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miércoles, 13 de enero de 2016

BARÇA: Un símbolo eterno del catalanismo

¿Puede un club de fútbol convertirse en símbolo identificador de un país? Sí, puede. Desde su nacimiento, el Barça ha vivido integrado plenamente a los cambios sociales y culturales de Catalunya. Su imagen, como símbolo del país, la podemos observar en múltiples manifestaciones. Formar parte del movimiento político catalán para defender la cultura, la lengua y la identidad nacional ha sido siempre una prioridad dentro y fuera de los terrenos de juego para un club que cumple más que una función deportiva. Como sabéis, la trascendencia social de todas las acciones públicas del FC Barcelona ha ido ligada, desde sus inicios, a la historia de Catalunya y a sus hechos más importantes. En estas fechas tan señaladas, no podía faltar el homenaje del Barça a los caídos de la Guerra de Sucesión de 1714. Pero, para poner en contexto, contamos los hechos de la historia del Barça que lo han vinculado eternamente al nacionalismo catalán. Ya desde su fundación en 1899, el FC Barcelona se convirtió en un referente deportivo e institucional del pueblo de Catalunya. Nacido en una burguesía nacionalista junto a otras instituciones, como el Orfeó Català o Centre Excursionista, el Barça, con pequeñas muestras de acercamiento al catalanismo, se convirtió en algo más que un club de fútbol apoyando a las instituciones políticas que defendían la lengua, la cultura y las tradiciones de Catalunya. Probablemente la primera gran acción de trascendencia social fue el apoyo oficial a la petición del Estatuto de Catalunya de 1918, hecho que lo convirtió, al ser el único club deportivo adscrito a la petición, en “el club de Catalunya” según escribió el periódico La Veu de Catalunya en esa época. La segunda gran muestra antes de la llegada del franquismo fue la pitada ensordecedora al himno español en 1925 en el estadio de Les Corts, castigada por ello con 6 meses de inhabilitación. Reprimido ya en su día por la dictadura de Primo de Rivera, la Guerra Civil del 1936 al 1939 acabó con la inercia de un club que crecía exponencialmente, incluso asesinando vilmente a su presidente, Josep Sunyol, en manos de las tropas franquistas. Francisco Franco (como fiel seguidor del Real Madrid, el equipo del gobierno y la vergüenza del país) lo intentó todo para terminar con el Barça. Le cambió el nombre por contener palabras en catalán, el escudo por dibujar la cruz de Sant Jordi y la bandera de Catalunya, le impuso juntas directivas de extrema derecha, prohibió el idioma catalán de forma oficial e “intervino” en el fichaje de Di Stéfano, robándoselo para los mandriles de la meseta cuando ya estaba firmado por el Barça, aprovechando el poder de las escuchas telefónicas entre el club catalán y River Plate. El peso y la resistencia de los socios, aumentando día a día por las injusticias que se producían a manos del franquismo, hicieron sobrevivir al Barça y mantenerlo como club de primer nivel. El presidente Agustí Montal entró en 1969 con afán de recuperar todos los símbolos perdidos, poniéndose a la contra a todo el Gobierno español. En 9 años devolvió al Barça todo lo perdido desde 1939 pese a las reprimendas de un régimen que ya vivía sus horas de agonía. Con la llegada de Josep Lluís Núñez a la presidencia, el Barça aumentó considerablemente su patrimonio y su capital, pasando a convertirse en uno de los clubes más ricos del mundo y obteniendo los títulos y el reconocimiento buscado durante décadas. Pese a conseguir futbolistas como Cruyff o Maradona, o disponer de más de 125.000 socios distribuidos por el mundo, el Barça siempre se ha mantenido fiel a sus raíces catalanas y a su sentimiento catalanista, convirtiéndose en la actualidad en uno de los mayores símbolos del nacionalismo político catalán. En 1992 la Generalitat de Catalunya premió al Barça con la Creu de Sant Jordi, un distintivo que nunca más se adjudicó a un club deportivo. En 2003, Joan Laporta fue elegido presidente y revolucionó el carácter nacionalista del club, volviendo a mostrar desacomplejadamente su fértil sentimiento catalanista y recuperando el espíritu de los años de Montal, con continuas muestras de apoyo a los actos para exaltar la cultura, la lengua y las tradiciones del país. Con el debut de Leo Messi en el 2004, el Barça dio inicio a una era inimaginable. En efecto, hablar hoy de Messi es hablar del indiscutible mejor jugador del mundo en la actualidad y de uno de los grandes de toda la historia. Con muchos años de fútbol por delante, el genio de Rosario (Argentina) ha superado los logros y los récords de la mayoría de las leyendas de este deporte. Cuando el 16 de octubre de 2004 debutó oficialmente con el Barça en un derbi frente al Espanyol en Montjuïc hacía once meses que en el club, dentro y casi en secreto, se tenía constancia de lo que se venía. Hoy, no se entendería al Barça sin él. Desde aquel debut, se ha ganado 26 títulos, cerca de un tercio de los conseguidos en toda su historia, lo que confirma que por encima de aspectos personales, con los números, fríos, en la mano, Messi ha provocado la mejor época de toda la historia del club blaugrana. Sin poder imaginar qué depararía el futuro, era impensable alcanzar este presente escribiendo en mayúsculas la trascendencia de Messi en el Barça. Y su peso, ya intangible pero cierto, en la historia del club. Existe un Barça antes de Messi y habrá que ver qué ocurre en el Barça después de Messi... Pero la realidad muestra que nada es comparable a la época en que él comanda el club. En lo que ya no se discute es en nombrar al mejor de todos, al número uno de la historia. Messi, con 28 años todavía - y sus cinco Balones de Oro - ya lo ha conseguido, para gloria del Barça, el cual es mucho mas que un club. Hoy, con un nuevo gobierno en la Generalitat, Catalunya reinicia su camino independentista y el Barça como siempre, estará a su lado en los nuevos retos que están por venir: ¡Visca el Barça, Visca Catalunya, Visca els Paisos Catalans! :)
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