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miércoles, 22 de junio de 2016

REINO UNIDO: ¿Adiós a la Unión Europea?

A escasas horas del referéndum británico, las espadas están en alto. Nadie sabe a ciencia cierta cuál será el resultado final. En lo que sí hay consenso entre los gobiernos europeos es en afirmar que Europa se juega su futuro el próximo 23 de junio. La trascendencia del 'Brexit' no sólo viene dada por las implicaciones que tendría la salida de la Unión Europea de su segunda economía, sino porque esa decisión se produce en uno de los momentos más críticos por los que ha atravesado nunca la construcción europea. Aunque el Gobierno británico está haciendo una campaña muy activa en favor de la continuidad en Europa, en la que está siendo apoyado por el Partido Laborista, los nacionalistas escoceses del SNP, las patronales y los sindicatos, el resultado es incierto. Y es que los partidarios del 'Brexit' van ganando terreno a medida que se acerca el referéndum, lo que se ha convertido en un dolor de cabeza para el Primer Ministro David Cameron cuyo futuro político también está en juego. Así, voces autorizadas del Partido Conservador, como el ex alcalde de Londres Boris Johnson y, por supuesto, el partido nacionalista UKIP, de Nigel Farage, están logrando un fuerte apoyo a favor de la salida de la UE, que bajo el lema “Gran Bretaña primero” rechazan su permanencia en ella. Esta fuerza política, caracterizada por su euroescepticismo, defiende desde sus orígenes la independencia del Reino Unido en el bloque europeo, enarbolando la bandera del control de la inmigración y considera que la economía de su país se dinamizaría si funcionara como una fuerza independiente " El Reino Unido podría tener un gran futuro con una economía más dinámica y una población más feliz fuera de la UE", declaró Farage a The Sun viendo por ello en el Brexit una oportunidad para recuperar la gloria pérdida del Imperio británico. Si al final ganan los partidarios de continuar en la Unión (aunque hay que recordar que el Reino Unido no forma parte del euro y que está fuera de la disciplina del Banco Central Europeo), la UE sólo prolongara su agonía, ya que los problemas de fondo continuarán existiendo y exigirán tomar medidas de forma inmediata. Pero si los partidarios del 'Brexit' se alzan con la victoria, significará un aliciente para los partidos nacionalistas y euroescépticos, como el Frente Nacional, Alternativa por Alemania o el propio UKIP frente a una corrupta y decadente clase política, genuflexa a los intereses de los EE.UU. y no de los propios, como debiera ser. Independientemente del referéndum británico, hay una serie de factores que han colocado a Europa en uno de los momentos más delicados de su convulsa historia. 1.- La recesión económica. Como sabéis, a partir del 2008, Europa vivió una durísima crisis financiera que llevó a aplicar estrictas políticas de ajuste y, al mismo tiempo, a implementar programas de rescate para algunos países como Grecia, Portugal o Irlanda. Esas políticas impulsadas fundamentalmente por Alemania - diseñadas para que estos países paguen puntualmente sus deudas a los acreedores - provocaron el aumento del paro a corto plazo y supusieron duros recortes en el Estado del bienestar, uno de los pilares en los que se basa la construcción de Europa. Esto ocasionó que el proyecto europeo ya no sea bien visto por gran parte de los ciudadanos como la mejor fórmula para mejorar su nivel de vida, sino, muy al contrario, como una fuente de penurias por la exigencia de políticas de reducción del gasto público que ya no decidían sus parlamentos nacionales, sino que se ordenaban desde Bruselas, lo que ha originado en todo el continente el auge de partidos y movimientos nacionalistas, que rechazan al euro y los “rescates” a los países periféricos, exigiendo el retorno de sus monedas nacionales. 2.