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miércoles, 4 de noviembre de 2015

MARINE LE PEN: Una obsesión francesa

La escena política gira en torno a ella. Desde la Presidencia del país, desde la oficina del primer ministro, desde la sede de todos los partidos políticos - de la izquierda o derecha - desde la totalidad de las redacciones de los medios de prensa, las iniciativas, las declaraciones y las informaciones tienen como referencia casi obligada a Marine Le Pen. A solo dos meses de las importantes elecciones regionales, los partidos políticos y los medios de comunicación que se consideran del “establishment”, que se autodenominan republicanos y consideran al FN como ultraderechista o incluso fascista, tiemblan ante las excelentes perspectivas de voto de la organización de Marine Le Pen. En efecto, la lideresa del Frente Nacional - quien no oculta su admiración por el Presidente ruso Vladimir Putin - suscita como nunca el temor de unos viejos y caducos partidos tradicionales a los que solo el sistema electoral les evita verse en la Asamblea Nacional con las decenas de diputados que un sistema proporcional otorgaría al FN por su apoyo popular. Las señales de alarma ante la perspectiva de una victoria de Marine Le Pen en las presidenciales de 2017 son atizadas desde hace meses, especialmente por los socialistas en el poder, y, en especial, por el propio Primer Ministro, Manuel Valls. En este contexto, Marine Le Pen ha protagonizado un hecho inusual en el mundo mediático político francés, que demuestra el pavor que su respaldo en la calle provoca entre sus opositores oficiales. Invitada al programa de debate estelar de la televisión pública francesa (“Des paroles et des actes”), dejó plantado al presentador, a los técnicos y al público en el estudio. En un principio la única líder que iba a protagonizar el debate, la televisión pública se vio obligada a aceptar por presiones la participación de dos rivales de Le Pen para las elecciones regionales, además de otros dos enemigos políticos. Lo que podría haber quedado en un simple accidente político -televisivo revistió en realidad un carácter de escándalo político, ya que fueron nada menos que los propios presidentes de los partidos Socialista (Jean-Christophe Cambadelis), y su rival conservador de la UMP - Unión por un Movimiento Popular (Nicolas Sarkozy), quienes presionaron para que Le Pen no fuera la única estrella del debate. El rechazo de Le Pen a aceptar los cambios de última hora en un programa de televisión le ha valido una extraordinaria campaña de comunicación para su persona y sus ideas. Pero no solo. Es un reflejo del cambio de actitud de los periodistas y de la prensa francesa hacia el Frente Nacional. Como sabéis, desde hace más de tres décadas, los medios de comunicación franceses al servicio del Poder habían acordado de facto mantener un “cordón sanitario” en torno al FN (entonces presidido por Jean Marie Le Pen) que se traducía, en la práctica, en ignorar a sus líderes, en no dar mucha cobertura a sus acciones y en entrevistar en mínimas dosis a sus representantes. Sin embargo, la progresiva subida electoral del FN en los últimos años y la llamada renovación emprendida por Marine Le Pen han acabado con esa práctica. Las ideas del nuevo FN para hacer frente a la crisis económica, la inmigración y la corrupción; la intensificación de las relaciones con Rusia; sus críticas a la Unión Europea y a la globalización, no solo despiertan la adhesión entre la población - según demuestran los sondeos - sino que suponen una garantía de audiencia y lectores para televisoras, radios y prensa digital o de papel. Es así como en poco tiempo, el llamado “cordón sanitario” ha saltado por los aires y todas las redacciones se pegan por invitar a Marine Le Pen. Y de nuevo suenan voces desde el Poder para impedir el acceso a los medios a las ideas del FN. Marine Le Pen se presenta como candidata de su partido a las elecciones del 6 y 13 de diciembre por la extensa región norteña de Nord-Pas-de-Calais-Picardie. Según todos los sondeos, derrotaría con facilidad a sus rivales del Partido Socialista y de la UMP de Sarkozy. Todos los estudios sociológicos coinciden en señalar cómo el FN ha recogido no solo el voto obrero y el de las clases medias pauperizadas, sino también de una gran parte de la juventud que no presta oídos a la propaganda judía contra el FN. Hay que señalar que el ideario histórico del FN compila en la actualidad todos los elementos que hace años parecían alejados de la realidad: el aumento imparable del paro, la desindustrialización del país, el declive y olvido de las zonas rurales, la dependencia de la finanzas internacionales, la