TV EN VIVO

miércoles, 11 de agosto de 2021

BELARUS: Entre la locura y la paranoia

Gobernado con mano de hierro por un despiadado déspota como Aleksandr Lukashenko, estos últimos días han sido duros para Belarus (Bielorrusia) y especialmente para quien es considerado en Occidente como “el último dictador de Europa” que reprime violentamente las protestas contra su régimen, y no solo dentro de sus fronteras. El tirano comunista, que ha cimentado su mando y control en la represión de toda disidencia, promete “encontrar a sus enemigos en cualquier lugar y sacarlos de sus madrigueras”. Anacrónico como ninguno, insiste en mantener la horrible simbología de la era soviética que incluso en la misma Rusia ha sido barrida hace mucho. Quien visita Minsk se percata de este detalle a cada paso que da, ya que pareciera que la ciudad de estilo estalinista se ha detenido en el tiempo. Y Lukashenko se vale del miedo y la violencia practicados por sus siniestras fuerzas de seguridad para que todo siga igual. Por ejemplo, mientras una marea de decenas de miles de personas clamaba hace unos meses en las calles de la capital contra el escandaloso fraude realizado para “garantizar” su reelección, el sátrapa observaba ceñudo las protestas desde un helicóptero. “Merecen morir como ratas” gruño, luego de pedir al piloto que volara más cerca de la multitudinaria manifestación. Al anochecer, vestido de negro, con chaleco antibalas y alzando un rifle, descendió de su aeronave en el palacio presidencial acompañado de su hijo de 15 años, Nikolái, vestido de militar y que va también armado, designado como su heredero. Los vídeos convenientemente difundidos por su servicio de prensa le mostraron desafiante, felicitando a los antidisturbios que bloqueaban la calle. “Nos ocuparemos de ellos”, bramó, señalando a la multitud pacífica, que con pancartas, banderas y flores le pedía que dejara el poder. Pero como podéis imaginar, la represión fue feroz, dejando miles de heridos y varios desaparecidos. Una escena que se repite cada vez con mayor frecuencia. Vistoso, estridente y sin límites, es el estilo del genocida que ha gobernado durante casi tres décadas Belarus, la república de 9,4 millones de habitantes que se encuentra encajada geoestratégicamente entre Rusia y países de la UE y la OTAN, como Polonia o Lituania. Lukashenko, de 66 años, un sádico autócrata con su característico mostacho de corte estalinista, se ha mantenido en el poder al cimentar un Estado unipersonal controlado gracias a sus feroces fuerzas de seguridad y el temido KGB (los servicios secretos que conservan sus siglas soviéticas). Una mezcla de mano dura y mensajes populistas de cara a la galería. Ahora, enfurecido por la oposición ciudadana, pese a las decenas de miles de arrestos y la brutal represión, y asediado y aislado por la condena internacional por sus fulminantes ataques a los derechos humanos, el dictador se aferra al sillón presidencial y se agita con maniobras cada vez más siniestras y brutales tanto dentro como fuera de su país. Hace poco, un activista de la oposición, Vitaly Shyshov, apareció muerto colgado de un árbol en un parque de la capital ucraniana, Kiev. Su muerte se considera oficialmente un asesinato. Shyshov dirigía una ONG que ayudaba a los bielorrusos a escapar de la creciente represión en su país, del que él mismo huyó en el 2020. Por su parte, la velocista olímpica de 200 metros, Krystsina Tsimanouskaya, se salvó por los pelos de que la metieran en un avión de vuelta a casa desde Tokio y Polonia le ha concedido un visado por motivos humanitarios. También la Comisaria de Interior de la UE, la sueca Ylva Johansson, ha volado a Lituania para intentar abordar el tema del tráfico de inmigrantes organizado por el Estado bielorruso en la frontera con su país vecino (el Gobierno de Minsk ha sido acusado de organizar vuelos desde Irak a Belarus: los inmigrantes son llevados hasta la frontera custodiados severamente por guardias armados “ayudándoles” a cruzar ilegalmente a Lituania, y todo el operativo se ha divulgado a través de las redes sociales). ¿Existe un patrón? El secuestro de un vuelo de Ryanair en mayo y la detención del activista Roman Pratasevich sirvieron para advertir a todos los opositores en el extranjero que nunca estarían a salvo. Documentos y grabaciones filtradas han mostrado que en el 2012 los dirigentes bielorrusos tramaron asesinatos en Alemania. Ese mismo año, el exdirector del todavía llamado KGB bielorruso fue grabado refiriéndose a otro exiliado, el periodista Pavel Sheremet, como "un enorme grano en el culo", y habría afirmado que "el presidente estaba esperando que se llevasen a cabo las operaciones para silenciarlo". No es de extrañar por ello que un atentado con coche bomba en Kiev terminara con la vida de Sheremet en el 2016. Cinco años más tarde, su muerte sigue siendo un misterio. Según otra filtración, el mismo Lukashenko habría amenazado con reabrir campos de concentración con alambre de espino. Desde su detención, el periodista y bloguero Protasevich ha aparecido