No cabe duda que el régimen comunista de Pyongyang con sus continuas y absurdas provocaciones que amenazan al mundo con desatar una hecatombe nuclear, es el primero de la lista en la agenda de Donald Trump, quien a diferencia de sus antecesores esta dispuesto a acabar con este álgido problema de una vez por todas… y para siempre. Washington ha descartado dialogar con Corea del Norte hasta que no se comprometa de forma clara a poner fin a sus ambiciones nucleares. "La política de paciencia estratégica se ha acabado", dijo el pasado viernes el secretario de Estado Rex Tillerson y le advirtió que no descarta una acción militar si continúa con sus planes. Tillerson hizo esta dura declaración tras una visita a la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas, y tras haber constatado el fracaso de 20 años de esfuerzos diplomáticos para detener el programa de armas nucleares de Pyongyang. "Desde luego que no queremos (...) un conflicto militar", dijo Tillerson a la prensa, antes de añadir sin embargo: "Si (los norcoreanos) elevan la amenaza de su programa de armas nucleares a un nivel que consideramos que requiere una acción, entonces esa opción está sobre la mesa" aseveró. Esta posición fue compartida por el presidente Donald Trump quien afirmo: “mi paciencia con Corea del Norte ha terminado ya que las sanciones impuestas por la ONU no han demostrado su eficacia, y como China hace ‘poco’ por frenar a Norcorea, es necesario que tome otras medidas para neutralizarlo” aseveró. Se dice que entre las acciones a tomar se encontraría un ataque preventivo contra sus instalaciones militares. El analista político Dmitri Verjotúrov en declaraciones a Spútnik explicó que la guerra comenzará con un ataque hipersónico con armas de precisión a los núcleos militares clave. "El uso de bombas con la capacidad de destruir búnkeres de hormigón (la Fuerza Aérea de EE.UU. está en posesión de la bomba BLU-113, empleada en Iraq), o el misil hipersónico X-51A Waverider, probado en 2013 también pudieran ser utilizadas". Entre las probabilidades planteadas por el experto, destaca que lo más probable sería que EE.UU. opte por misiles hipersónicos y probar la última estrategia militar de Estados Unidos, el Prompt Global Strike, que hace posible un golpe en cualquier lugar del mundo 60 minutos después de haber tomado la decisión de uso. Ataques aéreos masivos con los recientes aviones furtivos F-22, y F-35 también serían probables, en lo que supone que el país asiático no lograría repeler la ofensiva y las aeronaves terminarían con los principales objetivos ya alcanzados por las armas hipersónicas. Otra opción sería el asesinato del dictador Kim Jong-un y su camarilla por parte de un comando de elite, descabezando así al régimen que colapsaría inmediatamente. Para ello desde hace semanas, un cuerpo especializado ya se encuentra en Corea del Sur listo para entrar en acción cuando la situación se deteriore irremediablemente. Gobiernos anteriores en Washington han estudiado la posibilidad de emplear la fuerza militar debido al desarrollo de armas nucleares y los misiles balísticos capaces de transportarlas, pero rara vez se ha expresado esa posibilidad de manera tan explícita. Como sabéis, Corea del Norte ha acelerado su desarrollo armamentista en violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, sin dejarse disuadir por una serie de duras sanciones internacionales. Realizó dos ensayos nucleares y 24 ensayos de misiles balísticos el año pasado y los expertos dicen que en pocos años podría tener un misil con ojiva nuclear capaz de llegar a territorio estadounidense. Aislado internacionalmente, Pyongyang ha considerado a Beijing como su único aliado, de quien depende enteramente en su comercio exterior, pero ello puede cambiar. En efecto, alrededor del 88% de las importaciones de Corea del Norte provienen de China, y tienen un costo de 3.500 millones de dólares; y la gran mayoría de exportaciones regresan, cerca del 86% - unos 2.670 millones de dólares - especialmente en carbón, pero ello no implicaba que gracias a esta relación ‘privilegiada’ los chinos podían influir decisivamente en su política, por lo que esta se limitaba a lo que decidían