En enero del 2013, una rebelión armada de diez meses liderada por grupos terroristas afiliados a Al-Qaeda (creado, financiado y entrenado al igual que ISIS, por los EE.UU.) amenazó con capturar todo Malí. El gobierno maliense recurrió entonces ilusamente a su antigua potencia colonial en busca de ayuda, y Francia envió unos 3.500 soldados que, junto con otros 1.900 de Chad y Níger, “derrotaron” rápidamente a la insurgencia. A las tres semanas de ocurrido, el presidente francés Francois Hollande - mejor conocido como L’ idiot du village - fue agasajado como un “héroe” por multitudes de ciudadanos malienses que lo vitoreaban durante una visita a la ciudad de Tombuctú, en el norte de Malí, que las fuerzas francesas acababan de recuperar de las fuerzas rebeldes. Pero una década más tarde, el operativo montado por Francia resulto ser una farsa, ya que los grupos terroristas islámicos, lejos de ser derrotados, han invadido el Sahel, extendiéndose desde Malí hasta Burkina Faso, Senegal, Costa de Marfil, Benin y Togo. De esta manera, al ser descubierto el infame juego de Francia, esta fue acusada de querer volver a ser la potencia ocupante del pasado, siendo obligada por ello a retirar sus tropas de suelo maliense. Es por ello que Emmanuel Macron el pasado17 de febrero, anuncio entonces que Francia pondría fin a la Operación Barkhane, el nombre de la fuerza multinacional dirigida por tropas francesas, que había estado “luchando” contra los insurgentes islamistas en Malí y en otras partes del Sahel durante un poco más de nueve años. El gobierno de Malí se había cansado de la campaña militar encabezada por Francia que resulto ser un completo fracaso, ya que no solo no logró doblegar a los terroristas, sino que asesino a miles de civiles malienses en un esfuerzo fallido. Vamos, se trato de un genocidio en toda regla, que de una manera vergonzosa ha sido silenciado en Occidente y del cual ahora de una forma escandalosa quieren acusar a Rusia, cuando no tiene presencia militar allí, ya que los paramilitares del Wagner Group que ayudan al gobierno de Malí, trabajan para una compañía privada. Iyad Ag Ghaly , el cabecilla del principal grupo islamista que lucha en Malí, Jamaat Nusrat al-Islam wal Muslimeen (JNIM), había accedido a entablar conversaciones de paz con el gobierno de Malí, pero solo con la condición de que finalice la Operación Barkhane y las fuerzas tanto de Francia como de otros países que participaban en dicho operativo, fueran enviadas de regreso a sus respectivos países. Así ocurrió, pero el terrorismo continúo, por lo que el nuevo gobierno de Malí se decidió por solicitar ayuda de paramilitares rusos para combatirlos. Una de las principales razones por las que el extremismo islámico ha florecido en el Sahel ha sido la incapacidad de Francia y sus aliados para vencerlos y realizar una reforma social significativa. La inestabilidad política es el elemento vital del terrorismo, y el Sahel se ha convertido en el símbolo del caos político. A modo de ejemplo, los cinco líderes políticos regionales de Chad, Burkina Faso, Níger, Mauritania y Malí, que originalmente respaldaron la intervención francesa, ya no están en el poder, víctimas de la inestabilidad política interna en casa. Los nuevos gobiernos se han acercado a China y Rusia, lo cual ha generado gran alarma en los EE.UU. y sus aliados. Las Naciones Unidas, que desplegaron la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí ( MINUSMA ) inmediatamente tras la inicial intervención militar francesa en el 2013, buscaron promover la seguridad y la estabilización en apoyo de un diálogo político nacional que conduzca al restablecimiento de la autoridad del Estado. , la reconstrucción del sector de la seguridad, y la promoción y protección de los derechos humanos. En cambio, lo que obtuvo fue un conflicto sin fin que se cobró la vida de más de 200 cascos azules de la ONU y 6.000 civiles malienses