Destrozo Alemania y la lleno de ‘refugiados’ como si no fueran suficientes los millones de turcos que ya viven allí desde hace décadas, pretendiendo obligar mediante el chantaje al resto de países de la UE a aceptar dentro de sus fronteras a esa multitud de parásitos (que en realidad son terroristas de ISIS, huyendo del justo castigo por sus abominables crímenes cometidos tanto en Siria como en Irak). Pero la contundente derrota de la coalición gobernante en los recientes comicios efectuados en Alemania, avizora su estrepitoso final y es por ello que acorralada, ha decidido dar un paso al costado, anunciando que abandonará la política una vez que concluya su mandato en el 2021. Si bien el ocaso de frau Merkel era evidente en los últimos tiempos, el principio de su caída se remonta al año 2015, debido a su condenable decisión de abrir las fronteras alemanas a esa panda de indeseables, lo cual no fue aceptado por amplísimos sectores de la sociedad alemana que temían perder su identidad por la llegada de cientos de miles de terroristas provenientes del Medio Oriente, ávidos de desatar el caos mediante sangrientos atentados “en tierras de los cruzados” según sus propias palabras. Como podéis imaginar, estos comenzaron a ocurrir casi de inmediato en diversas ciudades de Europa, pero Merkel insistió en seguir recibiéndolos con los brazos abiertos. El miedo a la presencia de ‘refugiados’ creció, especialmente en los Länder del Este lo que dejó el camino expedito a que Alternativa para Alemania (AfD) pudiera desplegar su discurso nacionalista entre la población y entrar por primera vez en el Parlamento hace un año - con el 12,6% de los votos y 92 escaños - alertando sobre el peligro de la islamización de Europa por lo que se debería blindar las fronteras y expulsarlos a la brevedad posible, un mensaje que ha calado profundo entre los electores. Una irrupción que ha cambiado para siempre el debate político alemán, ya que ello no había ocurrido desde 1945. En el terreno europeo, Merkel ha sido acusada de imponer la austeridad a los países del sur de Europa durante los años más duros de la crisis del euro. Especialmente trágico ha sido el destino de Grecia, hundiéndola en la miseria mas absoluta, exprimiéndole hasta el ultimo céntimo para obligarla a pagar su multimillonaria deuda mantenida con los bancos alemanes, dejándola exhausta y al borde del colapso, de la cual aún no ha podido recuperarse. “La Historia la maldecirá por ello”, dijeron los economistas Thomas Piketty, Jeffrey Sachs y Dani Rodrik en una carta abierta a la canciller alemana publicada en el 2015 en la revista estadounidense The Nation. Además, ahora está por ver si la ya de por sí frágil coalición de gobierno entre conservadores y socialdemócratas se mantiene hasta el 2021 como ella espera, pero en Alemania, sobran los analistas que vaticinan que un adelanto electoral se vuelve ahora más plausible que nunca. La realidad es que de momento, ni la CDU de Merkel ni sus socios en el Gobierno, la socialdemocracia (SPD), desean pasar por las urnas, ya que su humillación seria histórica. Saben lo que se les viene ya que el fracaso de sus políticas les pasará factura. Las últimas citas electorales que ha supuesto una debacle de la coalición gobernante han dejado claro que el electorado está cansado de los llamados ‘grandes’ partidos que han dominado la escena política alemana por décadas y no les creen como antes. Por el contrario, le resultan más atractivas formaciones con objetivos más definidos como los nacionalistas de Alternativa para Alemania o, en el polo opuesto, Los Verdes con su defensa de una sociedad ecológica. Es por ese motivo que un potencial adelanto electoral dependerá en parte de que los oficialistas sean capaces de ofrecer alternativas de la mano de rostros nuevos, pero que tendrán que cargar con el pesado fardo heredado de Merkel. El futuro próximo de la aun canciller se verá ligado por ello a la solidez que vayan forjando sus posibles sucesores, hasta ahora en la sombra. Y es que tras el anuncio de su retirada, se abrió la veda. Los medios alemanes fueron lanzando una cascada de alertas, en las que anunciaban las candidaturas de los que aspiran a suceder a Merkel al frente de su partido, el CDU. Annegret Kramp-Karrenbauer, la delfina de la canciller, Friedrich Merz, rival histórico de Merkel y alejado de la política desde hace tiempo y Jens Spahn, el ambicioso ministro de Sanidad que nunca ha ocultado su sed de poder. Precisamente el 7 de diciembre los candidatos medirán sus fuerzas en el congreso que el partido celebrará en Hamburgo. A Merkel le hubiera gustado orquestar una sucesión ordenada y dejar el partido y el Gobierno al mismo tiempo, como aseguraba apenas hace un par de semanas Wolfgang Schäuble, presidente del Bundestag y figura de referencia en el partido. “Ella cree que fue un gran error cuando el canciller Schröder, que se enfrentó a dificultades en su partido, entregó la presidencia del SPD. Ella no piensa repetir ese error”, aseguraba en la entrevista. Pero la dura realidad le explotó en la cara. El conato de rebelión de su partido al elegir en contra del criterio de la canciller a Ralph Brinkhaus como jefe del grupo parlamentario a finales de septiembre supuso un primer aviso público y sonoro de la dimensión del malestar que anidaba en el partido. Luego vinieron las elecciones de Baviera y el desplome de la CSU, el partido hermanado con la CDU. Y el pasado domingo, los comicios de Hesse han sido la gota que ha acabado por desbordar un curso político marcado por la sangría continuada de los partidos de la gran coalición desde las generales de hace poco más de un año. El malestar viene de lejos. Seguir como si nada hubiera pasado ya no era una opción. Merkel, para muchos dentro y fuera de su partido se ha convertido en el símbolo del fracaso, de la infame política de las ‘puertas abiertas’ a los ‘refugiados’ que ellos rechazan y que se ha convertido en un lastre cada vez más pesado. En cuanto a los socialdemócratas (SPD) el haber aceptado el regalo envenenado de Merkel para formar parte de la coalición, ha hundido a la formación a mínimos históricos. Uno de los principales perjudicados con su salida podría ser el presidente de la vecina Francia, Emmanuel Macron, que depende del apoyo de la canciller alemana para sacar adelante sus planes de reforma de la UE y de la zona euro. Sin embargo, su propia cabeza ya esta en la picota y no tardara en rodar, como sucedió con las de sus amados reyes por el tan admirados. A esto se suman las permanentes tensiones en la cuestión de los ‘refugiados’, que siguen llegando por miles como una plaga de langostas, la difícil situación económica de Italia, producto del desastre socialista heredado por el nuevo gobierno, el auge de los nacionalismos como no se veía desde los años treinta, quienes ya gobiernan en Italia, Austria, Polonia, Hungría y la República Checa, así como su fuerte presencia en el resto del continente (al cual por cierto, recientemente se ha sumado España con el ascenso de Vox) y las elecciones europeas el próximo año, donde todo parece indicar que los partidos ‘tradicionales’ llámense conservadores, liberales o socialdemócratas, serán barridos por los nacionalistas. En cuanto a frau Merkel, abandonada por todos y cada vez mas repudiada, parece haber comprendido finalmente - tarde pero al fin - que su tiempo ha terminado :)