Nuestra atención se concentra esta semana en un pequeño país balcánico de dos millones de habitantes el cual vive su peor crisis política, algo que puede resultar explosivo para toda Europa. En efecto, el principal problema es que Macedonia es el siguiente país europeo tras Grecia situado en la ruta de los “refugiados”- terroristas en potencia - aquellos cientos de miles de indeseables que pretenden entrar al continente y que llegan procedentes del Medio Oriente con el objetivo de islamizar Europa. Al cerrárseles las puertas en varios países del Este, gracias a las acertadas medidas tomadas por sus gobiernos quienes como medida de precaución han colocado vallas en sus fronteras con Grecia (que irresponsablemente es una puerta abierta al permitir libremente la llegada de estos “inmigrantes” a sus costas) los cuales han dirigido sus miradas a Macedonia, para intentar llegar a Suecia y Alemania. Sin embargo, a la tensa situación que ya vivía el país, amenazado ahora por quienes pretenden asaltar sus fronteras al considerarlo el más débil de la cadena, ha degenerado en violentas manifestaciones contra el gobierno de Gjorge Ivanov, a quien acusan de graves casos de corrupción, originando una crisis política que amenaza con desencadenar un golpe de Estado al estilo ucraniano, algo que en la actual coyuntura puede ser letal. En efecto, desde hace más de una semana, decenas de miles de manifestantes han estado marchando en las calles de Skopje, enfurecidos por la polémica decisión de su presidente de cerrar una investigación sobre escuchas telefónicas supuestamente realizadas por parte del gobierno a más de 2.000 personas entre políticos, periodistas y líderes religiosos, registrándose asimismo conversaciones sobre desviaciones de fondos, procesos criminales contra oponentes políticos e, incluso, el encubrimiento de un asesinato. Se dice que esta operación ilegal habría sido realizada por los servicios de seguridad del país (entonces dirigido por un primo del entonces primer ministro Nikola Gruevski). Sin embargo, el mandatario decidió detener las averiguaciones y perdonar a los implicados porque estimó que resultaba necesario para "poner fin a la agonía que vive el país con el cruce constante de acusaciones". Ello origino la indignación de quienes volvieron a echarse a las calles para expresar su rechazo a esa medida. Pero las protestas no son de ahora. Macedonia vive en constante convulsión desde febrero del 2015, cuando se dio a conocer el escándalo. El año pasado la oposición filtró escuchas telefónicas grabadas aparentemente por los servicios de seguridad del país, que entre otras cosas desvelaron fraude electoral, corrupción y otros supuestos graves crímenes, lo que provocó las primeras protestas. Cuando unos meses después estalló la crisis de los “refugiados”, la UE - temiendo el caos político en Macedonia - envió allí a sus negociadores. Con los encuentros, Gobierno y la oposición acordaron llevar a cabo nuevas elecciones, que finalmente se celebrarán este 5 de junio. También acordaron abrir una investigación especial sobre los posibles crímenes revelados por las escuchas, en que fueron involucrados 56 políticos, muchos del oficialista partido VMRO. Luego de que el 12 de abril el presidente Ivanov cancelara sorpresivamente la investigación acordada, las protestas volvieron a estallar y la oposición decidió entonces rechazar participar en las negociaciones de emergencia que había sido convocada por la UE para el pasado viernes en Viena y que fue cancelada por la negativa de los socialdemócratas a participar. Como sabéis, desde hace 20 años Macedonia sigue esperando la membresía de la UE (bloqueada por la negativa de Grecia a reconocerle con ese nombre que considera históricamente suyo y pretenda que se le llame simplemente “Skopje” debido a las ambiciones territoriales que Macedonia tiene en esa provincia griega del mismo nombre, que le facilitaría además una salida al mar) y al no darse, ha crecido la desesperanza y la frustración entre los macedonios y a su vez Bruselas ha perdido toda su influencia en la región. En las constantes manifestaciones registradas ya se registran episodios de violencia. La crisis además puede empeorar si las fuerzas políticas que representan a los albaneses, que forman una cuarta parte de la población y que sueñan con unirse junto a Kosovo (un territorio ancestral serbio arrebatado a Belgrado por la OTAN) para conformar la “Gran Albania” deciden involucrarse, originando un conflicto de insospechadas consecuencias ya que tanto a Serbia como Bulgaria – que también ambiciona el territorio – intervendrían militarmente en Macedonia para evitarlo. Por lo pronto, Estados Unidos y varios países europeos han exigido que el presidente Ivanov deje sin efecto su decisión, mientras que Rusia ha salido en su defensa, acusando a la oposición de planear un golpe de estado apoyado desde el extranjero e instaurar un gobierno colaboracionista como sucedió en Ucrania. Macedonia es un pequeño país de 2 millones de personas, pero lo que sucede aquí importa en toda la región. La amenaza de los EE.UU. y sus secuaces de la OTAN está creciendo para tratar de menoscabar la influencia rusa, la cual por cierto - conociendo al señor Putin - no se quedaría con los brazos cruzados e intervendría para desbaratar los planes de quienes sueñan con recrear un nuevo Maidan en los Balcanes :(