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miércoles, 6 de abril de 2016

ISRAEL: El verdadero enemigo

El pasado fin de semana concluyó sin pena ni gloria la IV Cumbre internacional sobre seguridad nuclear, convocada en Washington por el Criminal de Guerra Barack Hussein Obama con el objetivo de evitar que “este tipo de material tan sensible y letal caiga en manos de ISIS y lo transformen en armas nucleares”. Lo más risible de esta conferencia - que debido a su total irrelevancia ha sido el último en realizarse - no es que ese grupo terrorista haya sido creado y financiado precisamente por los EE.UU., sino que en un acto de la mayor hipocresía posible, haya declarado a Corea del Norte, Irán y Pakistán como “las grandes amenazas nucleares”, cuando al mismo tiempo no dijo una sola palabra acerca del arsenal nuclear israelí (con 400 bombas atómicas en su haber) cuya existencia es sabida por todo el mundo, a pesar del férreo secreto en el cual es mantenido por los sionistas, quienes los llevan fabricando clandestinamente desde la década de los años 50 con la complicidad de los EE.UU., Francia y el Reino Unido. Eso nos recuerda las declaraciones dadas a The Sunday Times en 1986 por el físico israelí Mordechai Vanunu, quien reveló los secretos de la planta nuclear de Dimona, lo cual le valió su encarcelamiento durante 18 años y que desde su “liberación”, se encuentra bajo vigilancia por los sionistas teniendo prohibido todo contacto con la prensa, siendo constantemente victima de represalias, lo cual ha sido condenado en reiteradas ocasiones por Amnistía Internacional.¿Porque tanto temor a sus palabras?. A pesar de encontrarse bajo arresto domiciliario, Vanuatu pudo conversar en octubre del 2005 con la periodista Silvia Cattori para Red Voltaire, una entrevista que a pesar de los años transcurridos conserva toda su validez y debido a su interés, he decidido reproducirlo, entrecomillado claro está ¿vale?: “Hacía 19 años que trabajaba en el centro de investigaciones sobre armamentos de Dimona, en la región de Beer Sheva. Justo antes de dejar aquel trabajo, en 1986, había fotografiado el interior de la fábrica para mostrar al mundo que Israel escondía un secreto nuclear. Mi trabajo en Dimona consistía en producir elementos radioactivos para la fabricación de bombas atómicas. Conocía con exactitud las cantidades de materia fisible que se producían, los elementos utilizados y el tipo de bombas que se estaba fabricando. Si bien representaba un riesgo muy grande el hecho de revelar al mundo que Israel tenía el arma nuclear, lo hice porque las autoridades estaban mintiendo. Repetían constantemente que los responsables políticos israelíes no tenían la más mínima intención de dotarse de armas nucleares. Pero, en realidad, estaban produciendo cantidades de substancias radioactivas que solamente podían servir para ese fin: la fabricación de armas nucleares. Y eran cantidades importantes. Yo calculé que en aquella época, ¡en 1986!, disponían ya de más de 200 bombas atómicas. También habían empezado a fabricar bombas de hidrógeno, muy poderosas. Así que decidí revelar al mundo lo que ellos tramaban en el mayor secreto. Además, también quería impedir que los israelíes utilizaran bombas atómicas que originaria una guerra nuclear en el Medio Oriente. No tenía por qué temer una amenaza palestina, o incluso árabe - como pregonan repetidamente los halcones del gobierno - porque ellos no los poseen. A mi me preocupaba la seguridad en el conjunto de la región e Israel se había convertido en una amenaza para la paz. Es por ese motivo que decidí, en interés de la humanidad, revelar al mundo el peligro que representaban las armas nucleares secretas de Israel. En 1986 estábamos en plena guerra fría y proliferaban las armas nucleares. Se estaban extendiendo a varios países todavía no nucleares, como Sudáfrica y otros. El peligro que representan las armas nucleares era real y ahora lo son más. Si bien sabía a lo que me arriesgaba al revelar estos secretos estaba consciente que nadie mas podría haberlo hecho. Yo sabía que me estaba metiendo directamente con el gobierno israelí. Por consiguiente, sabía que podían castigarme, que podían matarme, que podían hacerme absolutamente todo lo que quisieran. Pero yo tenía la responsabilidad de decirle la verdad al mundo. Yo era el único que podía hacerlo, así que tenía el deber de hacerlo, cualesquiera que fuesen los riesgos, incluso mi familia se alejo de mí, pero no me importó. Luego de mis declaraciones a The Sunday Times, fui secuestrado en Italia por agentes del Mossad, encarcelado y juzgado en el secreto más absoluto. Fui condenado por espionaje y alta traición. Las autoridades se vengaron de mí manteniéndome incomunicado durante todo el proceso del juicio. No autorizaban a nadie a venir a verme ni a hablarme y me prohibían hablar con la prensa. Esta última publicó mucha desinformación sobre mi persona. El gobierno israelí utilizó todo su poder mediático para lavarle el cerebro a la opinión pública y a los jueces, tanto que los convencieron de que había que meterme en la cárcel. Así que el juicio se desarrolló en secreto y la prensa no tuvo acceso a la verdad, no pudo oírme. La gente estaba convencida de que yo era un traidor, un espía, un criminal. No hubo ni un átomo de justicia en aquel juicio. Pero el juicio no fue lo único. Lo más cruel fue el aislamiento dentro de la propia cárcel. No me castigaron solamente encarcelándome sino también manteniéndome totalmente incomunicado, espiándome permanentemente, mediante malos tratos particularmente viciosos y crueles. Trataron de hacer que yo me desesperara, que me arrepintiera de lo que había hecho. Me mantuvieron incomunicado durante 18 años, con 11 años y medio de aislamiento total, golpeándome constantemente, impidiéndome dormir. Fui sometido a un tratamiento bárbaro y brutal. Trataron de someterme. Mi objetivo era sobrevivir. ¡Y lo logré!