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miércoles, 23 de octubre de 2019

RUSIA: El Juego de la Diplomacia

El momento actual así lo demuestra. La caótica política seguida por parte de la administración Trump ha llevado al Medio Oriente a un desastre absoluto, lo cual ha hecho que sean cada vez mayor el número de países que vean a Rusia como una fuente de estabilidad en el mundo. Ello se confirma con el caluroso recibimiento otorgado al presidente ruso Vladimir Putin durante su reciente visita a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, que habla de una nueva realidad geopolítica en la región. Ambos países son aliados tradicionales de los EE.UU. pero es Rusia la que cada vez tiene mayor influencia. Ello se debe a su pragmática política de "hablar con todos" manteniendo buenas relaciones con una gran cantidad de naciones, incluso cuando varias de ellas sean enemigos irreconciliables. No es de extrañar por ello que el Presidente ruso fuera acogido afectuosamente por los monarcas de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, a pesar de que es ampliamente conocido el hecho de que Moscú tiene una sólida alianza con Irán, percibida como la Némesis chiíta de los decadentes potentados sunnitas en Riad y Abu Dhabi. Como sabéis, Rusia es un firme defensor de Siria, lo que lo pone en desacuerdo con una serie de estados de Medio Oriente, incluidos Arabia Saudita, Turquía e Israel, que han patrocinado una guerra para derrocar al presidente sirio Bashar Al Assad - financiando para ello a grupos terroristas como ISIS, Al Nusra y Al Qaeda - fracasando ruidosamente en sus intentos gracias a la intervención rusa que los ha aplastado literalmente bajo toneladas de bombas. Sin embargo, a pesar de ello, Moscú ha logrado mantener estrechas relaciones con los adversarios de Damasco, lo cual es un impresionante acto de equilibrio. Ello no ha significado que Rusia haya dejado de condenarlos por sus intenciones militaristas respecto a Siria e Irán. Moscú ha criticado a Israel por sus ataques aéreos en territorio sirio, advirtiéndole que retroceda. Rusia también ha censurado a Arabia Saudita y otros estados del Golfo Pérsico por su hostilidad hacia Irán y por culpar a Teherán por los ataques de “sabotaje” al transporte marítimo en la región sin ninguna evidencia que lo sustente. Moscú ha rechazado asimismo en reiteradas ocasiones la criminal guerra de agresión dirigida por Arabia Saudita contra Yemen, que resiste heroicamente desbaratando los planes expansionistas de Riad, a pesar del formidable apoyo militar que recibe por parte de Washington. Y es que a diferencia de los EE.UU., la política exterior de Rusia tiene principios sólidos y es consistente. Para las naciones con las que está históricamente alineada, como Siria e Irán, sigue siendo leal en sus compromisos estratégicos. Un ejemplo clásico es la intervención militar de Rusia desde finales del 2015 para defender a Siria de una inminente invasión por parte de la OTAN, Israel, junto a sus aliados árabes, con la intención de derrocar a Bashar Al Assad e instalar un gobierno colaboracionista - como en Ucrania - pero les salio mal la jugada. Sus agentes sionistas sobre el terreno (ISIS) que iban a ‘prepararle’ el camino para su llegada, fueron pulverizados por los rusos y no existen más. De otro lado, Rusia siempre ha respaldado a Irán para mantenerse fiel al acuerdo nuclear internacional del 2015, desafiando así el infame ultimátum de intimidación por parte de Washington para que todas las naciones boicoteen el comercio con Teherán. La política de Moscú demostrada en el Medio Oriente es una extensión de su perspectiva internacional más amplia de apoyar el multilateralismo y la cooperación mutua con todas las naciones. Vemos por ejemplo que Rusia ha sido un gran defensor de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda de China para promover la asociación económica mundial. Ello demuestra que Rusia es una pieza clave para el desarrollo económico de Eurasia en el que la paz y la prosperidad se ven como resultados mutuos en los que todos ganan en la búsqueda de una reciprocidad respetuosa. Como podéis imaginar, esta conducta de las relaciones geopolíticas seguida por Moscú es un anatema para la política dominante de Washington, donde su enfoque de que “el ganador se lo lleva todo” divide al mundo entre quienes se inclinan ante los deseos estadounidenses y aquellos que son catalogados como sus ‘enemigos’ porque no quieren imitarlos. Por todos es sabido que quienes son descritos eufemísticamente como "aliados" de los EE.UU., son esencialmente sus mas fieles vasallos que tienen la obligación de ‘satisfacer’ los intereses imperiales estadounidenses. El problema es que esa política tarde o temprano se topa con contradicciones de su propia creación. ‘Dividir para gobernar el mundo’ puede ser ventajoso hasta cierto punto, como lo fue durante las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, durante la Guerra Fría con la Unión Soviética. Para la economía capitalista militarizada de los EE.UU., dicha política le aseguró ganancias lucrativas, por un tiempo. Pero tarde o temprano, la economía de guerra y las políticas belicistas que apuntalan las ambiciones geopolíticas de dominio estadounidense comienzan a socavar su propio poder. Esencialmente, las políticas nada éticas que promueven el