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miércoles, 24 de diciembre de 2025

GROENLANDIA: Reavivando tensiones

Si alguien pensaba que con Ucrania, Gaza, China y Venezuela, el presidente estadounidense Donald Trump iba a tener las manos llenas para ocuparse de otros asuntos, si que estaban equivocados, ya que cual Grinch que pretende arruinar la Navidad a los daneses, ha nombrado esta semana a un “enviado especial para Groenlandia” con el claro objetivo de “preparar” el camino para arrebatarle la isla a Dinamarca (a la cual pertenece) lo cual como podéis imaginar, ha generado gran indignación en Copenhague, que no se explican el comportamiento de un “aliado” de la OTAN. En efecto, Trump provocó una nueva disputa con Dinamarca al nombrar un enviado especial para la isla ártica - que ha propuesto anexionar a Estados Unidos en varias ocasiones - anunciando que Jeff Landry, el gobernador republicano del estado de Luisiana, será el enviado especial de Estados Unidos para Groenlandia, que es una región semiautónoma del Reino de Dinamarca. Trump insistió en su idea de que Groenlandia “debe formar parte de Estados Unidos”. En respuesta a una pregunta de la prensa, dijo que su país necesita la isla por motivos de "protección nacional". "Tenemos que tenerla", aseguró. El gobernador Landry por su parte declaró en una publicación en X que considera un honor servir en ese "puesto voluntario para que Groenlandia forme parte de Estados Unidos". El anuncio no cayó bien ni en Groenlandia ni en la capital de Dinamarca, cuyo gobierno convoco al embajador estadounidense para "pedir explicaciones". Al respecto, el ministro de Asuntos Exteriores de Dinamarca, Lars Løkke Rasmussen, calificó el nombramiento como "profundamente preocupante" y exigió a Washington que respete la soberanía danesa. El primer ministro groenlandés afirmó que la isla debe "decidir su propio futuro" y que su "integridad territorial debe ser respetada". Rasmussen declaró a la cadena danesa TV2: "Mientras tengamos un reino compuesto por Dinamarca, las Islas Feroe y Groenlandia, no podemos aceptar acciones que socaven nuestra integridad territorial". Por su parte, el primer ministro de Groenlandia, Jens-Frederik Nielsen, afirmó que el territorio está dispuesto a cooperar con Estados Unidos y otros países, pero solo sobre la base del respeto mutuo. "El nombramiento de un enviado especial no cambia nada para nosotros. Nosotros decidimos nuestro propio futuro. Groenlandia pertenece a los groenlandeses, y la integridad territorial debe ser respetada", sentenció. En tanto, en una publicación en redes sociales, el presidente estadounidense aseguró que su nuevo enviado para Groenlandia comprende lo "esencial" que es ese territorio "para nuestra seguridad nacional" y reiteró que defenderá los intereses de Estados Unidos. Jeff Landry, por su parte, declaró que el nuevo cargo no afectará a sus funciones como gobernador de Luisiana. Veterano militar y expolicía, fue congresista y fiscal general de Luisiana antes de ser elegido gobernador en el 2023. Cabe recordar que Landry recibió con satisfacción la propuesta del presidente de enviar tropas de la Guardia Nacional a Nueva Orleans como parte de su campaña contra la delincuencia en las ciudades estadounidenses. El gobernador ya había expresado su opinión sobre Groenlandia, escribiendo en su cuenta personal de X en enero: "¡El presidente Donald J. Trump tiene toda la razón! Necesitamos asegurar que Groenlandia se una a Estados Unidos. ¡Genial para ellos, genial para nosotros! ¡Vamos a conseguirlo!". Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, Trump ha reforzado su interés por Groenlandia, citando su ubicación estratégica y su riqueza mineral. Asimismo, se ha negado a descartar el uso de la fuerza para asegurar el control de la isla, una postura que ha conmocionado a Dinamarca, “aliado” de la OTAN que tradicionalmente ha mantenido estrechas relaciones con Washington. Cabe precisar que, con una población de aproximadamente 57.000 habitantes, Groenlandia goza de una amplia autonomía desde 1979, aunque su defensa y política exterior siguen en manos danesas. Si bien la mayoría de los groenlandeses son partidarios de independizarse de Dinamarca a largo plazo, las encuestas de opinión también muestran asimismo una oposición abrumadora a formar parte de Estados Unidos. Esta disputa surge en un contexto de creciente competencia estratégica en el Ártico, donde el deshielo está abriendo nuevas rutas marítimas y facilitando el acceso a valiosos recursos minerales. La ubicación de Groenlandia entre América del Norte y Europa la convierte en un punto estratégico clave para la planificación de la seguridad de Estados Unidos y la OTAN, y la sitúa en la ruta más corta para misiles entre Rusia y Estados Unidos. Estados Unidos mantiene una base en Groenlandia desde la Segunda Guerra Mundial, tras invadir el territorio para establecer instalaciones militares y estaciones de radio luego de que los alemanes ocuparan Dinamarca durante el conflicto. Desde entonces la ha seguido ocupando en medio de la Guerra Fria con Rusia. Cuando este