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miércoles, 16 de septiembre de 2020

EE.UU.: Hipocresía y maldad

Mientras en Occidente exigen vehementemente que se apliquen sanciones a Rusia con absurdas acusaciones de envenenamiento no probadas, a su vez Donald Trump se jacta abiertamente de haber ordenado asesinatos como el del general irani Quasam Soleimani y ‘lamentar’ no haber hecho lo mismo con el líder sirio Bashar Al- Assad, vemos como esos mismos gobiernos serviles a Washington no formulan una sola condena ante estos actos de terrorismo y callan en todos los idiomas. Increíble, ¿no os parece? La ironía, se puede decir, está muerta, o más bien asesinada por innumerables violaciones del derecho internacional por parte de los EE.UU., que cuenta con la complicidad silenciosa de los estados occidentales y los principales medios de comunicación, en manos de poderosas corporaciones judías especialistas en ‘reescribir’ la historia a su conveniencia. Como sabéis, el conocido agente de la CIA y traidor a su país, Alexei Navalny aparentemente se recuperó esta semana en un hospital alemán luego de casi tres semanas de estar en coma. Alemania ha afirmado sin prueba alguna que lo demuestres de que Navalny “fue envenenado”, acusando a Rusia de ser el responsable de ello. Siguiendo ese mismo libreto, otros estados occidentales también han implicado a Moscú y exigen la imposición de sanciones. Dado que los alemanes no han proporcionado ninguna evidencia para respaldar sus ridículas afirmaciones, nadie puede saber realmente qué le sucedió a Navalny, excepto que fue trasladado en avión desde Rusia a Berlín el 22 de agosto sin mostrar signos de envenenamiento, según los médicos rusos que lo habían examinado a fondo. Los médicos rusos concluyeron que Navalny pudo haber sufrido un shock diabético. No es de extrañar por ello que la acusación de ‘envenenamiento’ formulada contra Rusia está plagada de falsedades, violando todas las normas diplomáticas y legales. Lo mismo puede observarse en el caso de Sergei Skripal, el ex espía del MI6 que, según el gobierno británico, fue envenenado por agentes del Kremlin en el 2018. Una vez más, como en el caso de Navalny, Londres no ha presentado prueba alguna que sustente su acusación, pero que ha sido utilizada como un pretexto por los estados occidentales para aplicar a Rusia sanciones punitivas. Ahora compare esta hipócrita respuesta occidental contra Rusia basada en rumores endebles y afirmaciones intrincadas, con el abyecto silencio general hacia Donald Trump, y sus declarados esfuerzos de asesinar a líderes extranjeros. Trump afirmó esta semana que quería ordenar el asesinato del presidente sirio Bashar al-Assad por un supuesto ‘ataque con armas químicas’ en el 2017 pero que no lo hizo dada la negativa del Pentágono. Si bien EE. UU. llevó a cabo una serie de bombardeos contra Siria, resulta también que el ataque con armas químicas fue un operativo de falsa bandera por parte de terroristas respaldados por Washington, según informes reservados de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, que acuso a los llamados ‘Cascos Blancos’ de haberlo preparado, según fue dado a conocer por Wikileaks. Entonces, en ese caso, los ataques aéreos de EE. UU. contra Siria fue un crimen de guerra y el plan de asesinato abortado de Trump contra Assad habría sido el asesinato a sangre fría de un líder extranjero. Tal como lo ha sucedido en reiteradas ocasiones - un ejemplo de ello fue el asesinato del general iraní Qassem Soleimani a principios de este año.- EE.UU. nunca ha presentado prueba alguna para ‘justificar el asesinato de Soleimani’ con un drone. Todo lo que hemos escuchado son difamaciones estadounidenses contra el venerado comandante iraní, héroe máximo de su país y cuya infatigable lucha en la región contra el terrorismo y el sionismo - así como su destacada participación conjuntamente con Rusia en el exterminio de ISIS - es por todos conocido. Por supuesto, no es nada nuevo en que los presidentes estadounidenses ordenen asesinatos de ciudadanos extranjeros. Las ejecuciones sumarias son una presunta prerrogativa de quienes en su insania se ven a sí mismos por encima del derecho internacional y del debido proceso legal debido a su autoproclamado “excepcionalismo estadounidense”. Eso va de la mano con librar constantes guerras de agresión en el extranjero por parte de la autoproclamada "policía global". Prácticamente todos los presidentes estadounidenses desde hace décadas tienen las manos manchadas de sangre por el asesinato de ciudadanos extranjeros considerados "enemigos" de los intereses imperiales de los EE.UU. El fanfarroneo de Trump sobre el querer asesinar a Assad solo refleja el abierto descenso del poder estadounidense a nivel del gángsterismo. No hay vergüenza alguna en querer disfrutar del poder de asesinar. Solo hay arrogancia y presunción de impunidad, lo cual está garantizado por la falta de coraje de los líderes occidentales para hacerle frente y la posición asumida por los medios de comunicación corporativos, convertidos en viles instrumentos de propaganda para ‘justificar’ los crímenes de guerra estadounidenses y el terrorismo de estado que promueven en el mundo, a su vez que en enfermiza fobia antirrusa no dudan un segundo en señalar a Moscú de todo lo inimaginable sin mostrar una sola prueba que sustente sus ridículas acusaciones sin fundamento alguno. Pero cuando un presidente estadounidense da a conocer públicamente sus planes asesinos al mismo estilo de un jefe de la mafia, los gobiernos y los medios occidentales no dicen absolutamente nada. Ese silencio equivale a complicidad. Es por ese motivo que la evidente yuxtaposición de Navalny y Assad, entre otros casos, muestra que tanto la ironía como la verdad, la moralidad y el derecho internacional han sido asesinados por Washington y sus vasallos occidentales. Menuda panda de cobardes :(
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