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miércoles, 14 de noviembre de 2018

TAIWAN: Marcado por el destino

Mientras China sigue viendo a la isla de Taiwán como parte integral de su territorio y EE.UU. lo considera como una pieza clave de su juego geopolítico en Asia (dentro de sus desquiciados planes de ‘cercar a China’ como busca hacerlo con Rusia en Europa), el margen para un error se está haciendo cada vez más estrecho y debido a los últimos acontecimientos que suceden en la zona, una guerra entre Washington y Beijing por su posesión esta cada vez mas cercana que nunca. En efecto, en un momento en que la guerra comercial entre ambas potencias no muestra signos de disminuir, al igual que sus tensiones en el mar del Sur de China, los eventos como el reciente diálogo diplomático y de seguridad entre Pekín y Washington se vuelven mucho más importantes. Como sabéis, el 9 de noviembre el titular chino de Defensa, Wei Fenghe, y el secretario de Defensa de EE.UU, James Mattis, celebraron en Washington el segundo Diálogo Diplomático y de Seguridad China-EEUU, en el que también participaron el director de la oficina de Asuntos Extranjeros del Comité Central del Partido Comunista chino, Yang Jiechi, y el cuestionadísimo jefe de la diplomacia norteamericana, Mike Pompeo. Al término de la reunión, los altos funcionarios chinos afirmaron que "la situación en el mar de China Meridional se encamina a la estabilidad", al tiempo que Mattis y Pompeo reafirmaron cínicamente que "EE. UU. no está llevando a cabo una guerra fría o una política de contención con China" cuando la realidad es muy distinta. Dejando a un lado las declaraciones ‘pacificadoras’ para las cámaras, lo cierto es que las relaciones entre EEUU y China están pasando por su peor momento desde de la Guerra Fría, afirma el columnista de National Interest, Daniel R. DePetris. Tanto los mutuos golpes económicos como las disputas sobre el mar del Sur de China, por supuesto, han estado al acecho durante los últimos años. Pero la verdadera manzana de la discordia entre ambas potencias siempre ha sido y sigue siendo la isla de Taiwán. Las diferencias de opinión sobre el estado de Taiwán siempre han pesado en las relaciones entre Washington y Beijing incluso antes del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas partes. Durante décadas, los funcionarios estadounidenses y chinos han llevado este problema siempre "acordando en su desacuerdo". En 1982 las partes decidieron dar un enfoque de apariencia legal al 'statu quo' ya existente: EE.UU. reconoce los reclamos territoriales de China sobre la isla, y los chinos reconocen la política estadounidense sobre la venta de armas a Taiwán. La Administración Trump, sin embargo, ha tomado lo que podría describirse como una de las posiciones más agresivas sobre Taiwán en la era posterior a la Guerra Fría, apunta el autor. Incluso antes de que el actual presidente formalmente tomara posesión de su cargo, participó en la primera llamada telefónica con un jefe de estado taiwanés en cuatro décadas. Esa fue una conversación que irritó al Gobierno chino y sugirió que la nueva Casa Blanca ya no iba a jugar la política de una sola China, buscando abiertamente la confrontación. Por si fuera poco, a eso le siguieron ventas de armas a Taiwán por sumas multimillonarias, la Ley de Viajes a Taiwán de 2017 y la Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2018, que reafirmó los lazos de defensa de Washington con la isla y le abrió paso al mutuo acceso de naves de la Marina en los puertos de ambos países. El estrecho de Taiwán que divide la isla y el continente chino también ha visto crecer las tensiones. En abril, el Ejército Popular de Liberación de China llevó a cabo simulacros de fuego real en el estrecho, algo que no es raro, pero ocurrió un mes después de que el ‘emperador’ chino, Xi Jinping, dijera al Congreso Nacional del Pueblo que China seguirá manteniéndose firme contra los intentos de desafiar su soberanía: "Ni una pulgada del territorio de la gran patria se puede separar de China", expresó el mandatario ante los legisladores. La historia del nacionalismo chino es directa e incontrovertida. Beijing está profundamente comprometido a que Taiwán vuelva a hacer parte de China. Para las elites chinas, así como para su público, 'la provincia renegada' - tal como la llaman - nunca podrá convertirse en un estado soberano. Es un territorio sagrado que ha sido parte de China desde la antigüedad que les fue arrebatado por los japoneses en 1895, cuando China era débil y vulnerable. Pero tras la derrota japonesa en la II Guerra Mundial, la isla fue ocupada esta vez por los nacionalistas del Kuomintang huyendo del continente con motivo del triunfo de los comunistas y desde entonces se resisten a abandonarla. Los líderes chinos insisten desde entonces que Taiwán debe ser devuelta al redil más temprano que tarde y que esta se puede hacer de manera pacífica, tan como sucedió con Hong Kong y Macao. Al mismo tiempo, han dejado muy en claro que la fuerza es una opción a tomar en cuenta si no tienen otro recurso. "La isla debe volver a convertirse en una parte integral de China" dijo Hu Jintao en el 2007 en el XVII Congreso del Partido: "Las dos partes del Estrecho están obligadas a reunificarse en el curso del gran rejuvenecimiento de la nación china" acotó. La unificación de China y Taiwán es uno de los elementos centrales de la identidad nacional china. Simplemente no hay compromiso alguno en este tema. Sin embargo, Washington dentro de sus planes agresivos que ha puesto en marcha, no muestra signos de retroceder, buscando con ello que la tensiones lleguen a tal punto que un conflicto con los chinos sea inevitable; Como muestra de ello, el mes pasado, el USS Antietam y el USS Curtis Wilbur navegaron por el Estrecho de Taiwán en los denominados 'ejercicios por la libertad de navegación' que se han vuelto cada vez más comunes en el Pacífico durante la administración de Trump y que en realidad lo hacen para irritar a Beijing. Para nadie es un secreto que los estadounidenses no estarían provocando continuamente a China si no planearan una confrontación armada en el estrecho, tal como lo está haciendo en el Mar de China Meridional. Si bien en este momento no es inminente un enfrentamiento entre las armadas estadounidenses o chinas en las aguas del estrecho de Taiwán, apunta DePetris, la competencia estratégica que ahora domina la relación entre ambas potencias - desde el comercio, la propiedad intelectual y la ciberseguridad hasta la modernización militar- incrementa estas diferencias aumentando el riesgo de que una deliberada provocación militar o una falta de comunicación conduzca a una crisis internacional entre las dos mayores economías del mundo, con los presupuestos militares más grandes del planeta. Y dado que ninguna de las partes - especialmente los EE.UU. con sus planes agresivos puestos en marcha - muestra signos de retroceso en su postura, el margen de error se está haciendo peligrosamente estrecho y un conflicto de insospechadas consecuencias que arrastre a otros países con grandes intereses en la zona como Rusia y Japón, esta mas cerca que nunca :(
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