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miércoles, 8 de junio de 2016

IRAK: Civilización o barbarie

En estos días, tanto en Siria como en Irak se libra una encarnizada lucha contra el terror, que tiene como objetivo primordial liberar a ambos países de las garras de ISIS - aquella banda criminal creada y financiada tanto por los EE.UU. como por Arabia Saudita y entrenada en campos de Turquía y Jordania por agentes de la CIA y el Mossad israelí con el fin de “justificar” la injerencia estadounidense en la región - y para ello sus ejércitos con el apoyo de Rusia (en Siria) como de Irán (en Irak) combaten fieramente para expulsarlos de los territorios que controlan como son Raqqa y Falluyah, respectivamente. Precisamente en este último lugar, la toma de esa estratégica ciudad por las tropas iraquíes el pasado fin de semana (donde encontraron una fosa común con más de 400 cadáveres pertenecientes a civiles, militares y policías que fueron asesinados por los terroristas cuando capturaron Falluyah en el 2014) demuestra la brutalidad de ISIS y la imperiosa necesidad de exterminarlos sin piedad alguna, como ellos no lo tienen con sus víctimas. Situada a sólo 50 kilómetros al oeste de Bagdad, esa ciudad fue la primera que cayó en sus manos, seis meses antes de los asaltos a Mosul, aún bajo dominio islamista; y a Tikrit, ya liberada, en junio de aquel año. Asimismo, hace frente a tres ofensivas simultáneas en Siria: dos operativos en Raqqa y otro en la provincia vecina de Aleppo, en donde las fuerzas kurdas avanzan hacia la ciudad de Minbej. Estas ofensivas contra ISIS muestran la determinación de los rusos e iraníes, de concentrar sus esfuerzos en la lucha contra esa banda sionista liderada por Abu Bakr al Bagdadi - un conocido agente del Mossad - responsable de sangrientos atentados en varios lugares del mundo. Construida a orillas del río Éufrates y llamada alguna vez la ciudad de los minaretes, Falluyah se ubica en el corazón del triángulo sunníta en Irak, demarcación territorial que acoge a los seguidores de esa corriente mayoritaria del Islam, enfrentado al chiismo, la principal por número de practicantes del país y que tienen a la vecina Irán como referente. “Respeten la ética de la yihad incluso con los no musulmanes, tal y como insta Mahoma”, rogó Ali Sistani, clérigo chiíta, a las tropas de esa confesión que han ingresado tras fieros combates a Falluyah para liberarla del terror impuesto por ISIS, que nominalmente es sunnita. Un intento por atenuar el odio interreligioso en medio del conflicto abierto, y cuya “solución” definitiva ha llevado a Washington barajar la posibilidad de dividir a Irak en “tres regiones autónomas” que de ello no tienen nada. “El Gobierno central controlaría las fronteras, los asuntos exteriores y el negocio petrolero”, sugirió el Criminal de Guerra Joseph Biden en el 2006, en una entrevista a The New York Times, una burda maniobra que perseguía un objetivo claro: dividir el país y repartir a kurdos, sunnitas y chiítas en tres zonas responsables de su propia legislación, administración y seguridad interna. Erbil se convertiría en la capital kurda, Mosul en la sunníta y Bagdad en la chiíta. Nadie estuvo de acuerdo con esa disparatada idea, que en el fondo no solo pretendía hacer desaparecer a Irak, sino que los EE.UU. se queden bajo con el control de las zonas petroleras ubicadas en territorio kurdo. Anthony H. Cordesman, analista del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos, respondió entonces que Irak no posee una clara división en zonas étnicas, y que nunca se llegó a realizar un censo para mostrar qué regiones habitaban sunnitas, chiítas, kurdos y otras minorías, como la cristiana y la yazidíes. “EE.UU. busca a como de lugar una partición directa o indirecta del país. Antes del 2003 hablábamos todavía de un Irak unido, pero tras su invasión y el derrocamiento de Saddam Hussein, el país entero ha colapsado”, explicó el analista franco-sirio Barah Mikail, al frente de la consultora Stractegia. Según The New York Times, Biden sigue “trabajando” en su infame idea de querer dividir Irak, a pesar del rechazo a su propuesta hace una década. Según comentarios del personal diplomático y militar estadounidense durante su visita reciente a Bagdad, habría insistido en ellas, pero dada la