asesinados por los franceses solo en el 2021. Este fracaso empoderó el golpe de estado del 25 de mayo del 2021 que puso en el poder a una junta militar encabezada por el coronel Assimi Goita, quien posteriormente ordenó a los franceses que abandonaran el país, expulsando además a su embajador. Si bien Francia afirma que sus fuerzas “no han abandonando el Sahel, sino que simplemente fueron redistribuidos en otros países vecinos”, el sentido de unidad que existía con respecto a la misión ‘antiterrorista’ que comenzó en el 2013 ha terminado. La Unión Europea está retirando la Task Force Takuba , su fuerza de comando de 200 hombres, y Alemania amenaza con hacer lo mismo con su misión de entrenamiento de 1.700 efectivos. Además, la decisión de Malí de invitar al grupo paramilitar ruso Wagner Group a tomar el relevo de los franceses ha convertido lo que era una misión “antiterrorista” unificada en una extensión de la competencia geopolítica entre EE.UU., la OTAN y Rusia. La introducción de las fuerzas rusas en el Sahel ha llamado la atención de Washington, que tiene una considerable presencia militar en la región. “Wagner está en Malí”, dijo el general Stephen Townsend, jefe del Comando África de EE. UU., a los periodistas en enero de este año. “Creemos que están allí, suman varios cientos ahora”, y agrega que “el mundo puede ver que esto suceda. Es una gran preocupación para nosotros”. Mientras tanto, los funcionarios rusos, incluido el presidente Vladimir Putin, se han distanciado del Grupo Wagner, diciendo que es una empresa privada que hace sus propios negocios sin la participación del Kremlin. Quizás lo que más preocupa ahora a EE. UU. y Francia es el éxito que Malí con la "Operación Keletigui" ha tenido un éxito significativo en la recuperación del territorio en el centro del país que antes estaba en manos de los terroristas. Los avances militares malienses, realizados en concierto con el apoyo de los paramilitares rusos, han demostrado ser una vergüenza para Francia, que no había podido lograr nada remotamente parecido a tal éxito en el campo de batalla desde las primeras semanas y meses de la Operación Barkhane, allá por el 2013. Las victorias de Malian-Wagner han llevado a Francia a tomar la iniciativa acusando al gobierno de Goita de cometer “crímenes de guerra” en su lucha contra los terroristas, algo que el gobierno de Mali niega con vehemencia y acuso a los franceses de haber sido responsable de los asesinatos en masa de la población. Pero el eco de esos cargos infundados por parte de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas el pasado 8 de marzo avalando los infundios de París, ha llevado al gobierno de Malí a reducir aún más sus lazos con Francia, prohibiendo la transmisión de varios medios de comunicación franceses que habían emitido las falsas acusaciones de la ONU. El divorcio con Occidente está casi completo, resaltado por la relación Mali-Wagner. Según el general Townsend , cuando se enteró del despliegue de las fuerzas paramilitares rusas en Malí, “viajé inmediatamente a Malí y me reuní con el presidente de la junta allí, explicándole que era una mala idea invitar a Wagner porque los hemos visto actuar en Siria y otros lugares de África” (donde por cierto, tuvieron una importante participación en Siria exterminando a ISIS, aquella bestia sionista creada y financiada por los EE.UU.). Townsend afirma que le dijo al Coronel Goita que “[Wagner] no se asociará con más eficacia [que los franceses]. Creo que solo traerán cosas malas”. Si el desempeño actual en el campo de batalla del ejército de Malí asistido por Wagner es un juez, las advertencias de Townsend han demostrado ser ridículas e infundadas. El hecho de que Rusia pueda tener la clave para derrotar al extremismo islamista en el Sahel solo puede verse como una derrota estratégica para Francia y EE.UU. en el África, convertido en otro campo de batalla de la nueva Guerra Fría :)