Nada más alejado de la realidad. Y es que en Europa es innegable que el nacionalismo esta en alza: Escocia, Gales, Baviera, Catalunya, Flandes, Córcega, Sicilia, Véneto…. Regiones históricas que ansían deshacerse del poder central que los oprimen, para volver a ser libres. En el norte de Italia, son los venecianos quienes desde hace años llevan adelante sus planes para independizarse de Roma y restaurar la Sereníssima Republica de Venecia (una ciudad-estado que existió como tal desde el siglo IX hasta 1797) con el nombre de Reppublica Véneta, el cual estaría compuesto por la región del Véneto, parte de Lombardía y Trentino. El partido Independenza Veneta busca retomar ese esplendor de cara a una Italia arruinada y en crisis terminal producto de su incompetencia. ."Queremos dejar de formar parte de un país que está contra la pared. Ya nada funciona", afirmó Nicola Gardin, de ese partido."Italia está aplastada por el enorme nivel de la deuda pública, miles de comercios han cerrado, hemos perdido la cuenta de la cantidad de personas que se han suicidado en el Véneto" protestó. “Ante todo, debemos aclarar que no somos xenófobos pero si europeístas. El problema es Roma y los romanos. Todos roban allí. Siempre lo han hecho. Robaban los romanos cuando eran un Imperio, lo siguieron haciendo siendo un Estado papal, y ahora nos obligan a seguir dentro de un país que no existe, Italia”, comenta enfático. La región paga unos 71.000 millones de euros (98.500 millones de dólares) en impuestos a Roma, 21.000 millones de euros más de lo que recibe en inversiones y servicios. Las últimas encuestas muestran que, de los 5 millones de personas que habitan la región, aproximadamente el 89% esta a favor de la independencia y su número sigue creciendo. “No nos consideramos italianos. Tenemos nuestra propia identidad, historia y cultura. Antes de que Italia fuese una nación, Venecia fue la primera república democrática y perduró durante 1.000 años. Queremos que vuelva” aseveró. Envalentonados y con nuevos bríos tras el triunfo del Brexit en el Reino Unido, el amplio favoritismo de Marine Le Pen en Francia y el ascenso de Donald Trump en los EE.UU., los venecianos buscaran la realización de un nuevo referéndum independentista, similar al que fuera rechazado en el 2015 por el Tribunal Constitucional. En efecto, la máxima instancia judicial de la República reiteró en esa oportunidad que Italia, como indica el artículo 5 de su Constitución, “es una e indivisible”, una característica tan fundamental de su carta magna “que ni siquiera puede ser sometida a reforma” afirman. Sin embargo, los venecianos no se rinden y seguirán reclamando su derecho a la autodeterminación cueste lo que cueste. Es mas, la tendencia independentista ya se ha ganado el apodo del 'Venexit' en Italia por analogía con el 'Brexit'. A diferencia de lo que difunde la propaganda oficial, sucede que en el territorio llamado Italia, independentistas hay por doquier, entre ellos sardos, sicilianos, vénetos, lombardos y tiroleses del sur. Estos últimos, en particular, han sido en las décadas pasadas los más violentos. Tanto que entre los sesenta y los ochenta incluso se hicieron responsables de centenares de actos de terrorismo (a raíz de los cuales 19 personas murieron tan solo entre 1961 y 1969). "Tirol del Sur no es Italia y sueña con reunificarse con Austria”, repite aún hoy Eva Klotz, líder del partido Südtiroler Freiheit y cuyo padre Georg murió siendo uno de los fundadores del Comité de Liberación de Tirol del Sur (o BAS, por sus siglas en alemán), la organización combatiente que reivindicaba dicha secesión. Tampoco los vénetos han sido ajenos a contundentes acciones de protesta. En 1997, ocho separatistas entraron en la plaza de San Marcos con un blindado y proclamaron la independencia de la Serenísima República de Venecia. “Así como la unificación de Italia fue un golpe de Estado que puso fin al Gran Ducado de Toscana, una entidad que funcionaba mucho mejor que la Italia de hoy, un país que se encuentra perennemente en crisis económica y afectado por la corrupción. Por eso, queremos independizarnos y administrar nosotros nuestros impuestos”, agregan los líderes de Independenza Veneta. Como sabéis, la Serenissima se constituyó como Estado progresivamente durante la Edad Media y se convirtió en una de las principales potencias económicas, ocupando un lugar preponderante en los intercambios comerciales entre el Mediterráneo occidental y oriental. Además, con sus instituciones oligárquicas notablemente estables durante casi un milenio, representó un papel político esencial. A partir del siglo XVI experimentó una fase de declive político y territorial, eclipsado por un extraordinario desarrollo artístico, hasta que desapareció en 1797, vencida por Napoleón Bonaparte, pasando posteriormente a ser dominada por el Imperio austríaco. Tras la firma del Tratado de Campoformio en octubre del mismo año, se repartió el territorio de Venecia entre Francia y Austria. En 1866 el Véneto y Venecia fueron incorporadas por la fuerza al Reino de Italia. Para legitimar la invasión se celebró un referéndum delirante donde se planteaba ‘pertenecer o no’ a Italia. No hubo secreto de voto, la propaganda electoral acusaba de traición a los defensores del no y el recuento de votos fue un completo fraude. Obviamente, ganó el sí. Durante más de un siglo el poder ha estado pregonando además que la lengua veneciana no existía; que tan sólo era un ‘dialecto’ del italiano. El proceso de sustitución lingüística originado en el siglo XIX tocó a su fin el 28 de marzo del 2007, cuando por fin se reconoció al veneciano como un idioma independiente y no como dialecto. Hoy esta nación sin estado sigue siendo un gran referente cultural en Europa, con la ciudad de Venecia como sede de eventos tan importantes como la Fenice, el carnaval o la Bienal de cine… pero no es ni la sombra de lo que fue cuando era una patria independiente y poderosa que atemorizaba a Milán, Los Estados Pontificios, Francia, Austria o Aragón. Venecia es la patria de Antonio Vivaldi, Giacomo Casanova, Tiziano, Tintoretto, Giorgione, Canaletto, Marco Polo… Todos ellos ilustres personajes venecianos que hoy tristemente, y de forma injusta y errónea, son recordados como ‘italianos’ cuando no tienen nada de ello. La cultura europea y aún la mundial no se pueden escribir sin el Véneto. “Actualmente los venecianos están comenzando a recuperar muy lentamente su conciencia nacional, los jóvenes están más preocupados por su idioma, el pueblo clama contra la Roma ladrona y contra las organizaciones mafiosas del tercermundista sur italiano - pobre y arruinado al cual el industrializado norte debe mantener con sus impuestos - por lo que no es de extrañar que el independentismo suma adeptos cada día que pasa, con mayor razón ahora que Italia esta llena de indeseables ‘refugiados’ que no son otra cosa que comandos asesinos de ISIS, listos para desatar una carnicería ‘en tierras de los cruzados’, todo con la complacencia del incompetente gobierno de Roma, que actúa como cómplice de los sionistas, permitiendo que sigan llegando por miles a las costas italianas procedentes de Libia y no hacer nada para detener esta potencial amenaza a nuestra existencia” recordó Gardin. Véneto fue en su día una nación temible, fuerte, poderosa, próspera como la que más y orgullosa de sí misma, un país de artistas. Hoy el pueblo mira con nostalgia su pasado y piensa en reverdecer viejos laureles. Por historia, tradición, derecho, por sentido común… Véneto debe volver a figurar entre los estados soberanos de la Tierra :)