finalmente los norcoreanos. Si bien Beijing había respaldado las sanciones de la ONU, en la práctica continuo siendo aliado de Corea del Norte, al facilitarle la entrega de energía y alimentos, ello se explica por los fuertes intereses geopolíticos, ya que para el gigante asiático es importante que ese país opere como contrapeso ante posibles amenazas de Japón y Corea del Sur. Por ese motivo, China buscaba evitar un colapso de Corea del Norte, porque ello podría devenir a su vez en una masiva inmigración hacia su propio país. Además, la caída del régimen comunista con la consiguiente reunificación de la península, significaría tener a las tropas estadounidenses al otro lado de la frontera, lo cual seria inaceptable para los chinos desde todo punto de vista y significaría la guerra. De otro lado, es conocida la relación distante que ha tomado Corea del Norte con respecto a Rusia, quienes entienden perfectamente que se trata de ‘un área de influencia china’ y no han hecho mayores esfuerzos en intervenir en la zona para no incomodar a su vecino. Si bien el presidente ruso Vladimir Putin ha invitado reiteradamente a Kim Jong-un a visitar Moscú, este nunca se ha realizado por diferentes motivos. Convertido así en un ‘asunto interno chino’ Beijing esta convencido que el incremento de las tensiones en la península - mas aún con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump - era un problema de difícil solución debido a la inflexibilidad del régimen norcoreano, por lo que ha decidido endurecer su postura hacia Pyongyang acatando las resoluciones de la ONU, bloqueando sus exportaciones de carbón hasta finales del 2017. Esto supondrá un duro golpe a las finanzas de Pyongyang ya que se trata prácticamente de su única fuente de ingresos, por lo que no ha sorprendido a nadie la publicación de una serie de noticias antichinas en la prensa estatal norcoreana. Este sorpresivo cambio de postura se debe al anunciado despliegue en Corea del Sur por parte de los EE.UU. del escudo antimisiles THAAD (Terminal High-Altitude Area Defense) lo cual ha irritado a los chinos quienes consideran que en realidad estará dirigido contra ellos, ya que el radar del sistema cubrirá todo su territorio y cambiará el equilibrio estratégico en la región. De nada habría valido esta ‘señal’ enviada a Washington para demostrar que Beijing intenta realmente hacer cambiar de postura a los norcoreanos, cuando Trump ha optado por la guerra. Esto ha llevado al ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, a declarar que EE.UU. y Corea del Norte son “como dos trenes acelerando en rumbo de colisión sin que ninguno esté dispuesto a ceder el paso y cuando llegue ese momento, China no será indiferente” precisó. Lo que no esta claro es que a quien beneficiaria la medida adoptada por Beijing, el cual sin duda acelerara la descomposición del régimen comunista ya que al quedarse sin recursos, Kim Jong-un podría ser ajusticiado por sus propios soldados y el país terminaría convirtiéndose en el escenario de una guerra civil entre las distintas facciones del ejercito norcoreano ávidos de hacerse con el poder. Lo peligroso del asunto es el destino que tendría el arsenal nuclear que podría ser utilizado por cualquiera de las partes en conflicto, por lo que en un escenario como este, los EE.UU. y sus aliados tendrían motivos ‘mas que suficientes’ para ocupar el país, lo que generaría la inmediata intervención china, desatando una guerra de insospechadas consecuencias para la humanidad. Una alternativa para evitarlo, seria que la operación se realice bajo la bandera de la ONU y así los chinos no tendrían motivos para oponerse e incluso podrían participar en ella. Sea cual fuere el método utilizado, el régimen norcoreano está condenado a su destrucción ya que una transición pacifica como piden algunos analistas, sería imposible. El odio y el resentimiento acumulado por décadas en ese aislado y empobrecido país donde sólo la elite comunista goza de toda clase de privilegios, mientras que el resto de la población - sometida a una feroz represión - muera literalmente de hambre en sus calles, harán que paguen muy caro por ello. La hora de ajustar cuentas habrá llegado :)