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miércoles, 21 de agosto de 2019

HONG KONG: El reino de la hipocresía

Imagine cual seria la respuesta de la policía en los EE.UU. y el Reino Unido si grupos de manifestantes asaltaran violentamente y destruyeran las instalaciones de los aeropuertos JFK o Heathrow, cerrando los servicios de vuelos internacionales. Naturalmente, no se quedarían de brazos cruzados. Detendrían inmediatamente a los culpables, o peor aún, serian asesinados a tiros en el acto por las fuerzas de seguridad. Pero cuando estos mismos actos de terrorismo suceden en países “hostiles” a Occidente como China, ahí la cosa cambia e hipócritamente ponen el grito en el cielo cuando la policía intenta restaurar el orden, saliendo en defensa de los criminales, inmiscuyéndose a su vez groseramente en los asuntos internos chinos, dejando en claro meridianamente que la “guerra híbrida” de los EE.UU. contra China ha entrado en una nueva fase. Como sabéis, las escenas de vandalismo e insurrección sin ley ocurridos en el aeropuerto de Hong Kong (el octavo más transitado del mundo) fueron asombrosas. Miles de manifestantes destrozaron la terminal causando la cancelación de todos los vuelos del día en medio de la celebración de los gobiernos occidentales, cuyos medios de comunicación sirvieron asimismo como caja de resonancia de estos viles actos terroristas. En medio de esos actos de violencia, un periodista del canal de noticias chino Global Times - de tendencia ultranacionalista y firme defensor de las politicas del gobierno - fue linchado por una multitud enojada bajo sospecha de ser un policía encubierto. Esto no puede ser una excusa para golpear al hombre casi hasta la muerte, ni los ataques posteriores a los paramédicos cuando ingresaron al aeropuerto para recuperar al periodista herido. Como era de esperar y siguiendo un libreto previamente preparado, diversos políticos británicos y estadounidenses de alto rango han condenado a China y a la policía de Hong Kong por sus tácticas empleadas hacia los “manifestantes prodemocráticos” (como hipócritamente definen a los terroristas que ellos financian para desatar el caos y la violencia en Hong Kong). Es mas, la conexión entre ese grupo de criminales y el gobierno estadounidense ha quedado al descubierto cuando diplomáticos estadounidenses fueron fotografiados manteniendo “conversaciones” con los organizadores de las manifestaciones, que han sacudido el enclave del sur de China durante las últimas 10 semanas, sospechosamente realizadas en simultaneo a las tensiones existentes entre China y los EE.UU. por Taiwán y el control del Mar Meridional. En tanto, una desubicada Naciones Unidas también se ha apresurado para intervenir y censurar a China por “la represión y uso excesivo de la fuerza policial”. Ante semejante acto de cinismo, vale la pena preguntarse: ¿Por qué la ONU no ha condenado de la misma manera a las autoridades francesas por su uso mucho más letal de la fuerza contra 'los chalecos amarillos' - quienes desde hace meses se manifiestan en las calles de Paris - cuando decenas de ellos han perdido los ojos a manos de la policía francesa quienes les disparan proyectiles a corta distancia con total impunidad? Ah, claro como estos últimos luchan contra el sistema…. bala con ellos. Es mas, The Daily Mail tuvo el descaro de “informar” sobre cómo la "policía antidisturbios de Hong Kong se enfrentó con manifestantes prodemocráticos en escenas violentas en el aeropuerto de Hong Kong". Eso fue luego de que grupos de “manifestantes en favor de la democracia” saquearon el terminal y atacaron a varias personas, incluido el reportero mencionado anteriormente. Subiendo la apuesta de interferir en los asuntos soberanos de China, un importante legislador británico ha instado a Gran Bretaña “a otorgar la ciudadanía a los residentes de Hong Kong”. El parlamentario conservador Tom Tugendhadt dijo que esto daría “tranquilidad a los manifestantes prodemocráticos” de que el Reino Unido apoya su causa. Hong Kong era una colonia británica desde 1842 - cuando se apoderaron de ella tras la Guerra del Opio y obligar al Imperio Chino a firmar el Tratado de Nankin - hasta que fue devuelta a China en 1997, el cual desde entonces tiene el control soberano del enclave, aunque con cierto grado de autonomía local hasta su integración total a China en el 2047 según el acuerdo negociado con Gran Bretaña. Sin embargo, Beijing tiene autoridad para garantizar la ley y el orden en el territorio. Por ello, que Washington y Londres protesten contra China por la forma cómo maneja los disturbios civiles en su territorio es totalmente injustificado y fuera de lugar. Como recordareis, el pretexto que dio