poder unilateral de los EE.UU. se vuelven imposibles de ocultar, a pesar del sistemático apoyo masivo que recibe de parte de los medios corporativos occidentales, que con sus campañas mediáticas engañosas buscan ocultar los crímenes que apuntalan el predominio estadounidense. Sin embargo, incluso los supuestos aliados de la superpotencia comienzan a ponerse nerviosos y ansiosos por la ilimitada perfidia emanada por Washington. Lo sucedido hace unos días ha proporcionado una asombrosa revelación de la temeridad y la destructividad de los EE.UU. en el Medio Oriente. El abandono de Trump de sus “aliados” kurdos en Siria dejándolos a merced de los ataques de Turquía ha dejado a otros “socios” estadounidenses en la región conmocionados por la traición transaccional de Washington. Desde entonces, tanto los sauditas como los sionistas se están haciendo reiteradas preguntas acerca de cuán confiable es su supuesto ‘protector’, los EE.UU. No debe extrañarnos por ello que el embajador saudita en Gran Bretaña haya informado esta semana, que la Casa de Saud está " perdiendo la confianza " en la administración Trump y sus antiguas promesas de que ‘defenderá el reino’ en caso de una guerra con Irán. Las mismas dudas se aplican en Israel. Esta desconfianza temerosa hacia su "protector" estadounidense se vio agravada por los ataques con aviones no tripulados y misiles a los centros de la industria petrolera de Arabia Saudita el pasado mes por parte de los hutties yemenitas. Como era obvio, los sauditas y los estadounidenses se apresuraron en culpar a Irán, a pesar de que Teherán rechazó rotundamente las acusaciones, y de que los propios huttíes se adjudicaron los ataques. Pero al final, la cuestión es que Washington se resistió a una respuesta militar contra Irán debido a que sabe que esas acusaciones son falsas ya que no existe prueba alguna que lo sustente. Aparte de unas amenazas huecas proferidas por Trump, todo quedo allí, para lamento de los ‘halcones’ que creían que por fin había llegado el momento de saldar cuentas con Irán, una obsesión que les quita el sueño desde 1979, cuando una revolución islámica barrio con el corrupto régimen del Shah, títere de los estadounidenses y perro de los sionistas. Desde entonces, su odio a los Ayatollas no ha dejado de crecer. Durante décadas, los EE.UU. han invertido miles de millones de dólares en armas para Arabia Saudita, al igual que a las otras petromonarquias de Oriente Medio. Pero, paradójicamente, esos países se muestran ahora más inseguros y recelosos por las intenciones erráticas de Washington. Desde las guerras propiciadas por los EE.UU. en Afganistán e Irak en las últimas dos décadas, el Medio Oriente se ha vuelto cada vez más inestable y volátil. Esto se debe a que la política exterior estadounidense se lleva a cabo sobre la base del dominio que, por definición, implica agresión y ocupación militar. La doctrina militar de EE.UU. está impulsada por la confrontación, la venta de armas a otros países como parte de su política de proyección de poder, que en sí misma es agresiva. Por lo tanto, un mundo bajo el dominio de los EE.UU. siempre será propenso a tensiones, conflictos, guerras y asesinatos, porque la conclusión es que el capitalismo corporativo belicista de Estados Unidos necesita todo ese caos para hacer negocios multimillonarios con la venta de armas a dichos países. A más caos e instabilidad en el mundo, mejor para ellos. Al final, los países nominalmente “aliados” de los EE. UU. terminarán cosechando lo que siembran. La decadencia estadounidense y el vacío de poder dejado en el Medio Oriente, ha sido cubierto por Rusia como la superpotencia que es, siendo el Kremlin y no la Casa Blanca, donde se decidirá el futuro de la convulsionada región. Por cierto, los medios occidentales pueden hacer comentarios deleznables sobre el señor Putin a quien califican como "un hacedor de reyes " y " un pacificador ", pero no hay necesidad de este cinismo rusofóbico, con el cual evidentemente tratan de ocultar el rotundo fracaso de Washington en la región y cuya patética retirada de sus tropas del norte de Siria de una forma apresurada es una muestra de ello. Algo muy distinto a la doctrina militar rusa que es el reverso de la doctrina militar estadounidense, sumamente agresiva. Esa diferencia gira en torno a la divergencia fundamental entre las ambiciones hegemónicas de los EE.UU. y la política de Rusia a favor del multilateralismo y la asociación. Ello permite a Moscú mantener buenas relaciones con todas las naciones, a pesar de que tiene prioridades con ciertos aliados. Sin embargo, esa política equilibrada seguida por el Kremlin permite que las naciones coexistan y negocien entre ellos para superar sus problemas, sin necesidad de desatar guerras que solo benefician a los fabricantes de armas. El Medio Oriente necesita más del tipo de aquella diplomacia equilibrada seguida por Rusia y dejar de lado las intrigas belicistas de Washington que al final, solo la arrastraran al abismo. De ellos depende el camino que deban seguir. (Últimas noticias dadas a conocer este martes anuncian el acuerdo alcanzado en Sochi entre Putin y Erdogan, por el cual Turquía anuncia el final de su ofensiva contra los kurdos en Siria, posibilitando que Damasco recupere el control de toda la frontera) :)
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