TV EN VIVO

miércoles, 17 de octubre de 2018

CANADÁ: ¿La otra cara de la moneda?

A diferencia de su belicoso vecino, quien sigue una política expansionista y empeñada como esta en sus guerras de agresión por todo el mundo, Canadá nunca ha despertado ese grado de rechazo y repulsión que genera los EE.UU. (con mayor razón desde la llegada a la Casa Blanca de un impresentable como Donald Trump). Para muchos, este país de los fanáticos del hockey sobre hielo es considerado como la alternativa norteamericana a los estadounidenses, con un jefe de Gobierno ‘moderno’ y de ideas ‘progresistas’ quien utiliza las redes sociales y los golpes de efecto de imagen tanto o más que el inquilino de la Casa Blanca, sólo que para transmitir un mensaje completamente diferente a los que en su vida tutearía Trump: Apoyo a la globalización, apertura a la inmigración y a los ‘refugiados’, igualdad de género y lucha contra el cambio climático. Es el Canadá de Justin Trudeau, quien ha llegado al extremo de 'legalizar' este martes el consumo de la marihuana en todo su territorio a diferencia de su vecino, donde el Gobierno federal está en guerra con los estados y territorios que han adoptado esa aberrante medida, francamente perjudicial por donde se le mire. Pero el Canadá de Trudeau también está descubriendo lo que significa tener a los EE.UU. al otro lado de sus fronteras. Hace dos semanas, Ottawa tuvo que hacer concesiones significativas a Washington en la renegociación del Tratado de Libre Comercio (NAFTA) para satisfacer las exigencias de Trump. Con un PIB que es sólo el 9% del de su vecino del sur, y una población menor que la del estado de California (y aún sobran dos millones de personas), Canadá está atrapada por la dependencia de EEUU, el país al que van el 85% de sus exportaciones y del que proceden el 60% de sus compras en el exterior. Los intentos de Trudeau de diversificar las relaciones comerciales canadienses con la UE y los países de Asia no van a generar una alternativa a EE.UU. Y menos aún luego de que en el nuevo tratado, Ottawa esencialmente renuncie al establecimiento de acuerdos comerciales con China sin la aquiescencia de Washington. Pero no sólo se trata de los EE.UU. El Canadá de Trudeau - quien el año que viene se enfrenta a una reelección en la que se creía favorito - no es inmune a los cambios políticos que vive todo Occidente. Canadá sufre también el colapso de la vieja política, con un primer ministro liberal cuyas desacertadas políticas ‘progresistas’ le están pasando factura y una desaprobación que ronda el 49%, en tanto que el de su rival conservador Andrew Scheer sea del 29% mientras a su vez crecen exponencialmente las preferencias hacia los partidos nacionalistas. Fundado por descendientes de franceses católicos y anglosajones protestantes hace cuatro siglos, para nadie es un secreto que Canadá esta siguiendo la ruta iniciada por Donald Trump en los EE.UU. y, si en las elecciones del 2015 fallo el intento del entonces primer ministro Stephen Harper de jugar a la carta nacionalista - catapultando a Trudeau al Gobierno - hoy es todo lo contrario. Si bien la política migratoria canadiense era vista como un ejemplo para otros paises, ya que se basaba en la atracción de personal altamente cualificado, Trudeau acabó con todo ello, acelerando indiscriminadamente la expedición de visados de ‘trabajo’ en sólo dos semanas así no reunieran esos requisitos, facilitando de manera irresponsable la llegada masiva de ‘refugiados’. Quienes alegaban anteriormente que Canadá podía escoger a sus inmigrantes más fácilmente porque no tiene fronteras con ningún país en vías de desarrollo (a diferencia de los EE.UU. que se debate en la construcción de un muro para protegerse de la amenaza a su seguridad nacional que representa la delincuencia, el terrorismo y el narcotráfico proveniente de Méjico) se han percatado de la relajación de las normas por parte de Trudeau, ha hecho posible la entrada de miles de indeseables, como de aquellos haitianos que llegan a Québec tras cruzar el territorio estadounidense. No es de extrañar por ello que se haya