TV EN VIVO

miércoles, 29 de marzo de 2017

BELARÚS: ¿La próxima Ucrania?

Ubicada estratégicamente en el corazón de Europa - entre Rusia, Polonia, Letonia, Lituania y Ucrania - y gobernada con mano de hierro durante décadas por Alexander Lukashenko, la pequeña Belarús, también conocida como Bielorrusia, vivió el último fin de semana violentas manifestaciones antigubernamentales en la capital (que de ‘espontáneas’ no tienen nada, ya que fueron organizadas por la CIA y financiadas por el judío George Soros) deseosos de repetir el infame ‘experimento’ utilizado en Ucrania, con el claro objetivo de derrocar al régimen y sustituirlo por otro ‘cercano’ a Occidente, conformado por traidores colaboracionistas quienes no dudarían un segundo en llamar a la OTAN en busca de ayuda ‘ante la amenaza rusa’. Las intenciones de Washington en el país son tan groseras que ya ni se dan el trabajo de disimularlo. En efecto, estas protestas que se llevan a cabo desde el pasado mes de febrero, tienen como único objetivo “el cambio de gobierno” tal como lo confesaron sus propios organizadores. Es así, como aprovechando que cada 25 de marzo se celebra el aniversario de la proclamación de Belarús como República Nacional en 1918, salieron a las calles de la capital para pedir la destitución de Lukashenko, quien lleva en el poder 23 años. Tras el fracaso de su intentona golpista, decenas de manifestantes fueron detenidos, entre ellos varios agitadores extranjeros, lo que da crédito a la versión oficial de que se trató de una conspiración patrocinada por los EE.UU. Estas manifestaciones en Minsk se originaron para protestar aparentemente contra una ley que impone multas a quienes trabajen menos de 183 días al año (una reminiscencia de la legislación contra el parasitismo social que existía durante la era soviética y que Mijaíl Gorbachov abolió en los años 90), pero que en realidad responden a otros intereses y es la de tratar de desestabilizar el país, para lo cual fueron llegaron desde Ucrania, Lituania y Polonia cientos de agitadores ‘profesionales’ con la consigna de crear el caos. La semana pasada, el jefe del Estado había informado de la detención de decenas de personas, financiados por países extranjeros que ultimaban una provocación armada para el último fin de semana. El pasado 15 de marzo, durante una jornada en la que los organizadores apenas llegaron a congregar a unas 2.000 personas en el centro de Minsk, docenas fueron detenidos, tanto en la capital como en las localidades de Mogilev, junto a la frontera con Rusia, y Grodno, cerca de Lituania y Polonia. No es la primera ocasión que Belarús se ve sacudida por protestas sociales. Periódicamente, desde el colapso de la URSS, vienen desarrollándose en el país estas manifestaciones casi siempre ‘coincidiendo’ con citas electorales, en las que se exige la salida del poder del hombre fuerte bielorruso, aunque acaban apagándose tras las derrotas inobjetables de sus candidatos. En esta ocasión, la oposición - que no representa ni al 10% de la población - cree que la situación es diferente (sobretodo por el generoso financiamiento que reciben por parte de Soros y el apoyo invalorable de la CIA para generar protestas) ya que creen que el Gobierno de Minsk carece de los recursos necesarios como en el pasado debido a la crisis económica. "Estamos en un momento muy diferente al que vivimos tras las elecciones del 2010; el régimen ya no tiene dinero para comprar lealtades, pero nosotros si" admitió Vladímir Nekliayev, quien fue candidato en los comicios presidenciales de ese año, donde sufrió una aplastante derrota precisamente a manos de Lukashenko. De otro lado, Rusia observa detenidamente los sucesos en la república vecina, que se producen en un contexto de paulatino deterioro de las relaciones con Moscú. Pese a que Bielorrusia y Rusia pactaron una unión aduanera en el 2000, a principios de febrero, Moscú reinstauró los controles en la frontera común, luego de que las autoridades de Minsk suavizaran el régimen de visados para los ciudadanos 80 países, incluyendo a EE.UU. y los estados miembros de la UE, con los que el Kremlin mantiene un pulso geopolítico. Desde el pasado año, el Kremlin está presionando a Lukashenko para establecer una base aérea en territorio bielorruso, a lo que Minsk se ha resistido hasta ahora. Rusia cuenta con tres instalaciones de importancia en el país: una estación de radar en Hantsavichi y una base aérea en Baranovichi, ambas instalaciones en el oeste del país, no lejos de Polonia, además de un centro de comunicación naval en Vileyka, cerca ya de Lituania. En caso de un conflicto, el territorio bielorruso forma una cuña que se adentra en la UE y desde el cual se podría aislar con