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miércoles, 23 de septiembre de 2015

JAPÓN: El imperio del militarismo renaciente

Por lo visto, la historia vuelve a repetirse y el Japón, culpable de horrendos crímenes cometidos en China, Corea y Filipinas, entre otros países del Lejano Oriente - de los cuales por cierto jamás mostraron remordimiento alguno ya que por el contrario, “veneran” a los asesinos que cometieron tales atrocidades en el santuario Yasukuni - pretende con el apoyo de los EE.UU., volver a convertirse en una amenaza para el mundo. En efecto, la Cámara Alta de Japón aprobó el último fin de semana la más importante y polémica reforma militar en el país desde el final de la II Guerra Mundial entre enérgicas protestas de la oposición y gran parte de la ciudadanía, que consideran que vulnera la Constitución pacifista. La controvertida medida permitirá a las Fuerzas de Auto Defensa (Ejército) participar en operaciones de combate, algo hasta ahora limitado por el artículo 9 de la Carta Magna. La polémica reforma ha sido impulsada por el Ejecutivo del primer ministro conservador, Shinzo Abe - y aprobada gracias a la sólida mayoría parlamentaria que tiene el Partido Liberal Democrático junto a su socio de coalición, el budista Nuevo Komeito - con el risible argumento de estar preparados para hacer frente “a un panorama regional en el que China gana cada vez más peso militar y Corea del Norte sigue adelante con su programa nuclear y de misiles”, cuando lo que esconde en realidad es el renacimiento del Japón militarista, de trágicos recuerdos para aquellos países que sufrieron en carne propia lo indecible a manos de estos criminales. Como sabéis, desde la llegada al poder del conservador Shinzo Abe, este ha recuperado su vieja aspiración de relanzar el papel militar de Japón, constreñido por una Constitución pacifista impuesta por EE.UU. al término de la Segunda Guerra Mundial que renuncia a toda acción bélica en el exterior y reduce las tareas del Ejército a defenderse solo en caso de que el país sea atacado. Actualmente, la política de Defensa de Japón depende mucho de su estrecha alianza con EE.UU., ya que gran parte de su arsenal ha sido suministrado por Washington. Japón también ha ampliado su participación en ejercicios militares más allá de sus costas. Además ha tomado parte en ejercicios navales conjuntos con los EE.UU. en reiteradas ocasiones. Este cambio de tendencia pone de manifiesto la tensión creciente en Asia, agudizada durante los últimos meses por la zona defensiva de identificación aérea que China ha establecido sobre las islas Diaoyu (Senkaku, en japonés) que Tokio considera como “suyas” y que ha sido el pretexto utilizado por Abe para reformar la Constitución, aunque en el fondo sea por el temor producido debido al ascenso de China como una potencia mundial, quien de la mano con Rusia han pulverizado la “Pax Americana” impuesta por Washington durante décadas. Como era de esperar, diversos países en la región condenaron duramente esta maniobra impulsada por el gobierno japonés. Así por ejemplo China - sacando a relucir las atrocidades cometidas por el Ejército imperial nipón durante la brutal ocupación del país entre 1931 -1945 y donde las heridas aún no se han cerrado - acusó a Japón de poner en riesgo la paz en la región con la aprobación de esa medida. Pekín pidió a Tokio que aprendiera las profundas lecciones de la historia y advirtió de que los nuevos cambios legales “no solo rompen la promesa que el país hizo al mundo tras el conflicto, en 1945, sino que también traiciona a su propia gente”, según un editorial de la agencia estatal Xinhua. El ministro de Defensa de China aseguró por su parte que las reformas han provocado una grave preocupación entre los ciudadanos japoneses, sus vecinos asiáticos y en la sociedad internacional, según recogen los medios oficiales del país. El primer ministro nipón ha sido incapaz de lograr apoyos suficientes para modificar ese espíritu pacifista de la Carta Magna y ha optado por una “reinterpretación” del texto constitucional para lograr aprobar los cambios en las leyes, una decisión que ha provocado críticas internas y enfrentamientos no vistos en décadas en Japón, donde el pasado 30 de agosto cerca de 100.000 personas - un número gigantesco en un país poco dado a las manifestaciones públicas - protestaron frente a la Dieta contra las medidas ya que temen que se trate del primer paso hacia el abandono del pacifismo que consagra la Constitución y que Japón pueda acabar arrastrado a guerras iniciadas por los EEUU. No cabe duda que Shinzo Abe y su banda de fascistas estarán felices ante este nuevo escenario, ya que ahora tendrán las manos libres para atacar a países que consideren una “amenaza” a su seguridad nacional, intentando reeditar las monstruosidades ocasionadas por el Ejército imperial japonés en el Asia. Venga ya, cabe preguntarse ¿alguien en su sano juicio se atrevería atacar China, una potencia nuclear? A que seria barrido de inmediato y ni Washington podría salvarlo. Es más, existen viejas cuentas pendientes con los japoneses que saldrían a relucir en caso de estallar un conflicto entre ambos países y es que los chinos serán pacientes, pero no olvidan. Por lo visto, tras 70 años de su fin, la guerra aún enfrenta a Asia :(
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