- Grecia. El país heleno se constituyó en un verdadero test para el proyecto europeo. Las durísimas condiciones impuestas por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) para conceder sucesivos “rescates” fueron el caldo de cultivo para el crecimiento y la victoria de Syriza en las elecciones que se llevaron a cabo en enero del 2015. Europa se dividió ante el caso griego. Mientras unos países, como Francia, proponían unas políticas menos exigentes, Alemania impuso su criterio de que Grecia tenía que hacer sacrificios previos para pagar puntualmente su deuda a los grandes bancos y corporaciones, si quería recibir paquetes de ayuda financiera. Aunque el referéndum que se llevó a cabo el verano pasado significó un triunfo para las tesis contrarias a los ajustes, finalmente el Gobierno de coalición griego tuvo que aceptar las condiciones de la Troika, ya que, si no lo hacía, Grecia hubiera sido expulsada del euro y su economía se habría hundido. 3.- La amenaza terrorista. Los atentados de París de noviembre del 2015 supusieron un antes y un después en el debate sobre la seguridad europea. Los gobiernos de la UE fueron conscientes de la debilidad de sus instituciones ante un reto como el que representa ISIS. Miles de hijos de musulmanes nacidos en Francia, Alemania o Bélgica, habían marchado a Siria para enrolarse en las filas de ISIS y, posteriormente, habían vuelto sin que los servicios de inteligencia y seguridad hubieran establecido un estricto control sobre ellos, los cuales de la mano de los “refugiados” (que por miles “invadieron” Europa con la bendición de Ángela Merkel) cometieron sangrientos atentados tanto en Paris como en Bruselas. Los fallos de seguridad que impidieron su realización, han sacado a la luz la descoordinación de los servicios de inteligencia y de los distintos cuerpos de policía, además de la existencia de una amalgama de leyes que facilitan el movimiento y la ocultación de los terroristas. Europa, de repente, ha dejado de ser un lugar seguro por la cobardía y pusilanimidad de sus gobiernos de no querer blindar las fronteras para evitar la entrada de terroristas que se hacen pasar como “refugiados”. Y eso también ha provocado una gran desilusión sobre un proyecto que no es capaz de garantizar una lucha eficaz contra el terrorismo internacional. 4.- Los llamados “refugiados”. Como consecuencia de la criminal agresión a Siria e Irak por parte de ISIS en una guerra patrocinada por los EE.UU. y sus secuaces de la OTAN, cientos de miles de aquellos indeseables (que de “refugiados” no tienen nada. ya que en realidad son terroristas en potencia, porque entre ellos hay miles de comandos suicidas de ISIS, listos para desatar el terror entre los “cruzados”) decidieron cruzar las fronteras turcas con la complicidad del dictador Recep Tayyip Erdogan para intentar llegar a Europa utilizando la permeable frontera de Grecia, que se vio sorprendida ante esta situación y que de una manera irresponsable, en lugar de impedir la llegada a su territorio utilizando para ello al ejercito de ser preciso, permitió por el contrario el paso de cientos de miles de “inmigrantes” quienes en su empeño de llegar a Alemania y Suecia, han terminado por asentarse en diversos países de la zona, constituyéndose en un gran problema. La Unión Europea no supo ver el riesgo que representan para su seguridad y tardó meses en reaccionar. Para colmo, Alemania adoptó de forma unilateral y sin consultar a sus socios una infame política de asilo para aquellos “refugiados”, tratando de obligar al resto a que los acojan amenazándolos con imponerles fuertes multas si no lo hacían. Los desacuerdos en esta absurda política llevaron a la suspensión del Tratado de Schengen, y varios países europeos cerraron sus fronteras para conjurar el peligro de una infiltración terrorista por parte de ISIS. Si bien posteriormente se llegó a un polémico acuerdo con Turquía para que haga de “filtro” para seguir evitando su llegada - a cambio de 6.000 millones de euros, visado para sus ciudadanos y de la aceleración de las negociaciones de integración en la UE - la política autoritaria impuesta por Erdogan en su país, donde ha impuesto una feroz dictadura, así como el asesinato sistemático de miles de opositores, su abierta complicidad con ISIS y en el reconocimiento por parte de Europa de la culpabilidad de Turquía en los genocidios de los kurdos y los armenios, ha abortado cualquier tipo de entendimiento con ese régimen. 5.