facilidad a las tres repúblicas bálticas, por lo que el establecimiento de esa base aérea es prioritario para Moscú, que no comprende la actitud de Lukashenko, con mayor razón ahora que los EE.UU. ha clavado los ojos en su país. Para ello, ha puesto en marcha una serie de ‘iniciativas’ como el inicio de operaciones en Belarús de USAID, donde la agencia estadounidense está buscando un contratista local para su proyecto 'Community Connections'. "Los líderes de Bielorrusia están jugando a un juego muy peligroso con un rival muy serio", afirmó el historiador y publicista Andréi Fúrsov en una entrevista al diario Pravda: "Hoy en día, Bielorrusia es, de hecho, el único país en Europa amigo de Rusia. Claro que será aquí donde van a golpear luego de Ucrania, con el fin de transformarla en algo intermedio entre Ucrania y Lituania. No necesariamente un régimen nazi de bandera, como el establecido en Kiev, pero sí algo que dé un giro hacia Occidente", aseguró. Fúrsov se refirió así a las recientes actividades de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). El principal objetivo anunciado por su programa es utilizar los ‘intercambios profesionales’ para establecer conexiones entre el pueblo bielorruso y sus colegas estadounidenses, ‘con el fin de promover el libre mercado y los valores democráticos’. En opinión del director del Centro de Análisis bielorruso de EsooM, Serguéi Musienko, cualquier programa de intercambio es un arma de doble filo: "Me cuesta creer que un país vaya a inmiscuirse desinteresadamente en los intereses de los demás. A menudo, por supuesto, están buscando e invitando a los jóvenes más inteligentes, que luego ya no volverán a casa" aseveró. La puesta en marcha de las actividades subversivas de la USAID no es el único intento que ha acaparado la atención del mandatario bielorruso. A finales de noviembre, en el sitio web del Departamento de Estado de EEUU, fue publicada otra propuesta de ‘patrocinio’ de los periodistas en Belarús. El Departamento prometió destinar 520.000 dólares para la preparación de 'periodistas independientes' en ese país, entre otras cosas para cubrir las elecciones presidenciales del 2020. En la propuesta se destaca que los proyectos deben tener el potencial de causar "un impacto inmediato que conduzca a reformas sostenibles a largo plazo". El Departamento de Estado de EE.UU. también destina 800.000 dólares a financiar a organizaciones públicas de Ucrania, que supervisarán a las autoridades locales en asuntos de corrupción y se ocuparán de la construcción de relaciones con los medios de comunicación regionales. A su turno, el analista Vladímir Bichkov señaló que las mencionadas organizaciones están dirigidas a "crear esferas de influencia norteamericanas en países de interés para la inteligencia estadounidense". También estableció un paralelismo con la situación en Ucrania, donde "Washington invirtió 5.000 millones de dólares" en actividades similares para alcanzar el resultado deseado en el invierno de 2013-2014. En Belarús también ha habido más de un intento de cambio violento de Gobierno. En el 2006, tuvo lugar lo que luego se conoció como 'Revolución en vaqueros' tras las elecciones presidenciales que fueron ganadas por Alexánder Lukashenko. Luego de los comicios, en el país comenzaron protestas masivas según un guión bien conocido preparado por la CIA: un campamento de protesta con los manifestantes en la Plaza Oktiábrskaya en Minsk, la capital del país, recuerda el autor de la publicación. No obstante, en el último momento, el organizador de la protesta, Alexánder Milinkévich, instó a todos a dispersarse. En el 2010, el intento de organizar una revolución de colores se repitió y también terminó en un rotundo fracaso, con los manifestantes dispersados por las fuerzas de orden. Un año después, Milinkévich ‘desapareció’ al ya no ser útil para los planes de la CIA. En las próximas elecciones en a celebrarse en Belarús, Lukashenko va a tener a un rival nuevo, Stanislav Shushkevich, uno de los organizadores de la acción antigubernamental 'Asamblea del Congreso Nacional Bielorruso' quien promete "una fuerte coalición democrática pro-europea" siguiendo al pie de la letra un libreto bien aprendido por los golpistas ucranianos. Demás esta decir para quien trabaja en realidad. Visto todo ello, Lukashenko debe tener en todo momento los ojos puestos en Ucrania - que hoy se encuentra dividida y en franca descomposición como consecuencia del golpe fascista en Kiev patrocinado por Washington - y con toda la fuerza que le da el poder, impedir que esa triste historia se repita en Belarús. ¿Estará en la capacidad de hacerlo? :(
Creative Commons License
Esta obra está bajo una Licencia de Creative Commons.