acabo, no se han retirado y mediante una serie de pretextos han continuado allí. Por cierto, el vicepresidente JD Vance visitó la base en marzo y pidió a los groenlandeses que "llegaran a un acuerdo con Estados Unidos" aunque este pedido fu rechazado unánimemente. Pero ahora Trump vuelve a la carga dejando ver sus verdaderas intenciones de conquista. Los planes de Trump para Groenlandia no son nuevos. "Sería un gran negocio inmobiliario", dijo en el 2019, durante su primer mandato, cuando declaró por primera vez su “interés” en la isla. Sin embargo, en ese momento dijo que adquirir el área “no era su prioridad”. El entonces asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, explicó en una entrevista en Fox News Sunday lo que el gobierno de Trump veía en la isla. Es "un lugar estratégico" con "muchos minerales valiosos", dijo Kudlow. Los representantes del gobierno estadounidense incluso se acercaron a los daneses para intentar cerrar un trato, algo que no ocurrió. La cantidad de menciones que hace Trump sobre el tema ahora, sugiere que Groenlandia ha subido posiciones en importancia en los planes del republicano. Los expertos apuestan a que esto tiene que ver con el reciente mapeo de las riquezas minerales de Groenlandia y la dinámica económica cambiante en relación con ellas. Históricamente, el territorio recibió atención de las autoridades estadounidenses debido a su posición estratégica. Primero, como forma de contener el avance global de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Luego, durante la Guerra Fría, para controlar las rutas marítimas entre Europa y América del Norte y por su proximidad al Ártico. El ejército estadounidense ha operado durante décadas la Base Espacial Pituffik, anteriormente conocida como Base Aérea Thule, entre los océanos Atlántico y Ártico, la cual se utiliza como puesto de observación de misiles balísticos. Pero un informe publicado a mediados del 2023 por el Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia estimaba que los 400.000 km2 de territorio de la isla actualmente no cubiertos por hielo tienen depósitos moderados o elevados de 38 minerales en la lista de materiales ‘esenciales’ elaborada por la Comisión Europea. Además de aparentes altas concentraciones de cobre, grafito, niobio, titanio y rodio, también existirían grandes depósitos de las llamadas tierras raras, como el neodimio y el praseodimio, cuyas peculiares características magnéticas las hacen fundamentales en la fabricación de motores de vehículos eléctricos y turbinas de viento. "Groenlandia podría contener hasta el 25% de todos los recursos de elementos de tierras raras del mundo", dijo el geólogo Adam Simon, profesor de la Universidad de Michigan. Esto equivaldría a alrededor de 1,5 millones de toneladas de materiales. Como sabéis, las tierras raras se han convertido en un bien demandado en un contexto de transición energética en busca de formas de energía limpias y renovables -para contener el cambio climático- y han lanzado a diferentes potencias globales a disputas por grandes minas de estos elementos en todo el mundo. "Para el próximo año, utilizaremos alrededor de un 4.500% más de tierras raras en todo el mundo que en 1960", afirma Simon, y continúa: "incluso si la extracción en Groenlandia se vuelve viable en un corto período de tiempo, seguiremos necesitando más reservas de tierras raras para satisfacer la demanda actual del mercado". Actualmente, China domina el mercado de minería y procesamiento de tierras raras. Los chinos son responsables de alrededor de un tercio de las reservas conocidas, del 60% de la extracción y del 85% del procesamiento de estos productos. Pero el dominio chino sobre este mercado ya alcanzó el 95% en el 2010, lo que dio a Beijing un poder político y económico significativo sobre las cadenas de producción centrales en Europa y EE.UU. Actualmente, las dos empresas mineras que realizan prospecciones de tierras raras en Groenlandia son australianas, pero una de ellas tiene como inversor a Shenghe Resources, una empresa minera estatal china. No está demás agregar que China lleva años intentando profundizar su presencia en Groenlandia. Xi Jinping definió que el suyo debe ser un país "cercano al Ártico", pese a que está a casi 1.500 kilómetros de la región, aunque su alianza con Rusia y los acuerdos que firmo con Moscú le permite participar en diversas operaciones en la zona. Además de proyectos culturales y tecnológicos, Beijing ha intentado echar raíces en Groenlandia a través de obras de construcción en un plan bautizado la "Ruta de la Seda Polar", brazo del masivo proyecto de inversión mundial de Xi conocido como La Franja y la Ruta. Como parte de este programa, empresas constructoras chinas intentaron construir al menos dos aeropuertos en Groenlandia, pero terminaron siendo relegadas por empresas danesas, en una disputa en la que Washington habría ejercido presión a favor de Dinamarca. Todos estos movimientos chinos en la zona alarmaron a EE.UU., que tiene a China como su principal antagonista global. Ya en su primer mandato, el gobierno de Trump incluyó las