varias veces auto inculpándose y con evidentes signos de tortura en lo que en la práctica son vídeos de rehenes emitidos en la televisión bielorrusa. Ello se suma a una propaganda cada vez más histriónica sobre golpes de Estado armados y supuestos complots para asesinar al tirano. Puede que Lukashenko no haya leído muchas biografías de Richard Nixon, pero parece que está probando “la teoría del hombre loco” sobre política exterior elaborada por el presidente estadounidense, donde la imprevisibilidad y el comportamiento temerario son en realidad una ventaja, ya que inquietan a los adversarios e incluso a sus aliados. En este caso, los Estados de la UE, generalmente más blandos, cuestionarán la conveniencia de las sanciones que actualmente se imponen sobre Belarus por los problemas que generan. El presidente ruso Vladimir Putin ha tratado de ganárselo para su causa, pero es consciente que el sátrapa bielorruso no es de confiar. Él y Lukashenko se han reunido varias veces desde las elecciones bielorrusas y las protestas masivas de agosto del 2020, pero Putin se ha negado repetidamente a extenderle un cheque en blanco. Pero un agravamiento de las relaciones de Belarus con Occidente, lo acercaría más a los rusos, donde el Kremlin espera que el curso de los acontecimientos obligue finalmente a Lukashenko a solicitar formalmente la reunificación de su país con Rusia, una posibilidad que no se descarta por parte de Moscú. Entretanto, el Estado bielorruso ha intensificado su comportamiento represivo. La coacción está tan lejos de la escala que Occidente no sabe cómo responder. En junio del 2021, la cifra “oficial” de presos políticos era de 526 - aunque se sabe que son muchísimos más - a los que hay que agregar los casi 4.700 juicios realizados desde las cuestionadas elecciones del año pasado. La relatora especial de la ONU sobre derechos humanos para Belarus, Anaïs Marin, informó al Consejo de Seguridad de la ONU que 35.000 personas han sido detenidas desde agosto del 2020. Hay una creciente crisis de refugiados: personas como Protasevich, que estaba Varsovia, Shyshov y ahora Tsimanouskaya son solo tres de los muchos ciudadanos que han abandonado su país desde agosto del 2020. Sin embargo, la imprevisibilidad en política exterior está por todos lados. En junio, Belarus abandonó la Asociación Oriental de la UE, de la que era miembro fundador desde el 2009. En julio, Lukashenko cerró la frontera con Ucrania, alegando casos de contrabando de armas y amenazando con abrir un segundo frente en la guerra de Ucrania con las fuerzas aliadas de Rusia en el este. Asimismo, ha amenazado con inundar la UE de drogas y de inmigrantes. La piratería económica puede ser la siguiente. La economía nacional apenas sobrevive, pero hay informaciones preocupantes de que la élite superviviente se apropia de todo lo que genera beneficios. La palabra rusa que define esta situación es "reiderstvo", no sólo un asalto corporativo, sino una toma de posesión física. Una economía moribunda agravaría el problema de los refugiados y la mentalidad de estado de sitio del régimen. ¿Cómo se puede abordar esta situación? El pasado 3 de agosto, el Primer Ministro británico Boris Johnson se reunió con la líder de la oposición y agente de la CIA Sviatlana Tikhanouskaya en el número 10 de Downing Street, pero sus afirmaciones de que el Reino Unido estaba "de su lado" no se han traducido en avances concretos. Por su parte, el portal de periodismo de investigación Bellingcat ha avanzado que investigará el caso de Shyshov. Como Lituania necesita apoyo para patrullar el bosque que cubre la frontera entre ambos países, hay quienes solicitan que las tropas de la OTAN se encarguen de esa tarea. A ello agregar que las muertes de Shyshov y Sheremet en Kiev ponen de relieve la importancia de ayudar a Ucrania a reformar y modernizar sus fuerzas de seguridad. Reino Unido ha prestado apoyo en la formación del ejército ucraniano y el Parlamento ucraniano ha presentado un proyecto de ley para reformar el Servicio de Seguridad de Ucrania, incompetente y corrupto. Tanto si su locura es calculada como si no lo es, algunos analistas afirman que no se puede permitir que el dictador siga actuando con impunidad como hasta ahora. Extremadamente desconfiado, su paranoia crece a medida que pasan los años y si bien acaba de anunciar “que planea dejar el cargo principal de su país y que convocará a nuevas elecciones cuando se promulgue una nueva constitución” la oposición ha criticado el proceso como una táctica dilatoria, ya que en realidad el tirano está preparando a su hijo Nikolái - quien lo acompaña en todas las ceremonias oficiales - para que lo suceda en el cargo, quien a pesar de su corta edad no es mejor que él y se muestra tan despiadado como su padre, pero al ser solo un adolescente es imposible que dirija el país por lo que sería el mismo Lukashenko quien lo seguiría haciendo tras bambalinas... Y el drama de Belarus continuaría sin cesar :(
Creative Commons License
Esta obra está bajo una Licencia de Creative Commons.