pérdida de soberanía frente a las normas de la Unión Europea, la inmigración de parásitos musulmanes en masa, así como el auge del Islam radical en los guetos. Las respuestas que el FN ofrece frente a estos problemas son, discutibles como las de cualquier organización política, pero más allá de las soluciones que Marine Le Pen propone, lo que muchos adversarios admiten es que ella y su partido han logrado conectar con las inquietudes de una inmensa masa de franceses cuyas preocupaciones han sido despreciadas durante años por la izquierda e ignoradas por la derecha. Una masa que muchos llaman simplemente el pueblo. Y ese debate ha dado pie a otra guerra interna en el país. La que enfrenta a los medios de comunicación de izquierda, al propio gobierno “socialista” (?) y a una parte de los intelectuales, contra otros intelectuales que han adquirido una escucha inusitada y que acaparan también la audiencia y los lectores con sus ideas alejadas de la ortodoxia vigente en Francia desde el final de la II Guerra Mundial. Estos intelectuales que copan las listas de libros más vendidos, que provienen casi todos ellos de la izquierda o de la extrema izquierda y que se siguen considerando de izquierda, son tachados de “neoreaccionarios” por la izquierda tradicional y sus medios afines como Le Monde y Liberation. Así, filósofos, ensayistas o escritores como Alain Finkielkraut, Pascal Bruckner, Michel Onfray, Michel Houellebeck, o Eric Zemmour son acusados de “hacer el juego” a los herederos de Vichy. Su “delito” - por así decirlo - es desbordar el sendero de lo políticamente correcto; plantearse si la desaparición de fronteras, de identidades o de raíces debe ser algo aceptable sin discusión; si preocuparse por el abandono del laicismo para adaptarse al Islam es un síntoma de xenofobia…Para el “sistema”, son aliados objetivos de Marine Le Pen. Para filósofos como Onfray, que se define de la izquierda antiliberal, “la izquierda tradicional que encarna el Partido Socialista no es sino una mafia que se proclama de izquierda”. Para la Presidenta del FN, que se considera “la única política antisistema”, la ofensiva política en su contra se traduce también en el acoso judicial. Al tiempo que protagonizaba el episodio televisivo, Marine Le Pen acudía a juicio acusada de “instigar el odio racial”, por haber condenado la ocupación de las calles de varias ciudades para los rezos musulmanes. La acusación provenía de diversas asociaciones pro-musulmanas que Le Pen considera como el brazo armado del poder político. Su comparecencia ante el tribunal le supuso una nueva tribuna gratuita para difundir sus ideas. Según recientes sondeos, una mayoría de franceses considera que el Islam es demasiado visible en Francia y debe ser erradicada. Y en este terreno, Le Pen también gana votos frente a una izquierda francesa considerada como pro-musulmana y una derecha tradicional que no sabe cómo abordar el problema de la identidad francesa sin provocar una polémica negativa para sus intereses electorales. De la serie de circunstancias que en las últimas semanas han ayudado a Marine Le Pen a erigirse como la reina del ruido mediático, está otra que aúna, en el lugar y en el momento, algunas de sus ideas-fetiche: su intervención en el Parlamento Europeo ante la Canciller alemana, Angela Merkel, y el Presidente francés, François Hollande. En Estrasburgo, Le Pen pudo criticar a la jefa del gobierno alemán por su nefasta política pro-inmigración y calificar en público al “l'idiot du village” (Hollande) como “ el vice-canciller de la provincia de Francia”. Esta participación en el Parlamento Europeo también le hizo ganar votos a Marine Le Pen, según las muestras de opinión. Con una izquierda dividida entre “socialistas”, comunistas y “verdes”, y un partido como la UMP donde tres líderes se pelean a muerte por el liderazgo interno de la derecha para las elecciones de 2017, dejan el camino abierto al avance del Frente Nacional de Marine Le Pen. Y el sendero se amplía aún más si como en el pasado los “socialistas” y la UMP se alían contra el FN. Ello no hace sino reforzar uno de los leit-motiv favoritos de Le Pen, las políticas de ambas agrupaciones son idénticas y que representan lo mismo. Hasta ahora, el llamado “frente republicano” impedía el paso en las segundas vueltas electorales a los candidatos del FN, mediante la renuncia de los aspirantes del PS o de la UMP. Está por ver si esa política de “cordón sanitario” electoral podrá mantenerse o saltará por los aires como sucedió con el levantado por los medios de prensa hace décadas y ha desaparecido ante la fuerza de la realidad :)
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