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miércoles, 13 de noviembre de 2019

BELARÚS: La paranoia del miedo

Por lo visto, ciertos políticos occidentales imbuidos por algún temor, no dejan de expresar su “preocupación” por la posible absorción de Belarús (Bielorrusia) por parte de Rusia. Ante esa situación, afirman que están dispuestos a apoyar a Aleksander Lukashenko - a quien ellos no han dudado en calificar durante todos estos años como “el ultimo dictador de Europa”- pretendiendo obstaculizar la posible unión de ambas naciones, dice un artículo de The Wall Street Journal, el cual debido a su interés, he decidido traducirlo y publicarlo, entrecomillado claro esta, para saber como piensa el enemigo ¿vale? : “Diversos gobiernos de Occidente se están moviendo para apuntalar al autoritario presidente bielorruso Aleksander Lukashenko, preocupados de que la posible absorción de su país por parte de Rusia altere el equilibrio de poder de Europa. Sin embargo, ese apoyo está limitado por los fundados temores de que inmiscuirse demasiado en los asuntos de Minsk podría provocar una intervención de Moscú. Incluso, algunos comandantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte han llegado a afirmar que los servicios militares y de seguridad de Bielorrusia ya se encuentran bajo el dominio ruso. Pero Lukashenko, en el poder desde 1994, ‘se resiste a las crecientes demandas de Moscú’ de integrar aún más a los dos países en el ‘Estado de la Unión’, una entidad que ha sido en gran medida simbólica desde su creación hace 22 años, rechazando asimismo la solicitud del presidente ruso Vladimir Putin de permitir la instalación de bases militares en su país y además se ha mantenido neutral hasta el momento en la guerra desatada en la vecina Ucrania, donde el gobierno colaboracionista respaldado por Occidente - llegado a poder en el 2014 mediante un incruento golpe de Estado patrocinado por Washington - está recibiendo golpes demoledores por parte de las fuerzas independentistas que tienen el control del este del país con apoyo ruso. ‘La situación es grave en el sentido de que dado el momento, Rusia realmente puede obligarlos a unírseles en el momento que deseen. Al estar bajo una fuerte presión por parte del Kremlin, ha llegado la hora de que la Unión Europea, Polonia y otros países apoyen firmemente su soberanía’, dijo el ministro de relaciones exteriores polaco, Jacek Czaputowicz, cuyo país es miembro de la OTAN y la UE, limitando además con Belarús. Lo irónico del asunto, es que tanto los EE.UU. como la UE, luego de aislar a Lukashenko durante años acusándolo de dictador e intentando derrocarlo en el 2017 organizando manifestaciones ‘espontáneas’ como sucedió en Ucrania, buscan ahora olvidar sus agravios y reanudar los contactos a alto nivel, como la visita realizada el pasado mes de agosto por John Bolton, el hoy destituido asesor de seguridad nacional de Donald Trump, que no logro cambio alguno en la postura de Minsk respecto a Moscú, a pesar de que los medios de comunicación rusos son especialmente críticos con Lukashenko, más aun debido a su reciente declaración donde afirmó de que la Segunda Guerra Mundial ‘no fue nuestra guerra’, un comentario que fue visto como un insultante por los rusos, donde la celebración de sus victorias en aquel conflicto son sagradas y tienen un rango similar a una religión del Estado. Aún así, las relaciones entre Rusia y Belarús se mantienen inalterables y están negociando una hoja de ruta para avanzar con el proyecto del Estado de la Unión que se aprobará en diciembre. Se sabe que Moscú estaría presionando por una unión política más estrecha utilizando el suministro de petróleo y otros beneficios económicos como moneda de cambio. Pero los funcionarios en Minsk dicen que aunque su país - de 9,5 millones de habitantes - está interesado en profundizar los lazos económicos, no desea convertirse en otra provincia de su gigante vecino. ‘Belarús es un estado soberano e independiente. No vemos otro futuro’, dijo Valery Voronetsky, presidente del comité de asuntos exteriores de la Cámara de Representantes de Belarús y un aliado de Lukashenko. Si bien tales actitudes son bienvenidas en los ministerios de Relaciones Exteriores occidentales, algunos comandantes militares de la OTAN tienen una perspectiva diferente más cercana a la realidad. Para ellos, ‘los arrebatos calculados de Lukashenko contra Moscú no compensan la evaluación de que Belarús sigue siendo el aliado más cercano de Rusia, y que su ejército es efectivamente un activo de defensa ruso que pone en riesgo el flanco oriental de la OTAN. Además su alto nivel de cooperación con los rusos nos deja muy poco espacio para la discusión’, dijo el teniente general Rajmund Andrzejczak, jefe del estado mayor de las Fuerzas Armadas de Polonia. ‘Es una integración absolutamente increíble: todos los elementos, sistemas de comando y control, así como su defensa aérea se encuentran bajo control de Moscú’ aseveró. A ello debemos agregar que tanto Belarús, como el enclave ruso de Königsberg (Kaliningrado) ubicada en la antigua Prusia, se encuentran en los extremos opuestos de una de las áreas más vulnerables de la OTAN, la frontera polaco-lituana de 65 millas. La franja, conocida como la brecha de Suwalki, es el único enlace terrestre entre los estados bálticos y el resto de la alianza. ‘Con las tropas rusas realizando ejercicios regularmente en Belarús, el hecho de que Moscú no tenga bases formales allí no es tan importante’, dijo el general Andrzejczak. ‘Para la naturaleza actual de un conflicto, donde el factor tiempo es crucial, la presencia permanente de tropas rusas no es esencial, debido a la