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miércoles, 31 de agosto de 2016

CHINA: Una guerra por convicción

Venga ya, no cabe duda de que los EE.UU. no contenta con haber originado en estos últimos tiempos una carnicería en diferentes países del globo, mientras ultima junto a sus lacayos de la OTAN, los preparativos para un ataque contra Rusia (algo que por cierto seria a todas luces suicida ya que por lo visto no han aprendido las lecciones de la historia) ha dirigido su mirada a China. ¿El motivo? El Mar Meridional, que Washington ambiciona y que Pekín considera como parte de su territorio, por el que está dispuesto de ir a la guerra para defender lo que considera suyo por derecho propio. Como sabéis, las aguas del Mar de China Meridional son disputadas por seis países, Filipinas, Vietnam, Malasia, Brunei, Taiwán y China, pero en ella hay otros actores involucrados como que no tienen nada que ver en ella como los EE.UU. quienes con su presencia elevan la tensión en la zona. Por un lado, China reclama lo que considera le pertenece, es decir, 80 por ciento de las aguas del Mar Meridional, los islotes, arrecifes y rocas, lo que equivale a casi tres millones de kilómetros cuadrados. Por otro lado, EE.UU. insiste en patrullar el Océano Pacífico bajo el pretexto de ‘garantizar en tránsito marítimo’. De acuerdo con las leyes marítimas internacionales, el país que ostente la soberanía de cada isla dispone de los 370 kilómetros de las aguas que la rodean y los recursos existentes en ellas y en el fondo. El problema se agrava porque el resto de naciones en disputa – ‘incentivadas’ por Washington - no quieren ceder un espacio que también consideran ‘suyo’. Para la negociación, China asegura estar dispuesta a reunirse con cada uno de los países por separado. EE. UU., por su parte, busca que la negociación sea colectiva, con el fin de avivar el conflicto y traer sus fuerzas al Pacífico. En enero del 2013, Filipinas acusó a China frente a la Corte Internacional de Arbitraje de La Haya ‘por violar el derecho internacional, interferir en la pesca, poner en riesgo el tráfico marítimo y no proteger el medio ambiente’. Asimismo, pidió al tribunal rechazar los argumentos de Pekín sobre la soberanía de las aguas dentro de la zona conocida como “línea de los nueve puntos”. El veredicto de La Haya, como es sabido fue a favor de Filipinas, al negar la base legal de los argumentos chinos. En respuesta a ello, Pekín aceleró la construcción de islas artificiales en el Mar de China Meridional, para proteger su soberanía, advirtiendo asimismo que sus acciones serán proporcionales a las estadounidenses, enviando al destructor Yinchuan cargado con misiles guiados a la base de la isla de Hainan, con lo que suma cuatro destructores patrullando la zona en los dos últimos años. En su afán por “mantener el orden” en lo que considera aguas internacionales, EE.UU. ha intensificado la presencia militar en el Mar de China Meridional e insiste en que continuará con el patrullaje ‘hasta tanto no se resuelva la disputa’. Para continuar con su labor, Washington envió a la región un destructor con misiles guiados para que se una a los otros dos que ya mantiene. El Mar de China Meridional tiene más de 200 islas pequeñas, agrupadas en cinco bloques: Paracelso, Spratly, Pratas, Macclesfield y Scarborough. Es considerada vital para el comercio internacional, debido a que por ella transitan al año mercancías valoradas en más de 8 mil millones de dólares. Además, alberga importantes recursos naturales y podría contener también gas y petróleo. De acuerdo con las estimaciones del Servicio Geológico de EE.UU., podría tener miles de millones de metros cúbicos de gas natural, lo que equivaldría entre el 60 y 70 por ciento de los hidrocarburos de la zona. De allí el ‘interés’ de Washington por intensificar su presencia militar en el lugar. Para Jonathan Broder, columnista de Newsweek, la disputa marítima entre EEUU y China en el mar de la China Meridional se ha convertido en uno de los problemas más álgidos de su compleja relación y las condiciones parecen estar listas para un choque militar entre los dos países. El autor considera la muerte del piloto chino - quien falleció en un choque con un avión espía de Estados Unidos hace 15 años - como el inicio de las tensiones entre EE.UU. y China por este mar. No es de extrañar que, cuando en mayo sobre el mismo lugar dos cazas chinos casi chocaron con un avión espía, los chinos recordaran el acontecimiento de hace 15 años. Además, muchos oficiales chinos, según el experto, han sentido por mucho tiempo que una guerra entre Washington y Pekín es inevitable. Otros analistas, sin embargo, descartan la idea argumentando que el costo de un conflicto entre las dos potencias