tierras raras “entre los materiales fundamentales para la seguridad nacional estadounidense” y firmó acuerdos de cooperación para el desarrollo tecnológico y científico entre Groenlandia y EE.UU. Pero la mayor presencia de científicos, investigadores, políticos y militares en los últimos años en la región no parece ser suficiente para garantizar ninguna exclusividad estadounidense sobre los recursos naturales de la isla. Si el interés por las tierras raras y Groenlandia ya estaba claro en el primer mandato, el hecho de que la dirección del gobierno de Trump siga profundamente influenciada por el multimillonario Elon Musk, director general de Tesla (a pesar de su aparente distanciamiento), uno de los mayores fabricantes de coches eléctricos del mundo, no se debe ignorar. "Ciertamente, Tesla tiene interés en la disponibilidad global de tierras raras además del litio, el cobre, el níquel y el grafito. Por lo tanto, es razonable pensar en un conflicto de intereses si el CEO de una empresa que depende de la disponibilidad de importantes elementos minerales está en una posición política de autoridad para tomar decisiones que podrían afectar la disponibilidad global de estos minerales", dice Simon. Con la misma prudencia, sin embargo, también recomienda cautela en los límites de los beneficios inmediatos para Musk, y para el propio Trump, en la embestida contra Groenlandia. "En la etapa actual de exploración minera, es muy poco probable que tengamos mineros capaces de realizar una producción comercial constante en Groenlandia en menos de 10 años", dice Simon. "Mientras los gobiernos operan con un horizonte de 4 años, estas grandes mineras planifican sus negocios con un horizonte de 40 años", añade el geólogo. Aunque es posible acelerar enormemente la minería en zonas de la isla, un segundo desafío sería transportar la producción con grandes barcos a una región relativamente remota plagada de icebergs y otros desafíos náuticos. Por lo tanto, es poco probable que Trump pueda presumir de extraer tierras raras a escala de Groenlandia, incluso si supera los enormes desafíos geopolíticos que implica la tarea. La clave para entender la motivación de Trump al respecto puede residir en otro elemento histórico de la política internacional estadounidense: la doctrina del Destino Manifiesto. Así lo afirmó en el 2019 el editor de la revista de derecha The American Conservative, James P. Pinkerton. La noción de Destino Manifiesto, articulada en el siglo XIX, afirmaba que, dado su "excepcionalismo", EE.UU. tenía el deber y el derecho de avanzar hacia territorios extranjeros para garantizar el desarrollo y la expansión del experimento de libertad y autogobierno que el país defendía. Esto incluía asegurar recursos para sostener la economía y garantizar la seguridad del país. El Destino Manifiesto fue la ideología detrás de la expansión de los estadounidenses desde las 13 colonias hacia Occidente, que, entre otras cosas, expulsó de sus tierras a gran parte de las poblaciones nativas americanas, lo que llevó al genocidio de muchos de ellos. El orden mundial establecido tras las Grandes Guerras, con la creación de organismos multilaterales para mediar en las disputas entre naciones (objetivos frecuentes de las críticas de Trump) y el establecimiento de fronteras claras entre países, parecía haber puesto fin a la expansión territorial pregonada por el Destino Manifiesto. Uno de los mayores ejemplos de este movimiento fue Andrew Jackson, el séptimo presidente estadounidense, que gobernó de 1829 a 1837. No es mera coincidencia que Trump declare que siente una gran admiración por Jackson. Sus deseos de apoderarse a como dé lugar de Groenlandia, así sea mediante una guerra con Dinamarca, marca ese camino expansionista que busca continuar. Lo vemos ahora mismo en Venezuela, donde su obsesión por quedarse con su petróleo - que afirma que se lo han “robado” (?) - ya no lo puede disimular. Por cierto, de estallar un conflicto de EE.UU. con Dinamarca y ya que ambos países son miembros de la OTAN ¿Del lado de quien se pondrían los demás países que conforman esa alianza? Según el principio de defensa colectiva (Articulo 5) sucede que si uno del integrantes es agredido, los demás miembros se unirían automáticamente al conflicto, colocándose del lado del país atacado - en este caso Dinamarca - defendiendo su territorio y soberanía, aunque las dinámicas podrían ser complejas debido a intereses nacionales, pero la adhesión sería obligatoria bajo el tratado, aunque falta saber si atacarían a los EE.UU. o volverían a bajar vergonzosamente la cabeza, permitiendo ser humillados una y otra vez por el inquilino de la Casa Blanca, que los trata como los perros falderos que son, los cuales siguen creyendo de una forma suicida que el enemigo es “Rusia”, cuando en realidad lo tienen en su propia casa. No cabe duda que la megalomanía de Trump está yendo demasiado lejos y debería ser detenido antes que sea tarde, porque luego de Groenlandia, de seguro intentará hacer lo mismo con Canadá. Aún estamos a tiempo de evitarlo.
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