facilidad que tienen para movilizarse por su territorio’ expresó. Pero no todos están de acuerdo con esta afirmación. ‘La negativa de Minsk a permitir bases militares rusas representa un gesto significativo’, respondió el teniente general retirado Ben Hodges, quien se desempeñó como comandante del Ejército de EE. UU. Europa entre 2014-17. ‘Rusia tiene una importante infraestructura logística y bases en la frontera, pero lo mejor para ellos seria mejor tenerlas en Belarús’, dijo el general Hodges. ‘Mientras Lukashenko aun pueda decirles a los rusos: Gracias, podemos defendernos, contribuye significativamente a la estabilidad en la región’ apuntó. Sin embargo, al ser Belarús una pieza importante en los juegos de poder, llama la atención que para los europeos y estadounidenses ahora ya es tan importante denunciar como en el pasado el negro historial de abusos por parte del gobierno de Lukashenko, como era habitual hasta hace poco: ‘Las acusaciones sobre violaciones a los derechos humanos en Belarús no desaparecerán de la noche a la mañana, pero es algo que hay que debemos tratar en privado’, afirmó Bradley Freden, director del Departamento de Estado de Europa del Este, en una conferencia en Minsk en octubre tras visitar a Lukashenko. ‘No estamos tratando de apartar a Belarús de su relación con Rusia, solo queremos poder ver, paso a paso, hasta dónde coinciden nuestros intereses’ dijo en aquella oportunidad. Por su parte, Czaputowicz, agregó que mantener a Belarús lejos de la influencia rusa tiene la máxima prioridad en la política exterior polaca: ‘Por supuesto, estamos conscientes que se trata de un país que necesita una profunda reforma política ya que su democracia no es perfecta, pero ahora es el momento de analizar temas mucho más serios’, dijo. ‘Sin embargo, no es mucho lo que podemos aspirar a lograr en Belarús’ admitió el ex subsecretario de Defensa de Estados Unidos, Alexander Vershbow, quien se desempeñó como subsecretario general de la OTAN entre 2012-16. ‘Nadie debe hacerse ilusiones que Belarús pueda seguir el mismo camino que Ucrania o Georgia. Ya lo intentamos hace un par de años buscando un cambio de gobierno y no lo conseguimos’ dijo Vershbow. ‘Por ello debemos tener mucho cuidado de no parecer estar excesivamente interesados en querer influenciarlos ya que puede ser contraproducente y desencadenar una respuesta rusa como sucedió en Ucrania’ aseveró. Ese es el tipo de respuesta que Minsk intenta evitar. Por ese motivo, el senador Sergey Rakhmanov, presidente del comité de seguridad nacional y asuntos internacionales del senado bielorruso, advirtió a Occidente sobre sus intenciones: ‘No traicionaremos bajo ninguna circunstancia a Rusia que es nuestro socio estratégico, y ellos deben entender esto’, dijo. Al respecto, Vyacheslav Nikonov, un miembro de alto rango del parlamento ruso, respondió a una pregunta sobre las recientes aperturas de Lukashenko a Occidente al preguntársele sobre la guerra que comenzó en Ucrania tras el golpe propiciado por los EE.UU. en el 2014: ‘Caer en los brazos de Occidente no es garantía de una buena vida’, afirmo Nikonov en una reciente visita a Minsk. ‘Solo miremos como esta Ucrania, arruinada y dividida por obra de unos traidores que se vendieron a la CIA. No queremos que ello pase con Belarús’ agregó, lo que a muchos observadores sonó como una velada amenaza” puntualiza la nota. Como podéis comprobar, a pesar de su rotundo fracaso en Ucrania - dentro de su enloquecida estrategia de querer aislar a Rusia de Europa - EE.UU. y sus aliados de la OTAN intentan abrir un nuevo frente en el continente, pero sus esfuerzos serán en vano. Rusia y Belarús son firmes aliados y forman parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que incluye también a otros Estados como Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Armenia. De hecho, Belarús es el único aliado de Moscú en el frente occidental. De ahí su extrema valía. Esto es muy importante, habida cuenta que los miembros de la OTAN aumentan constantemente su presencia cerca de las fronteras de los dos países. En la actualidad, Belarús alberga dos instalaciones militares rusas, un radar y un centro de comunicaciones de la Armada. Rusia, a su vez, suministra a su aliado una gran variedad de armamento. La mayor parte de estos suministros se comercializa con un descuento considerable o incluso se entrega de manera gratuita. Anualmente participan en una gran cantidad de maniobras militares conjuntas. La alianza de Moscú y Minsk está sellada por decenas de documentos cuyos principios están estipulados en el Tratado de Cooperación Militar. Asimismo, las metas de la política castrense común tienen un carácter netamente defensivo, a diferencia de la OTAN que es agresiva por naturaleza. De allí que la integración profunda entre Moscú y Minsk ha desatado la paranoia en los países occidentales, que buscan sabotearlo. Ya en septiembre pasado, las partes rubricaron el programa de integración, así como aprobaron una lista de 31 hojas de rutas en diferentes ámbitos. Lukashenko propuso aprobar la profundización de la integración para el 20 aniversario de la firma del tratado de creación de la Unión a celebrarse en diciembre. De esta manera, poco a poco el proceso de la integración progresa y el interés de la parte bielorrusa es más que evidente. Si Belarús decide finalmente reintegrarse a Rusia (como sucedió con Crimea) será una decisión soberana que debe respetarse y nadie tiene el derecho a inmiscuirse en los asuntos internos de otros países, especialmente aquellos como los EE.UU. que tiene por costumbre hacerlo. A que esta advertido :)
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