incrementado el rechazo de los canadienses hacia los recién llegados, así como el ascenso de los partidos nacionalistas que exigen el cierre de las fronteras, tal como sucede en Europa. Una muestra de esa tendencia sucedió hace dos domingos, en las elecciones en la provincia francófona de Quebec, donde la nacionalista Coalición por el Futuro de Quebec (CAQ, según sus siglas en francés) liderado por François Legault, arrasó en los comicios pulverizando tanto a los liberales de Trudeau, como a los secesionistas del Bloque Quebequés, quienes incluso no llegaron a formar grupo propio en el Parlamento regional. Pero los cambios van más lejos. QAC quiere reducir en un 20% la entrada de inmigrantes en Quebec, y amenaza con expulsar a los recién llegados que en tres años no aprendan francés, una acertada medida destinada a salvaguardar su identidad cultural. El triunfo de los nacionalistas llega tres meses después de que en la provincia de Ontario ganaran los Conservadores Progresistas de Doug Ford, un político que ha sido calificado como ‘el Trump canadiense’. Ford es, como el estadounidense, un conservador nacido en una familia millonaria pero que conecta con el hombre de la calle, y al que también odian tanto las élites de su partido como las de la oposición. Estos resultados, indican los observadores, auguran una debacle electoral de Trudeau, quien se creía inmune a los cambios políticos que se viven en el mundo. Pero sus problemas no acaban allí. Ya en el mes de abril, el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Maurice Obstfeld, citaba a "algunas ciudades de Canadá" como ejemplo de mercados inmobiliarios con riesgo de burbuja. Efectivamente, Toronto es la tercera ciudad del mundo con una burbuja inmobiliaria más grande, y Vancouver -justo en el otro extremo del país- la cuarta, según el gigante bancario suizo UBS. En la primera de esas ciudades, el precio de la vivienda ha subido un 50% en los últimos cinco años, aunque, de acuerdo con UBS, la intervención de los poderes públicos ha contribuido a enfriar la burbuja. Aun así, ambas ciudades son mucho más caras que otros lugares con reputación de viviendas imposibles de costear por el común de los mortales, como San Francisco, Londres, o Nueva York. En lo referente a la lucha contra el cambio climático, Trudeau se mostró desde el comienzo en contra de las políticas adoptadas al respecto por Trump y colgó un tuit expresando su "profunda decepción" por su decisión de retirar a los EE.UU. del Tratado de París. Como sabéis, Canadá es el segundo país del mundo con más reservas probadas de petróleo, tras Venezuela, y el cuarto productor y exportador, sólo por detrás de Rusia, Arabia Saudita e Irak. Y, pese a que el 98% del crudo canadiense -las llamadas arenas bituminosas- es de los más contaminantes y de extracción más dañina para el medio ambiente, Trudeau ha llegado al extremo de poner al Estado a construir un oleoducto de más de 4.500 millones de dólares canadienses (3.000 millones de euros) a través de las Montañas Rocosas y de reservas indias para sacar el petróleo de Alberta a Vancouver, en el Pacífico, desde donde será exportado a China. Toda la operación ha desencadenado una interminable batalla legal entre el Gobierno canadiense, por un lado, y una coalición de comunidades indígenas, el Gobierno de la provincia de Columbia Británica, la ciudad de Vancouver y los grupos ecologistas. Trudeau ha defendido la operación en Twitter, precisamente, apelando "al interés nacional", lo que es una forma indirecta de decir que Ottawa quiere reducir su dependencia de de los EE.UU., país al que exporta el 99% de su producción de crudo. Falta saber si le alcanzará el tiempo para concluirlo. Con el auge del nacionalismo y unas elecciones en el horizonte, su contundente derrota alterara el mapa político canadiense de una manera espectacular que pocos se habrían imaginado hasta hace poco. Así, el mundo de Yupi del señor Trudeau, aquel escenario de fantasía que tanto se empeño en crear, pronto llegará a su fin :)
Creative Commons License
Esta obra está bajo una Licencia de Creative Commons.