Este 31 de Octubre se celebra la noche de Halloween, y con ella se vive una noche llena de misterio y fantasía. Para saber más sobre la noche de Halloween es necesario remontarse a la vieja Irlanda y a la conocida Noche de Brujas. La palabra Halloween es una derivación de la expresión inglesa All Hallow’s Eve (Víspera del Día de los Santos).Originalmente se celebraba en los países anglosajones. Era la festividad de origen celta más importante del periodo pagano que dominó Europa hasta su conversión al cristianismo, en la que se celebraba el final de la temporada de cosechas y era considerada como el “Año Nuevo Celta”, que comenzaba con la estación oscura. Es tanto una fiesta de transición (el paso de un año a otro) como de apertura al otro mundo. Su etimología es gaélica (Samhain, ‘fin del verano’) y cada vez son más los adeptos que se apuntan a ella. EEUU, Canadá, Irlanda y el Reino Unido la tienen como arraigada tradición, mientras que en Australia, España o Nueva Zelanda ha alcanzado una popularidad aceptable en los últimos años. La fuerza expansiva de la cultura de EE.UU. ha hecho que Halloween se haya popularizado también en otros países occidentales. Son los enanos los que más disfrutan de ella y aprovechan la ocasión para disfrazarse, comer caramelos y decir eso de “truco o trato”. Por todos es sabido que esta fiesta tiene como requisito y símbolo significativo a la terrorífica calabaza a la que se asocia a menudo con los colores naranja y negro. Esta tiene su origen en una antiquísima leyenda: Hace muchos, muchos años, un tacaño y pendenciero irlandés, llamado Jack, tuvo la mala fortuna de encontrarse con el diablo en una taberna, en la Noche de Brujas. Jack, conocido borracho, había bebido mucho pero pudo engañar al diablo ofreciéndole su alma a cambio de un último trago. El diablo se transformó en una moneda para pagarle al camarero, pero Jack rápidamente lo tomó y lo puso en su monedero. Como Jack tenía una cruz en su monedero, el diablo no pudo volver a su forma original. Jack no dejaría ir al diablo hasta que le prometiera no pedirle su alma en 10 años. El diablo no tuvo más remedio que concederle a Jack su reclamación. Diez años más tarde, Jack se reunió con el diablo en el campo. El diablo iba preparado para llevarse el alma de Jack, pero Jack pensó muy rápido y dijo: “Iré de buena gana, pero antes de hacerlo, ¿me traerías la manzana que está en ese árbol por favor?”. El diablo pensó que no tenía nada qué perder, y de un salto llegó a la copa del árbol, pero antes que el diablo se diese cuenta, Jack ya había tallado rápidamente una cruz en el tronco del árbol. Entonces el diablo no pudo bajar. Jack le obligó al diablo a prometer que jamás le pediría su alma nuevamente. Al diablo no le quedó más remedio que aceptar. Jack murió unos años más tarde, pero no pudo entrar al cielo, ya que durante su vida había sido un golfo, borracho y un estafador. Es por ello que cuando intentó entrar en el infierno, el diablo tuvo que enviarlo de vuelta, ya que no podía tomar su alma (tal como se lo había prometido). “¿Adónde iré ahora?”, preguntó Jack, y el diablo le contestó: “Vuelve por donde viniste”. El camino de regreso era oscuro y el terrible viento no le dejaba ver nada. Entonces el diablo le lanzó a Jack un carbón encendido para que se guiara en la oscuridad, y Jack lo puso en el interior de un nabo, para que no se apagara con el viento. De esta manera, Jack quedo condenado a vagar en las tinieblas eternamente. Esta leyenda habla de un nabo en cuyo interior Jack depositó la brasa de carbón a modo de farol. No dice nada de calabazas pero todo tiene su explicación. Los pueblos de origen céltico, como mandaba su tradición, ahuecaban los nabos y ponían carbón en ellos para iluminar el camino de regreso al mundo de los vivos a sus difuntos más queridos y así les daban la bienvenida, a la vez se protegían de los malos espíritus. Pero cuando los irlandeses llegaron a América, conocieron las calabazas y se dieron cuenta de que estas eran mucho más grandes y fáciles de ahuecar que los nabos, que por otra parte eran difíciles de conseguir en el nuevo mundo a diferencia de las calabaza, por lo que estas no tardaron en remplazarlas. Desde ese tiempo, ninguna persona ha crecido sin conocer un Jack-o-lantern, el tenebroso candil de Jack en el interior de una calabaza previamente tallada, para hacerla mas tenebrosa y cuyo uso se ha popularizado de tal manera que hoy es el símbolo por excelencia del Halloween, al cual podemos agregar otras actividades típicas de la Noche de brujas: el famoso truco o trato y las fiestas de disfraces, además de las hogueras, la visita a casas encantadas, las bromas, la lectura de historias de miedo y el visionado de películas de terror. Como podéis imaginaros, cada vez son más los países que se apuntan a esta tradicional fiesta relacionada con el mundo de los muertos y de los espíritus, reconvertida en una celebración inocente y divertida, alejada de sus orígenes primigenios :)