… Tuve suerte de que no me ahorcaran, como quería el ministro de Justicia de aquel entonces, Tommy Lapid. Me soltaron porque cumplí los 18 años de prisión a los que me habían condenado. Querían matarme. Pero, a fin de cuentas, decidieron no hacerlo. Al salir de la cárcel en el 2004, lo hice sonriente, decidido y combativo demostrando con ello que no pudieron someterme. Sin embargo, me prohibieron salir de Israel. Me sacaron de la cárcel, pero aquí estoy en una gran prisión. Quisiera irme de este país, disfrutar la libertad en el ancho mundo. Estoy cansado del poder israelí. El ejército puede venir a arrestarme en cualquier momento, a castigarme. Siento que estoy a su merced. Me gustaría vivir lejos, muy lejos de aquí… Es indignante por ejemplo, que a Irán se le someta a fuertes presiones aún cuando este último país se somete a todas las inspecciones internacionales del OIEA, mientras que Israel se niega a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear y no permite que se visiten sus instalaciones secretas. Lo triste de todo ello es que el proyecto de armas nucleares de Israel nunca hubiera podido empezar a funcionar, si no fuera por Francia y Gran Bretaña, quienes empezaron a cooperar con los israelíes, como una forma de agradecerles el apoyo que les había prestado durante la guerra contra Egipto en 1956. Es más, al descubrir EE.UU. en los años 60 la existencia del programa nuclear israelí, el Presidente Kennedy trato de detenerlo y pidió que se hicieran inspecciones en Simona, pero fue asesinado antes de tener tiempo de hacerlo… Para mí, el móvil del asesinato de Kennedy tiene que ver con la proliferación de armas nucleares en Israel. Gracias a la eliminación del molesto Kennedy, la proliferación pudo continuar. De hecho, sus sucesores no veían en ello ningún inconveniente. Dejaron actuar a Israel. Simplemente podemos comprobar que hubo, efectivamente, un cambio en ese sentido luego del asesinato de Kennedy, que fue obra de los servicios secretos israelíes. Asimismo, Israel tiene otro gran problema: es un país que no respeta a los seres humanos. El resultado es devastador para la imagen de Israel. El Estado de Israel no es para nada una democracia. El Estado judío es racista. El mundo debería saber que Israel practica una política de apartheid. Si usted es judío, tiene derecho a ir donde quiera y a hacer lo que le parezca. Si no es judío, no tiene ningún derecho. Es por ello que me niego a reconocer la legitimidad de ese Estado fundamentalista que es contrario a la democracia y que no tiene absolutamente ninguna razón de existir. Ahí tenemos el caso de los palestinos ¡a quienes los israelíes están haciendo sufrir desde hace más de 50 años! Ya es hora de que el mundo se acuerde y se preocupe del holocausto palestino. ¡Los palestinos han sufrido mucho, y desde hace mucho tiempo, por culpa de toda esa opresión! Los judíos no los respetan en lo absoluto, ni siquiera los consideran seres humanos. No les reconocen ningún derecho y siguen persiguiéndolos, siguen poniendo en peligro la vida actual de los palestinos y, por consiguiente, su propio futuro también. En lugar de seguir mirando para otro lado, Estados Unidos y Europa deberían empezar por ocuparse del caso de Israel, el cual debe ser tratado como un Estado terrorista que no respeta los Derechos Humanos de los palestinos. Tenemos que acabar con la hipocresía y obligar a Israel a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear. Hay que imponerle a Israel el libre acceso de los inspectores del OIEA al centro de Dimona y demás instalaciones nucleares. Mientras el mundo siga ignorando las armas atómicas de Israel, no podrá darse el lujo de dar lecciones ni a Irán ni a nadie. Si el mundo está realmente preocupado, y si desea sinceramente poner fin a la proliferación nuclear, que empiece por el principio, o sea… ¡por Israel!“ puntualiza la nota. Unas valientes declaraciones en todo sentido, que le valieron volver a la cárcel por varios meses, del cual es un asiduo “visitante” hasta el día de hoy. Venga ya, la lucha contra el terror no debe enfocarse únicamente contra ISIS, que al fin y al cabo desaparecerá tarde o temprano y será sustituido por otros grupos de mercenarios, con distinto nombre pero idéntico objetivo, sino también debe ser dirigida contra aquellos países que los crearon, armaron y financiaron para que luchen por sus intereses. De esa panda de impresentables, el peor de todos es la entidad sionista - especialistas en falsificar la historia y que se la dan de victimas, gracias al aparato propagandístico de Hollywood que está bajo su control - cuando tienen las manos manchadas de sangre producto del genocidio sistemático al que someten al pueblo palestino, ante la indiferencia y complicidad del mundo que con su silencio avalan sus crímenes, demostrando quien es el verdadero enemigo de la humanidad :(
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