actual situación, no se sabe como intentaría ponerlo en práctica. El origen de este caos que vive la región a decir de muchos historiadores. proviene del infame Tratado de Sykes Picot (1916) donde británicos y franceses se repartieron este inmenso territorio perteneciente al desfalleciente Imperio Otomano en “zonas de influencia” creando países artificiales como Irak, Siria, Líbano y Jordania a espaldas de los árabes, el cual se ha convertido desde entonces en el punto de partida de muchos de los conflictos en Oriente Medio. El arbitrario reparto territorial proyectado en Sykes-Picot se formalizó con los acuerdos de paz firmados al final de la Primera Guerra Mundial. La Sociedad de Naciones, organización antecesora de las actuales Naciones Unidas, jugó un rol clave en el nuevo trazado de fronteras: con ella nació el mandato, nombre que recibieron los territorios perdidos o desgajados de las potencias derrotadas durante el conflicto, luego gestionados por las victoriosas. En algunos casos, con la excusa de prepararlos para su futura independencia. “El establecimiento de mandatos por la Sociedad de Naciones dictó que Francia se quedase como potencia mandataria sobre Líbano y Siria, y Gran Bretaña sobre Palestina, Jordania e Irak”, una división que frustró los anhelos de los árabes, pero que sí agradó a franceses y británicos. Las nuevas fronteras garantizaron los intereses económicos de ambas potencias en la región, intereses por entonces no tan vinculados a la explotación de petróleo, sino a la extracción de minerales. El petróleo empezaba a ser utilizado y estaba sustituyendo al carbón, pero no era en ese momento lo más decisivo. Lo que importaba mucho más y está mucho más claro en las instrucciones del ministro de Asuntos Exteriores francés a Picot eran las riquezas mineras. Aunque la obtención de recursos contó con otros incentivos clave para Londres y París, hubo otros intereses estratégicos. Para Inglaterra era una región próxima al Golfo Pérsico y un paso del control de la ruta hacia la India, mientras, Francia estaba mucho más interesada en la zona Mediterránea por sus relaciones con el Líbano. Esta situación se agravó al final de la II Guerra Mundial, cuando por presiones de los EE.UU. se creó artificialmente una entidad sionista en Palestina, arrebatándoselos a sus legítimos dueños los palestinos, quienes fueron expulsados del país, dando origen desde entonces al odio irreconciliable y una violencia infinita en la región. La invasión estadounidense de Irak en marzo del 2003 para apoderarse de sus inmensas reservas de gas y petróleo, la agresión criminal propiciada por Washington en Siria ese mismo mes del 2011 y el surgimiento de ISIS, han escrito los últimos capítulos de esa violencia que azota a Oriente Medio. Es por ese motivo que en el año de su centenario, el pacto de Sykes-Picot alcanzado por Reino Unido y Francia en mayo de 1916, germen de las fronteras que dividen un territorio que alguna vez estuvo unificado, es considerado como una de las causas de los conflictos que arrasan la región. Desde que Abu Bakr al Bagdadi se autoproclamara “califa” en la mezquita de Mosul en junio del 2014, ISIS había presumido de la demolición de las fronteras de Sykes-Picot, según su revista propagandística Dabiq, en su número cuarto, de octubre del 2014. Sin embargo, su “profecía” no se dio como lo esperaba. Hoy con ISIS acorralado en sus bastiones tanto en Siria como en Irak y encontrándose a la defensiva, su ilusorio califato se ha convertido en otro espejismo mas y solo les queda escapar del castigo que merecen por sus abominables crímenes. Es por ello que en esta guerra contra la barbarie que se libra tanto en Siria como en Irak, no caben medias tintas y es preciso liquidarlos sin demora, cortándoles sus vías de escape e impidiéndoles que huyan a Turquía buscando refugio y de allí con la complicidad de Erdogan, tratar de llegar a Europa como “refugiados” para cometer atentados terroristas de gran magnitud, sobretodo ahora que se acerca el inicio de la Eurocopa en Francia, torneo que está en el punto de mira de esos asesinos, como ha sido puesto al descubierto por los servicios de seguridad. Para esas bestias sedientas de sangre no hay perdón posible y solo cabe su exterminio :)
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