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miércoles, 24 de mayo de 2017

BRASIL: La corrupción de cada día

Sea cual fuere el destino que le espera, Michel Temer pasara a la historia como un personaje grotesco. Corrupto a más no poder, este sicario político llego a la presidencia del Brasil mediante un golpe de Estado parlamentario en el 2016 contra la presidenta constitucional Dilma Rousseff por medio de oscuras intrigas y con el apoyo de una derecha ávida de desalojar del Palacio de Planalto al PT que se hizo del gobierno en el 2003 con la llegada de Lula da Silva, quien gobernó durante dos periodos consecutivos y que fue sucedido en el 2011 por Rouseff que también pertenece al mismo partido de tendencia izquierdista, quienes se alinearon con los otros gobiernos progresistas de la región como la Venezuela de Chávez y la Argentina de los Kirchner para hacer un frente común contra el imperialismo norteamericano. Como podéis imaginar, Washington hizo todo lo posible para combatirlos, logrando en primer lugar la llegada a la Casa Rosada de ‘su’ candidato Mauricio Macri (frente al candidato kirhnerista Daniel Scioli en el ballottage del 2015) quien alineo inmediatamente a la Argentina con los EE.UU. Acto seguido, se confabulo en el 2016 con la derecha brasileña para lograr en el Congreso la destitución de Dilma Rousseff en base a falsas acusaciones. Conseguido su objetivo, Washington ha dirigido su mirada hacia Venezuela donde financia a grupos de oposición, quienes mediante violentas acciones terroristas en las calles intentan desestabilizar a la Revolución Bolivariana. En el caso de Brasil, la ‘elección’ del golpista Temer fue duramente cuestionada desde el primer momento por diversos sectores debido a sus negros antecedentes, por lo que muchos analistas predijeron su abrupto final ya que inevitablemente saldrían a la luz pruebas comprometedoras que lo llevarían a la cárcel para compartir la celda con el ex presidente del Congreso Eduardo Cunha - condenado en marzo del 2017 a 15 años de prisión por corrupción - principal impulsor del impeachment a Rousseff. Hoy esas pruebas son conocidas por todos tras las revelaciones publicadas por O Globo sobre las declaraciones del empresario Joesley Batista, dueño de una multinacional cárnica quien había grabado en secreto a Temer avalando los sobornos para comprar el silencio del encarcelado Cunha y que no revele lo que sabe, lo que ha llevado al Fiscal General del Estado a acusarlo de corrupción pasiva, obstrucción de la justicia y organización criminal, originando un mayúsculo escándalo en el país, lo que ha dado lugar a multitudinarias manifestaciones al grito de ‘Fora Temer’ exigiendo su renuncia inmediata, así como elecciones directas anticipadas. Si bien este se ha negado a dejar el cargo a pesar de las pruebas comprometedoras en su contra, esta siendo abandonado por sus aliados quienes se han retirado del gobierno por lo que le va a ser muy difícil mantenerse. Muchos dan por descontado su salida y ya se habla de que la misma derecha que lo aupó en forma ilegitima al poder, piensa deshacerse de el simplemente `porque ya no les sirve’. Fue de usar y tirar. Temer hizo ‘el trabajo sucio’ y ahora toca limpiarle la cara al golpe. Pero están equivocados si creen que volverán a salirse con la suya. Esta gravísima crisis en la que vuelve a encontrarse Brasil muestra que quienes impulsaron la destitución de Rousseff, con el argumento de que ‘era necesario para salvar las instituciones’, no podían estar más equivocados o no pudieron obrar con más mala fe. El golpe bajo que supuso la expulsión de Rousseff de la jefatura del Estado, retorciendo de forma impropia y ventajista las normas constitucionales que rigen el enjuiciamiento político, no ha hecho sino incrementar la sensación general, dentro y fuera de Brasil, de que la corrupción campa a sus anchas en el gigante sudamericano que hoy se encuentra al borde del abismo. Hay que subrayar que la gravedad de los delitos de los que se acusa a Temer es mucho mayor de lo que fue el cambio de partidas en los presupuestos por el que fue destituida Rousseff. En este estado de cosas, la justicia debe ejecutar su labor hasta sus últimas consecuencias y no ceder a amenazas de parte de Temer y la camarilla golpista que hoy pretende repetir la escena, quienes están causando un daño irreparable al país. Como sabéis, una de las peores características del terremoto que sufre Brasil es que la solución legal a esta crisis institucional es de enorme complejidad. La Constitución brasileña no prevé la celebración de elecciones anticipadas antes de los comicios previstos para octubre del 2018. Y en caso de la salida de Temer sería el ya de por sí desacreditado Congreso el encargado de elegir a un nuevo jefe del Estado para que completara el mandato. Pero con las instituciones cayéndose a pedazos, la economía en medio de una profunda crisis y una sociedad indignada y poco receptiva a los recortes emprendidos por Temer (la prometida reforma del sistema de pensiones tiene un rechazo del 70%) Brasil no puede permitirse el lujo de dejar pasar otro año y medio sin hacer nada mientras los ciudadanos son víctimas del desastre de corrupción y mala gestión de la derecha golpista. Por ello, es inevitable que el Congreso debe poner en marcha cuanto antes los mecanismos legales de una reforma de la Constitución que permitan un adelanto electoral, y que sean los brasileños quienes elijan a un jefe del Estado que cuente con la legitimidad de las urnas y el mandato explícito de devolver a los brasileños unas instituciones democráticas libres de corrupción y a Brasil al lugar internacional que merece. De no hacerlo, solo prolongara su agonía :(
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