TV EN VIVO

miércoles, 26 de septiembre de 2018

SPACE X: Una obsesión compulsiva por el planeta rojo

Desde hace algunos meses hemos visto cómo SpaceX - la compañía de Elon Musk - ha batallado con fijar su meta máxima, y sentido último de su creación: lograr su primer viaje privado con pasajeros civiles al espacio. Lanzar a la Luna a los primeros turistas espaciales como primer paso, por momentos parecía un objetivo casi imposible. Pero Musk acaba de sorprender a todos; con el anuncio de que ya tiene reservado su primer viaje con su primer pasajero, un multimillonario japonés. El viaje se llevará a cabo a bordo del Big Falcon Rocket (BFR), que hasta ahora solo se ha mostrado en diseños e imágenes, cuya construcción podría tener un costo de unos 5.000 millones de dólares. Al igual que en los cohetes desarrollados antes por SpaceX, el Falcon 9 y el Falcon Heavy, la primera parte puede separarse del resto del cohete y regresar a la Tierra para un aterrizaje vertical. La nave continuará hacia la Luna, impulsada por sus motores. Se espera que tenga capacidad para unas 100 personas y el volumen de su área presurizada interior sería comparable a la de un Airbus A380, algo que nunca se ha hecho. Se espera además que el sistema de lanzamiento podría algún día ser utilizado para colonizar la Luna y Marte, aunque esos destinos tienen distinta complejidad: mientras que un viaje a Marte puede llevar de dos a seis meses, ir a la Luna suele demandar unos tres días. La peculiar expedición está programada para tener lugar en el 2023, aproximadamente. Ya se sabe que es frecuente observar cambios y aplazamientos en las fechas de lanzamiento, por lo que tampoco conviene fiarse en exceso de esta previsión. Como sabéis, cuando Elon Musk decidió fundar en el 2002 su empresa de transporte aeroespacial, muy pocos confiaban en que el estrafalario emprendedor sudafricano pudiese culminar con éxito uno de sus proyectos más ambiciosos. Hoy esta idea parece igual de improbable - al menos en los plazos que ha marcado el empresario-, sin embargo, en estos años Musk ha logrado recuperar el interés del público por la olvidada carrera espacial. El lanzamiento del Falcon Heavy en febrero, que transportaba en su interior un automóvil Tesla Roadster con un maniquí disfrazado de astronauta a los mandos, se emitió a través de YouTube, convirtiéndose en el segundo evento en vivo más visto de la historia de la plataforma, con más de 2,3 millones de espectadores simultáneos. Hasta el Falcon Heavy, los cohetes usados para las misiones espaciales eran como una bengala, sólo se podían utilizar para un único lanzamiento. La revolución de Musk ha consistido en lograr que estos enormes y costosísimos vehículos puedan reutilizarse. "Han reducido en gran medida el coste de las misiones espaciales, lo que permitirá incrementar la frecuencia de los lanzamientos", explica por correo electrónico Greg Autry, profesor asistente en la Universidad de California del Sur. Autry trabajó durante años en la NASA como enlace con la Casa Blanca. La mayor innovación de SpaceX, señala el experto, está en haber conseguido transformar el proceso de fabricación de los cohetes aprovechándose de las economías de escala. "En lugar de construir cohetes uno por uno para misiones específicas desde un diseño inmutable, están constantemente desarrollando nuevos modelos en la cadena de producción e incorporando mejoras". En la práctica, esto se traduce en lanzamientos más económicos. Y es que mientras los proveedores tradicionales de la NASA, como la United Launch Alliance (ULA) -una joint venture entre Lockheed Martin y Boeing- cobran alrededor de 400 millones de dólares al gobierno estadounidense por un lanzamiento, SpaceX es capaz de reducir el coste hasta los 80 millones. De hecho, el precio podría bajar hasta los 30 millones, según los últimos cálculos de la empresa. "Esta diferencia viene de las economías de escala, la fabricación continua y el estar dispuestos a probar cosas nuevas", resume Autry. Al contrario que el fabricante de vehículos eléctricos Tesla, también fundada por el sudafricano, SpaceX es 100% privada. Musk posee una participación mayoritaria en la start up, junto a inversores como Google, Fidelity Investments y Founders Fund, y no divulga sus ingresos. Pese a ello, su valor se estima en más de 28.000 millones de dólares (algo más de 24.000 millones de euros), situándose junto a Uber, Airbnb y WeWork entre las start up norteamericanas más valiosas del mundo. El sueño de Musk es convertir el negocio del transporte aeroespacial en algo tan lucrativo que permita costear su proyecto más grandilocuente: colonizar Marte. El empresario ya ha anunciado un primer viaje en el 2023 para cien personas que, según sus palabras, "será tan asequible como comprar una casa". Lo cierto es que son demasiadas las incertidumbres para asegurar con certeza que un proyecto de esta envergadura vea la luz en un plazo de tiempo tan corto, menos de tres años. Lo que sí es viable, y de hecho está resultando de lo más rentable para SpaceX, son los lanzamientos de satélites. Se estima que la empresa controla más de la mitad del mercado de lanzamiento mundial de cohetes. En el 2017, su nave Falcon 9 alcanzó su órbita en 18 ocasiones, más que ningún otro vehículo de lanzamiento en el mundo. Para este año, la compañía ha anunciado que realizará, al menos, otros 30 lanzamientos. SpaceX cuenta con más de un centenar de clientes entre los que se encuentran compañías de satélites de Estados Unido, Europa y Asia, como Maxar, Eutelsat y ABS; además de la NASA y otras agencias del Gobierno federal de los EE.UU. :)
Creative Commons License
Esta obra está bajo una Licencia de Creative Commons.