- El resurgimiento del nacionalismo. El desencanto y la crisis económica han contribuido a rediseñar el mapa político de Europa. Así, un partido antisistema y euroescéptico como Syriza logró ganar las elecciones en Grecia el año pasado; En Francia, el Frente Nacional de Marine Le Pen es la primera fuerza de la oposición , mientras que Alternativa por Alemania de Fraude Petry se ha convertido en un importante movimiento político; En las elecciones generales en Reino Unido en el 2015, el UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido) de Nigel Farage logró el 12,6% de los votos; En Holanda, el PVV de Geert Wilders encabeza todas las encuestas; En Polonia, el partido ultraconservador Ley y Justicia (presidido por Beata Szydlo, pero dirigido en la sombra por Jaroslaw Kaczynski) practica una política abiertamente antieuropea, a pesar de ser el país que, proporcionalmente, recibe más fondos de la UE; En Hungría sucede otro tanto con el Gobierno de Viktor Orbán (y su ultranacionalista partido Fidesz), que ha llevado a cabo en los últimos años una auténtica contrarreforma democrática, hasta tal punto que, en estos momentos, su ingreso en la UE sería rechazado; Asimismo, en las recientes elecciones realizadas en Austria, Norbert Hofer, del FPÖ estuvo a un paso de formar gobierno. Son sólo algunos ejemplos de una tendencia que crece a pasos agigantados. Cada vez más ciudadanos reniegan del proyecto europeo y reclaman la devolución de la soberanía a los estados nacionales como una forma de protección ante la crisis y como fórmula para frenar la llegada masiva de extranjeros, en especial de aquellos provenientes del Medio Oriente y el norte de África, cuya presencia es considerada una amenaza y hay sobrados motivos para ello. Es por eso incomprensible la actitud tomada por algunos gobiernos como el alemán que no lo quieran reconocer y siguen promoviendo su llegada. 6.- Falta de liderazgo. No se puede decir que Angela Merkel no haya impuesto autoritariamente su criterio al resto de jefes de Gobierno de la UE en estos últimos años. Al contrario, ha ejercido su poder omnímodo pero lo ha hecho poniendo por delante de los intereses de Alemania que los de Europa, abanderando las inhumanas políticas de ajuste que le ha ganado el odio de amplias sectores de la población europea, que terminan siendo sus víctimas. Grecia puede dar fe de ello. De otro lado, debilidad de Hollande le ha allanado el camino a Merkel para ejercer en solitario un papel antes reservado al eje franco-alemán. Esa supremacía alemana ha abonado a favor de los euroescépticos, para reclamar mayor soberanía nacional y poner freno a la hegemonía de Berlín en los asuntos europeos. 7.- Credibilidad del euro. La fortaleza de un proyecto político se basa en gran medida en la fortaleza de su divisa. Estados Unidos se apoya en el dólar, Reino Unido en la libra, Rusia en el rublo y una parte de la UE en el euro. Ya el hecho de que Londres no forme parte del euro es una anomalía. Pero, además, el riesgo de ruptura del proyecto, lo que estuvo a punto de pasar con la discusión sobre la salida de Grecia o la probabilidad que existe ahora de que Reino Unido abandone la UE, suponen una inestabilidad política que no favorece a la divisa. Si bien es cierto que el dólar seguirá siendo una divisa clave para el comercio internacional, existen dudas en los mercados financieros de que el euro pueda consolidarse como una divisa alternativa o competidora de similar fortaleza y es que como detallamos líneas arriba, existen muchos factores que juegan en su contra. Tal vez uno de los mayores errores cometidos por los dirigentes europeos fue querer ir demasiado deprisa integrando a un gran número de países que no reunían los requisitos para ser aceptados, originando con ello que el proyecto europeo se haya convertido en un sueño inalcanzable. Es por ese motivo que aunque algunos no quieran reconocerlo, vuelve a estar sobre la mesa la discusión sobre la Europa de dos velocidades, como la única forma de evitar que la UE naufrague irremediablemente. Esa posibilidad, que será planteada por Francia luego del referéndum británico, va a originar de seguro un gran debate y será presentado por los euroescépticos como una muestra de su debilidad y que la mejor solución sería su desaparición. Y es que sea cual fuere el resultado de este jueves, crece la convicción de que la UE es una institución obsoleta incapaz de solucionar sus problemas y que solo las acrecienta, por lo que a nadie le conviene que persista. Se trata de un anacronismo al igual que la OTAN y ambos deben pasar a mejor vida ¿no os parece? :)
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