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miércoles, 6 de julio de 2016

ESCOCIA: Entre el deseo y la realidad

No cabe duda que el resultado del referéndum en el Reino Unido por el cual abandona la UE, ha traído muchas consecuencias, entre ellas el fortalecimiento de los movimientos nacionalistas en todo el continente, deseosos de seguir el mismo camino para liberar a sus países de una vez por todas del infame tutelaje de Bruselas y decidir por ellos mismos su destino. En efecto, a los conocidos pedidos de realizar consultas similares en Holanda y Francia, se suma ahora la República Checa, cuyo presidente también plantea abandonar la OTAN, así como Hungria, que ha anunciado este martes la realización de un referéndum el próximo 2 de octubre en el que los húngaros manifestarán su rechazo a las cuotas de reubicación de “refugiados” impuestas por la Unión Europea, a las que el Gobierno húngaro siempre se ha opuesto. Pero este fenómeno no ha ocurrido solamente en el resto de Europa sino al interior del Reino Unido, donde los independentistas escoceses quieren aprovechar su frustración - ya que a diferencia de los ingleses, votaron mayoritariamente a favor de quedarse en la UE - para solicitar un nuevo referéndum e independizarse de Londres, bajo el argumento de que quieren hacerlo para continuar en el organismo, aunque sus intenciones sean realmente otras: volver a ser libres como lo fueron hasta 1707, año en el que fueron obligados a “unirse” a Inglaterra. Al respecto, la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, afirmó que la expulsión de Escocia de la UE tras la salida del Reino Unido es “democráticamente inaceptable” porque la mayoría de sus ciudadanos (un 62%) han apoyado la permanencia: “Vamos a empezar a preparar la legislación que sería necesaria para permitir un nuevo referéndum sobre la independencia, que tendrá lugar siempre y cuando el Parlamento lo apruebe", declaró Sturgeon en Edimburgo tras hacerse oficial el divorcio de Reino Unido de la UE. “Escocia ha dado un voto fuerte e inequívoco a favor de permanecer en la UE. Ese voto deja claro que el pueblo de Escocia ve su propio futuro dentro de la UE", recalcó la también líder del partido nacionalista escocés (SNP) que apoyó en bloque y muy activamente la campaña de la permanencia. En su programa electoral para las elecciones generales del 2015, el SNP detalló que para volver a solicitar un referéndum de independencia debería haber un cambio "material y significativo" en las circunstancias políticas. "Y ese momento ha llegado", apuntó Sturgeon. El resultado de la consulta sobre la UE cambia las reglas del juego para los miles de escoceses que en el 2014 votaron para no independizarse de un Reino Unido miembro de la Unión Europea. Convocar una nueva consulta para la secesión, no será difícil en las actuales circunstancias. Los nacionalistas escoceses buscaban el momento adecuado para volver a plantearlo desde que perdieron el referéndum hace dos años y ahora lo tienen, porque la indignación ciudadana por el resultado del referéndum sobre la UE ha dado un fuerte impulso al SNP. Un sondeo realizado por el Sunday Times mostró que el 52% de los escoceses quiere la separación del Reino Unido. Otro sondeo, realizado por ScotPulse, da un 59% de apoyo a la independencia, en comparación con el 32% que desea la permanencia. En el 2014, los electores habían optado por rechazar la independencia, con un cómodo 55%, pero ahora todo ha cambiado. “La prioridad de Escocia es mantenerse en la UE”, afirmó Sturgeon, quien agregó “Lo que pase de aquí en adelante deberá ser negociado”. Esa negociación será en paralelo con Londres y Bruselas. “Nuestro argumento es que no queremos irnos, ni tampoco queremos irnos para volver luego”. Pero salir de la UE para volver a entrar supondría en principio que Escocia tendría que aceptar el euro. “Podríamos imaginar que Escocia sea tratada por la UE como el sucesor del Reino Unido”, explicó a la AFP Andrew Scott, profesor de Estudios Europeos de la universidad de Edimburgo. “Si la independencia de Escocia se logra antes de que se haya finalizado el Brexit, Escocia podría decirle a la UE ‘somos sus sucesores, no nos vamos, así que nosotros heredamos la posición británica, con las derogaciones británicas y el descuento presupuestario británico’” aventuró este experto. Otra opción sería que Escocia deje la UE al mismo tiempo que el resto del Reino Unido, y luego volviera a ser candidata, y entre tanto adherirse al Espacio Económico Europeo, una asociación de países que no forman parte de la UE pero que gozan del acceso al mercado único, con ciertas condiciones. Escocia tiene unos 5 millones de habitantes y su Producto Interior Bruto (PIB) es de más de 200.000 millones de euros. Eso representa que sería contribuyente neto a la UE. Pero el país, que depende vitalmente del petróleo, cuya cotización se desplomó en los últimos dos años, arrastra su propio déficit. Y las cuentas con Londres tampoco serían fáciles de saldar. Esta opinión no es compartida por el ex primer ministro de Escocia, Alex Salmond, quien afirmó que un segundo referéndum independentista se podría realizar a más tardar en dos años y medio, una vez que el Reino Unido haya negociado su salida de la Unión Europea (UE). Salmond, quien fue el promotor del referendo independentista en el 2014, aseguró que han recibido el apoyo de líderes europeos para que Escocia siga siendo parte de la mancomunidad europea y “esperamos conseguir más aliados” arguyó. Al respecto, un informe del banco de inversión estadounidense JP Morgan asegura que su escenario más probable a mediano plazo es el de una Escocia independiente, miembro de la Unión Europea y con una nueva moneda, el euro. Pero el camino para un nuevo referéndum esta lleno de obstáculos, anota la analista política Kirsty Hughes, del laboratorio de ideas Friends of Europe, “porque debe ser Wetsminster el que lo convoque y no es probable que el Parlamento británico, que tendría por delante un largo periodo de negociación con la UE sobre las condiciones de su abandono y su futuro status, se imponga como prioridad un nuevo referéndum en Escocia, pero la presión pública podría obligarlo a cambiar de posición” aseveró. Reino Unido se sitúa así ante un desafío sin precedentes y una compleja situación política. Su proyecto puede pasar ahora de la Gran Bretaña a la pequeña Inglaterra. También la vecina isla de Irlanda e Irlanda del Norte, que pasan ahora a compartir la única frontera terrestre entre Reino Unido y un país de la UE. Y eso implica que deberá ponerse en marcha, previsiblemente, puestos para el control de personas y mercancías. Allí, en Irlanda del Norte, donde la permanencia ganó con un 55,7% de los votos, el viceministro principal y líder histórico del Sinn Fein, Martin McGuinness también esbozó la posibilidad de que esa nación se separe de Reino Unido para reunificarse a Irlanda, un vieja aspiración que siempre fue reprimida a sangre y fuego por los ingleses. McGuinness, que fue comandante en el llamado Ejército Republicano Irlandés (IR), recalcó que “el Gobierno británico no tiene ningún mandato democrático para representar los intereses de los norirlandeses quienes deben volver a votar para “mantener su lugar en Europa”. Unas declaraciones que chocan con las de la ministra principal norirlandesa, Arlene Foster (unionista),quien se mostró encantada con el Brexit, una opción que había apoyado pero que sin embargo, podría reabrir viejas heridas en Irlanda del Norte. Como podéis notar, el resultado del referéndum del pasado 24 de junio ha abierto una caja de Pandora que será difícil - por no decir imposible - volver a cerrar :)
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