inicio a las manifestaciones fue un proyecto de ley de extradición propuesto por el ejecutivo de Hong Kong que permitiría el traslado de sospechosos criminales a China continental para su enjuiciamiento. Desde entonces, las autoridades de Hong Kong archivaron el proyecto de ley luego de que las violentas manifestaciones organizadas por los EE.UU. comenzaron a perturbar el comercio de los territorios y la sociedad civil. Pero los disturbios han seguido creciendo y se han vuelto más violentos. El mes pasado, el edificio legislativo de Hong Kong fue atacado por los terroristas, quienes arrancaron la bandera nacional china y la reemplazaron por un símbolo colonialista como la Unión Jack británica. Otras manifestaciones callejeras han desplegado asimismo banderas británicas y estadounidenses, demostrando con ello quienes están detrás de las marchas. Por lo tanto, hay pruebas sólidas que confirman las aseveraciones de las autoridades de Hong Kong y Beijing de que estos actos violentistas están siendo orquestados como parte de una “Revolución de Colores” como es el nombre que se le dio a una infame estrategia diseñada por la CIA y utilizada en Europa Oriental para derrocar a los regimenes comunistas e integrarlos inmediatamente a la OTAN, aprovechando el colapso y desaparición de la Unión Soviética a finales de la década de los ochenta, así como la debilidad por entonces de Rusia que no pudo impedirlo. Si bien posteriormente se quiso aplicar el plan en el norte de África y el Medio Oriente (“La Primavera Árabe”) para derribar a los regimenes absolutistas islámicos y reemplazarlos por otros sumisos a los EE.UU. e Israel, fracaso rotundamente. Por lo visto vuelven a lo mismo y han decidido utilizarlo con la pérfida mirada puesta en China. Parece significativo además que el caos que se vive en Hong Kong llegue en un momento en que la administración Trump está librando no solo una guerra comercial con Beijing, tratando de obligar al presidente chino Xi Jinping, a hacer concesiones onerosas a favor de Washington, sino también - como ya detallamos líneas arriba - disputarle la supremacía mundial. En cualquier caso, cualesquiera que sean los motivos posibles para interferir continuamente en los asuntos chinos, es innegable la hipocresía y falta de honestidad de los EE.UU. y el Reino Unido acerca de los derechos civiles de la otrora colonia británica. Es lo que menos les interesa, ya que en el fondo buscan ‘distraer’ a China de sus otras áreas de influencia como el Lejano Oriente, el continente africano y América Latina, intentando además resquebrajar su sólida alianza con Rusia e Irán. Hace unos años, cuando en los EE.UU. miles de ciudadanos lanzaron una multitudinaria protesta pacifica llamada "Occupy Wall Street" contra la opresión de la banca y la explotación de la oligarquía, miles de estadounidenses fueron apaleados despiadadamente en las calles y parques públicos. Sus cabezas fueron partidas por bastones y cientos de manifestantes fueron arrojados a la parte trasera de vehículos blindados, terminando en prisión “acusados de alterar el orden público”. En esa ocasión ningún gobierno extranjero, ni mucho menos la ONU o los medios de comunicación salieron para protestar por este brutal atropello a sus derechos civiles, demostrando de esta manera a quienes sirven en realidad. No nos debe sorprender por ello ahora la repugnante posición adoptada por los políticos y la prensa británica, quienes critican el posible despliegue de tropas antiterroristas en China para sofocar el caos violento en Hong Kong. Durante 150 años de dominio colonial británico, Hong Kong nunca tuvo elecciones ni un gobierno local. Fue gobernado directamente desde Londres. El uso británico de las leyes antiterroristas se desplegó notoriamente en Irlanda del Norte durante un conflicto reciente (1969-1997) cuando decenas de miles de ciudadanos fueron encarcelados sin el debido proceso o un juicio justo. La policía y los soldados británicos aplicaron una política de disparar a matar que resultó en el asesinato de cientos de civiles inocentes. O sea cuando ellos lo aplican es justo, pero cuando otros lo hacen - y que afecta sus intereses - es inmoral. Menuda hipocresía. China tiene todo el derecho a restaurar el orden en su territorio y ningún país (llámese EE.UU. o el Reino Unido) les van a dar lecciones de cómo hacerlo. Atrás quedaron los tiempos en que potencias colonialistas se inmiscuían en sus asuntos e incluso se dividieron el territorio a su conveniencia. Ello nunca más volverá a ocurrir. China es una potencia mundial y tiene un formidable arsenal nuclear. Quienes se metan con ellos si que lo van a lamentar :)
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