sería muy grande y EE.UU. seguramente ganaría, a menos que intervenga Rusia en apoyo de su aliado, lo cual cambiaria el curso de los acontecimientos y a no dudarlo, desencadenaría la III Guerra Mundial. Si bien la disputa es territorial – escribe el columnista - existe un conflicto de intereses entre una China que emerge como una potencia regional y un EE.UU. que insiste en patrullar el océano Pacífico. En una época en que la economía de China va en frenada, el presidente chino Xi Jinping está siendo presionado en casa - afirma el autor del artículo - para que encuentre otras formas de demostrar los avances de China bajo su mando. “Retomar el control de Pekín sobre el mar de la China Meridional, tras un siglo de dominación extranjera, es lo que necesita", explica el experto, quien agrega que el reforzamiento de las operaciones chinas podrían generar una respuesta norteamericana, incluida una reacción militar. Los oficiales estadounidenses están verdaderamente preocupados por la posibilidad de que China envié por primera vez submarinos con misiles nucleares a las aguas en disputa. Por su parte, el país asiático considera que esta es una medida necesaria para contrarrestar el sistema de defensa norteamericano en Corea del Sur y el desarrollo de misiles balísticos hipersónicos. Los buques de guerra norteamericanos y chinos ya operan bastante cerca los unos de los otros en el mencionado mar. Si agregamos submarinos nucleares a la ecuación, la posibilidad de un accidente que tenga consecuencias graves aumenta considerablemente. Más teniendo en cuenta que los submarinos chinos son indetectables por los radares y China seguramente no informará a EE.UU. de su posición, se da por descontado que Washington envié más naves espía para rastrear a los submarinos. “Un conflicto entre una China en proceso de crecimiento y unos EE.UU. desesperados por una perdida de influencia en los asuntos globales podría evitarse si los dos países estuvieran dispuestos a realizar dolorosos cambios, algo a lo que Washington no esta dispuesto por ningún motivo y por el contrario, tratará de agudizar las tensiones aunque eso signifique la guerra" puntualiza el experto. Pero ¿Cómo seria un conflicto entre ambas potencias? Al respecto, el periodista y miembro del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Harry J. Kazianis, en su artículo publicado por 'The National Interest', ofrece su visión de esa hipotética guerra. Según el autor, lo cierto es que Pekín "tiene medios para hacer un daño increíble a los intereses estadounidenses y redes de sus aliados a través de Asia" y que "la primacía militar de EE.UU. ya no está garantizada gracias a la modernización militar china". Kazianis indica que si suponemos que China decide lanzar un ataque cibernético con el fin de limitar la capacidad de las fuerzas estadounidenses junto con sus aliados, en primer lugar Pekín podría simplemente intentar cegar a EE.UU. antes de que se dé cuenta de que está bajo ataque. Es decir, la campaña militar china podría comenzar en el ciberespacio: Pekín lanzaría ataques masivos cibernéticos contra los centros estadounidenses de mando y control en todo el mundo para alterar así la capacidad de sus aviones de combate para intercambiar información sobre las posiciones del enemigo en tiempo real. Estos ataques provendrían de terceros países, por lo que Washington no sería capaz de determinar de inmediato quién está detrás de los mismos. Así, China ya obtendría ventaja. Luego, sugiere el experto, Pekín comenzaría a atacar satélites estadounidenses en órbita en un intento de destruir los sistemas de recopilación de inteligencia y de las comunicaciones de Washington. Después de que China ciegue a su enemigo, empezaría a realizar un lanzamiento masivo de misiles balísticos y de crucero desde la tierra, el aire y el mar. Los objetivos probables serían bases aéreas de EE.UU. y sus aliados, centros de control y buques de guerra estadounidenses en todo el Pacífico. "China va a tratar de hacer mucho daño en un golpe enorme y esperar que sea lo suficientemente fuerte como para inducir una respuesta escasa por parte de EE.UU. y sus aliados o posiblemente ninguna respuesta en absoluto", dice Kazianis. Venga ya, para muchos analistas, una ciberguerra podría ser el preludio a un conflicto de incalculables consecuencias, mas aún si terminan involucrados otras potencias apoyando a uno u otro bando. Por lo visto, nuestro mundo esta condenado a su destrucción debido a las desmesuradas ambiciones de unos psicópatas enquistados en el Pentágono y la Casa Blanca, quienes se rehúsan a aceptar que su tiempo para rehacer el mundo en función de sus intereses se acabó. Inténtelo y verán lo que les espera :)
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