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miércoles, 12 de abril de 2023

SIRIA: La era del deshielo

Ahora que la atención del mundo está concentrada en Ucrania, Taiwán y Corea del Norte, la situación en Siria está cambiando - más aun con la derrota de la bestia sionista de ISIS, creada y financiada por los EE.UU. e Israel, cuyo ilusorio ‘califato’ terminó literalmente aplastado por toneladas de bombas y misiles rusos - por lo que ahora busca entenderse con su belicoso vecino como (Turquía) bajo el patrocinio de Rusia, cuyas negociaciones van en buen camino. En efecto, delegaciones de Siria, Irán y Turquía se reunieron en Moscú con sus homólogos el pasado fin de semana para discutir la normalización de los lazos entre Ankara y Damasco. Es el preludio de una reunión de alto nivel que tendrá lugar a finales de este mes. Es indudable que una mejor cooperación sería particularmente importante para cerrar el conflicto sirio en curso, ya que ambos países comparten una larga frontera y tienen relaciones congeladas desde el comienzo de la guerra. Los funcionarios sirios habían dicho que sus delegados se centrarían en poner fin a la presencia militar turca en su país, cooperar en la lucha contra el terrorismo kurdo y la no interferencia en los asuntos internos de Siria por parte de otros países. La reunión es la última de una serie de pasos, fuertemente respaldados por Moscú, hacia la reconciliación entre Ankara y Damasco luego después de una ruptura de relaciones de 11 años. Del mismo modo, estas negociaciones siguen a una reconciliación entre los perennes adversarios regionales, Irán y Arabia Saudita, negociada recientemente por China, que paso por encima de los deseos de los EE.UU. que pretendía mantener el status quo en la región, fracasando en toda la línea. Para Siria, Damasco quiere recuperar su territorio en poder de las fuerzas respaldadas por los kurdos en los sectores norte y noreste del país. Tampoco quieren la posibilidad de una invasión turca de su país en caso de que la situación de seguridad se vuelva delicada. Por su parte, a Ankara le preocupa la presencia de las Unidades de Defensa del Pueblo Kurdo (YPG), que Ankara asocia al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Mientras que la mayoría de los países occidentales consideran a las YPG un grupo paramilitar ‘normal’ (que, dicho sea de paso, comprende la mayor parte de las Fuerzas Democráticas Sirias, una coalición militante que lucha contra el gobierno del presidente sirio Bashar Al Assad), el PKK es designado como organización terrorista por varios de actores occidentales clave, incluidos EE. UU. y la UE. Pero Turquía mientras tanto, ve a ambos como grupos terroristas y a las YPG como el ala siria del PKK. Esta evaluación está respaldada por el director de Inteligencia Nacional de EE. UU. en un informe del 2018, así como por fuentes sobre el terreno, incluidos mercenarios extranjeros que lucharon en Siria junto con las fuerzas kurdas, quienes han dicho que los dos grupos son prácticamente intercambiables e intercambian soldados de forma rutinaria. El deseo turco de sofocar los movimientos kurdos en la frontera turco-siria es comprensible y un punto de mutuo acuerdo para ambas partes. También podría ayudar al dictador turco, Recep Tayyip Erdogan, en sus próximas ‘elecciones’ con él como candidato único, dándole un impulso para sofocar una amenaza terrorista kurda y mejorar la cooperación con su vecino. En términos de cómo esto cerrará la guerra, el tema pendiente obvio son las bases y tropas estadounidenses restantes en Siria, que están estacionadas en el país en violación del derecho internacional y la misma autorización militar bajo la cual actúan. Este último punto incluso fue declarado por el exembajador de EE. UU. en Siria y antiguo defensor de apoyar a la oposición siria contra Assad, Robert Ford. En consecuencia, perder el apoyo terrestre de los terroristas kurdos a lo largo de la frontera sirio-turca, donde las tropas estadounidenses habían estado estacionadas anteriormente, debilitará la posición de las fuerzas que aún están estacionadas ilegalmente en la sección oriental de Siria . Se espera que el deshielo de las animosidades entre Siria y Turquía marque el comienzo del fin de la intromisión extranjera en Siria, incluida la ocupación de sus regiones ricas en petróleo por parte de las fuerzas estadounidenses. Dado que Ankara es un poderoso aliado militar de EE. UU. en la región y fue un importante punto de partida para el apoyo militar estadounidenses a los grupos terroristas antisirios, esto socavaría las capacidades logísticas, estratégicas y diplomáticas de Washington para seguir interfiriendo en los asuntos internos de Damasco. También ayudaría a integrar a Siria nuevamente en el Medio Oriente y las comunidades globales. De hecho, Arabia Saudita anunció recientemente planes para invitar al presidente sirio a la próxima cumbre de la Liga Árabe en Riad en mayo. Esta es una señal importante de que la exclusión de Siria de la comunidad árabe durante una década, por presiones de Washington, está llegando a su fin. Puede ayudar además a continuar la integración regional del Medio Oriente a pesar de la intromisión extranjera y los intentos de división por parte de los EE.UU. e Israel. Cabe recordar que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, comentó una vez que “Medio Oriente será la nueva Europa” En el 2018, dijo que en los próximos cinco años (es decir, ahora) su país sería “totalmente diferente” y que otros países de Medio Oriente también serían diferentes, apuntando a un creciente desarrollo económico y predijo lo que su modo de ver sería un renacimiento regional en los próximos 30 años. Sin embargo, para ser verdaderamente “la nueva Europa” se requeriría una integración política mucho más profunda para toda la región. Al mismo tiempo, es importante señalar que los cimientos de la Unión Europea, antes de fronteras abiertas y un marco político común, se basaron en el desarrollo económico y la plena cooperación entre sus miembros. De manera similar, un deshielo exitoso en los lazos entre Turquía y Siria en la línea de la cooperación mutua y la seguridad común, en el contexto de una cooperación más profunda entre Irán y Arabia Saudita, podría conducir al resultado final de un Medio Oriente políticamente integrado. Con el respaldo de grandes potencias como China y Rusia, que mantienen una asociación estratégica integral arraigada en el respeto del derecho internacional, este es un objetivo alcanzable a pesar de las diferencias ideológicas y religiosas. Una cosa lleva a la otra, decimos. Y una mayor cooperación en desarrollo, seguridad y comercio puede sentar las bases para un Medio Oriente más estrechamente integrado. Incluso puede llevar al sueño de MBS de un renacimiento regional, plagado durante mucho tiempo por conflictos avivados por EE.UU., que solo buscan saquear la abundante herencia y los recursos de las naciones de Medio Oriente.
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