oficina Oval, buscando a tientas sus notas, y mostrándose inusualmente perdido para pronunciar palabras. Parecía cansado y desconcertado” anotó. Estos dos ejemplos demuestran que Biden, solo está sucumbiendo a lo que muchos otros por su edad, lo padecen. La cuestión es que ellos eran de otra época en la que el prestigio y el poder se consideraban el principio y el fin. Pero es el 2020 y los tiempos han cambiado, donde la dignidad y la salud del hombre deben ser lo primero. Biden claramente necesita atención siquiátrica y no convertirse en el hazmerreir de los charlatanes que lo envían a esta campaña presidencial, creyendo torpemente que el fin justifica los medios, que no es otro que sus intentos “de liberar al pueblo estadounidense del Donald Trump”. Los principales medios de comunicación, muchos de los cuales son liberales con inclinación demócrata, también deben asumir su culpabilidad. Joe Biden esta sumamente enfermo y no duraría los cuatro años en el gobierno, terminando como un títere político del Establihsment donde hará lo que ellos le ordenen que haga.  Es por ese motivo que a pesar de todos los cuestionamientos que se le pueda hacer acerca de su pasado y las acusaciones de abuso sexual que pesan sobre el, personalmente creo que no merece ser tratado de esa manera. Por ello, los titiriteros deben detenerse en su infame labor y dejar que el anciano disfrute los pocos años que le quedan de vida con gracia y dignidad :(
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