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miércoles, 4 de enero de 2017

LOS REYES MAGOS: Una leyenda que se pierde en la noche de los tiempos

Todo ya está preparado para que este 5 de enero, sus Majestades los Reyes Magos de Oriente realicen su tradicional Cabalgata por las calles de Madrid en un espectáculo que atrae a miles de niños y adultos, cuyo recorrido concluirá frente al Ayuntamiento en la Plaza de Cibeles entre una multitud de fuegos artificiales que iluminaran el cielo de la capital española. Pero ¿los Reyes Magos existieron realmente o no? Como sabéis, su historia se encuentra únicamente en el Evangelio de Mateo (2,1-12). De los cuatro Evangelios, solo Mateo nos cuenta este pasaje, cuando en tiempos de Herodes el Grande, y habiendo nacido Jesús en Belén de Judea, llegaron a Jerusalén en busca del Rey de los Judíos “unos magos venidos desde Oriente”, siguiendo una misteriosa “estrella” que les guiaba por el camino. Sin embargo, en el texto de Mateo no se les nombra ni como “Reyes”, ni como “Magos”, ni siquiera por los nombres como hoy los conocemos: Melchor, Gaspar y Baltasar. La idea de que eran tres o que incluso uno de ellos era negro, es producto de la imaginación o de la literatura posterior. Pero hay otras cuestiones curiosas en torno a esta historia. La larga tradición nos ha traído estos elementos identificadores que no se encuentran escritos. Algunos historiadores apuntan que se puede tratar de añadidos en la traducción griega del arameo a la historia que, escrita por Mateo, fue utilizada por Marcos y, más tarde, por Lucas. Otros estudiosos afirman que se pudo obviar el ofrecer datos tan concretos sobre quiénes eran los Reyes por considerarlo ambiguo o comprometido. Algo que parece carecer de base si se piensa que el texto está escrito muchos años después de que acontecieran los hechos. También se ha considerado curioso que los primeros paganos (“primitia gentium”, los primeros entre los paganos en adorar y reconocer al Señor) que fueron a venerar al Salvador fueran Reyes, y lo que resulta más chocante, que fueran “Magos”. La clave de todo esta asunto puede encontrarse en el acierto de los traductores latinos del Nuevo Testamento que llevaron el texto a esa lengua, entre ellos Jerónimo que en el siglo IV quien tradujo las Escrituras al latín, quizá el primero que los identifica como Magos. Pero ¿porque se les llamaba magos? En esos tiempos así eran denominados los sabios y astrólogos de origen caldeo, es decir, procedentes de Mesopotamia, lo que desde Judea suponía el Este geográfico. De otro lado, el oro, el incienso y la mirra nos llevan hasta la llamada “Ruta del Incienso”, una ruta que se extendía desde el Océano Índico, subiendo por la península Arábiga, trayendo hasta el Mediterráneo productos del Asia Central. Siguiendo el relato de los textos apócrifos, es decir cualquier libro que se atribuye a un autor sagrado, pero que no está incluido en el canon de la Biblia, como el Protoevangelio de Santiago o el llamado Evangelio armenio de la infancia (un texto datado en el siglo V o VI, y otros escritos, se fecha el “nacimiento” de Cristo un 6 de enero y la visita de los Reyes tres días después. En esos textos se nombra a tres Reyes, Melchor, Gaspar y Baltasar – procedentes de Persia, Babilonia y Arabia, respectivamente – quienes entregaron sus presentes al recién nacido. El oro representaba el signo de la divina majestad y de la realeza. El incienso simbolizaba el sacrificio y la mirra era una representación funeraria, que ponía de manifiesto la fragilidad humana. Asimismo, Jerónimo – como decíamos pieza clave en la traducción del texto que nos trae la llegada de los reyes magos – habla de “praesepe” o “praesepium”, que podríamos traducir como pesebre, lugar según el cual los Evangelistas indican el objeto sobre el que fue depositado Jesús al nacer. Es esta la única y misma indicación que dieron los cuatro evangelistas, localizado en una gruta de Belén, donde hoy se levanta la Basílica de la Natividad. Lo que sucedió con los magos luego de adorar a Jesús, también es motivo de polémica como todo lo relativo a ellos – de quienes no existe mención alguna fuera de la Biblia – ya que desaparecieron del texto sagrado y no se supo mas de ellos. Sin embargo textos posteriores acrecentaron la leyenda, aseverando que al regresar a sus reinos, vivieron mas de 110 años cada uno y que al morir, fueron enterrados juntos, mientras que la misteriosa “estrella” que los guió una vez a Belén, volvió a aparecer en el cielo, custodiando sus cuerpos “que permanecieron incorruptos” dice la leyenda. En tiempos del Emperador Constantino, cuando el cristianismo fue proclamado como la religión oficial del Imperio, su madre la Emperatriz Elena viajo a Tierra Santa en busca de las “reliquias” cristianas y llevarlas a Constantinopla. Se dice que entre ellos pudo recuperar los cuerpos de los Magos, que fueron depositados en la Basílica de Santa Sofía. Con el infame saqueo de la capital bizantina por los cruzados en el 1204, dichas reliquias cambiaron repetidamente de manos y finalmente terminaron en la Catedral de Colonia (Alemania) donde se conservan en una magnifica urna hecha de oro. Si bien estudios posteriores indicaron que dichos restos pertenecen en realidad a la época medieval, la tradición se impuso finalmente y muchos creen en la actualidad que efectivamente se tratan de los Reyes Magos. Leyenda o no, lo cierto es que cada 5 de enero se celebra su llegada y muchos no nos perdemos de ella. ¡Que tengan un Feliz Día de Reyes! :)
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